sábado, 14 de abril de 2012

TRES VERSIONES DEL TIEMPO EN BORGES



RESUMEN

El texto presenta una recapitulación del concepto de tiempo desde la antigüedad hasta nuestros días, para luego abordar la obra de Borges en relación con esta idea, en particular en tres posiciones, a saber: el tiempo isotrópico, el tiempo circular y la negación del tiempo. Como conclusión se obtiene el sincretismo entre literatura y filosofía planteado por el pensador argentino.


Tu materia es el tiempo, el incesante tiempo.
Eres cada solitario instante.
J L Borges.

Breve Historia del Concepto de Tiempo

Algunas cuestiones del pensamiento resultan ineludibles, entre ellas se encuentra, el casi eterno problema del tiempo. En la antigüedad el concepto era abordado desde dos perspectivas, por un lado estaba el Aion que daba cuenta del tiempo de la vida y por otro el Cronos que como en la mitología devoraba todo lo existente sobre la faz de la tierra. El primero tenia un carácter individual mientras que el segundo abarcaba todo lo existente, pues a todas las cosas les ocurría el tiempo.

La indagación sobre el concepto del tiempo en la antigüedad nos remite necesariamente al concepto de eternidad, ya que: “(…) los griegos tendieron con frecuencia a ver lo temporal o desde el punto de vista de la presencia (en un ahora), o desde el punto de vista de una serie repetible en ciclos, o desde el punto de vista de una eternidad superior a la mera temporalidad.” (José Ferrater Mora, 2001: 3495). Para Platón la eternidad era la idea original del tiempo, es decir, el perpetuo movimiento circular de las esferas celestes.

En contraste con la idea original de la temporalidad platónica, Aristóteles afirmo que el tiempo era la medida del movimiento y a su vez el movimiento confirmaba la existencia del tiempo, con ello el sabio estagirita estimo que el tiempo no era una realidad en si misma sino una relación, lo cual se oponía radicalmente al postulado de Platón para quien el tiempo era una realidad completa en si misma. Del contraste entre la posición absolutista de la academia y la relacionista del liceo surgieron las posteriores teorías, que hasta la modernidad no hicieron más que reafirmar lo dicho por los filósofos griegos.

En el transito hacia la modernidad, la perspectiva mas original acerca del tiempo fue la de San Agustín, pues el filosofo medieval discrepo con la concepción objetivista y postulo la idea del tiempo como un fenómeno interior, en donde la realidad objetiva era puesta en suspenso por la realidad creada a partir de la sucesión subjetiva de instantes.

En la modernidad el debate sobre la naturaleza del tiempo fue asumido por la física y la filosofía de tres modos diferentes, a saber: como una realidad absoluta independiente de las cosas; como una propiedad de la esencia de las cosas y como una relación que legitimaba el orden de la causalidad. En este orden de ideas cabe señalar que las propuestas que hicieron carrera a lo largo de la modernidad fueron nuevamente la absolutista y la relacional.

Para Newton: “El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por si mismo y por su propia naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo.” (2001: 3499). Entonces, el tiempo sucede independiente de las cosas y los cambios de las cosas se dan gracias a la sucesión del tiempo.

Del mismo modo Kant plantea que: “El tiempo no es un concepto empírico que se derive de una experiencia…no es algo que exista por si o que convenga a las cosas como determinación objetiva y, por lo tanto, permanezca cuando se hace abstracción de todas las condiciones subjetivas de su intuición.” ( Imannuel Kant, 2003: 52-54). Desde este punto de vista el tiempo sirve como una condición de posibilidad del conocimiento, pues su carácter a priori lo convierte en una intuición pura de la sensibilidad, que permite la sucesión y el sentimiento interno de la configuración fenoménica del mundo.

En contra de lo anterior Leibniz afirmo que el tiempo es un orden de sucesiones que regula el universo en cuanto a sus cambios, pues el tiempo sin las cosas no es nada en absoluto, ya que las cosas determinan el paso del tiempo desde sus transformaciones. De esta manera, el tiempo establece una relación directa con las cosas en el mundo y solo se legitima por la existencia de las mismas.

