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jueves, 28 de abril de 2022

Borges y el mundo judío


 Centro Sefarad-Israel

26 abr 2022

A Jorge Luis Borges le reprocharon en una ocasión que fuera judío y el escritor respondió en un texto que ya le gustaría a él, y que había invertido mucho tiempo en encontrar a algún pariente lejano que tuviera esas raíces judías.

La admiración y el interés de Borges por el mundo judío se puede ver en algunas de sus obras como “El Golem” o “El Aleph”, pero también en traducciones como la que realizó de Kafka.

Asimismo su obra también ha influido a muchos escritores judíos.

De todo ello hablará el profesor Martín Hadis en esta conferencia.

 

Sobre Martín Hadis

Licenciado en sistemas, lingüista y antropólogo, Martin Hadis realizó sus estudios de posgrado en el Massachusetts Institute of Technology (M.I.T.), la University of North Texas (U.N.T.), la Universidad de Cornell y la Universidad de Harvard. Es profesor, investigador, y escritor.

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=DS-HtkfZ7R8

lunes, 5 de julio de 2021

Borges y los judíos


 El escritor argentino nunca ocultó su amor por el pueblo de Israel y su defensa de su Estado

Por  Rabino Alejandro Avruj

Rabino de la Comunidad Amijai, y Presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana del Movimiento Masorti

 

A la memoria de mi hermano, mi maestro, José Levin zl´

 

Andamos la vida cosechando maestros. Los que han vivido nuestro tiempo, o caminado nuestras calles, o maestros que heredamos del tiempo. A veces personas que compartieron años importantes de nuestra vida u otras, de quienes escuchamos sólo una frase que nos inspiró para siempre. Esta semana, el texto bíblico que estudiamos nos habla del misterio de la muerte, como también de las historias y mensajes que viven para siempre.

 

Borges dijo: “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. El camino inevitable hacia el final, nos intima a hacer de nuestra vida un mensaje. Una poesía. Esta semana se cumplieron 35 años del fallecimiento del gran poeta argentino. Bioy Casares al recordar la pérdida de su eterno amigo, dijo: “Seguí mi camino pensando que eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges”. Sin embargo, el mundo nunca se queda sin aquellos que son inmortales.

 

Otra vez Borges: “El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho”. Prosa inmortal. Sus ojos frágiles, le entregaron visión. Hecho de todos los tiempos, conocía su esencia. Se sabía parte de una cosmovisión multicultural. Desde esa sustancia, nunca ocultó su amor al pueblo judío y su defensa al Estado de Israel: “La más antigua de las naciones, es también la más joven”. Sea esta nota un homenaje al maestro, en su vínculo profundo con el pueblo de Israel.

 

En los años 30, bajo el Mandato Británico en Palestina, cuando no existían reclamos de liberación de nación palestina alguna ni mucho menos asentamientos en Cisjordania, la Argentina ya había importado la moderna ideología nazi desde Europa. En el año 1932, en una nota en el diario comunitario de la época “Mundo Israelita”, Borges alertaba acerca de la “obscena doctrina llamada Antisemitismo”.

 

Aquella misma ideología de persecución, “acusó” entonces al escritor del Aleph de tener una “ascendencia judía maliciosamente ocultada” (Revista Crisol, enero de 1934). Borges respondió ese ataque en la Revista Megáfono (Abril 1934), con una nota que tituló “Yo, Judío”:

 

“Como los drusos, como la luna, como la muerte, como la semana que viene, el pasado remoto es de aquellas cosas que pueden enriquecer la ignorancia…Es la estación famosa y predilecta de las mitologías. ¿Quién no jugó a los antepasados alguna vez, a las prehistorias de su carne y su sangre? Yo lo hago muchas veces, y muchas no me disgusta pensarme judío”.

 

En su nota, Borges dice sentir la aventura de un judaísmo sin palabras. Comparado a la belleza de las canciones de Mendelssohn. Sin embargo, después de traer registros históricos sobre su innegable ascendencia española, continúa:

 

“Doscientos años y no doy con el israelita, doscientos años y el antepasado me elude”.

