domingo, 25 de marzo de 2012

Borges y el tiempo


El tiempo por su condición irreversible y unidireccional constituye una de las obsesiones de Borges; para conjurarle, ensaya la reivindicación de la eternidad, primero; la del instante, después. Lejos de finalizar en una concepción sistemática del tiempo, la obra de Borges devela su condición paradójica en medio de reflexiones divergentes y versos cruzados.

1. El tiempo de otros

Paradójico, el tiempo, todo lo da y todo lo quita. Porque el reloj gobierna la rutina de los hombres, nada hay más objetivo que el tiempo, pero también nada hay más subjetivo que él cuando la espera lo paraliza y la emoción lo acelera. Nada más personal, nada más compartido. Nada más abundante, nada más escaso. El tiempo está en todas partes y en ninguna. Es la forma de ser y de no ser. El tiempo es puente, pero también abismo. Desechable, inmortal. La vida está hecha de tiempo, pero así mismo es una carrera contra el tiempo.

Alrededor del tiempo surgen los conflictos que tejen la existencia, el conflicto entre el presente y el futuro, origen y fundamento del conflicto entre el orden y la transgresión, la seguridad y el sentido; el conflicto entre un futuro que promete y un pasado que obliga, entre la plenitud del instante y la ubicuidad de lo sido. ¿Cómo pudiera ser de otra manera? Si a medida que somos no somos, si somos responsables de lo que ya no somos y es menester contar con lo que todavía no somos. El tiempo es el enigma de la existencia, pero también la clave, la sustancia, el reto.

Hijo de un médico, biólogo en primera instancia, Aristóteles se ocupa de los animales cuya vida permanece confinada en el aquí y el ahora. No debe extrañarnos así que Aristóteles asuma la concepción del tiempo como la sucesión de ahoras, como el ensamblaje del antes y el después, es decir, como el número del movimiento. La concepción del tiempo como fenómeno natural, como fenómeno objetivo, inclusive, alcanza en Newton su formulación por excelencia. Leemos en sus Principios matemáticos de filosofía natural: "El tiempo absoluto, verdadero y matemático, en sí y por su propia naturaleza sin relación a nada externo fluye uniformemente"1. Probablemente así perciba el tiempo el dios omnipotente de los teólogos, un ser plano sin acentos ni dobleces. No es el caso del hombre, sin embargo. San Agustín discrepa de la concepción objetivista del tiempo. Si el tiempo no fuera más que un fenómeno exterior, no pudiéramos menos que registrar que el pasado ya fue, que el futuro todavía no ha sido y que el presente no sería más que un instante cuya duración -en sentido estricto- tiende a cero, y en esas condiciones sería menester concluir, en síntesis, la inexistencia del tiempo. Para San Agustín, en cambio, el tiempo es un fenómeno interior, una realidad vivida. Así lo explica en las Confesiones: "(…) ¿Quién hay que niegue que no existen aún los futuros? Sin embargo, ya existe en el alma espera de cosas futuras. Y ¿quién hay que niegue que las cosas pasadas ya no existen? Sin embargo, existe todavía en el alma la memoria de cosas pasadas. Y ¡quién hay que niegue que carece de espacio el tiempo presente, ya que pasa en un instante ? Y sin embargo, perdura la atención por donde pasa"2. Acerca de la naturaleza del tiempo, Kant adopta una postura diferente. Para el filósofo de Köenigsberg, el tiempo es una de las formas de nuestra sensibilidad, de la manera como estructuramos, como ensamblamos la materia bruta de las sensaciones para hacerla inteligible, para darle sentido, una forma universal y necesaria, además. Kant coincide con San Agustín cuando concibe el tiempo como fenómeno interior; con Aristóteles cuando reivindica la uniformidad del tiempo. Bergson critica a sus antecesores por haber concebido el tiempo en términos de espacio. Así se refiere a las doctrinas precedentes en El pensamiento y lo moviente: "La duración se expresa siempre en extensión. Los términos que designan el tiempo son tomados a la lengua del espacio"3. Expresado en términos de espacio, el tiempo se podría acortar o alargar sin dificultad alguna. ¿No daría, acaso, lo mismo si vamos a la cita cinco minutos antes o cinco minutos después? Hay quienes lo creen así. Ello sería una falacia, no obstante. Dice Bergson: "¿Se ha pensado, sin desnaturalizarla, acortar la duración de una melodía? La vida interior es esta melodía misma"4. Habiendo concebido el tiempo como duración, Bergson destaca, en cambio, su carácter acumulativo. Benjamin Lee Whorf, lingüista heterodoxo, quien estudió a fondo la lengua hopi, una lengua amerindia, realizó una crítica a la concepción del tiempo acreditada por científicos y filósofos, y lo hizo en dirección similar a la de Bergson. Las lenguas indoeuropeas, según Whorf, utilizan un "tiempo espacial", un "tiempo espacializado", de acuerdo con el cual el tiempo se cuenta de manera similar a como se cuenta el espacio, cuando se habla de cinco días de la misma manera en que se habla de cinco metros, es decir, como si cada día fuese un día más, un día cualquiera, como cada metro es un metro más, un metro cualquiera; cuando "(…) la igualdad formal de las unidades similares a espacio, mediante las que medimos y concebimos el tiempo, nos conduce a considerar el 'concepto informal' (…) del tiempo como algo homogéneo que se encuentra en relación con el número de unidades"5. La lengua hopi, de acuerdo con Whorf, asume el tiempo como algo que se acumula, "(…) como si el retorno del día fuera sentido como el retorno de la misma persona, un poco más vieja, pero con todas las impresiones de ayer, y no como 'otro' día, o sea como una persona completamente diferente"6. Para los hablantes de la lengua hopi el tiempo no haría las veces de regla superpuesta a los hechos, sino que sería uno con ellos. En una dirección afín, aunque sin trascender el plano de los fenómenos físicos, y en particular opuesta a la de Newton, Einstein dirá que el espacio-tiempo nada más es una forma de la materia-energía. Filósofos como Bergson, lingüistas como Whorf, en síntesis, no sólo toman partido por la postura subjetivista, sino que además la llevan hasta sus últimas consecuencias. Heidegger, inclusive, estaría más cerca de San Agustín que de Aristóteles, cuando en "La esencia del habla", incluida en: De Camino al habla, se refiere a la triple simultaneidad del tiempo en términos de "(…) la igualdad unida de haber sido, presencia y lo que guarda encuentro"7. Heidegger, no obstante, toma distancia de las posturas precedentes, la de Aristóteles, quien hace del tiempo un fenómeno exterior; la de San Agustín, quien hace de él un fenómeno interior, las cuales gravitan alrededor del tiempo presente, cuando concibe al advenir como éxtasis primordial del tiempo. El ser que somos nosotros, dirá Heidegger, es un ser abierto a sus posibilidades. El presente, el pasado también, se definen en relación al futuro; el presente, por las posibilidades que le son propias, el pasado por aquellas a las que podemos retornar.

San Agustín se opone a Aristóteles, Kant toma distancia de ambos, Bergson difiere de la tradición precedente, Heidegger hace otro tanto. Con Borges se repite la historia. Sus antecesores han ofrecido una imagen coherente, consistente, cuando no sistemática del tiempo. Borges, en cambio, da cuenta de su condición paradójica. No lo hace mediante una teoría, sino a través de los poemas, de los relatos en los que el tiempo juega un papel protagónico.

2. En el comienzo fue la queja

Muchas de nuestras quejas giran alrededor del tiempo. Porque las cosas se retrasan, se demoran, no están a tiempo y en ocasiones llegan tarde. Más duele el paso del tiempo, sin embargo, del tiempo que se devora a sí mismo en una carrera sin sentido ni fin, del tiempo que se va llevando las cosas una tras otra sin excepciones ni contemplaciones. El tiempo todo lo da, pero también todo lo quita, y es este último sentimiento o resentimiento el que aflora en el poeta cuando confiesa como cualquier mortal que hemos nacido con preaviso, pero a diferencia de los otros lo musita sin incurrir en el lugar común o la frase manida. Leemos en la última estrofa del poema titulado "El reloj de arena":

"Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable"8.

3. La eternidad

¿ Como conjurar la fugacidad del tiempo ? Lo contrario del momento huidizo y fugaz es la prolongación del instante, la duración interminable. Así lo quiere el deseo y así lo dirá Borges en la "Historia de la eternidad": "El estilo del deseo es la eternidad"9. Entre las concepciones de la eternidad formuladas por los filósofos, la de la duración interminable fue la primera. La hallamos en Heráclito: "Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los hombres ni de los dioses lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose"10. Dicha concepción de la eternidad se reveló problemática. Así los momentos constitutivos del evento se multipliquen sin fin, no están en condiciones de trascender su finitud. Al alargar el evento que no queremos perder, lo perdemos, y en particular lo perdemos instante por instante, en la medida en que ellos hacen tránsito al pasado.

Fue Platón quien formuló un nuevo concepto de eternidad vacunado contra el paso del tiempo. Célebre es el pasaje en "El Timeo" cuando dice: "(…) la expresión 'existe' no se aplica más que a la sustancia eterna. Por el contrario, las palabras 'existía', 'existirá' son términos que hay que reservar a lo que nace y avanza en el tiempo11. Porque lo que existe es lo único real es menester desarrollar un nuevo modelo de eternidad a través suyo, y en el que no se incluya lo que existía (el pasado) ni lo que existirá (el futuro), un modelo diferente al de la duración sin fin. Platón renunció a definir la eternidad en términos del tránsito del futuro al pasado a través del presente, es decir, en términos de tiempo; en otras palabras, no definió la eternidad en términos de movimiento. La eternidad sería inmóvil. Las fases del evento reputado eterno no estarían unas detrás de las otras, ellas serían todas de una vez para siempre. Y es esa la eternidad de la que se ocupa Borges en "La historia de la eternidad", como la más expedita de las vías ensayadas por el hombre para conjurar la finitud. Borges distingue dos etapas de la misma. La primera remite a Platón; la segunda, al cristianismo.

Eternas serían para Platón las ideas concebidas como modelos o arquetipos de las cosas. Habría ideas del bien, de las virtudes y los vicios, de las especies naturales, de los números y las figuras geométricas, de los elementos, para citar algunas. En la medida en que nuestra conducta se aproxima a la idea, al ideal, ella participa de la eternidad. Aunque la vida humana esté sujeta al devenir, su (eventual) participación en los modelos o arquetipos permitiría conjurar la finitud. Mediante la eternidad de la idea, Platón evade la temporalidad. Ni la decadencia ni el adiós tienen cabida en ese modelo de eternidad. Platón había sido ingenioso, pero también osado al postular la existencia de unas ideas ajenas al mundo sujeto al devenir de las que nadie tiene noticia cierta. Desde Aristóteles, inclusive, la crítica de las ideas platónicas no ha cesado de arreciar. Que las cosas se asemejen a determinadas ideas, advierte el estagirita, no necesariamente ocurre por influencia de estas. Leemos en la Metafísica: "Pues ¿qué es lo que actúa mirando a las ideas? Puede ocurrir, en efecto, que algo sea o se haga semejante a otra cosa sin ser modelado según ella"12.

