martes, 28 de mayo de 2019

¡Qué bien te conservas!





El bicentenario del poeta estadounidense Walt Whitman irradia la poesía democrática del autor de 'Hojas de hierba'. La celebración del bicentenario de Whitman, como no podía ser de otro modo, ha desencadenado nuevas aportaciones literarias, biográficas, ensayísticas, reediciones, reflexiones, a la bibliografía y figura del celebrado creador del poemario
Carles Gámez

Hay libros que te cambian la vida. Sucesivas generaciones de lectores han hecho del poemario Hojas de hierba de Walt Whitman, libro de referencia en las bibliotecas particulares y públicas, en las listas de lecturas preferidas o de aquellos libros imprescindibles que te acompañarían a una isla desierta. La celebración del bicentenario de Walt Whitman, como no podía ser de otro modo, ha desencadenado nuevas aportaciones literarias, biográficas, ensayísticas, reediciones, reflexiones, etc. a la bibliografía y figura del celebrado creador del poemario.

El poeta que no tuvo ningún reparo en auto celebrarse y de paso, cantarse a sí mismo, como inicio de un conjunto de poemas que convulsionaría los salones literarios decimonónicos desde su Nueva York natal para expandirse, como una ola sísmica a uno y otro lado del Atlántico. La «poesía democrática» de Hojas de hierba desafinó de entrada en los cánones poéticos de la época por su libertad estilística. ¿Adonde habían ido las queridas y cultivadas rima y métrica? Se preguntaban los guardianes del verso ortodoxo. Y por no hablar de su indisimulada exaltación sensual del cuerpo, una libre y vibrante invocación sexual - sin distinción de género- que provoca a las mentes puritanas y le causará más de una querella judicial.

Para Whitman, la palabra pecado queda a partir de ahora desterrada frente al placer, frente al goce físico del amor. «Y abriste mi camisa sobre el pecho/ y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo / y te estiraste hasta tocarme la barba y luego hasta tocarme los pies», deja escrito en los primeros versos de su Canto de mi mismo. «Whitman le habla a la multitud como altavoz y a cada uno al oído», señala el ensayista Edgardo Dobry en la introducción de Obra escogida (Penguin Clásicos). Para el poeta y traductor «Whitman inventó un tono a la vez potente e intimo» que acabaría haciendo de él «el fundador del canto de todo un continente». El cantor de una nueva era en «la que los hombres y las mujeres son hermanos y nadie es más que su prójimo». En la que el «cuerpo humano y el cuerpo de la naturaleza se suman en una unidad superior y armónica».

La libertaria poesía de Whitman actúa de constitución lírica en un país que se está construyendo a si mismo bajo los dictados de la democracia parlamentaria. «Crezco por igual entre los negros y los blancos/Canadiense, piel roja, inmigrante, a todos me entrego y a todos los recibo», exclama el poeta. «Whitman -escribe Edgardo Dobry- no se erige sobre el pilar de un enemigo externo sino sobre la idea de construcción de una sociedad capaz de integrar y fundir en su seno todas las diferencias, todas las costumbres y formas de vida de un país enorme cuyo principal desafío político era la cohesión€». Whitman se encarna en el nuevo poeta que necesita esa nación que se está cimentando; se autoproclama en esa categoría literaria, y por lo tanto es a él al que le corresponde interpretar esa nueva realidad que constituye América. Una interpretación más allá de la descripción realista, profundizando en la gente del pueblo, del sur y el norte del país, del este y el oeste, ese oeste al que se dirigen ciudadanos, colonos llegados del viejo y nuevo mundo: «Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia».

