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domingo, 27 de octubre de 2024

James Joyce según Borges


 Jorge Luis Borges se pronuncia tempranamente sobre James Joyce, quien en 1922 ha publicado el ‘Ulises’, novela todavía no editada en español. Dice en el ensayo titulado “El ‘Ulises’ de Joyce”, incluido en ‘Inquisiciones’ (1925): “Soy el primer aventurero hispánico que ha arribado al libro de Joyce…” Le seguirán otros ensayos en libros y artículos en la prensa para ratificar la veneración borgeana por el irlandés, a quien compara con Shakespeare.

También su “perplejidad” tras la aparición del ‘Finnegans Wake’. Será en 1960 cuando el argentino terminará por definir oralmente todo lo que para él es el universo literario de Joyce, en una de las muchas conferencias magistrales que brinda entonces alrededor del mundo.

Es en la Universidad Nacional de La Plata donde asegura: “Si tuviera que perderse todo lo que se llama literatura moderna, y hubiera que salvar dos libros, y esos dos libros los hubiera que elegir, digamos, en todo el mundo, serían, en primer término, el ‘Ulises’, y luego el ‘Finnegans Wake’”.

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=8aSp1MZnAU8

 

sábado, 18 de febrero de 2023

Borges sobre James Joyce: admiración y perplejidad

 

James Joyce ya había publicado en 1914 su único volumen de cuentos, titulado ‘Dublineses’, y dos años más tarde su novela de aprendizaje: ‘Retrato del artista adolescente’.

Pero la vasta ‘Ulises’, que dio a conocer como libro en 1922, es la obra del irlandés que llenó de admiración a Jorge Luis Borges, quien luego mostró su perplejidad ante ‘Finnegans Wake’.

Esta es la historia del vínculo literario entre el argentino y la obra del irlandés, que a lo largo de la vida de Borges tuvo numerosos episodios.

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=ThRdqQTDovE

sábado, 16 de julio de 2022

Joyce y Borges - Poema "Oigo un ejército"

Parte de una conferencia de Jorge Luis Borges sobre el escritor irlandés James Joyce.

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=JlM1rbkP5IM

miércoles, 16 de febrero de 2022

Se cumplen 100 años de la primera edición del Ulises – 1960 Conferencia de Jorge Luis Borges sobre James Joyce y el Ulises


Conferencia de Jorge Luis Borges sobre James Joyce y el ‘Ulises’ de 1960 en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=gLWhB8bhW0U

sábado, 6 de enero de 2018

Nuevas traducciones del “Ulises” de Joyce, el libro que cambió nuestra idea de la literatura


En 1922 se publicó en París una de las novelas más importantes del siglo XX. Gracias al esfuerzo de Rolando Costa Picazo y de Marcelo Zabaloy, ahora podemos disfrutar de dos nuevas versiones de este libro enciclopédico, provocador y vanguardista

Por Rodolfo Biscia

Publicada por primera vez en 1922, Ulises es la obra maestra del escritor irlandés James Joyce . Cuenta la historia de un solo día en la ciudad de Dublín –el 16 de junio de 1904– y se centra en las andanzas de tres personajes: Leopold Bloom, su esposa Molly y el joven Stephen Dedalus. Casi un siglo más tarde, contamos con dos nuevas traducciones al español. Rolando Costa Picazo logró publicar en Edhasa su esperada edición crítica en dos tomos, con un sinnúmero de comentarios y notas. Por otra parte, tenemos la traducción de Marcelo Zabaloy, en la que había colaborado con denuedo el editor Edgardo Russo y que ahora El Cuenco de Plata vuelve a poner en circulación en una segunda edición revisada.


Enciclopedia cabal de trucos narrativos y estilísticos, la novela se organiza en 18 capítulos, cada uno de los cuales contiene una alusión explícita o tangencial a las aventuras de Ulises en la Odisea de Homero. Por lo general ese sistema de referencias es paródico. Stephen es una suerte de Telémaco a la deriva y Bloom es un bonachón Ulises judío. La fidelísima Penélope se rebaja a la condición de Molly, una soprano profesional muy libidinosa. O bien Nausícaa, sublime princesa de Feacia, se transforma en la irlandesa Gerty MacDowell, mujercita romántica y tullida. El Cíclope, gigante de un solo ojo, reaparece en la escena dublinesa como el Ciudadano, un obtuso nacionalista antisemita. Y así sucesivamente.
                                Primera edición de la novela de Joyce

En 1931, en el prólogo a Los Lanzallamas, Roberto Arlt se refirió a ese libro escrito en un idioma que no podía entender. Lo hizo con la perspicacia que a veces da el resentimiento: "James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día en que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo ídolo a quien no leerán sino media docena de iniciados". Seis años antes, en plena etapa criollista, Jorge Luis Borges se autoproclamó  "el primer aventurero hispánico" en haber arribado al libro de Joyce. El socialista peruano José Carlos Mariátegui, en un artículo de 1926, festejaba la aparición de Retrato del artista adolescente, otra de las novelas del autor: "He aquí que hoy llega Joyce al español con menos retardo del que España nos tiene habituados a sufrir en la traducción de los libros contemporáneos".