Así viera en la eternidad la más expedita de las vías para conjurar la finitud, Borges aporta sus argumentos en contra de la idea platónica cuando reconoció en ella una solución insatisfactoria al problema del tiempo huidizo y fugaz. Que los individuos estén subordinados a la especie como lo quería Platón pareciera verificarse en el mundo animal, pero no en el nuestro. Borges sostiene: "Presumo que la eterna leonidad puede ser aprobada por mi lector, que sentirá un alivio majestuoso ante ese único León, multiplicado en los espejos del tiempo. Del concepto de eterna Humanidad no espero lo mismo: sé que nuestro yo lo rechaza, y que prefiere derramarlo sin miedo sobre el yo de los otros"13. Dicho de otra manera, en el inventario de las ideas platónicas alternan voces genéricas (como las de las especies biológicas) con voces abstractas (como las de las virtudes y los vicios)14. Mientras las voces genéricas referencian fenómenos naturales, las voces abstractas derivan, en cambio, de una parcelación arbitraria de los fenómenos propios de la condición humana como serían las virtudes y los vicios, parcelación que pudiera darse de muchas maneras, como verificamos a través de la historia, y la asumida por Platón o la Grecia del siglo de Pericles no sería la única. En el período helenístico, en el cristianismo, en la modernidad, es posible identificar diferentes clasificaciones de las virtudes y los vicios. Borges, por último, hace hincapié en "(…) la reserva de su inventor sobre el procedimiento que usan las cosas para participar de las formas universales"15, lo que en otras palabras equivale a denunciar el hecho según el cual Platón no aporta las pruebas relativas a dicha participación.

Borges se ocupa luego de la eternidad tal como fuera asumida por los teólogos cristianos, es decir, de la eternidad de Dios como un ser que existe todo de una vez para siempre.

Porque el cristianismo no abolió los modelos o arquetipos platónicos, sino que los trasmutó en "(…) ideas eternas en el Verbo hacedor"16, filósofos como Nietzsche acuñan la expresión filosofía platónico-cristiana para destacar la continuidad en cuestión. Porque la divinidad se asumió como artículo de fe durante el medioevo, la concepción platónica de la eternidad tuvo una mayor acogida en ese entonces. No obstante, no por ello la aceptamos sin más.

Borges rastrea los orígenes del concepto de eternidad en el cristianismo concebido a la manera platónica, como atributo de un ser que es todo de una vez para siempre, y para sorpresa suya concluye que el concepto en cuestión no aparece registrado en las Escrituras, sino que fue invención de los teólogos. Ello amerita una explicación.

Al interior del cristianismo de los primeros siglos es posible identificar la disputa entre grupos como el de los ebionitas para quienes el maestro Jesús no fue más que un profeta insigne de la tradición judía, de un lado, y grupos como el de Marción, para quien el cristianismo debía erigirse en religión independiente del judaísmo, de otro lado. A propósito de la disputa en cuestión el cristianismo adoptó una solución de compromiso, de acuerdo con la cual si bien sería una religión diferente no por ello dejaría de ser una religión monoteísta que compartía con el judaísmo la tradición de sus patriarcas y sus profetas. En virtud de sus vínculos con el judaísmo, el cristianismo aceptó la existencia del Dios Padre. En virtud de su independencia, reconoció la existencia del Dios Hijo, que no sería otro que el maestro Jesús. Fue cuando, previo reconocimiento del Espíritu Santo como Dios, surgió la idea de la Trinidad, de acuerdo con la cual las tres Personas de la divinidad ostentan igual rango y jerarquía.

Si el Padre es anterior al Hijo, como es apenas obvio, de alguna manera es superior a él. No fue otra la vía elegida por el arrianismo, grupo cristiano que tuvo éxito entre los más de los pueblos bárbaros recién cristianizados como serían los visigodos en España por ejemplo, quienes de acuerdo con sus tradiciones políticas protodemocráticas habían asumido como forma de gobierno una monarquía electiva y no una monarquía hereditaria. Dadas sus tradiciones consuetudinarias, los visigodos estarían más próximos a la fórmula según la cual un hombre (Jesús) en virtud de sus propios méritos es adoptado por Dios como su hijo, antes que a la concepción dinástica de la divinidad según la cual Jesús es Dios en su condición de Hijo del Padre.

No fue el arrianismo la modalidad de cristianismo que terminó por imponerse en los concilios, cuando allí se declaró a Jesús, Hijo legítimo de Dios. Así un Jesús de la estirpe del Padre estuviera más cerca de él que un Jesús adoptado, no por ello se cierra la brecha entre ambos. Fue Ireneo de Lyon, así lo relata Borges, quien previó las dificultades relativas a la relación entre Dios Padre y Dios Hijo, cuando el primero podía eclipsar al último en razón de su primacía en el tiempo, cuando sólo el primero sería eterno. La prelación del Padre sobre el Hijo colocaría en entredicho la identidad del cristianismo respecto al judaísmo, al dar al traste con la fórmula de la Trinidad que atribuye igual rango y jerarquía a las tres Personas de la divinidad. La solución de Ireneo no fue otra que la de aplicar el modelo de la eternidad platónica a la Trinidad. Tanto el Padre como el Hijo, y por supuesto el Espíritu Santo serían Dios de una vez para siempre. En esos términos, señala Borges, para Ireneo la "(…) -generación del Hijo por el Padre (…)- no aconteció en el tiempo, sino que agota de una vez el pasado, el presente y el porvenir"17. El credo de Nicea confirma la audacia teológica del prelado, cuando proclama el dogma de la Santísima Trinidad, cuando define la relación entre las tres Personas de la divinidad en términos de consustancialidad.

Ireneo, así lo registra Borges, sabía que: "(…) renunciar a la Trinidad -a la Dualidad, por lo menos- es hacer de Jesús un delegado ocasional del Señor, un incidente de la historia, no el auditor imperecedero, continuo, de nuestra devoción. Si el Hijo no es también el Padre, la redención no es obra directa divina; si no es eterno, tampoco lo será el sacrificio de haberse denigrado a hombre y haber muerto en la cruz"18. Al aplicar el modelo platónico de eternidad a la Trinidad, Ireneo resolvió un impase teológico suscitado por una religión que había adoptado una solución de compromiso en lo relativo a su relación con el judaísmo. Desenmascarada la génesis del concepto de eternidad en el cristianismo, Borges no puede menos que distanciarse de él.

Porque las versiones de la eternidad formuladas por filósofos y teólogos no lo dejaron satisfecho, Borges intenta la suya. Relata la experiencia de una noche en Buenos Aires, durante la cual caminó sin rumbo conocido hasta cuando dio con una calle que cautivó su atención y en donde vivió una experiencia verdaderamente singular. Así lo refiere: "Me quedé mirando esa sencillez… Pensé, con seguridad en voz alta: Esto es lo mismo de hace treinta años… Conjeturé esa fecha (…) El fácil pensamiento Estoy en mil ochocientos y tantos dejó de ser unas cuentas aproximativas palabras y se profundizó a realidad"19. Borges analiza los hechos. Respecto de lo acontecido allí mismo treinta años atrás, la representación de esa calle esa noche "(…) no es meramente idéntica (…) es, sin parecidos ni repeticiones, la misma"20. Si la experiencia se repite, si no fue devorada por el tiempo, estaríamos obligados a reivindicar su eternidad.

4. Lo que no fue

Aunque la eternidad constituya un antídoto contra la irreversibilidad del tiempo, no se acaban con ella las quejas de Borges contra él. Más grave que la irreversibilidad del tiempo sería para Borges su condición unidireccional. Muchas cosas, infinitas cosas dejan de ser, se sacrifican, para que unas pocas sean. Unas veces las selecciona el azar, otras el cálculo, pero en cualquier caso muchas de las que nosotros quisiéramos ser, no son. En su "Elegía del recuerdo imposible", Borges escribe varias estrofas del siguiente corte:

"Que no daría yo por la memoria
De haber combatido en Cepeda
Y de haber visto a Estanislao del Campo
Saludando la primer bala
Con la alegría del coraje"21.

Borges no tuvo tiempo para la guerra. Las circunstancias de su existencia le reservaron otros azares. En el último par de versos del poema "Soy", su queja adquiere proporciones superlativas:

"Soy el que no es nadie, el que no fue una espada
En la Guerra. Soy eco, olvido, nada"22.

Extraña especie de solidaridad cósmica, en la que las más de las cosas no tienen siquiera derecho al olvido, mientras unas pocas devienen interinas en el tiempo y las más afortunadas son recuerdo de manera no menos perentoria. Nadie queda satisfecho. Borges no es la excepción. No es necesario ir a las grandes gestas de la historia para hallar destinos que hubiéramos querido para nosotros. No es necesario ir tan lejos… La queja de Borges adquiere un acento más íntimo en estrofas como ésta, la estrofa final de la "Elegía del recuerdo imposible":

"Que no daría yo por la memoria
De que me hubieras dicho que me querías
Y de no haber dormido hasta la aurora,
Desgarrado y feliz"23.

Lo grave no es que las cosas terminen, lo grave es que nunca hayan sucedido. Si lo que cuenta es lo que hemos sido, lo que hemos hecho, lo que en última instancia marcaría la diferencia entre dos personas serían los recuerdos acumulados. De cara a lo que efectivamente hicimos, de espaldas a lo que pudo haber sido y no fue, no sólo valoramos nuestros recuerdos, cuando además añoramos los ajenos, como en efecto ocurre en "Le regret d'Héraclite", poema que apenas tiene un par de versos, los suficientes para decirlo todo:

"Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca
Aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach"24.

Porque el verdadero olvido no tiene nombre, la insistencia de Borges en lo que pudo haber sido y no fue constituye el firme indicio de una desesperanza que a pesar de todo espera. No es otra la evidencia que nos depara en el poema titulado "Lo perdido", cuando después de referirse a cuanto pudo haber sido y no fue, lista en la que no faltan las armas que no empuñó, la visión que desertó en su vejez, Borges remata así:

"Pienso también en esa compañera
Que me esperaba, y que tal vez me espera"25.

Fiel a sus obsesiones, Borges ha salido avante de la prueba del olvido y terminará por ser iniciado. Borges muere en lo que es y nace otro dispuesto a transgredir sus certidumbres de antaño. Como en los viejos cultos mistéricos, el iniciado despierta. Ha comprendido. ¡ Qué importa la irreversibilidad del tiempo, su unidireccionalidad, inclusive, si el tiempo no existe ! Unicamente existe el instante. Leemos en su poema "El pasado":

"No hay otro tiempo que el ahora. Este ápice
Del ya será y del fue. De aquel instante
en que la gota cae en la clepsidra"26.