Entre las aportaciones literarias al aniversario del poeta se encuentra el ensayo biográfico El dios más poderoso. Vida de Walt Whitman (Ariel) del escritor y crítico Toni Montesinos donde, haciendo uso de una abundante información bibliográfica, recorre todas los aspectos y segmentos de la creación whitmaniana desde la epifanía, la primera edición de Hojas de hierba en 1865 ese libro que va creciendo a lo largo del siglo, y que señala a Whitman como el primer gran liberador del lenguaje, el primer poeta moderno en una América en formación ante sus ojos. Pionero en esa lírica sin corsés, poeta y periodista, Whitman levanta su voz y canta a ese sueño americano, una nueva biblia democrática para el nuevo mundo. Entre las referencias señaladas por Montesinos en su ensayo se encuentra Jorge Luis Borges, uno de los nombres ineludibles cuando se habla de Whitman en castellano. Su traducción en 1969 de Hojas de hierba y que verá la luz en el mercado español en la colección Palabra menor de Lumen en 1972, sigue estando entre las más celebradas. Ese Borges, como revela Toni Montesinos, apenas un adolescente, que se sumerge en sus primeras lecturas del poeta norteamericano en Suiza donde reside su familia, y quedará «ebrio de Whitman».

Al nombre de Borges en el cuadro de honor de admiradores, como señala en su ensayo biográfico Toni Montesinos se irán sumando -y continuarán añadiéndose hasta nuestros días- entre otros nombres, Rubén Dario, Pablo Neruda, Federico García Lorca o un León Felipe que traduce su Canto a mí mismo. Un escritor como Cesare Pavese le dedica su tesis doctoral en una Italia ahogada por la mística triunfalista del fascismo a principios de la década de los años treinta del siglo XX donde la figura de Whitman y América son un horizonte de libertad. En esta actualidad de la poesía de Whitman hay que señalar al crítico Harold Bloom. En su ensayo, Como leer y porqué (Anagrama) escribe: «Whitman profetiza los enigmas no resueltos de la conciencia norteamericana». «Un mundo cada vez más norteamericano debe leer a Whitman, no solo para entender a los norteamericanos, sino para captar mejor en que se está convirtiendo exactamente el mundo».

Fuente: La Opinion de Malaga

jueves, 16 de mayo de 2019

El ajedrez infinito de Borges


por Carlos Alberto Colodro

Erudito, autocrítico, cosmopolita, Jorge Luis Borges demostró en su obra el gran respeto que sentía por el ajedrez. Dentro de sus mundos circulares, abrió campo para las sesenta y cuatro casillas, las piezas que las ocupan y los agentes que les dan vida.

Nacido en Buenos Aires, parte de una familia con ascendencia inglesa, Borges sintió desde pequeño que sus allegados asumían que eventualmente se convertiría en escritor. Humilde, aceptó el designio y recorrió sus 86 años de vida rodeado de libros: Stevenson, Kipling, James, Conrad, Poe, Chesterton y Las mil y una noches se convirtieron en sus compañeros de viaje.

Aunque siempre insistió en que prefería ser reconocido como un buen lector antes que como escritor, concibió trabajos que ahora se consideran clásicos de la literatura del siglo XX. Detractor de la novela, cultivó los géneros del ensayo, la poesía y el cuento, enfocando sus esfuerzos en temáticas de carácter universal. Para presentar los mundos que poblaban su mente, vio necesario valerse de la fantasía y, dentro de este marco literario, encontró en el ajedrez una útil herramienta metafórica.

El juego como representación de lo fantástico

La similitud entre las matemáticas, el ajedrez y la literatura —al menos la interpretación que hizo Borges de la literatura— es su carácter completamente abstracto. El argentino, al igual que otros grandes escritores, como Nabokov o Pushkin, consideraba que el valor inextricable y necesario de cualquier obra literaria es su valor estético. El estudio de su obra y sus declaraciones evidencian su deseo de alejarse de cualquier corriente que considere que el arte debería cumplir una función práctica. Por ejemplo, en una de las conferencias publicadas en Arte poética, Borges reafirma que la poesía no tiene por qué ser comprensible:

"...si tomamos los versos de Jaimes Freyre, que suelo recordar siempre: 'Peregrina paloma imaginaria / que enardece entre los últimos amores / alma de luz de música y de flores / peregrina paloma imaginaria' [...], nos preguntamos qué quieren decir y no sabemos, pero eso es lo de menos, notamos que hay un enigma y ese enigma nos encanta".