                    José Carlos Mariátegui (1894-1930)

Al día de la fecha contamos con cinco traducciones al español del libro fundamental de James Joyce. La primera, en 1945, la realizó el argentino José Salas Subirat, vendedor de seguros al que, recientemente, el periodista Lucas Petersen le dedicó una biografía que alumbra otros rasgos de su figura (El traductor del Ulises, 2016). Tres años después de esta traducción tan porteña, en 1948, se publicaba nuestro Ulises vernáculo: el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. En 1976 llegó la muy cincelada pero también muy castiza versión de José María Valverde, sin notas pero acompañada de un prólogo enjundioso. Al filo del siglo XXI, con gran comparsa académica, llegó la traducción de los españoles Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas.

  Eve Arnold retrató a Marilyn Monroe leyendo el “Ulises” para la revista Esquire en 1955

A esa tríada, ahora se añaden las versiones de Zabaloy y Costa Picazo. Nacido en Bahía Blanca, Marcelo Zabaloy sufre el karma de no ser traductor profesional, pero también disfruta de las libertades que le confiere esa condición flotante. En la versión de El Cuenco de Plata, toma decisiones polémicas: al tiempo que evita los eufemismos y no vacila en usar la palabra "coger" –opción razonable en un libro marcadamente obsceno–, se decanta por el uso del tú en lugar del voseo rioplatense. Su traducción cuenta con un prólogo escueto y con pocas notas casi siempre pertinentes, que se arrinconan al final del libro para no entorpecer la lectura de quien prefiera prescindir de ellas. También se enriquece con una tabla comparativa entre cinco ediciones de referencia, una de ellas en francés.

Rolando Costa Picazo, por su parte, es un conocido especialista en la literatura inglesa y norteamericana, y su versión del Ulises está a tono con sus anteriores trabajos, en particular con sus sesudas traducciones anotadas de la poesía de Ezra Pound. En su edición crítica, cada capítulo va precedido por un breve resumen argumental que repone la clave homérica y el modo en que Joyce la reelabora, y que describe sin pedantería los procedimientos literarios puestos en juego. Luego sigue la traducción, acompañada por una miríada de notas al pie. Esto no es una metáfora: las notas suman unas 1.600, algunas cruciales para la interpretación y otras algo superfluas donde se nos explica quién fue la reina de Saba, Issac Newton o Napoleón Bonaparte. Lo importante es que esas anotaciones reponen la enciclopedia del Lector Modelo, esa quimera útil que inventó Umberto Eco para nombrar al descifrador ideal que, estructuralmente, todo texto postula y prevé.

  
No nos jactemos de haber releído todo el libro en ambas versiones; sí de haber ido de excursión responsable a algunos de sus puntos neurálgicos. El capítulo 14, por ejemplo, uno de los más difíciles del libro. La trama ocurre al anochecer, en el Hospital de la Maternidad, donde Bloom, Stephen y sus amigos se reúnen a charlar mientras en un cuarto contiguo tiene lugar un parto. También el lenguaje del capítulo, lo mismo que un feto, recorre nueve ciclos evolutivos, desde una fase arcaica del inglés hasta finales del siglo XIX. El arco se tensa en una serie de elaborados pastiches que van desde la crónica medieval hasta la escritura tardovictoriana, pasando por el estilo isabelino, la pomposidad dieciochesca o la prosa darwiniana del biólogo Thomas Henry Huxley.
Muy escrupulosa al recorrer cada una de estas fases, la versión de Costa Picazo logra preservar la fluidez en un español versátil, como de caleidoscopio. Puede que, en el ir y venir del texto a las notas, se desvanezca la gracia de los chistes, que habría valido la pena conservar aun a costa de renunciar a uno o más matices enciclopédicos. Menos erudita, la versión de Zabaloy es igualmente fluida y, aunque contiene al menos una errata que a Joyce le hubiera divertido –"trento", por "treno"–, es difícil leerla en voz alta sin que se nos escape una genuina carcajada.
Al final de ese capítulo, la lengua se deshace en una serie de interjecciones y frases coloquiales. Entre ellas se desliza, por ejemplo, una expresión como "Every cove to his gentry mort". ¿Cómo traducirla? "Cada bestia a la muerte de su clase", se había equivocado Salas Subirat. "Cada fulano con su fulana", le acierta Valverde, al igual que Costa Picazo: "Cada tipo con su tipa". Tal vez a Zabaloy –tan censurado por los localismos coyunturales que introdujo en su versión de Finnegans Wake– no le falten motivos aquí para recurrir al lunfardo: "Cada rufián con su percanta".