A Borges le espera una gigantomaquia. La destrucción del tiempo, la de su irreversibilidad, en consecuencia. No es otra la gesta que se propone en la "Nueva refutación del tiempo".

5. El instante

Borges parte de Berkeley, y cita sus reflexiones contenidas en los Principios del conocimiento humano, 3: "Todos admitirán que ni nuestros pensamientos ni nuestras pasiones ni las ideas formadas por la imaginación existen sin la mente (…) Hablar de la existencia absoluta de cosas inanimadas, sin relación al hecho de si las perciben o no, es para mí insensato. Su esse es percibi; no es posible que existan fuera de las mentes que las perciben"27. Puesto que ser es ser percibido nada probaría la existencia de una materia detrás de las percepciones y pensar en ella resultaría superfluo.

De la afirmación de Berkeley, de acuerdo con la cual el mundo para nosotros es el mundo percibido y nada más, es posible ir todavía más lejos. Hume, citado por Borges, argumenta en su Tratado de la naturaleza humana, I, 4, 6: "Somos una colección o conjunto de percepciones, que se suceden unas a otras con inconcebible rapidez (…) La metáfora no debe engañarnos. Las percepciones constituyen la mente y no podemos vislumbrar en qué sitio ocurren las escenas ni de qué materiales está hecho el teatro"28. No hay un yo al margen de las percepciones. Si tenemos la idea de un yo, únicamente se la debemos a la memoria. ¿Agota Hume la veta del idealismo? Borges no lo cree así. Para Berkeley, el mundo exterior es una hipótesis gratuita; para Hume, lo es el yo; no hay razón, dirá Borges, para no pensar lo mismo del tiempo: "Fuera de cada percepción (actual o conjetural) no existe la materia; fuera de cada estado mental no existe el espíritu; tampoco el tiempo existirá fuera de cada instante presente"29.

Borges sabe que el tiempo no sólo existe para solaz divertimento de los filósofos, quienes en vano intentan saltar sobre su propia sombra, además rige la vida cotidiana. Su demolición no es tarea fácil. A lo largo de la "Nueva refutación del tiempo", Borges reelabora su argumentación de diversas maneras. Destacamos dos de ellas. En la primera habla de Chuang Tzu; en la segunda, de Shakespeare.

El primer argumento gira en torno al célebre sueño de Chuang Tzu, y al cual Borges se ha referido más de una vez. Chuang Tzu soñó que era una mariposa, y al despertar no sabía si era Chuang Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa que estaba soñando que era Chuang Tzu. Si nos atenemos a la doctrina idealista, de acuerdo con la cual esse es percibi, resulta evidente que mientras Chuang Tzu soñó que era una mariposa existían para él la serie de los estados mentales constitutivos del sueño únicamente, y en los cuales él era una mariposa. Siguiendo con Berkeley, con Hume también, hablar de un cuerpo (el de Chuang Tzu) o de un yo (el de Chuang Tzu) detrás de los estados mentales en cuestión resultaría superfluo. Otro tanto ocurriría con el tiempo. La fijación del sueño de Chuang Tzu en el período feudal de la China, o de cualquier suceso en determinada cronología, dirá Borges, resulta arbitraria; ella no aparece referenciada en las percepciones del sueño. En otro pasaje del mismo texto Borges abunda en la idea: "El universo, la suma de todos los hechos, es una colección no menos ideal que la de todos los caballos con que Shakespeare soñó -¿ uno, muchos, ninguno ?- entre 1592 y 1594"30. Sería absurdo ¡ cómo negarlo ! ensamblar dentro de una misma cronología todos los sueños de Shakespeare en los que aparece al menos un caballo durante el período en cuestión, si ella no fue percibida en ninguno de tales sueños. Porque nuestra vida diurna, como la de los sueños, consta de percepciones, lo que es válido para la última lo es también para la primera. Ergo, las cronologías, el tiempo, no son más que una construcción del hombre, en última instancia una ficción, y lo único real sería el instante.

El segundo argumento responde a la siguiente pregunta retórica: "¿No basta un solo término repetido para desbaratar y confundir la historia del mundo, para denunciar que no hay tal historia?" 31. Por supuesto que sí. Borges aporta las pruebas.

El primer ejemplo lo toma de la literatura. De nuevo una pregunta retórica. "¿Los fervorosos que se entregan a una línea de Shakespeare, no son, literalmente, Shakespeare?"32. Claro que sí. El segundo ejemplo remite a su experiencia personal. Borges retoma la anécdota registrada en la "Historia de la eternidad", cuando habiéndose puesto a caminar por la noche se detuvo de repente en una calle en donde tuvo la impresión de experimentar la misma sensación que pudiera haber vivido treinta años atrás, y retoma la anécdota sin cambiar -literalmente sea dicho- ni una coma. La anécdota motiva la siguiente reflexión. Porque la repetición de la experiencia implica la repetición del tiempo, ello terminaría por desbaratar la serie causal de los instantes, como quiera que los episodios concomitantes a cada una de tales repeticiones (la de esa calle hoy por ejemplo) aparecerían (también) próximos, contiguos al otro (la de esa calle treinta años atrás), no habiendo así cronología alguna en condiciones de ordenar de manera consistente lo acontecido entre los siglos XIX y XX.

En la "Historia de la eternidad", la anécdota de Borges caminando de noche por Buenos Aires sirvió para acreditar la eternidad; en la "Nueva refutación del tiempo", en cambio, para reivindicar el instante. Según lo expuesto en la "Historia de la eternidad" los instantes han sido -para decirlo de alguna manera- congelados y coexisten unos al lado de los otros para siempre. De acuerdo con lo referido en la "Nueva refutación del tiempo", el mismo instante estaría vinculado ora con unos acontecimientos, ora con otros. La doble utilización de la anécdota en cuestión resulta paradójica. Ello no debe extrañarnos, sin embargo. Lo paradójico es el tiempo.

6. No yet

En el último párrafo de la "Nueva refutación del tiempo", que justo empieza con la expresión inglesa No yet, Borges pareciera descreer de todo cuanto ha dicho en ese texto y lo haría a la manera de una fe de erratas. Como el mismo Borges lo anticipa en el primer párrafo, lo dicho allí no sería más que "(…) el débil artificio de un argentino extraviado en la metafísica"33. En el último párrafo Borges reconoce que: "Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico (Borges se refiere en su orden a él mismo, a Hume y a Berkeley, el paréntesis es nuestro) son desesperaciones aparentes y consuelos secretos"34, para divertimento de los académicos a falta de mejores fines.

¿ Termina el ensayo de Borges con la confesión del autor acerca del despropósito de su gesta ? De ninguna manera. Borges sugiere una lectura diferente de sus divagaciones filosófico-literarias cuando más adelante dice: "El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego"35. Cuando el tiempo nos arrebata, nos destroza, nos consume, somos nosotros mismos quienes lo hacemos, somos el tiempo. La conclusión no es menos simple que categórica. Si el tiempo es una construcción del hombre, al construir el tiempo, el hombre se reconstruye a sí mismo y lo hace como ser temporal por supuesto; por ello alterna en él la plenitud del instante con la fugacidad del presente, la privación del pasado con la persistencia de sus efectos, la inexistencia del futuro y el deseo que lo anticipa. Por ello no debe sorprendernos que sobre la base de la misma anécdota, la de esa noche caminando por Buenos Aires, y en diferentes textos, Borges haya creído atisbar la eternidad y haya sustentado la autonomía del instante. No sería el único caso en el que el tiempo nos conduce a reflexiones antagónicas. Abundan los ejemplos en esa dirección. Elegimos el siguiente. Dice Lyotard: "Un muerto deja de estar muerto cuando ya no se visita su tumba (…) cuando ya no hay nadie que pueda recordar su imagen"36. El día en que fallezca el último hombre que recuerde que morimos y por tanto que vivimos, ese día será como si nunca hubiéramos existido. Dicha ignorancia constituye un atajo hacia la nada. No obstante, no sería la única argumentación disponible. De la ignorancia de la muerte también se infiere la inmortalidad. Leemos en Borges: "Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte"37.

Borges se quejó del carácter irreversible del tiempo, del tiempo que todo lo quita, y pretendió reivindicar la eternidad para conjurarle, y en un momento único y fugaz la percibió a su manera. No obstante, reconoció en el carácter irreversible del tiempo, del tiempo que sacrifica infinitas posibilidades en favor de unas pocas, un escollo todavía mayor. Fue cuando reivindicó la autonomía del instante, cuando sostuvo la irrealidad del tiempo, cuando descreyó de su irreversibilidad. Porque a diario experimentamos el tiempo, la cronología, inclusive, Borges descalificó su intento… Fueron todos ensayos legítimos -así lo pensaría él, de otra manera no hubiera publicado esos textos-, y si lo fueron deberán decir algo en definitiva. ¿Qué revelan considerados en conjunto los textos de Borges relativos al tiempo? Su condición paradójica.

Porque en Borges se funden la sensibilidad del poeta y la profundidad del pensador, porque en cada una de sus páginas participan diversas facultades, dio cuenta de la manera como cada facultad trama la concepción del tiempo, cada una a su manera, el deseo como eternidad; la percepción, como instante; el razonamiento, como tiempo lineal; la memoria, como tiempo circular; los sentimientos, como pasado; la libertad, como futuro. El tiempo, en síntesis, no se deja organizar y es terreno fértil para las paradojas. Si hemos conocido algunas concepciones sistemáticas del tiempo ello ha sido al precio de reducir el hombre a un subhombre que escucha una de sus facultades únicamente, pero es sordo ante las demás. No fue el caso de Borges por supuesto.

