Se llama Ching Shih y derrotó a todas las
flotas que enviaron contra ella.
El autor argentino la retrató en Historia
universal de la infamia.
Ching Shih: Nació en Cantón, China, en 1775, y murió en
Macao, en 1844.
Carlos Aletto
Cuando en 1831, el orientalista alemán Karl Friedrich
Neumann se sentó a traducir del chino la Historia de la pacificación de los
piratas, escrita por Yuan Yonglun a la luz de una vela, no sospechó que casi
todo el libro estaba dedicado solo a las proezas de una pirata mujer: Ching
Shih.
Así, cautivado por el relato, la tinta negra de la pluma de
Neumann navegaba por los distintos azules del cálido mar del sur de China
mientras describía las aventuras de la pirata a la que decidió llamar
simplemente la señora Ching.
El esposo de la líder pirata había sido almirante de todas
las flotas corsarias y se convirtió en una obsesión para el Imperio. En 1801,
el emperador lo nombró Senescal de las Caballerías imperiales, aunque después
de su nombramiento, continuó devastando las costas de Anam y Cochinchina hasta
que los habitantes se sublevaron y lo mataron.
Los sobrevivientes de la matanza se retiraron a bordo de sus
barcos y continuaron combatiendo bajo la jefatura de la viuda de Ching.
La pirata china asumió el mando de seis grandes escuadras,
cada una identificada por un color y liderada por un teniente con un nombre de
guerra, como El Ave y la Piedra, El Azote del Mar de Oriente, La Joya de toda
la Tripulación, o El Pasto de las Ranas. Estos serían los apelativos, según el
relato de Neumann, porque del original solo se conserva un ejemplar en la
Biblioteca Británica en Londres. Y hay que leer chino para desentrañar el
misterio.
La señora Ching impuso un estricto código de conducta a sus
tripulaciones, similar a la vieja escuela de los piratas europeos. Algunas de
las reglas incluían castigos severos, como taladrar las orejas en público por
actos de desobediencia o ejecutar a los reincidentes, prohibir el robo de
objetos del botín y castigar con la muerte a quien violara a las mujeres
cautivas sin permiso.
El personaje de Madame Ching fue tomado por la saga
cinematográfica Piratas del Caribe. La encarnó la actriz Takayo Fischer.El
personaje de Madame Ching fue tomado por la saga cinematográfica Piratas del
Caribe. La encarnó la actriz Takayo Fischer.
Audaz y decidida
En una batalla contra una flota gubernamental, la señora
Ching demostró su habilidad estratégica. Engañó al enemigo lanzando solo una
parte de sus fuerzas y ocultando el resto, para luego sorprenderlos atacando
por la retaguardia. A pesar de las pérdidas, logró derrotar a la flota enemiga,
que finalmente se rindió después de un largo combate.
Para vengar la derrota, el gobierno chino ordenó al
experimentado general Lin Fa atacar a los piratas. En un momento crucial del
combate, cuando ambos bandos estaban inmovilizados por la falta de viento, la
señora Ching dio la orden de que los piratas se lanzaran al agua y nadaran
hasta los barcos enemigos y los capturaran. La maniobra fue exitosa.
En el siguiente año, el gobierno envió una flota más
poderosa bajo el mando del almirante Tsuen Mow Sun para reparar el daño causado
por Lin Fa. Durante la batalla, los piratas sufrieron grandes pérdidas y la
señora Ching ordenó la retirada. Tsuen ordenó disparar a los timones de los
barcos piratas, logrando inmovilizar las fuerzas de Ching.
Su reputación era tan temida que los campesinos huían y se
escondían al escuchar de su cercanía.
Sin embargo, ella rápidamente reagrupó a sus seguidores y,
con la ayuda de otros jefes, atacó de nuevo a la flota imperial, logrando una
victoria sorprendente y obligando a los barcos enemigos a huir en desorden.
En 1809, la señora Ching, enterada de que el gobierno había
encomendado al almirante Ting Kwei Heu la misión de destruirla y que este no se
apresuró debido a las lluvias que -creía- retendrían a los piratas en su
puerto, sorprendió a Ting Kwei con sus doscientos juncos, un tipo de
embarcación tradicional de vela china conocido por su diseño distintivo, que
incluye velas cuadradas y cascos anchos.