              Silvia Beach, primera editora del “Ulises”, junto a James Joyce


En 1925, el joven Borges publicó una traducción de la última página del Ulises en la revista Proa. "Para vos brilla el sol", traducía Borges; paradójicamente, un siglo más tarde Zabaloy y Costa Picazo escogen al unísono "el sol brilla para ti". Borges simplifica a Joyce al escribir "el día que estábamos tirados en el pasto", algo que Zabaloy vierte como "el día que yacíamos entre los rododendros en Howth Head"; Costa Picazo prefiere "estábamos acostados". La prolija versión de Zabaloy: "adoro las flores me encantaría que todo el lugar estuviese repleto de rosas" se corresponde con la de Costa Picazo, que usa el verbo "amar" –como ocurre en el original–, pero no supera la expresiva variante borgiana: "soy loca por las flores yo tendría nadando en rosas toda la casa".

                                    Joyce, retratado por Gisèle Freund en 1939

Desde sus primeros poemas hasta el experimento final de Finnegans Wake, lo decisivo en Joyce reside siempre en su experimentación radical con el lenguaje. Por increíble que parezca, esas magias que a veces son meros malabares llegan a presentirse a través de las traducciones, incluso cuando estas parcialmente fracasan por exceso o ausencia de protocolos. Nunca es tarde para acercarse al Ulises, y tal vez este verano sea el momento ideal para leer o releer esta novela emblemática, no sin cotejar las múltiples versiones que enriquecen ya su historia en lengua española. Porque si Ulises modificó de una vez para siempre lo que entendemos por "literatura", también contribuyó a profundizar nuestra comprensión de la espinosa tarea del traductor.

* El Cuenco de Plata publicó una segunda edición revisada del Ulises de Joyce en traducción de Marcelo Zabaloy, con la colaboración de Edgardo Russo. El mismo sello editorial había presentado en 2016 la traducción de Zabaloy del Finnegans Wake, la última novela de Joyce.
** La edición crítica del Ulises, en traducción de Rolando Costa Picazo, acaba de ser publicada por Edhasa en dos tomos, con abundantes comentarios y notas.

Fuente:  Infobae   -  6 de enero de 2018


viernes, 17 de febrero de 2017

Jorge Luis Borges: Conferencia sobre James Joyce




Conferencia pronunciada por J. L. Borges en 1960, en la ciudad de La Plata (Argentina).
La producción es obra de Radio Universidad Nacional de La Plata.

Fuente : You Tube

James Joyce y el Ulises: la causa por la cual Saer conoció a Borges



 El 15 de junio de 1966 Jorge Luis Borges brindó una conferencia sobre la obra de James Joyce en una sala del Museo Municipal de Santa Fe. Un par de horas antes tuvo lugar el primer -y quizás único- encuentro entre el poeta de “Fervor de Buenos Aires” y un joven y casi desconocido Juan José Saer, que registró el diálogo en un grabador.

Por Germán Ulrich

Lo curioso es que posteriormente Saer situó esa charla en 1967 (al citarla en su artículo “El destino en español del Ulises”, publicado en El País de Madrid en junio de 2004), y también la fecha fue esquiva para Jorge Conti, que la transcribió en 1988 en la revista “Crisis” como ocurrida en 1968.

Como fuere, Saer era un joven de 28 años que solo había publicado hasta entonces los cuentos de “En la zona” (1960) y “Palo y hueso” (1965), y la novela “Responso” (1964), y su nombre había llegado a Buenos Aires menos por esos libros que por una iracunda intervención en el Congreso de Escritores que la SADE realizó en Paraná en noviembre de 1964, cuando atacó a Silvina Bullrich (“'Los burgueses' no pasa de ser un best-seller") y a Manuel Mujica Láinez ("'Bomarzo' podría estar fechada en 1870").