 

Estadísticamente los hebreos eran de los más reducidos. ¿Qué pensaríamos de un hombre del año cuatro mil, que descubriera sanjuaninos por todos lados? Nuestros inquisidores buscan hebreos, nunca fenicios, garamantas, escitas, babilonios, persas, egipcios, hunos, vándalos, ostrogodos, etíopes, dardanios, paflagonios, sarmatas, medos, otomanos, bereberes, britanos, libios, cíclopes y lapitas. Las noches de Alejandría, de Babilonia, de Cartago, de Menfis, nunca pudieron engendrar un abuelo, sólo a las tribus del bituminoso Mar Muerto les fue deparado ese don.

 

“Más allá de las aventuras de la sangre, más allá del casi infinito y ciertamente incalculable azar de los tálamos, toda persona occidental es griega y judía”.

 

En el año 1969 en su visita a Jerusalén, Borges le dijo al Primer Ministro David Ben Gurión esas mismas palabras: “Todos somos judíos y griegos”. A su regreso, escribió un poema titulado “Israel”. En él describe de manera única el dolor del exilio, la nostalgia eterna por el retorno, la mixtura de naciones hecha una, el milagro del idioma sagrado, y el judío dispuesto a luchar. Por esa historia, por esa tierra, por ese pueblo.

 

“Temí que en Israel acecharía con dulzura insidiosa la nostalgia que las diásporas seculares acumularon como un triste tesoro en las ciudades del infiel, en las juderías, en los ocasos de la estepa, en los sueños, la nostalgia de aquellos que te anhelaron, Jerusalén, junto a las aguas de Babilonia. ¿Qué otra cosa eras, Israel, sino esa nostalgia, sino esa voluntad de salvar, entre las inconstantes formas del tiempo, tu viejo libro mágico, tus liturgias, tu soledad con Dios?

 

No así. La más antigua de las naciones es también la más joven. No has tentado a los hombres con jardines, con el oro y su tedio sino con el rigor, tierra última. Israel les ha dicho sin palabras: olvidarás quién eres. Olvidarás al otro que dejaste. Olvidarás quién fuiste en las tierras que te dieron sus tardes y sus mañanas y a las que no darás tu nostalgia. Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso. Serás un israelí, serás un soldado. Edificarás la patria con ciénagas: la levantarás con desiertos. Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca. Una sola cosa te prometemos: tu puesto en la batalla.

 

Eso es el pueblo de Israel. El que ve un hermano en esa cara que nunca ha visto. El que viene de todos los confines, de todos los exilios, de todas las nostalgias, de todas las tierras. El que ha dado batalla al tiempo, en toda la historia. El que decide aprender la lengua del Paraíso. Porque nunca partió su espíritu, de su Tierra Prometida.

 

El pueblo judío resulta la memoria histórica de todos los pueblos en los que habitó. Por eso el judío es sefaradí y ashkenazí, porteño y americano, ruso y turco, polaco y alemán, falaya y español. Es de Oriente y de Occidente, blanco, negro, amarillo, pelirrojo, rubio, moreno y sabra. Es un joven religioso en Jerusalén y un escritor porteño en su vejez en Ginebra. Jurará en nombre de su propio Dios que el varenike de su bobe y el lajmashin de su abuela fueron siempre comidas judías, por más que fueran en verdad comidas típicas de Varsovia y de Damasco. Al judío lo quemaron en la hoguera por creer que pertenecía a una religión y lo gasearon en Auschwitz por creer que era parte de una raza. Pero no entendieron que el judío era otra cosa. Se hizo de retazos de cada frontera, de fragmentos de cada era. El judío siempre fue parte de una familia. La familia de la diversidad de toda la Humanidad. Un mensaje que trasciende al tiempo.

 

Amigos queridos. Amigos todos.

 

Borges escribió: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.”

 

Los maestros inmortales son aquellos que nos dejan no sólo un mensaje, sino una misión. El destino colectivo a alcanzar, exige sabernos. Saber nuestra esencia, nuestra sustancia, nuestro tiempo. Si tal como rezó el maestro, todos somos griegos y judíos, estamos entonces llamados a reconocernos como esa gran familia humana. Como sociedad a veces tan fragmentada, cada uno en lo diverso de su propio idioma sabernos convocados a retomar el diálogo. Lo que nos hará trascendentes será volver a hablarnos en la lengua del Paraíso. Una cita con la inmortalidad.