NOTAS

[1] NEWTON, Isaac. Principios matemáticos. Barcelona: Altaya, 1993. p. 32

[2] SAN AGUSTIN. Las confesiones. XI, XXVIII, 37. México D.F.: Porrúa, 1995. p. 202

[3] BERGSON. Henry. El pensamiento y lo moviente. Buenos Aires: Pléyade, 1972. p. 12

[4] Ibid., p. 17

[5] WHORF, Benjamín Lee. "La relación del pensamiento y el comportamiento habitual con el lenguaje". En: Lenguaje, pensamiento y realidad. Barcelona: Seix Barral, 1971. p. 176-7

[6] Ibid., p. 174-5

[7] HEIDEGGER, Martin. "La esencia del habla". En: De camino al habla. Barcelona. Serban-Guitard, 1987 p. 191

[8] BORGES, Jorge Luis. "El reloj de arena". En: El hacedor. En Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 190

[9] BORGES, Jorge Luis. "Historia de la eternidad". En: Historia de la eternidad. En Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 1, p. 365

[10] EGGERS LAN, Conrado, y JULIA Victoria E. Los filósofos presocráticos. Introducción, traducción y notas. I, 740. Madrid: Gredos, 1978. p. 384. Corresponde a 22 B 30, en Diels-Kranz

[11] PLATON. El Timeo. En: Obras completas. Madrid: Aguilar, 1966. p. 1155

[12] ARISTOTELES. Metafísica, I, 9, 991a. Madrid: Gredos, 1998. p. 69

[13] BORGES, Jorge Luis. "Historia de la eternidad". En Historia de la eternidad. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 1, p. 357

[14] Ibid., v. 1, p. 357

[15] Cfr., Ibid., v, 1, p. 357

[16] Ibid., v. 1, p. 360

[17] Ibid., v. 1, p. 359

[18] Ibid., v. 1, p. 360

[19] Ibid., v. 1, p. 366

[20] Ibid., v. 1, p. 367

[21] BORGES, Jorge Luis. "Elegía del recuerdo imposible". En La moneda de hierro. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 3, p. 123

[22] BORGES, Jorge Luis. "Soy". En La rosa profunda. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 3, p. 89

[23] BORGES, Jorge Luis. "Elegía del recuerdo imposible". En La moneda de hierro. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 3, p. 124

[24] BORGES. Jorge Luis. "Le regret d'Héraclite". En: El Hacedor. En Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 230

[25] BORGES, Jorge Luis. "Lo perdido". En: El oro de los tigres. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 479

[26] Ibid., v 2, p. 465

[27] BERKELEY, George. Principios del conocimiento humano, 3. Citado por BORGES, Jorge Luis. "Nueva refutación del tiempo". En: Otras inquisiciones. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 137

[28] HUME, David. Tratado de la naturaleza humana, I, 4, 6. Citado por BORGES, Jorge Luis. "Nueva refutación del tiempo". En Otras inquisiciones. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 146

[29] BORGES, Jorge Luis. "Nueva refutación del tiempo". En: Otras inquisiciones. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 2, p. 146

[30] Ibid., v. 2, p. 140

[31] Ibid., v. 2, p. 147

[32] Ibid., v. 2, p. 141

[33] Ibid., V. 2, p. 135

[34] Ibid., V. 2, p. 149

[35] Ibid., v. 2, p. 149

[36] LYOTARD, Jean François. ¿ Por qué filosofar ? Barcelona: Paidos, 1989. p. 111

[37] BORGES, Jorge Luis. "El inmortal". En: El Aleph. En: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1989-1996. v. 1, p. 540

El artículo fue publicado por primera vez en la Revista Palimpsestvs No. 1 de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá: Unilibros, 2001. p. 120-127.

Fuente : Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
Julián Serna Arango 2003
Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/boserna.html

Breve historia de la poesía de Borges en un sello postal


El 15 de agosto de 1987 la entonces Empresa Nacional de Correos y Telégrafos emitió un sello postal dedicado a Jorge Luis Borges.

Ello constituyó un verdadero hito en la historia de la literatura argentina y mundial en tanto la estampilla incluyó un breve fragmento de la obra del reconocido escritor.

"Yo que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una Biblioteca".

Así rezan los versos de su "Poema de los dones" que aparecen junto a la efigie del poeta sobre un fondo celeste en el sello de veinte centavos de austral.

Tal emisión es el fruto de un extenso y nutrido ciclo de gestiones desarrolladas por el periodista Jorge Eduardo Padula Perkins durante más de diez años y avaladas por instituciones públicas y privadas.

Brindaron su adhesión al proyecto, cuyo objetivo era la inclusión de textos en sellos dedicados a escritores, el Círculo de la Prensa de Quilmes, la Federación de Entidades de Bien Público General San Martín y el Concejo Deliberante del mismo distrito bonaerense, la Secretaría de Cultura de la Nación, la Asociación de Cronistas Filatélicos de la Argentina, la Academia Nacional de la Historia y la Sociedad Argentina de Escritores.

El entonces presidente de esta última, la Sade, Carlos Alberto Débole, señaló en su oportunidad a Encotel que "el objetivo no se limita a la recordación de los autores, sino que incluye la plena valoración de su producción literaria al tiempo que constituye un mecanismo de difusión cultural".

Por su parte, la Asociación de Coleccionistas Temáticos de Ajedrez, sin tener información alguna sobre las gestiones que precedieron a la emisión, elaboró para la oportunidad un sobre especial que reproduce la parte uno del poema "Ajedrez" del mismo Borges.

En 1990, la tradicional Feria del Libro de Buenos Aires, en su 16ª edición, albergó una singular vitrina en el Pabellón "B": "Filatelia y Letras".

En ella, por gentileza de la Fundación El Libro y un estudio privado bajo la dirección del diseñador Ángel Daniel Sánchez, se expuso una sintética recopilación de material periodístico y documental respecto de este sello postal, hito en la historia de la filatelia y de las letras.

Con efecto casi heráldico, la vitrina ofreció una reproducción ampliada del sello. Junto a ella, aparecían algunos documentos, como el sobre editado por los coleccionistas temáticos de ajedrez y un sello real, destacado sobre fondo negro y con iluminación directa sobre la pieza.

Fuente : Letralia.com
Jorge Eduardo Padula Perkins
http://www.letralia.com/119/articulo06.htm

ACERCA DEL DÍA EN QUE COMPARTIMOS UNA MESA NAVIDEÑA CON BORGES


Jorge Luis Borges, José María Mieravilla, Francisco Gil y Luis Alposta
20 de diciembre de 1975

Fue el 20 de diciembre de 1975. Ese día concurrí a la casa de Borges en compañía de un amigo común, el librero don Francisco Gil, que fue quien nos presentó.

La Asociación Amigos de la Casa de Evaristo Carriego, de la que yo era miembro fundador, acababa de nombrarlo Presidente Honorario, y aquella noche había ido a buscarlo para luego ir juntos a la casa de la calle Honduras 3784. Recuerdo que durante el trayecto hablamos de su poema dedicado a Villa Urquiza, de la calle Pampa y de sus visitas a la casa de su prima Norah. Después se acordó de La Siberia como de un barrio bravo, para terminar preguntándome si en Villa Urquiza todavía existían quintas.

También hablamos de los hermanos Iberra, cuyas andanzas ya conocía a través de Rafael Jijena Sánchez, quien solía contarme que su madre había sido maestra de ellos en una escuelita de Turderas.


Cuando llegamos, en el patio de la casa y alrrededor de una mesa navideña, la que lucía un antiguo mantel de hilo, aguardaban un grupo de amigos, entre los que se encontraban el pintor José María Mieravilla, entonces presidente de la Asociación, el entrañable Ricardo Armano y Julio Carriego, hermano del poeta.

Y fue así que, después de escuchar las palabras de bienvenida pronunciadas por la escritora Marcela Ciruzzi, y de disfrutar la charla que Borges improvisara sobre el poeta de los humildes, nos dispusimos todos a brindar por los amigos y por las próximas fiestas.

Fuente : Mosaicos Porteños
http://mosaicosportenos.blogspot.com.ar/2011_05_01_archive.html

sábado, 24 de marzo de 2012

Una memoria llena de Dolores

La artista cordobesa Dolores Cáceres inauguró su muestra "Dolores de Argentina" en el Parque de la Memoria de Buenos Aires.


El verso de Jorge Luis Borges que Dolores Cáceres escribió en neón.

La artista cordobesa Dolores Cáceres inauguró el sábado en la sala Pays del Parque de la Memoria, en Buenos Aires, una muestra retrospectiva sobre su serie de arte público Dolores de Argentina.

La muestra, que es la cuarta que se exhibe en el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, reúne un registro de las acciones y obras que forman parte de la serie Dolores de Argentina, una narración cronológica de los dolores del país, desde la fecha de nacimiento de la artista en 1960 hasta hoy. La última efeméride señalada es la tragedia ferroviaria en la estación de Once.

Una de las obras, por ejemplo, consiste en una serie de paneles con efemérides trágicas de la historia nacional, relatadas como si fueran titulares de los diarios, con correcciones que corresponden a revisiones de la historia desde la exposición original de esos paneles hasta la exhibición actual. El juego trágico entre el sustantivo común y el nombre propio es el leit motiv de la serie, que adquiere en el espacio específico del Parque de la Memoria un nuevo sentido político.

El lugar

El Parque de la Memoria surgió como una iniciativa de 10 organismos de Derechos Humanos en 1997. Son 14 hectáreas en la costa del Río de la Plata, junto a la Ciudad Universitaria. El Monumento a las a las Víctimas del Terrorismo de Estado es un muro imponente con 10 mil nombres de personas desaparecidas y asesinadas entre 1976 y 1983. Es imposible llegar al espacio de exposición sin pasar por esos nombres. En el caso de Dolores de Argentina, el recorrido después de ese muro comienza con un letrero de neón con una frase de Jorge Luis Borges: “Sólo una cosa no hay, es el olvido”, de Everness, que sintetiza el carácter agónico de la obra de Cáceres, su lucha contra el tiempo, una persistencia en no olvidar.

Sobre una de las paredes hay un registro exhaustivo de las diferentes instancias por las que atravesó Dolores de Argentina, concebido como un work in progress: Son 11 años (desde la Bienal del Mercosur en 2001) de instalaciones, publicaciones en revistas, obras de arte efímero, performances. La sensación que convoca ese registro es de opresión y oscuridad.

Según Florencia Battiti, curadora de la muestra, “la secuencia temporal de la serie arranca en 1960 –año de nacimiento de la artista– y el relato se estructura a partir de la enumeración de acontecimientos históricos atravesados por la violencia política o por sus consecuencias. Así, el recuento taxativo y generalizado de los numerosos golpes de Estado o de los estallidos sociales que azotaron al país, se entremezcla con la muerte de Atahualpa Yupanqui o el robo de obras al Museo Nacional de Bellas Artes. Como no podría ser de otra manera, los trazos de una memoria individual se entrelazan con los fantasmas de la historia política”.



Battiti agrega: “La obra de Cáceres no apela a lo que podríamos llamar ‘imágenes de dolor’. Su lenguaje visual modula una estética ligada al diseño y a ciertos recursos de corte publicitario, en el que las palabras no son meramente palabras sino, también, materia de la imagen. Con la serie Dolores de Argentina, Cáceres instala la pregunta (y ésta cobra espesor al ser lanzada desde un espacio altamente connotado como el Parque de la Memoria) acerca de qué puede hacer el arte ante situaciones extremas como el terrorismo de Estado y las heridas que este provocó. Al hacerlo, su trabajo moviliza reflexiones y renueva los lazos entre el arte, la estética y la política”.

