El magistrado y docente
Leonardo Pitlevnik posa sobre la obra del autor de El Aleph una mirada legal.
En su libro analiza los
conceptos de culpa y castigo, lecturas sobre la ley y por qué se condena un
crimen.
15/05/2024
Mucho tiempo antes de convertirse en un reconocido juez y
profesor de Derecho Penal, Leonardo Pitlevnik fue lector de Jorge Luis Borges.
Cuando tenía 20 años, haciendo camping en las ventosas playas de Puerto
Pirámides, una chica de una carpa vecina le pregunto si “realmente” estaba
entendiendo un libro de Borges que llevaba de acá para allá, que no era otro
que “El Aleph”.
A partir de aquella experiencia mochilera y juvenil,
Pitlevnik intuyó que Borges –quizás más que ningún otro escritor– demanda ser
interpretado, descifrado, a la vez que leído. Cuarenta años más tarde, desde su
condición de jurista, desarrolló una lectura fascinante y novedosa de uno los
grandes de la letras argentinas y universales, que la editorial Siglo XXI acaba
de publicar bajo el título Borges y el Derecho.
Este libro erudito y amigable propone un viaje por textos de
Borges que iluminan qué entendemos por culpa y por castigo, cómo leemos la ley
o por qué condenamos un crimen. Y se plantea preguntas como: ¿Cuántas versiones
de la verdad se pueden dar en un proceso judicial? ¿Qué límites tiene la
interpretación de las leyes? ¿Cuánto merecemos un premio o un castigo y en qué
medida lo que nos toca en la vida es fruto del azar? ¿Puede el derecho (o
incluso el lenguaje) dar cuenta de los crímenes más atroces que la humanidad
llegó a cometer?
–En el comienzo del libro sostenés que, por sus propias
características como autor, Borges se puede abordar desde un sinfín de
perspectivas y mencionás obras que lo han analizado desde disciplinas como la
física, las matemáticas y la música, entre otras. ¿Cómo y por qué pensaste que
era posible abordarlo desde el derecho?
–Como especialista en Derecho Penal y lector de Borges, esta
era una idea que me gustaba y me rondaba desde hace tiempo. Hay una disciplina
llamada Derecho y Literatura que tiene una mirada sobre las relaciones entre
estos dos ámbitos y sobre cómo las ficciones van conformando determinadas
realidades. A lo largo de la historia, obras como la Biblia o los textos que
validaron el nacimiento del Estado-Nación fueron generando determinadas reglas
e ideas articuladoras. Si bien Borges es posterior a estos relatos, ha sido un
prisma en el que se reflejaron muchas ideas y conceptos propios del siglo XX y
de determinados momentos de la conformación de la Argentina. Yo desde hace
muchos años que soy juez y profesor en la UBA y comencé a preguntarme cuánto de
todo esto lo puedo pensar desde una narrativa –la de Borges– que para los
argentinos es tan central, así como su figura y sus posicionamientos políticos.
Particularmente desde el Derecho, Borges es un gran prisma para analizar la
manera en que pensamos la culpabilidad, las normas y los castigos, entre muchas
otras cosas.
–Italo Calvino decía la escritura de Borges era “un desquite
del orden mental sobre el caos del mundo”. ¿Esa pulsión por producir o
reestablecer un orden es dónde encontraste denominadores comunes entre Borges y
el Derecho?
–La idea de caos y orden es permanente en Borges. En cuentos
como “Deutsches Requiem” y “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” hay una especie de
orden de ficción impuesto a la realidad y, en otros como “La biblioteca de
Babel” o “La lotería de Babilonia” –donde describe el caos de manera general–,
siempre termina con una conclusión que permite explicar aquello que acaba de
escribir. Su propia escritura es un orden muy cerrado, casi perfecto, en el que
hay una tensión permanente entre el caos y la necesidad entenderlo, utilizando
al lenguaje como instrumento para sumergirse en toda esta cuestión. Para
Borges, el lenguaje es un orden. En El Aleph, están todos los universos juntos
en un mismo momento y en un mismo lugar, y él dice “sólo narrándolo lo puedo
explicar, pero al narrarlo lo vuelvo sucesivo y, por lo tanto, lo ordeno”. Esta
idea del “desquite del orden” de la que habla Calvino tiene que ver con lo que
el Derecho y el Estado tratan –o deberían tratar– de hacer: nivelar los
desequilibrios y las desigualdades para que los individuos de una sociedad
partan de un mismo piso. Los relatos de Borges juegan permanentemente con estos
conceptos, como cuando en “La lotería de Babilonia” aparece la pregunta de por
qué me toca ser Procónsul o esclavo, por qué me toca ser lo que soy. Esa idea
de la suerte constitutiva por la cual nos toca nacer donde nacemos o ser como
somos, en la que no intervenimos. La primogenitura, por ejemplo: un tipo es el
primero de tres hermanos y entonces será el rey o el principal heredero. No hay
merecimientos, sino azar.