 

Fuente: Infobae

https://www.infobae.com/opinion/2021/06/20/borges-y-los-judios/

lunes, 3 de septiembre de 2018

Borges explica y recita 'El Gólem'


 
‘El Gólem’, poema publicado originalmente en el volumen ‘El otro, el mismo’, de 1964, y leído por su autor para la producción fonográfica ‘Borges por él mismo’, publicada en Buenos Aires en 1967.

Fuente: You Tube

sábado, 19 de mayo de 2018

Borges y David Ben Gurión, una relación marcada por la admiración a los griegos y a la cultura judía




Por Martín Hadis

En 1966, el escritor argentino y el ex Primer Ministro israelí comenzaron un intercambio epistolar que tres años después se convirtió en un encuentro en Buenos Aires. "Más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos", le había dicho el autor de "El Aleph" al político.

La visita de Benjamin Netanyahu fue la primera que realizó a la Argentina un primer ministro israelí en funciones. Pero tiene un antecedente por demás notable: la visita que realizó David Ben Gurión, quien ejerció el cargo de Primer Ministro de Israel entre 1948 y 1954, y luego nuevamente entre 1955 y 1963. Ben Gurión vino a Buenos Aires en 1969, y su viaje tuvo un objetivo no oficial y por demás curioso: dictar un seminario sobre el filósofo Baruch Spinoza junto a Jorge Luis Borges. La relación entre Jorge Luis Borges y Ben Gurión había comenzado hacía ya algunos años, a través de un intercambio epistolar. Afortunadamente esas cartas, hasta hoy inéditas, se conservan en el archivo del Instituto Ben Gurión en Israel. El 16 de octubre de 1966, Borges, ya ciego, dicta estas líneas:

Sr. David Ben Gurión

De mi alta estima,
Las vicisitudes del hombre son incalculables y muchas; yo no querría que estas me impidieran decirle –siquiera por escrito- la larga admiración que su obra múltiple ha inspirado en mí. Acaso usted no ignore la afinidad que siempre he sentido por su admirable pueblo.


Borges (izq.) y David Ben Gurión (der.) Fotografía tomada en Buenos Aires en 1969 (Gentileza: Baruj Tenembaum y Fundación Internacional Raoul Wallenberg)

Más abajo, Borges afirma haber estudiado en profundidad la filosofía de Spinoza y haber intentado descifrar, mediante las obras de Martin Buber y de Gershom Sholem, "el orbe insondable de la cábala". Y termina su carta afirmando: "Creo asimismo que más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos".  La misiva de Borges fue recibida en Israel y traducida diligentemente al hebreo; Ben Gurión la leyó y escribió inmediatamente una respuesta también en hebreo, que fue luego traducida al español:

Al distinguido Señor Jorge Luis Borges.

Le agradezco profundamente su carta. De la Embajada de Israel en Buenos Aires oyí mucho sovre su personalidad, sus magníficas obras, y su actitud hacia Israel y su herencia espiritual. De su carta veo que, por lo menos, en un detalle, me parezco a usted: en la admiración a Grecia y la sabiduría judía. Sería para mí un gran placer, si usted podría visitar nuestro país, y encontrarnos en mi hogar, en el Kibutz Sde-Boker en el Neguev. Con mucho aprecio, sinceramente, David Ben Gurión.

(Nota: la grafía de "oyí" y "sovre" no se debe a errores, sino que responde a la gramática y la ortografía del judeoespañol, una indicación de que esta carta fue traducida del hebreo al castellano por alguien del entorno de Ben Gurión que usaba ese dialecto sefaradí —seguramente Yitzhak Navon—.)


Fascimil de la carta (Gentileza Archivo del Instituto Ben Gurión)

Además de ser considerado el padre fundador del moderno estado israelí, David Ben Gurión fue un gran políglota y un hombre sumamente erudito. Su biblioteca personal se conserva hasta hoy día: consta de 20.000 libros, escritos en inglés, hebreo, latín, turco, francés, alemán, ruso y griego antiguo; la mayoría de ellos sobre temas tales como historia, culturas y religiones (entre estos, varias biblias). El gran escritor argentino y el premier israelí tenían —como es evidente— muchos intereses en común.