Dolores de Argentina estará en exhibición en el Parque de la memoria hasta el 10 de junio.

Fuente : La Voz - 12/03/2012
Emanuel Rodríguez
http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/memoria-llena-dolores

Un cuento de Borges inspira exposición en Nueva York


Funes el memorioso, uno de los cuentos más célebres del escritor argentino Jorge Luis Borges, es la fuente de inspiración de una instalación fílmica y musical que se presenta actualmente en una galería de Nueva York.

La exposición Funes, que tiene lugar hasta mediados de abril en la galería Simon Preston del barrio de Lower East Side en el sur de Manhattan, es obra de Jenny Perlin, una artista estadounidense radicada en Brooklyn (sudeste de Nueva York).

La instalación consiste en un corto animado en 16 mm junto con dos proyecciones de vídeo, un conjunto ambientado con música del compositor ruso Igor Stravinsky con el que la artista busca compartir la experiencia de leer.


“Funes trabaja para ampliar el texto original a través de animación, narración, banda sonora y el trabajo de copiar como medio de una comprensión más profunda”, afirma la galería en su presentación de la muestra.

Funes el memorioso fue publicado por Borges (1899-1986) en Ficciones (1944) y cuenta la historia de un hombre que, tras un accidente, percibe y recuerda todo con precisión. Según el escritor, el cuento es una larga metáfora del insomnio.



Simon Preston is pleased to present Funes, a three-part film installation by Brooklyn-based artist Jenny Perlin. Her first exhibition at the gallery will open to the public on Sunday 4 March and run until Sunday 15 April, 2012.

Jenny Perlin is known for her films, videos, installations, and drawings. Her projects draw on her interests in history, cultural studies, literature and linguistics. Working with and against the documentary tradition, her films incorporate innovative stylistic techniques to emphasize issues of truth, misunderstanding, and both personal and collective history.

Funes is based on Jorge Luis Borges short story about a young man who gains an infallible memory from being thrown by a horse. The installation consists of a short animated 16mm film alongside two larger-scale video projections, which together elaborate the artist's longstanding interest in sharing the experience of reading. Funes works to fully expand the original text through animation, narration, musical soundtrack and the labor of copying as a means to deeper comprehension. A short 16mm film isolates specific visual elements from the story, i.e. a cigarette or flower, and animates them in their most basic form. The entire text, copied by hand, is accompanied by narration in the original Spanish, read by the artists Bibi Calderaro and Luis Camnitzer. In addition, a single musical element is extracted from a short composition by Igor Stravinsky and played in turn by three bassoonists. Funes involuntary and incessant memory is a torment to him. Borges reflects that to think is to forget differences, generalize, and make abstractions. These themes extend Perlin's interest in detail, detritus, and language.

The converging elements inFunes become a reflection on the structure of memory itself.

Perlin's films have been shown as single-channel works and multi-channel installations at numerous venues including the Guggenheim Museum (2011), Mass MoCA (2011), MoMA, (2007), Guangzhou Triennial (2008), IFC Center (2008), Berlin and Rotterdam film festivals (2003-2007), the Drawing Center (2001 and 2008), and The Kitchen (2006).
She received her BA from Brown University in Literature and Society, her MFA from the School of the Art Institute of Chicago in Film, and completed postgraduate studies at the Whitney Independent Study Program in New York.

Fuente : Simon Preston Gallery
http://www.simonprestongallery.com/exhibitions/perlin12/
Prensa Libre
http://www.prensalibre.com/escenario/cultura/Borges-inspira-exposicion-Nueva-York_0_668933218.html

La Enciclopedia Británica dejará de publicar su edición impresa

La Enciclopedia Británica, famosa fuente de inspiración de Jorge Luis Borges, dejará de publicar su edición impresa porque su contenido se desactualiza muy rápido.



Después de 244 años, la Enciclopedia Británica -famosa fuente de inspiración de Jorge Luis Borges- decidió dejar de publicar su célebre edición impresa.

Durante siglos, la colección de 32 pesados volúmenes representó la síntesis de todo el conocimiento humano.

¿Por qué decide ahora decirle adiós al papel?

Porque a pesar de su imponencia, su inconfundible olor y agradable textura, la realidad es que su contenido se desactualiza muy rápido. "Sabíamos que esto iba a ocurrir", admite Jorge Cauz, presidente de la Enciclopedia Británica.

"Una enciclopedia impresa es obsoleta en el minuto en que se imprime", le explicó Cauz a la BBC, "mientras que nuestra edición en internet se actualiza constantemente". "Las ventas de enciclopedias impresas han sido insignificantes durante varios años”, agrega el presidente de la compañía, que tiene su sede en Chicago (EE.UU.).

Los editores de la Enciclopedia Británica –o Encyclopædia Britannica, tal es su nombre original en latín- anunciaron que solo existirá una versión en línea, una vez que logren vender las existencias actuales de cerca de 4.000 colecciones. La última edición de papel, por lo tanto, será la de 2010.

En sintonía con los tiempos que corren, la publicación se centrará ahora en su expansión digital, en medio de la creciente competencia de sitios web como Wikipedia. La empresa, que solía vender sus enciclopedias de puerta en puerta, ahora genera casi el 85% sus ingresos con las ventas en línea, especialmente a bibliotecas e instituciones educativas.

Hace poco lanzó una versión digital de la enciclopedia para tabletas.

Mucho más rápido

Las empresas de todo el mundo intentan impulsar su presencia en línea, en un intento de sacar provecho de ese mercado de rápido crecimiento. En sólo dos años las ventas de libros electrónicos se triplicaron, según datos de la Asociación de Editores de EE.UU.

Varios periódicos, revistas e incluso casas editoriales lanzan cada vez más versiones online de sus productos ya que un número creciente de lectores elige acceder a la información a través de aparatos de alta tecnología, como las tabletas y los teléfonos inteligentes.

La Enciclopedia Británica dijo que si bien su decisión de centrarse en las ediciones en línea fue influenciada por el cambio en el patrón de consumo, la capacidad de actualizar el contenido en un corto plazo también jugó un papel muy importante.

Al mismo tiempo, los usuarios frecuentes de la enciclopedia dicen que prefieren utilizar la versión en línea más que la de papel. "Tenemos que contestar miles de preguntas cada mes a través del chat, por teléfono y por correo electrónico, y tenemos que hacerlo tan pronto como sea humanamente posible", le explica a la BBC Richard Reyes-Gavilán, de la Biblioteca Pública de Brooklyn, Estados Unidos.

"En muchos casos, hacer una búsqueda por palabra clave en internet es mucho más rápido que ponerse a contemplar el índice de la Enciclopedia Británica y luego encontrar el volumen adecuado".

En los últimos años la Enciclopedia Británica -la empresa- se ha alejado de su trabajo en la enciclopedia para volcarse más a la venta de herramientas educativas. La pregunta ahora es cuántas personas pagarán los 70 dólares al año que sale acceder a la enciclopedia online, teniendo acceso gratis a Wikipedia.

Al fin de cuentas, todo dependerá, de cuánto valoren la venerable reputación de la Encyclopædia.

Fuente : Diario Uno
Jueves, 15 de marzo de 2012
http://www.diariouno.com.ar/afondo/Adios-al-papel-20120315-0010.h

sábado, 10 de marzo de 2012

Una ausencia argentina: veinticinco años sin Borges



Apología

Se lo extraña. Desde muchas de sus polifacéticas máscaras: Borges el genial. Borges el controversial, el incorregible (calificativo con el que nos definió de una vez y para siempre a los peronistas). Borges el inigualable, el memorioso, el erudito. Borges el humorista, Borges el Nobel que no fue.

Se lo extraña -permítanme un anacronismo- en su argentinidad. Él, el más universal y cosmopolita, el reservorio de todas las memorias civilizatorias reales, legendarias o de propio cuño, y, sin embargo él también, el hacedor de mitologías rioplatenses, el espejador de laberintos ontológicos pampeanos, el milongueador de barrios fundacionales, el fabricante de cuchilleros orillando el ocaso porteño.

¡Cuánto y cómo se lo extraña! Poseedor de una inteligencia superior, de una memoria inagotable y de una personalidad a la vez revolucionaria y conservadora, cínica e introvertida, tímida y juguetona, perdidas -¿para siempre?- entre tanta frivolidad de... “nada... ¿viste?”, tanto jueguito rapidito y al pie, tanto apóstrofe de palabras que jamás se pronuncian ni se escuchan.

Pero, ¿cómo no se lo va a extrañar con lo que hay que ver y leer en los tiempos que corren?

Cómo no se lo va extrañar con tanta viuda que no es y tanto crimen imperceptible que va derecho al cine...

Cómo no se lo va a extrañar si se lo compara con algunos de los Nobel otorgados luego de su muerte y de muestra van dos botones para no pecar de parcial: la inglesa Doris Lessing y el peruano Vargas Llosa. Dos hacedores menores de narración menor. Dos que no han escrito una sola palabra imprescindible y casi ninguna necesaria. Dos avenidos a demanda del negocio editorial. La feminista Lessing y sus relatos olvidables. El latinoamericano de la anécdota facilista, transformado en la última década, además, en vocero oficial de la nueva derecha mundial. Cómo se hubiera reído Borges que, por supuesto, no habría leído una línea de ninguno de los dos.

Cómo no se lo va a extrañar entre tanta falacia literaria, tanta procacidad gratuita, tanta mentira para vivir y morir mejor. Justo a él, que cuidaba el lenguaje como un tesoro; que ponía en juego su pensamiento metafísico más profundo en cada frase, en cada acción descripta, en cada concepción de personaje. Justo a él, que amasaba imágenes con la constancia de las embarazadas para que cada una fuera una parición original, singular, intemporal. Porque Borges condenaba su escritura a la pena “de la eternidad, de lo perdurable, de lo imprescindible... con el asombro que las cosas elementales dejan...”.

Pero... ay, ay, ay... por diestra o por siniestra, las góndolas y las estanterías reclaman estupidización generalizada.

Perspectiva

En Borges conviven las tradiciones históricas y literarias, que empezó a conocer desde la infancia, y una profunda mirada metafísica acerca de la condición humana.

Él crea un universo plagado de incógnitas, en el cual los aspectos más sublimes o más horrorosos (sin caer nunca en el clásico pensamiento binario del bien y el mal o la vida y la muerte) de tal condición sólo quedan expuestos para que el lector se haga cargo de ellos.

Remiso siempre a plantear soluciones a sus enigmas, lo que queda, después de su lectura, es un cúmulo de preguntas cuyas respuestas los hombres buscamos desde nuestros orígenes.

La eternidad, la finitud, los dioses, el absoluto, los deberes, el tiempo y el destino son sus recurrencias habituales, tanto en la poesía como en los relatos, en los pequeños escritos sobre otros artistas o personajes reales o imaginarios o en los ensayos.