A finales de la modernidad el concepto de tiempo y su genealogía se convierten en el centro de la reflexión de algunos filósofos, tal es el caso de Henri Bergson, quien concibe el tiempo desde la lógica de la duración y reprocha a sus antecesores por haber confundido la lógica del tiempo con la lógica del espacio. “Expresado en términos de espacio, el tiempo se podría acortar o alargar sin dificultad alguna…Habiendo concebido el tiempo como duración, Bergson destaca, en cambio, su carácter acumulativo.” (Julián Serna Arango, 2003).

Ahora bien, como lo que aquí importa es el concepto de tiempo en relación con la obra del escritor argentino Jorge Luis Borges, entonces iniciemos el trazado entre el pensamiento y la poesía.

El Tiempo Isotrópico en Borges

Lo primero que se puede decir es que así como hay diversos Borges, existen en su obra, también, diversos tiempos. El tiempo isotrópico; El tiempo circular e inclusive la negación del tiempo, pero de esto nos ocuparemos mas tarde, retomemos por ahora el Borges de El jardín de senderos que se bifurcan para analizar como el personaje central de este cuento es el primero de los tiempos aquí propuestos.

El relato es una alegoría del tiempo, la anécdota no importa, pues detrás de la muerte de Stephen Albert, el ataque de los alemanes y el sacrificio de Yu Tsun, lo realmente importante es la concepción del tiempo que despliega Borges en este cuento. Ts’ui Pen ha decidido retirarse a escribir un libro y al mismo tiempo construye un laberinto, el laberinto esta construido de tiempo y el libro es el laberinto, las bifurcaciones se dan en el tiempo no en el espacio, cada decisión tomada queda registrada en los anaqueles del suceder como infinitas decisiones que toman los otros en tiempos paralelos.

“El jardín de senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pen. A diferencia de Newton y Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros los dos.” (Jorge Luis Borges, 1971:110). Luego, el tiempo es infinito y paralelo, pues al existir infinitas series, las posibilidades son todas las existentes, pero inmersas en la infinitud, esto implica un rizoma de tiempo en el que las ramificaciones se encuentras y se ausentan unas de otras ad infinitud en la eterna confirmación de un tiempo isotropico.

Este tiempo que apunta en todas las direcciones busca el futuro de los hombres pero también registra su pasado, la bifurcación se perpetúa como el destino y por un raro azar que nadie logra comprender ordena la vida y hasta la muerte.

La idea de un tiempo isotropico anula las pretensiones absolutistas de la física newtoniana y relativiza la relación espacio-tiempo. Pero desde la propuesta de Borges la teoría de Einstein es aun mas compleja, pues las cuatro dimensiones propuestas por la física relativa deben ser ampliadas al infinito, pues a infinitas bifurcaciones, infinitos espacios y por ende infinitas dimensiones.

El Tiempo Circular en Borges

Por otra parte, el tiempo circular aparece en varias oportunidades en la obra del genio argentino. Borges habla del tiempo circular en La doctrina de los ciclos que se incluye en Historia de la Eternidad: “El número de todos los átomos es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz de un número finito de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse”. Así tenemos una primera noción de tiempo circular, que se basa en la repetición cíclica infinita, asociado a la imagen del eterno retorno, sin tomar esta imagen como retroceso sino como avance infinito hacia el punto de partida, recorriendo la circunferencia finita para volver al mismo punto.” (Juan Carlos del Río, 2001).

El eterno retorno del tiempo en Borges supone dos aspectos, el primero de ellos es el mundo de la vida como un eterno círculo en donde lo particular se repite de manera sui generis y que a la luz de otras concepciones aparece como casualidad; y el otro es el pensamiento de un universo circular como una serie de situaciones históricas que tienen que volver a darse. Dentro del primer aspecto podría considerarse el poema El regreso de Heráclito y No eres los otros, en el segundo estarían inscritos El reloj de arena y el formidable ensayo sobre La nueva refutación del tiempo.

Borges parte de la negación de la realidad objetiva propuesta por el idealismo y desde allí intenta demostrar la inexistencia del tiempo, para ello acude a Berkeley y niega la existencia del mundo como algo independiente de nuestra percepción, pues todo lo que es, es gracias a que es percibido, inclusive el tiempo mismo es para el idealismo “la sucesión de ideas que fluye uniformemente y de las que todos los seres participan.” (George Berkeley, 1961: 52).