–La presencia que tiene el azar y lo aleatorio en Borges es
central y vos lo relacionás en tu libro con muchos componentes azarosos del
Derecho.
–Más allá de nadie querría que su destino estuviera decidido
por la suerte, el azar tiene un sentido muy positivo cuando significa
transparencia. Un ejemplo que doy en el libro es que en la Provincia de Buenos
Aires los miembros de un jurado en un juicio oral se deciden por sorteo de
número de documento, a partir de la lotería de ese día. Eso implica
transparencia en la elección sobre quienes te va a juzgar, y algo parecido pasa
con el sorteo de los tribunales a los que van parar las diferentes causas.
–¿Hay una moralidad también en esta búsqueda del orden?
¿Borges intenta determinar lo que está bien y lo que está mal en sus relatos?
–Edna Aizember, en su libro sobre Borges y el Holocausto,
analiza el cuento “Deutsches Requiem”, que fue escrito mientras ocurrían los
juicios de Nüremberg y que tiene como protagonista central a un nazi que cuenta
lo que hizo en un campo de concentración. Y allí Borges lo que dice es que lo
que intenta es entender a ese personaje, algo que dispara una discusión muy
interesante desde el punto de vista del Derecho y de la que no estoy seguro
cuál es la conclusión. Yo estoy más cercano a la idea de que, cuando uno
comprende mucho, se desvanece un poco el límite entre la justificación y la
explicación. Uno lee “Deutsches Requiem” y se pregunta: ¿Hay una moral en esto?
Puede que sí, pero hay que pensar entonces en qué tipo de moral sería. Lo mismo
pasa con “La fiesta del monstruo”, un relato furiosamente antiperonista que,
afortunadamente, gracias a la calidad literaria de Borges, escapa a lo que
podría ser entendido como literatura militante. En el libro yo elaboro más
reflexiones que conclusiones sobre este tipo de cosas que tienen que ver con la
culpabilidad, el castigo o la moral. Como, por ejemplo, en la cuestión del
castigo al respecto de aquel que fue excluido, donde juristas como Roberto
Gargarella o Eugenio Zaffaroni reflexionan sobre la legitimidad del castigo a
quien fue excluido y es juzgado en las mismas condiciones de quienes no lo
fueron. No hay un conclusión simple y directa a este debate, porque no puedo
negar la agencia individual de un tipo que mata para robar un celular, porque
si no estoy denigrando al de al lado, que en su misma situación no mató ni robó
a nadie. Y, al mismo tiempo, puedo ver que se trata de personas que crecieron y
viven probablemente en contextos de extrema escasez y violencia, que quienes
impartimos justicia ni siquiera somos capaces de imaginar. En definitiva, es el
problema del desorden y el orden que atraviesa a Borges… De qué manera fijo una
regla para que sea aplicable, que sea concordante, que todos podemos compartir
y que, al mismo tiempo, pueda sostener la diferencia. Creo que esta es sin
dudas una lucha constante del Derecho, un problema fascinante.
Leonardo Pitlevnik
básico
Es procurador y abogado con especialización en Derecho Penal
por la Universidad de Salamanca.
Es profesor de la
materia Elementos de Derecho Penal y Procesal Penal en la Facultad de Derecho
de la UBA. También, dicta el curso Jurisprudencia Penal de la CSJN en la
carrera de especialización de la Facultad de Derecho de la UBA y director
Académico del Centro de Estudios de Ejecución Penal de la Facultad de Derecho
de la UBA.
Es Juez de la
Cámara de Apelación y Garantías del Departamento Judicial de San Isidro, Sala
II, Buenos Aires.
Codirige la
publicación semestral Jurisprudencia penal de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación (Editorial Hammurabi). Y es autor de diferentes trabajos en torno a
cuestiones penitenciarias, derecho penal y procesal penal.
Fuente: Clarín
https://www.clarin.com/cultura/jurista-bucea-obra-borges-entender-tensiones-derecho_0_hFnshuLHMn.html