Algo lo caracteriza especialmente: Borges no tuvo formación universitaria; no fue investigador o estudioso académico de ninguna materia en particular. Lo que hace que su cosmos poblado de figuras históricas o míticas tenga un doble valor, en tanto no es utilizado como muestra de erudición académica en materias tan diversas como la física y la ontología, o las matemáticas y la historia, sino porque le sirven para expresar aquéllos, sus temas centrales. Ser un erudito sin hacer ostentación de ello parecería haber sido un desafío que Borges cuidó especialmente: la información, los datos o los personajes extraídos de la memoria histórica o de su propia imaginación nunca lucen inútiles o puestos, porque es necesario demostrar que se los conoce (al estilo de Umberto Eco que, por deformación profesional, parece haberse propuesto demostrarnos en cada texto su erudición y su sabiduría, lograda en años de estudio e investigación universitarios). Borges nunca cae en eso. Su cosmos se auto-explica y se auto-justifica. Nadie, o muy pocos lectores, van a consultar una enciclopedia luego de leer, por ejemplo, “El Informe de Brodie” o “El Zahir” para corroborar la existencia real de algunos de los nombres o sitios que se mencionan. Por el contrario, todo lector sensible sufre una conmoción en sus propias convicciones y, seguramente, empieza a interrogarse, a hacer(se) las mismas preguntas que motivaron a Borges a escribir.

La presencia de lo oriental, especialmente lo mesopotámico, allí donde todo empezó, cuyo dominio ejercía con maestría en virtud de su fruición por las lecturas de toda clase, sumado a su ingenio en la invención de recursos para crear la sensación de verosimilitud de las historias más disparatadas, crean un universo particularísimo en el que lo trágico, lo cínico, lo lúdico y lo sublime se combinan magistralmente.

Su pensamiento laberíntico genera laberintos metafísicos.

Sus estructuras espiraladas generan espirales filosóficos sin asegurar nunca puertos donde echar amarras.

Su pasión por lo lúdico genera juegos de lenguaje que ponen en crisis la creencia de que el lenguaje puede expresar verdaderamente al pensamiento, entendido éste como un continente mucho más vasto que el que manejamos en nuestras rutinas personales. Como lo hace en “El idioma analítico de John Wilkins”, en el que le atribuye a “cierta enciclopedia china” una “clasificación” de los animales conocidos que escapa a nuestra posibilidad de pensar “eso”. Porque nuestro pensamiento, “el que tiene nuestra edad y nuestra geografía” -como dice Foucault citando ese texto de Borges como el disparador de su libro “Las palabras y las cosas”- formado en las coordenadas cartesianas y amasado en el fanatismo racionalista -valga la paradoja- por analizar, experimentar, clasificar, distribuir, planificar, explicar y justificar lo real, es hijo de nuestra propia impotencia para forzarlo y llegar más lejos.

Por otra parte, en Borges se encuentran la obrerita y el teólogo, los dioses y el hombre común, el pasado, el presente y el no-tiempo (“Las ruinas circulares” por ejemplo, en el que el tiempo no existe porque el tiempo es una creación humana): todos signados por un destino a cumplir, por un cierto fatalismo oriental en el que “lo que ha de ser será”, ya sea en la ciudad moderna (“Hombre de la esquina rosada”), en la pampa solitaria (“La intrusa”, “El cautivo”), en Europa, Asia o África, como en la mayoría de sus narraciones fantasmáticas o mitológicas y en sus poemas más filosóficos (“Ajedrez”, “El Golem”).

No hay tradición cultural que se le escurra: desde la anglosajona, la urbana y la rural argentina, la judía o la pagana hasta la cristiana, la mesopotámica o la china. En todas abreva con voracidad y con su enorme sentido lúdico.

La literatura de Borges parecería una especie de gran enciclopedia explicada, si uno se dejara atrapar sólo por la información real o mítica que transmite. Sin embargo, detrás, donde las palabras se decantan y quedan sólo las imágenes, aparece el último metafísico de Occidente.

Un hombre del siglo XIX

“De modo que por ambos lados de la familia tengo antepasados militares; eso quizá explique mi nostalgia por ese destino épico que las divinidades me negaron, sin duda, sabiamente” (Jorge L. Borges).

Borges nació en Buenos Aires el último año del siglo XIX. Se podría decir que es un hombre del siglo XX, que la modernidad de las vanguardias estéticas lo atraviesan intelectual y estéticamente, que su literatura tiene que ver más con la explosión modernista del siglo pasado que con el XIX y, en algunos sentidos, eso sería cierto. Borges, luego de su primera estadía larga en Europa -adolescencia y primera juventud- adscribe decididamente al ultraísmo, la tal vez más rica y desenfrenada experiencia de las vanguardias europeas en materia poética del siglo XX. De hecho, los artistas que la emprenden con la muerte del arte y generan la gran revolución estética que se extendería hasta bien avanzados los años ‘60, habían nacido en las últimas décadas o años del siglo XIX: Breton, Artaud, Aragon, Kandinski, Picasso, Dalí, Braque, entre los más célebres. Sin embargo, lo que en ellos era rechazo se convierte para Borges en fuente.

Borges abreva en el pasado porque en la cosmogonía que el pasado le ofrece, él encuentra el lugar (o el no-lugar) de actualización de su pensamiento metafísico: el pasado remoto que había empezado a descubrir en sus largas lecturas infantiles y juveniles (leía y escribía desde los cinco años y no sólo su nombre y apellido: a los ocho había traducido “El príncipe feliz” de Oscar Wilde) y el cercano geográfica, histórica y familiarmente; el barrio, la ciudad, la pampa inconmensurable intuida en las vacaciones de verano pasadas en Adrogué, se convertirían así en los espacios-tiempo donde desplegar sus fantasmagorías.

Y se encuentra en esos pasados con personajes que jamás juegan al ajedrez por plata o pelean con cuchillo por otra cosa que no sea el honor.

Borges construye un paradigma de valores en donde el héroe y el villano son igualmente significativos; el valiente y el cobarde cumplen un mismo rol central; su visión hegeliana de la condición humana le hará poner en la arena vital a unos hombres y mujeres que se constituyen los unos a los otros.

Borges hace metafísica con su escritura. Si el triunfo de la razón-instrumental por sobre los otros aspectos de la esfera de lo humano (lo moral-práctico y lo expresivo-libertario) que vino a instalar el positivismo a ultranza, al decir de Jurgen Habermas, aniquiló la capacidad de reflexión y de autorreflexión que constituyen la metafísica, Borges es, sin dudarlo, uno de los últimos metafísicos de Occidente.

Porque, además, su mundo está atravesado por la cosmovisión decimonónica en la cual, todavía, los focos de pensamiento maceran, a la vez, ciencia y tautología; razón y magia; invenciones de la física o hallazgos matemáticos con sueños y pesadillas.

Un paradigma no fácilmente asequible recorre su obra, lo cual no obstaculiza ni rigidiza su lectura. Ya lo sabemos bien; hay lectores y lectores. Algunos comprenden mucho, otros comprenden poco y la mayoría no comprende más que lo que puede. Lo que no es ni bueno ni malo: es. Pero lo que atraviesa la percepción de unos y de otros ante un texto borgeano es esa inquietud, esa puesta en movimiento interior, ese pequeño temblor subterráneo que sacude nuestro ¿espíritu-conciencia- inteligencia-sensibilidad? al leer la última línea de cualquiera de sus narraciones o de sus poesías.

Borges se aferra empecinada, y hasta díscolamente, respecto de su contemporaneidad, al paradigma en el que aún las búsquedas interiores, la conciencia de ser, los afanes por el heroísmo con grandezas y con miserias, -piénsese en la Emma Bovary de Flaubert, en el Julian Sorel de Stendhal o en el Jean Valjean de Víctor Hugo- sobrevivían en el ideal de hombre del siglo XIX.

Por eso sus personajes argentinos son los del pasado: porque él encuentra allí, en la idealización de actores sociales que ya no existían -o quedaban muy pocos en los suburbios porteños cuando él vuelve de Europa- unos valores que deberían trascender el paso del tiempo tales como el coraje, el sentido del honor, la realización de la justicia personal, los lazos fraternales solidarios hasta la muerte, la búsqueda de la perfección y de las totalidades.

Su reflexión metafísica que le impele a tomar conciencia cabal del Caos como estado natural del universo y del ser lo lleva también, o precisamente por ello, a generar órdenes posibles o totalidades -el conocimiento, los elementos, los dioses- desde los cuales pertrecharse para lidiar con ese caos irredento del cosmos y de la condición humana.

Borges, el opinador

A veinticinco años de su muerte, sus polémicas, provocadoras y muchas veces insultantes declaraciones públicas sobre temas tales como los gauchos, los caudillos, los generales, el peronismo, el aborto o el divorcio, por suerte parecen haberse esfumado detrás de la grandeza universal del escritor.

Uno se podría preguntar acerca del origen de tanta soberbia discursiva en él, el menos fatuo de los artistas argentinos.

Debemos anotarlo. No es el primer caso ni será el último: Borges el artista es una creación paterna. Así como Lorenzo Bernini, el tal vez más grande escultor de la modernidad posrenacentista italiana le debe a su padre -escultor de las canteras del Vaticano- haber realizado su pequeña primera gran obra de arte a los catorce años y nada menos que para un comitente como Scipiano Borghese; Pablo Picasso es un producto de la proyección de su padre -dibujante y profesor de dibujo él mismo-, que ve en los trazos del niño de apenas cinco años una destreza y un talento fuera de lo común y construye para el hijo el camino que desembocará en la producción de uno de los artistas plásticos más grandes del siglo XX; Jorge Borges, profesor de inglés y escritor mediocre él mismo, prepara a su hijo Jorge Luis para el destino de grandeza artística que las dotes de una memoria privilegiada (el primer instrumento imprescindible de la inteligencia) y la portentosa facilidad para la adquisición de la lengua (inglesa primero y española luego) presagian para el futuro enorme escritor.

Mucho se ha hablado -él mismo lo ha hecho en reiteradas oportunidades hablando de sí mismo- de Borges y el otro.

El Otro no es en Borges una proyección del inconsciente; no es, tampoco, una justificación políticamente correcta de sus trapacerías verbales; mucho menos, un subterfugio metafísico. En verdad y en términos de lo real, conviven en él dos Borges: Georgie, el hijo, hermano, amigo, novio. Borges, el escritor, el pensador, el creador de universos. El Uno y el Otro: no sabemos cuál es cual; Jorge Luis Borges, tampoco. Y por momentos, sólo por momentos, parecen subsumirse, como si Uno se sobreimprimiera sobre el Otro, y creara la fantasía siempre incompleta de un Uno integrado.