El diálogo con un Borges ya ciego, célebre y casi mítico, derivó hacia inquietudes que Saer parecía tener a flor de piel por esa época: cercano a publicar “La vuelta completa”, su segunda novela, le pidió una reflexión sobre la estructura de la novela moderna luego de endilgarle a su interlocutor ser “un gran traductor de Faulkner, que conoce tan a fondo el 'Ulises' de Joyce, Proust y toda la narrativa moderna...".

Borges plagió a Shaw “cuando dijo de O'Neill que no había nada nuevo en él salvo sus novedades”, y mencionó a Faulkner y a Proust como representantes del género novela para decir que "esos artificios acabarán por cansar".

“Creo que volveremos a 'En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...'”, sentenció Borges, y luego pareció aconsejar a Saer al decir que “un joven escritor debiera empezar por la sencillez y no por la complejidad”.

Otra curiosidad, a la distancia, se revela en la alusión al “Ulises”: mientras en la charla le atribuye a Borges conocer esa obra “tan a fondo”, en el artículo de El País (publicado luego en “Trabajos”, de 2005), Saer sospecha que el autor de “El Aleph” “nunca la había leído” a la traducción, y va más lejos al decir “como probablemente tampoco el original”.

Sobre la conferencia de Borges en el Museo Municipal de Santa Fe, el vespertino “El Litoral” consigna dos días después, el 17 de junio de 1966: “La apagada y monótona voz de Jorge Luis Borges fue ayer un desafío para la atención de los numerosos oyentes que, por falta de micrófono, en vano pugnaban por oír las disquisiciones de este calmo autor sobre la obra del irlandés James Joyce”.

“Un vaso de agua bebido al final y un reloj eran los únicos objetos sobre la mesa en que se apoyaba Borges, envuelto en su propio mundo de resonancias verbales del que poco a poco fue surgiendo el retrato de Joyce”, sigue.

Luego de referirse a “Retrato del artista adolescente” y los deliberadamente grises cuentos reunidos en “Dublineses”, la crónica destaca “el profuso, complicado, irónico orbe del 'Ulises', esa obra calificada como laberíntica que inspirándose lejanamente en 'La Odisea' traza la novela de un día, un simple, habitual día de un sencillo y común hombre de Dublín”.

A los efectos de su encuentro con Saer, vale detenerse en su reflexión siguiente, cuando señaló que “el talento de Joyce, como el de Góngora, como el de Lugones, es esencialmente verbal, hecho de articulaciones nuevas, de palabras intraducibles a idiomas como el castellano o el francés, hostiles a las palabras compuestas”.

“Para Borges, Joyce, más que un novelista, es un poeta ligado esencialmente al ámbito del idioma inglés. El 'Ulises', en toda su vasta complejidad, en sus aciertos y valores, poco importa como novela en sentido estricto. Pero Joyce perdurará sobre todo por su enorme poder de invención y renovación, por su intento de violenta originalidad de recorrer nuevos caminos que, a su manera, justifican a todos los que se sintieron tentados de nuevas experiencias literarias".

En su artículo de El País, Saer recuerda a Borges en aquella tarde de 1966 charlando con un grupito de jóvenes escritores que iban a hacerle un reportaje, entre los que él mismo se encontraba, “cuando de pronto se acordó de que en los años cuarenta lo habían invitado a integrar una comisión que se proponía traducir colectivamente Ulises”.

Luego de casi un año de discusiones semanales, “uno de los miembros de la comisión llegó blandiendo un enorme libro y gritó: '¡Acaba de aparecer una traducción de Ulises!'”.

El periodista Roberto Maurer, amigo por décadas de Saer, contó en diálogo con Télam que fue Max Dickmann, en nombre de Santiago Rueda Editor, quien se contactó con el sorpresivo traductor: J. Salas Subirat.

Salas Subirat era un vendedor de seguros absolutamente anónimo al oído de los entendidos en literatura de la época; por cuenta propia resolvió traducir una página por día hasta acumular las 815 páginas de lo que luego sería la primera traducción del “Ulises” al español.

En la charla con los jóvenes escritores de Santa Fe, unas horas antes de dictar su conferencia sobre Joyce, Borges recordó la historia y riéndose dijo: - “Y la traducción era muy mala”.

Según Saer, ante esa afirmación, “uno de los jóvenes que lo estaba escuchando replicó: 'Puede ser, pero si es así, entonces el señor Salas Subirat es el más grande escritor de la lengua española”.

A cincuenta años de aquella visita de Borges a Santa Fe, Maurer también recuerda la anécdota y sobre todo la frase. Y no duda: el escritor que le respondió a Borges, con tono algo socarrón y sonrisita dibujada en su cara de turco ladino, fue el joven Juan José Saer.

Fuente : Telam