Borges aceptó gustoso la invitación de Ben Gurión y el gobierno israelí, y a comienzos de 1969, para citar sus propias palabras, "pasé diez días emocionantes en Tel Aviv y Jerusalén". A su regreso, afirmó que venía de visitar "la más vieja y al mismo tiempo la más joven de las naciones".  Seis meses más tarde, es decir a comienzos de junio de ese mismo año, Ben Gurión devolvió la cortesía de Borges y visitó Buenos Aires por única vez y por pocos días. Durante su estadía, Ben Gurión estuvo acompañado por las autoridades de Casa Argentina en Israel, entre ellos Baruch Tenembaum. La relación de Jorge Luis Borges con Israel continuó; en 1971 viajó a recibir el Premio Jerusalén, otorgado por la municipalidad de esa ciudad. Ese premio, afirmó Borges, tenía para él un significado íntimo, porque "siempre me he sentido ligado a Israel, desde la infancia". En una entrevista, Borges afirma: "Creo que mi pasión por Israel procede de mi abuela inglesa. Ella  era  protestante, lo cual quiere decir que era lectora de la Biblia […] Es decir que yo me he criado un poco en un ambiente bíblico, que es decir en un ambiente judío".

Este vínculo entre Borges e Israel duró toda su vida y quedó plasmado en numerosos poemas, cuentos y ensayos; los interesados pueden consultar el volumen Borges: el judaísmo e Israel, publicado por el Centro de Difusión e Investigación de la Cultura Sefaradí (CIDICSEF),  que documenta abundante y detalladamente esa relación. Basten aquí a modo de ejemplo y clarificación las siguientes afirmaciones. Cuando el periodista Oved Sverdlik le preguntó a Borges acerca de la presencia del tema judío en su obra, el autor de Ficciones contestó: "Quizás eso provenga de haber descubierto, entre mis antepasados, nombres como Acevedo o Pinedo, que como usted seguramente no ignora eran familias judeoespañolas que se encontraron entre los primeros habitantes de Buenos Aires. Pero incluso, aunque este hecho no existiera, yo quiero reiterar lo que ya dije en varias oportunidades: es imposible imaginarse la civilización occidental sin los judíos y sin los griegos". Una afirmación que expande la misma idea presente en su misiva a Ben Gurión y que estaba ya presente en un ensayo que Borges escribió en 1934: "Si pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos".

Fuente: Infobae


martes, 26 de septiembre de 2017

Borges y David Ben Gurión, una relación marcada por la admiración a los griegos y a la cultura judía




Borges (izq.) y David Ben Gurión (der.) Fotografía tomada en Buenos Aires en 1969 (Gentileza: Baruj Tenembaum y Fundación Internacional Raoul Wallenberg)



Por Martín Hadis
26 de septiembre de 2017

En 1966, el escritor argentino y el ex Primer Ministro israelí comenzaron un intercambio epistolar que tres años después se convirtió en un encuentro en Buenos Aires. "Más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos", le había dicho el autor de "El Aleph" al político.
 

La visita de Benjamin Netanyahu fue la primera que realizó a la Argentina un primer ministro israelí en funciones. Pero tiene un antecedente por demás notable: la visita que realizó David Ben Gurión, quien ejerció el cargo de Primer Ministro de Israel entre 1948 y 1954, y luego nuevamente entre 1955 y 1963. Ben Gurión vino a Buenos Aires en 1969, y su viaje tuvo un objetivo no oficial y por demás curioso: dictar un seminario sobre el filósofo Baruch Spinoza junto a Jorge Luis Borges. La relación entre Jorge Luis Borges y Ben Gurión había comenzado hacía ya algunos años, a través de un intercambio epistolar. Afortunadamente esas cartas, hasta hoy inéditas, se conservan en el archivo del Instituto Ben Gurión en Israel. El 16 de octubre de 1966, Borges, ya ciego, dicta estas líneas:

Sr. David Ben Gurión
 
De mi alta estima,
 
Las vicisitudes del hombre son incalculables y muchas; yo no querría que estas me impidieran decirle –siquiera por escrito- la larga admiración que su obra múltiple ha inspirado en mí. Acaso usted no ignore la afinidad que siempre he sentido por su admirable pueblo.
Más abajo, Borges afirma haber estudiado en profundidad la filosofía de Spinoza y haber intentado descifrar, mediante las obras de Martin Buber y de Gershom Sholem, "el orbe insondable de la cábala". Y termina su carta afirmando: "Creo asimismo que más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos".  La misiva de Borges fue recibida en Israel y traducida diligentemente al hebreo; Ben Gurión la leyó y escribió inmediatamente una respuesta también en hebreo, que fue luego traducida al español:
Al distinguido Señor Jorge Luis Borges.
Le agradezco profundamente su carta. De la Embajada de Israel en Buenos Aires oyí mucho sovre su personalidad, sus magníficas obras, y su actitud hacia Israel y su herencia espiritual. De su carta veo que, por lo menos, en un detalle, me parezco a usted: en la admiración a Grecia y la sabiduría judía. Sería para mí un gran placer, si usted podría visitar nuestro país, y encontrarnos en mi hogar, en el Kibutz Sde-Boker en el Neguev. Con mucho aprecio, sinceramente, David Ben Gurión.

(Nota: la grafía de "oyí" y "sovre" no se debe a errores, sino que responde a la gramática y la ortografía del judeoespañol, una indicación de que esta carta fue traducida del hebreo al castellano por alguien del entorno de Ben Gurión que usaba ese dialecto sefaradí —seguramente Yitzhak Navon—.)

 Además de ser considerado el padre fundador del moderno estado israelí, David Ben Gurión fue un gran políglota y un hombre sumamente erudito. Su biblioteca personal se conserva hasta hoy día: consta de 20.000 libros, escritos en inglés, hebreo, latín, turco, francés, alemán, ruso y griego antiguo; la mayoría de ellos sobre temas tales como historia, culturas y religiones (entre estos, varias biblias). 
El gran escritor argentino y el premier israelí tenían —como es evidente— muchos intereses en común.

Borges aceptó gustoso la invitación de Ben Gurión y el gobierno israelí, y a comienzos de 1969, para citar sus propias palabras, "pasé diez días emocionantes en Tel Aviv y Jerusalén". A su regreso, afirmó que venía de visitar "la más vieja y al mismo tiempo la más joven de las naciones".  Seis meses más tarde, es decir a comienzos de junio de ese mismo año, Ben Gurión devolvió la cortesía de Borges y visitó Buenos Aires por única vez y por pocos días. Durante su estadía, Ben Gurión estuvo acompañado por las autoridades de Casa Argentina en Israel, entre ellos Baruch Tenembaum. La relación de Jorge Luis Borges con Israel continuó; en 1971 viajó a recibir el Premio Jerusalén, otorgado por la municipalidad de esa ciudad. Ese premio, afirmó Borges, tenía para él un significado íntimo, porque "siempre me he sentido ligado a Israel, desde la infancia". En una entrevista, Borges afirma: "Creo que mi pasión por Israel procede de mi abuela inglesa. Ella  era  protestante, lo cual quiere decir que era lectora de la Biblia […] Es decir que yo me he criado un poco en un ambiente bíblico, que es decir en un ambiente judío".

Este vínculo entre Borges e Israel duró toda su vida y quedó plasmado en numerosos poemas, cuentos y ensayos; los interesados pueden consultar el volumen Borges: el judaísmo e Israel, publicado por el Centro de Difusión e Investigación de la Cultura Sefaradí (CIDICSEF),  que documenta abundante y detalladamente esa relación. Basten aquí a modo de ejemplo y clarificación las siguientes afirmaciones. Cuando el periodista Oved Sverdlik le preguntó a Borges acerca de la presencia del tema judío en su obra, el autor de Ficciones contestó: "Quizás eso provenga de haber descubierto, entre mis antepasados, nombres como Acevedo o Pinedo, que como usted seguramente no ignora eran familias judeoespañolas que se encontraron entre los primeros habitantes de Buenos Aires. Pero incluso, aunque este hecho no existiera, yo quiero reiterar lo que ya dije en varias oportunidades: es imposible imaginarse la civilización occidental sin los judíos y sin los griegos". Una afirmación que expande la misma idea presente en su misiva a Ben Gurión y que estaba ya presente en un ensayo que Borges escribió en 1934: "Si pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos".


Fuente : Infobae