Es posible que ese desdoblamiento se haya iniciado a partir de los dos o tres años de edad y resultaría infructuoso explicar aquí en detalle su itinerario pero un directorio podría señalarse a partir de: niño educado en casa hasta los ocho años; niño encerrado en la casa familiar (con el breve interregno de las vacaciones anuales en Adrogué) leyendo desde los cinco años; niño sin amigos a excepción de su única hermana Nora; adolescente desarraigado a los catorce años e impelido al destino europeo; joven iniciado sexualmente por voluntad paterna para que “se hiciera hombre”; consecuente adulto aterrado ante la mera posibilidad de mantener relaciones carnales con las mujeres de las que se enamoraba; conciencia nostalgiosa de ancestros padres de la patria y de un orden político y social que había desaparecido irremediablemente.

En fin: ideológicamente ingenuo; históricamente anacrónico; melancólico de un paraíso perdido (que nunca existió en nuestro país); desaprensivo a la hora de opinar porque era el Otro el que hablaba mientras el Uno (o viceversa) se ocupaba de lo verdaderamente importante: escribir.

“Debemos hacer todo lo posible por defender a este gobierno. Los militares son caballeros y decentes. No han llenado la ciudad de retratos, no hacen propaganda. Eso sí, son débiles, pues no han respondido a los crímenes con fusilamientos. Pero nos han salvado del caos, de la ignominia, de la infamia y del comunismo”. (1976 - Luego de un almuerzo con el Gral. Videla).

“Ahora, Proteo nos gobierna; nos gobierna una bruma de generales. Nuestro destino está en esas manos sencillas” (1982 - A partir de la Guerra de Malvinas y en plena transición a la democracia).

Cuando se le preguntaba por qué un país tan educado como la Argentina había tenido tantos gobiernos militares, Borges no dudaba en dar largas explicaciones comparando las dictaduras del siglo XX con el peronismo y el caudillismo: “En efecto, las dictaduras militares son múltiples. ¿Qué pensar de un continente que da caudillos que se hacen llamar el Protector de los Pueblos Libres, el Supremo, el Tigre de los Llanos, el Supremo Entrerriano, el Patriarca de la Federación, el Restaurador de las Leyes, el Gran Ciudadano, el Primer Trabajador, el Hada Madrina? ¿Qué pensar de los señores que se apodan, de un modo terrorífico, las Fuerzas Armadas?”. Para cerrar su evolutiva apreciación de los militares en el poder: “Cualquier gobierno que suceda a las posibles elecciones de octubre será, de hecho, un temeroso cómplice del régimen actual. Como el paraíso del Islam, vivirá a la sombra de las espadas” (1983 - Consultado acerca de sus expectativas hacia un nuevo gobierno).

Pero citemos algunas apreciaciones suyas respecto de otros temas para que no se caiga en la inocencia de pensar que Borges hablaba sólo con desacierto de la política y de la historia argentina.

Para los años ‘60, Borges era Borges en el mundo. Viajaba permanentemente dictando conferencias en universidades norteamericanas e instituciones europeas. A mediados de 1968, de regreso a Buenas Aires luego de realizar una estadía de seis meses en Harvard, fue invitado a un congreso de intelectuales antirracistas en Chile. Allí sostendría: “La gente sencilla no siente dolor como nosotros. Los negros tienen un organismo muy simple, no sienten ni el dolor ni las heridas. La mayor parte de las mujeres del Congo no tienen idea del placer sexual físico y los hombres, poca. Por eso pueden ser estoicos, como nuestros indios, a los que se les podía hacer cualquier cosa y no se quejaban. Nosotros somos más sensibles al placer y al dolor. Como lo somos ante el color de las rosas y el valor de las palabras”.

¿Ultraconservador? ¿racista? o ¿mero provocador?

Lamentablemente, ésas fueron las cuestiones que lo hicieron el escritor más popular del país mientras vivía y no el poder de su escritura. También, por cierto, ésas fueron las causas principales por las cuales no recibió el Nobel (aunque con el giro que ha ido dando la Academia Sueca, a partir de los ‘90, posiblemente hubieran sido motivos para que se lo concedieran). Borges ha sido más popular que leído, más denostado que debatido, más adulado que comprendido.

Huellas

Borges no dejó herederos literarios porque su estirpe fue tan única que se agotó en sí misma. Y es muy bueno que sea así. Por otra parte, es casi imposible pensar que pueda repetirse ese linaje de la pasión por el conocimiento, por la voracidad insaciable de los saberes, esa aristocracia del pensamiento metafísico y artístico y que, además, se traduzca en excepcional talento literario. Pueden leerse influencias, pequeños giros, breves intencionalidades en algunos escritores contemporáneos o posteriores que parecen atravesados por su portentosa escritura. Pueden encontrarse tributos, maravillosos tributos en otros.

El más enjundioso tributario -injustamente catalogado como imitador en los años ‘50 cuando publica su primer libro de cuentos- se llamó Julio Cortázar.

Cortázar, el enorme Julio Cortázar, uno de los cuentistas más importantes de la literatura mundial del siglo pasado, casi veinte años más joven que Borges, nos dejó, con la complicidad de los niños, incontables guiños que dan testimonio de su admiración por el maestro.

Aclarémoslo: Borges es un hombre infiltrado por el paradigma histórico-político, cultural y científico del siglo XIX; Cortázar es la expresión más completa, integral y acabada de la explosión modernista encarnada en el hombre del siglo XX. Borges es el último romántico; Cortázar el más preclaro surrealista. Borges lidia con el Caos, con el Destino y con el Ser; Cortázar con los demonios interiores, la duplicidad del Uno, y el ser en, el hombre situado dando sus peleas en un aquí y un ahora específicos y, muchas veces, misteriosos e inexplicables (baste recordar “Casa Tomada” o “Carta a una señorita en París”). Las batallas de los personajes borgeanos son siempre con el cosmos, con las externalidades que parecen predeterminar un destino irrevocable; las de las creaturas de Cortázar son consigo mismas, con las circunstancias del hoy, con la engañifa de lo real ocultadora de lo visible detrás de lo visible, a lo Magritte.

No obstante, cómo se acerca el gran Julio a Borges: “... mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses... ‘Carta a una señorita en París” -1951-. Otro ejemplo de su imponderable huella es el enorme reconocimiento que hace Michel Foucault, en el prefacio a su obra “Las palabras y las cosas”, donde le atribuye a un texto de Borges ser el motivo y disparador de esa obra anárquica pero irreemplazable del gran filósofo francés.

En fin: Borges nunca fue maestro de mediocres. Su voz, tomada en gran medida de la de Macedonio Fernández, apreciado y admirado compañero de la juventud borgeana, le aportó esa fuerte impronta de búsqueda de originalidad sin más, sin esnobismos pero sin regateos a la literatura argentina y universal.

¡Cómo no extrañarlo, maestro!

Fuente : El Litoral – Santa Fe
Prof. Susana Squeff
10 de marzo de 2012
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/03/10/arteyletras/ARTE-01.html

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Quién dijo que Borges hubo uno solo?


Diálogos, anécdotas, recuerdos del gran escritor contados por quienes más lo conocieron. Con la fina ironía y el humor negro característicos del autor de "El Aleph", presentes en todos el relato.

"Farsante"
Cuando estuve en Madrid alguien me preguntó si yo había visto el aleph. Me quedé atónito.Mi interlocutor -que no sería una persona muy sutil- me dijo: "Pero cómo, si usted nos da la calle y el número." "Bueno, dije yo, qué cosa hay más fácil que nombrar una calle e indicar un número." Entonces me miró, y me dijo: "Ah, de modo que usted no lo ha visto." Y me despreció inmediatamente; se dio cuenta de que yo era un embustero, un mero literato.
(Contado por Borges
a Osvaldo Ferrari.)

Prematura

Primero en diarios franceses y luego en el New York Times, se publicó la noticia de que Borges había muerto. Eso causó un cierto revuelo.
Apenas pude me puse en contacto con él y le expresé mi desagrado por la noticia apócrifa de su muerte. "Apócrifa no -me corrigió él-; sólo prematura."
(Contado por
Ulises Petit de Murat.)

Monseñor

Borges era muy delicado si estaba con señoras, se cuidaba de no decir palabrotas, y cuando tenía que ir al baño solía disculparse con frases no exentas, sin embargo, de intención, como: "Voy a darle la mano a Monseñor." Un día una señora muy tonta se alborotó ante estas palabras y preguntó dónde estaba Monseñor, que ella también quería saludarlo. Cuando le dijeron que ya se había marchado, apenada y dulcemente, le recriminó a Borges: "A los monseñores no se les da la mano, Georgie, se les besa el anillo."
(Contado por
María Esther Vázquez.)

Sardana

La mañana del domingo se entregó a un largo paseo por el Barrio Gótico de Barcelona, guiado por nuestro amigo el poeta Juan Giménez Frontín. A la puerta de la Catedral no faltaron las sardanas, que alguien dijo que eran el símbolo del nacionalismo catalán. "Qué bien -dijo Borges-; mientras todo el nacionalismo catalán sea bailar la sardana, me parece bien."
(Contado por
Marcos-Ricardo Barnatán.)

Decimales

Cuando muere la madre de Borges, doña Leonor Acevedo, a los noventa y nueve años, llevaba ya tiempo tullida y postrada en la cama. Sus ayes se oían por toda la casa. Una persona sin imaginación, al darle el pésame a Borges, le dijo que era una pena que no hubiera podido llegar a los cien años. Y entonces Borges le contestó: "Me parece que usted exagera los encantos del sistema decimal..."
(Contado por
Alicia Jurado, 1980.)

Onetti Borges

Juan Carlos Onetti, el escritor uruguayo, era primo lejano de Borges.Mario Benedetti solía contar que cierta vez le sugirió al hijo de Onetti, Jorge, también escritor, que se buscase otro apellido artístico para evitar las odiosas comparaciones. "¿Por qué no te ponés el apellido de tu madre?", le propuso. "Es que mi madre es prima de papá: también se llama Onetti." Entonces, el segundo apellido de tu papá, "Es Borges", fue la desilusionada respuesta.

Tigres y amarillo

Norah Borges, sobre su hermano: "Al principio yo no dibujaba bien.Cuando fuimos a Europa con mis padres, llevé un álbum para ir dibujando en el camino.Yo dibujaba y Georgie leía. Él tenía una piel de tigre con cabeza y todo, que le trajo un tío del Sur. Entonces Georgie la extendía en el piso, se acostaba boca abajo sobre la piel, ponía el libro sobre la cabeza del tigre y así se pasaba días enteros, leyendo."Borges, sobre Norah: "Cuando Norah nació, y tenía sólo días, una mucama criolla le dijo a Madre: "Igualita a usted, señora. Con ese mismo color amarillo de muerto."