En su artículo Filosofía y lingüística en los cuentos fantásticos de Jorge Luis Borges, Sergio Cordero expone dos características del juego que coinciden con la concepción que manejaba el argentino del arte literario: la creación de un mundo cerrado, con características arbitrarias, y la transgresión de los supuestos de la realidad. Partiendo únicamente de estos supuestos, Borges podría haber elegido cualquier juego como metáfora de su interpretación del arte; su elección del ajedrez, sin embargo, no es fortuita. En una entrevista de 1981, declaró:

"El ajedrez es uno de los medios que tenemos para salvar la cultura, como el latín, el estudio de las humanidades, la lectura de los clásicos, las leyes de la versificación, la ética. El ajedrez es hoy reemplazado por el fútbol, el boxeo o el tenis, que son juegos de insensatos, no de intelectuales".

Conservador declarado, el autor de El Aleph encontró en los escaques el otro elemento que consideraba imprescindible en el arte: la belleza.

Laberintos infinitos

El epígrafe de uno de los cuentos más representativos de Borges, Las ruinas circulares, cita un pensamiento extraído de A través del espejo de Lewis Carroll: "and if he left off dreaming about you..." ("y si dejara de soñar contigo..."). En la novela del inglés —la segunda entrega de las aventuras de Alicia—, la trama gira alrededor del ajedrez, en consecuencia con la gran afición de Carroll. Además de que la protagonista ingresa en un mundo fantástico, lo que justifica el epígrafe de Borges es la metáfora del espejo y, más precisamente, la posibilidad implícita de una recursividad infinita: si existe una realidad dentro de otra, ¿acaso no se podría encontrar otra realidad dentro de la que ahora se considera fantasía? Es fácil imaginar a una persona parada entre dos espejos, mirando su reflejo cada vez más pequeño, consciente de que la imagen, aunque imperceptible, debe repetirse inexorablemente ad infinitum.

Las ruinas circulares explora el tema de la recurrencia infinita de forma aún más explícita. Un forastero decide que su única misión en la vida es soñar a un hombre ("...quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad"). Después de conseguirlo, fatalmente se da cuenta —al saberse inmune al fuego, al igual que su creación— de que él también había sido soñado.

Es en este contexto que vale la pena mencionar el tributo más importante que Borges le hizo al juego-ciencia. Los últimos versos de su poema Ajedrez, publicado en El hacedor, reflejan precisamente este rasgo característico de su obra, su atracción por lo universal y lo infinito:

"Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?"

Finalmente, en El milagro secreto, otra de las célebres Ficciones publicadas en 1943, una vez más se hacen presentes el tiempo, la literatura y los sueños —además, por supuesto, del ajedrez—. Un hombre es sentenciado a muerte y, poco antes de dirigirse a la ejecución, le pide a Dios que le dé tiempo para terminar su obra literaria más importante. El deseo es concedido: cuando las balas escapan los fusiles, el tiempo se detiene y el hombre preserva su conciencia hasta culminar la obra (lo hace mentalmente; al ser un trabajo versificado, le es más fácil manipularlo en la memoria). En la introducción del cuento, Borges una vez más recurre al ajedrez:

"[Jaromir Hladík] soñó con un largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el primogénito de una de las familias hostiles; en los relojes resonaba la hora de la impostergable jugada; el soñador corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las figuras ni las leyes del ajedrez".

Cualquiera que se acerque a los trabajos del argentino notará, en poco tiempo, que no era un autor que se tomaba la literatura a la ligera. Por lo tanto, que alguien así de cuidadoso haya elegido al ajedrez como símil en más de una ocasión no puede ser pasado por alto.

Y, quién sabe, quizás ahora mismo, parado entre dos espejos, Borges esté soñando tableros y figuras, círculos y laberintos, eternidades minuciosas.