Los oficiales imperiales, inicialmente temerosos, fueron
animados por el almirante a través de diversas promesas y exhortaciones. En el
furioso combate que siguió, el almirante imperial se suicidó, resultando en la
rendición de los veinticinco buques gubernamentales restantes. Después de esos
eventos, Ching, con una flota más poderosa que nunca, navegaba libremente por
los mares de China.
Durante el resto del año, centró sus ataques en los ríos,
saqueando y capturando con quinientos juncos cientos de personas, especialmente
mujeres, y causando estragos en ciudades y pueblos a lo largo de las orillas.
Su reputación era tan temida que los campesinos huían y se escondían al
escuchar de su cercanía.
Estos ataques de la señora Ching convirtieron en héroes a
los aldeanos de Kan-Shin, quienes resistieron valientemente. Kei Tang Chow,
maestro de boxeo del pueblo, mató a diez piratas y luchó junto a su esposa y su
padre, quienes murieron en el combate.
Acordó entregarse junto con sus hombres a cambio del perdón
imperial y de provisiones.
Tras vencer aquella resistencia, los piratas saquearon el
pueblo y se llevaron mil ciento cuarenta prisioneros. Cerca de cien mujeres se
escondieron en los arrozales, pero fueron descubiertas por el llanto de un
niño. Entre ellas estaba Mei Ying, quien, al ser capturada, se enfrentó
ferozmente al pirata, insultándolo. Cuando intentaron atarla de nuevo, Mei Ying
agarró la ropa del corsario con los dientes y se arrojó con él al río. Murieron
ambos.
Al poco tiempo, la señora Ching, al ver que uno de sus
tenientes la traicionaba, se sometía al emperador y era recompensado, consideró
que también podría beneficiarse de la sumisión. Aunque inicialmente se complicó
la negociación, finalmente acordó entregarse junto con sus hombres a cambio del
perdón imperial y de provisiones. Ching vivió el resto de sus días en relativa
tranquilidad como animadora de una empresa de contrabando.
Personaje de Borges
Cuando el historiador británico Philip Gosse decide escribir
The History of Piracy, trabajo publicado en 1932, encuentra la interesante
historia de la señora Ching traducida por Karl Friedrich Neumann. En el
capítulo IV del libro, Gosse relata la historia de la mujer pirata.
Un lector argentino actualizado y atento, llamado Jorge Luis
Borges, publicó un año después, en la Revista Multicolor de los Sábados, su
cuento La viuda Ching.
Dos años más tarde, este relato fue incorporado en el libro
Historia universal de la infamia en la colección Megáfono de la editorial Tor,
bajo el título La viuda Ching, pirata puntual. Con la reedición del libro por
la editorial Emecé en 1954, apareció con el título definitivo, La viuda Ching,
pirata.
Borges, al concluir su relato, aporta una interpretación
personal de la historia de Ching, modificando algunos detalles y añadiendo su
estilo característico: llama a Ching “la Viuda”, cambia los nombres de los
corsarios y hace sobrevolar sobre los juncos “bandadas perezosas de livianos
dragones”.
Sin embargo, al terminar, vuelve a la fuente original,
citando las palabras finales del historiador chino Yuan Yonglun tal como
aparecen en el libro de Gosse. De esta manera, Borges cierra su
relato con un retorno a la fuente histórica, dejando claro
que, a pesar de sus licencias literarias, su relato está fundamentado en la
realidad.
Gosse concluye la historia de la señora Ching con estas
palabras:
“Desde aquel momento -concluye con lirismo el historiador
chino Yuan Yonglun- los barcos comenzaron a ir y venir con toda tranquilidad.
La calma reinó en los ríos y la serenidad en los cuatro mares. El pueblo vivió
en paz y abundancia. Los hombres vendieron sus armas y compraron bueyes para
labrar sus campos. Cumplieron sacrificios, recitaron plegarias en lo alto de
las colinas e impartieron dulzura a sus días, cantando canciones tras sus
biombos. El gobernador de la provincia, en agradecimiento de los servicios
prestados por la pacificación de los piratas, recibió, por edicto del Hijo del
Cielo, la autorización de llevar la pluma de pavo real”.
Fuente: Viva – Clarín
https://www.clarin.com/viva/pirata-china-invencible-fascino-borges_0_PP9mYlzaZ1.html