El escritor argentino afirma que si el hombre se puede reducir a una colección de sensaciones, entonces una simple repetición en la vida de un hombre es suficiente para probar que el tiempo, entendido como una sucesión, es una invención puesto que la repetición destruye la secuencia lineal.

Cualquier repetición convertiría la vida en una tautología, de modo que cada instante debería ser autónomo, pues dos momentos idénticos terminarían con la serie sucesiva llamada tiempo, ya que al repetirse un acontecimiento no sucedería, es decir que no transcurriría y los instantes quedarían detenidos, al respecto Borges se pregunta: “¿No basta un solo término repetido para desbaratar y confundir la serie del tiempo? ¿Los fervorosos que se entregan a una línea de Shakespeare no son, literalmente, Shakespeare?...Las ruidosas catástrofes generales-incendios, guerras, epidemias-son un solo dolor, ilusoriamente multiplicado en muchos espejos” (Jorge Luis Borges, 1961: 56).

La Negación del Tiempo en Borges


Si aceptamos que el presente es la sucesión de instantes y que estos instantes se repiten en ocasiones, entonces estamos negando la sucesión y con ella el tiempo mismo, es decir que la ultima carta de Borges es negar el tiempo ya que si no sucede porque se repite entonces no transcurre, solo estamos frente a la apariencia del transito temporal, el tiempo ha sido detenido gracias a los prototipos que se renuevan los unos a los otros, el profesor Borges ahora es remplazado por otro sin numero de profesores que a su vez serán remplazados por las generaciones de prototipos venideras.

A decir de Borges el teatro es el mismo solo varia quien representa la vida, de lo cual se desprende la hermosa derivada de la primera parte del ensayo: “La vida es demasiado pobre para no ser también inmortal.” (1961: 59).

El tiempo no existirá por fuera de cada instante presente, pero como el presente no es divisible gracias a que tampoco es indivisible, entonces ni el pasado ni el porvenir existen y como el presente a quedado condenado al retorno eterno, ni siquiera nos queda su presencia, es decir que el tiempo termina siendo el simulacro de la realidad objetiva según los idealistas.

“Negar el tiempo es dos negaciones: negar la sucesión de los términos de una serie, negar el sincronismo de los términos de dos series. En efecto, si cada término es absoluto, sus relaciones se reducen a la conciencia de que esas relaciones existen.” (1961: 65). Aquí aparecen dos graficas temporales la primera resulta horizontal y es la que todos conocemos en la historia o en la vida y la segunda es vertical gracias al apareamiento de dos líneas horizontales simultaneas, los sucesos de la antigüedad contrastados con los de hoy.

Borges, también afirma que la vida de un ser dura lo que una idea, al parecer sus ideas sobre el tiempo le dan una gran vigencia, pues son aplicables a la teoría general de los sistemas y a la teoría del caos.

Para terminar, solo lamento que el final del ensayo nueva refutación del tiempo, de nuevo todo sea literatura y que la expresión inglesa No yet confirme el arrepentimiento de su propuesta final. “Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro.” (1961: 66).

BIBLIOGRAFÍA

Berkeley, George. (1961). Principios del conocimiento humano. Citado por Jorge Luis Borges. "Nueva refutación del tiempo". En: Antología Personal. Buenos aires: Sur.

Borges, Jorge Luis. (1971). Ficciones. Buenos Aires: Emecé.

Borges, Jorge Luis. (1961). Nueva refutación del tiempo. En: Antología Personal. Buenos aires: Sur.

Ferrater, Mora José. (2001). Diccionario de Filosofía. Barcelona: Ariel.

Kant, Imannuel. (2003). Critica de la Razón Pura. México: Porrúa.

Río, Juan Carlos. (2001). Borges, Filósofo y matemático. En: Revista Esfinge. N°14.

Serna, Arango Julián. (2003). Borges y el Tiempo. En: Revista de estudios literarios, Especulo. Universidad Complutense de Madrid.

Fuente : REVISTA DE EDUCACIÓN Y MATEMÁTICA
10 de diciembre de 2010
http://www.educacionmatematica.net/Art4.html

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