Bibliografía

    Borges, J. L. (1960). El hacedor. Buenos Aires: Emecé.
    Borges, J. L. (1973). Ficciones. Buenos Aires: Emecé
    Borges, J. L., Navarro, J., Gimferrer, P., & Mihailescu, C. (2015). Arte poética: Seis conferencias. Barcelona: Austral.
    Cordero, Sergio. "Filosofía y lingüística en los cuentos fantásticos de Jorge Luis Borges", La Palabra y el Hombre: Revista de la Universidad Veracruzana, 74 (1990) 

Fuente: Chessbase.com


sábado, 4 de mayo de 2019

Nuevo Libro De Jorge Luis Borges Revela Su Gran Amor Por Israel Y Los Judíos

                           Borges y David Ben Gurión

Por: JTA / En: The Times Of Israel / Traducción de Noticias de Israel

La colección de escritos, fotos y cartas del autor argentino explora su conexión judía, incluida la amistad con David Ben-Gurion y las visitas a Israel.

El escritor argentino Jorge Luis Borges es mejor conocido por sus complejos y surrealistas cuentos y poemas. Pocos saben que era un gran admirador de Israel y del pueblo judío.

Este lado del aclamado autor se revela en «Borges, Judaísmo e Israel», un nuevo libro que incluye algunos de sus escritos, fotos y cartas no publicadas. Debutó esta semana en la Feria del Libro de Buenos Aires en un panel con profesores académicos y la viuda de Borges, Maria Kodama. Su publicación fue programada para conmemorar los 50 años desde que Borges hizo su primer viaje a Israel y cumplió 120 años.

Borges tenía un sorprendente número de conexiones judías. Su abuela inglesa, Fanny Haslam, era una experta en la Biblia hebrea.

«Creo que mi pasión por Israel proviene de mi abuela inglesa. Ella era protestante, lo que significa que era una lectora de la Biblia», dijo Borges una vez. «Es decir, crecí un poco en un entorno bíblico, es decir, en un entorno judío».

Borges también estableció estrechos vínculos con muchos amigos y colegas judíos, incluidos dos que conoció mientras estudiaba en el Calvin College de Ginebra: Simon Jichlinki y Maurice Abramowicz, con quienes continuaría siendo amigos durante toda su vida.

Borges nació Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, y el libro incluye un prólogo de Kodama en el que revela una carta de Borges a Abramovich reconociendo que el apellido Acevedo está asociado con judíos sefardíes, es decir, aquellos con raíces en España.

«No sé cómo celebrar esta corriente de sangre judía que corre por mis venas», escribió Borges a su amigo.

El 16 de octubre de 1966, Borges, quien ya tenía una discapacidad visual (se quedaría completamente ciego a los 55 años), envió una carta a David Ben-Gurion, el primer primer ministro de Israel.

«Quizás no ignore la afinidad que siempre he sentido por sus admirables personas», escribió.

Borges, un admirador de escritores judíos como Baruch Spinoza, Martin Buber, SY Agnon y Gershom Scholem, agregó: «También creo que más allá de los peligros de la sangre, todos somos griegos y hebreos».

Borges, que no era religioso pero estaba interesado en varias religiones diferentes, visitó Israel en 1969 y 1971. En su primera visita, fue invitado por el gobierno debido a su amistad con Ben-Gurion.

Justo después de esa visita, Borges escribió un poema titulado «Israel, 1969». En 1971, Borges estaba en Jerusalén para recibir el premio literario más alto otorgado por Israel, el Premio de Jerusalén.

Las 246 páginas del libro incluyen capítulos sobre “Israel”, “Judaísmo”, “Cabalá”, “Spinoza”, “Sefarad” y “Judería”, todo relacionado con la forma en que estos problemas aparecieron en las obras de Borges.

El libro es coeditado por el centro argentino para el estudio de la cultura sefardí, Cidicsef y la Embajada de Israel.

“En 1986 comenzamos la primera investigación sobre el tema de Borges e Israel en nuestra revista Sefardica. Ahora presentamos nuestra investigación en un nuevo formato «, dijo un emocionado Mario Cohen, el presidente de Cidicsef.

“¡Borges chai vekayam!”, Dijo en hebreo: Borges está vivo y perdura.

Artículo original de © israelnoticias.com | Autorizado para su difusión incluyendo este mensaje y la dirección: https://israelnoticias.com/cultura/libro-borges-amor-judios-israel/


Fuente: Noticias de Israel