Xul

Era un hombre alto, rubio y evidentemente feliz. Creo que uno puede simular muchas cosas pero nadie puede simular la felicidad. Siempre estaba inventando cosas; la panlingua, el neocreol y un piano circular. Recuerdo que una tarde lo encontré al doblar una esquina. Me pareció más alto que de costumbre y se lo dije. Xul me respondió: "Ocurre siempre que coinciden Venus y Saturno. Suelo crecer entonces unos diez centímetros". Xul opinaba que Paul Klee era superior a Picasso. En cuanto al neocriollo, el idioma inventado por Xul, abolía todos los adverbios terminados en mente y buscaba la síntesis. En vez de decir "pagaré mi parte" bastaba decir "copago", y en vez de decir "te llamo por teléfono antes de ir", simplemente "te pretelefo". Comía ensaladas de flores y se hamacaba peligrosamente en las sillas. Sus cuadros, en los años cuarenta, llegaron a valer 10 mil dólares .
(Borges, sobre Oscar Alejandro Agustín SchultzSolari,
Xul Solar, en el diario Clarín .)
Estupidez
Alicia Jurado: Usted, Borges, siempre se ha enamorado de mujeres un poco tontas.
Borges: Es que la inteligencia es siempre comprensible, pero en la estupidez hay un misterio que resulta atrayente.

El burlista
Cuando en abril de 1973 Borges llegó a Madrid para dar un ciclo de conferencias [...] lo hizo acompañado por el poeta Fernando Quiñones y por algún funcionario español, pero las maletas venían en otro automóvil. Subimos a una habitación cuatro o cinco personas y Borges preguntaba, algo inquieto, por el destino de su equipaje. Alguien trató de tranquilizarlo diciéndole que estaba llegando, pero ante su insistencia al fin le preguntamos por qué se preocupaba tanto por las maletas; entonces con una sonrisa nos contestó: "Y, bueno, es que en la maleta traigo el cuchillo."
(Contado por
Marcos-Ricardo Barnatán.)

Nariz
Estela Canto me dijo que mi nariz era el pedazo de carne menos interesante del mundo. Y mi hermana Norah parecía estar de acuerdo.

Borges, por Marechal
Se lo acusa de andar por los barrios de Buenos Aires haciéndose el matón, escupiendo por el colmillo y rezongando entre dientes la mal aprendida letra de algún tango [...].Ha querido llevar a la literatura sus fervores místico-suburbanos, hasta el punto de inventar una falsa mitología en la que los malevos porteños adquieren no sólo proporciones heroicas sino hasta vagos contornos metafísicos [...].Lo mandaron a estudiar griego a Oxford, literatura en la Sorbona, filosofía a Zúrich ¡y regresa para meterse hasta la verija en un criollismo de fonógrafo!
(Leopoldo Marechal,
Adán Buenosayres, 1948.)

Marechal, por Borges

En 1968 le pregunté inocentemente a Borges por Leopoldo Marechal, que aún vivía, y me contestó: "¿Marechal, Marechal...? ¡Ah!, pero de Marechal ha de saber usted más que yo, ¿no es uno que se pasea por el palacio de Franco y que se hace fotos con la Guardia Mora?" Borges aludía a unas fotos de Marechal en Madrid que habían circulado en ese tiempo.
(Contado por
Marcos-Ricardo Barnatán.)
Gioconda / caballito
Habíamos llegado a laAvenida deMayo. Entramos en un bar. Yo pedí un café y él un vaso de leche. Al alejarse el mozo, él me escudriñó con la mirada, como si estuviera viéndome por primera vez (exactamente lo que estaba pasando) y dijo en inglés: "La sonrisa de la Gioconda y los movimientos de un caballito de ajedrez". Me sentí halagada. Ahora estaba pisando suelo firme. Borges era un hombre a quien yo impresionaba, uno más y -al parecer- no sólo por lo que veía. Y añadió: "Es la primera vez que encuentro a una mujer a quien le gusta Bernard Shaw. ¡Qué extraño!" No fue en ese instante, sino mucho más tarde, cuando entendí el sentido de esta observación, que revela la actitud de Borges hacia las mujeres en general. Para él eran frágiles "diosas" con intelectos débiles, sensibles y limitadas. Por cierto, una opinión poco original de un hombre original.
(Contado por Estela Canto.)

Santo remedio

Cuando íbamos al Jardín Zoológico, era difícil sacarlo de ahí.Y yo, tan diminuta, tenía miedo de que él, que era grande y fuerte, se encolerizara y me pegara... Cuando se empecinaba y no quería ceder, le quitaba los libros. Santo remedio .
(Contado por su madre.)

Atenta
Borges está con otras personas en una editorial de Buenos Aires, esperando a un gerente que se había retrasado y que llega, finalmente, con media hora de tardanza. Entonces ocurre este diálogo:
Gerente: Disculpen la demora, pero es que me ha sucedido un hecho extraordinario.
Borges: ¿Ah, sí?
Gerente: Juzguen ustedes mismos: anoche soñé con una antigua y muy querida novia. El sueño, que se repitió una y otra vez durante toda la noche, era de lo más turbador: la imagen de mi novia giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...
(El gerente tiene la frente cubierta de sudor; sus interlocutores aguardan.)
Gerente:Pero ahí no acaba la cosa. Esta mañana a las siete en punto suena el teléfono yme comunican quemi ex novia,la del sueño,había muerto anoche en un accidente... ¿Comprenden? Durante toda la noche,mientras iba en busca de su muerte,mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano... Y Borges, entonces, comenta:
- Qué atenta, ¿no?
(Contado por
Mario Benedetti.)

Vlady
Madre le tiene tanta rabia a Vlady (Kociancich), porque sabe cuánto la estimo, que insiste en llamarla Gladis.Es una forma de mostrar desprecio: no tomarse el trabajo de aprender un nombre, darse el trabajo de decirlo mal.

Carajo

La abuela materna, la criolla, enfermó de pulmonía en 1918, en Ginebra, a causa del frío. "Borges me contó que estaban todos desesperados: rodeando su cama, acariciándole la cara y las manos, mientras la pobre señora volaba de fiebre y por momentos perdía el sentido. Todos estábamos allí, sobre ella, tocándola, llorosos y sin saber qué decir ni qué hacer y, de pronto, en un raro momento de lucidez,mi abuela abrió los ojos, nos miró y dijo con voz apagada pero clarísima: "¡Déjenme morir tranquila, carajo!" Y la pobre señora tenía razón."
(Contado por
María EstherVázquez.)

Quipus
De regreso de un viaje al interior del país, Borges comenta: "La gente muy simpática y hospitalaria. Catamarca y Jujuy me gustaron mucho.
Salta es demasiado self conscious: la gente pagada de sí, el paisaje con algo de decoración de utilería.Además,hay demasiados árboles genealógicos.
A un Aráoz Anzoátegui, nacionalista,que me regaló su árbol genealógico, le aseguré que yo no tenía ascendientes ilustres -lo que indignó a Madre, cuando se lo conté- y que en cambio me afligía un ascendiente, primo hermano del tirano Rosas, lo que era como ser pariente de Cuitiño o de Perón. "Ah, usted no es rosista", contestó.
"No, soy persona decente -le dije-. Pero mire, si indagáramos bastante por lo desconocido y olvidado, todos descubriríamos algún criminal en la familia: todos descendemos de Caín." Lo jodí, porque dije de mí lo que a él le hubiera gustado decir de él -que tenía parentesco con Rosas- y lo dije sin vanidad, con reprobación. Me contaron muchos cuentos de Juan Carlos Dávalos. La intención era mostrarlo simpático y lo dejaban como un hombre aborrecible. Debió de ser un bruto. Me encontré con la usual queja contra Buenos Aires.
Les expliqué: "Siempre las grandes ciudades producen literatura. Acuérdense de Roma. Los provincianos bajan a la ciudad y se inspiran. En BuenosAires buscamos la inspiración en Europa." También les dije: "Pónganse cómodos. Háblenme en diaguita o en quechua.
¿Por qué se resignan al español, mero cocoliche del latín? ¿Qué quipu están por publicar? Imagino que no caerán ustedes en el nacionalismo, doctrina foránea inventada por el escocés Carlyle."

Una muela expiatoria

Come en casa Borges. Está con aire de cansancio. "¿Cómo te va?", pregunto. Me dice que bastante mal, que salió dos veces con "esta chica", antenoche y anoche, y que él confundió amistad con amor, y que fue espantoso, porque se llevó una desilusión. "Qué raro -comenta Borges-: uno vive para el futuro.Mientras me pasaba todo esto, el presente no me importaba, yo sabía que el presente es efímero, pero me preocupaba por el día después, me decía: "¿Cómo voy a hacer para aguantar el día de mañana?" Hoy andaba deshecho, y de pronto recordé las palabras de Shakespeare: Sweet are the uses of adversity y pensé que de algún modo debería aprovechar mi desventura. ¿Comprendés? No quería aprovecharla literariamente, sino en algo más real. Entonces me acordé de que tengo una muela que me incomoda y me puse a buscar chapas de dentista. Había un tal doctor Rodríguez que resultó medio pariente mío. Cuando le pregunté por la muela, contestó: "Esta tiene que irse"."No sabe qué buena noticia me da, doctor", le dije. Me puso una inyección, me dolió apenas y ya estuvo. Pensar que durante años creí que sacarse una muela era algo muy importante, que he pasado semanas anticipando con pánico el momento... Salí a la calle bastante contento con la experiencia, y de pronto me acordé de esa mujer y la magia de la muela desapareció. Bueno, te cuento todo esto, no para jactarme, sino porque pienso que a lo mejor vos alguna vez te preocupás como yo me he preocupado porque te van a sacar una muela: bueno, no es nada, es una pavada. Yo creo que lo mejor es no conocer al dentista ni al consultorio, para no imaginar de antemano las cosas ni fijar la fecha con anticipación. Salís a caminar y donde ves una chapa de dentista entrás. Total, no habrá mayor diferencia entre un dentista y otro... Con el dentista hablamos de instrumental. Me dijo que el mejor era el francés.Y aquí añadió algo que prueba los peligros de toda generalización: "Es claro que muchos no lo usan porque es tan feo... Es un instrumental fuerte, pero feo. En cambio el inglés es más esbelto y frágil". Si me hubieran preguntado, yo hubiese respondido: "El francés es elegante, el inglés es sólido y feo". Es claro que tal vez no dependa eso de los países, sino de los judíos que fabrican el instrumental, del gusto del Goldenberg de Francia y del Goldenberg de Inglaterra."
(Contado por
Bioy y José Clemente.)

Padre
Borges me contó que su padre se había dejado morir en 1938. Estaba ciego y hemipléjico. Y un día le dijo: "No voy a pedirte que me des un balazo, porque sé que no lo harás, pero ya me las arreglaré." Y desde entonces no dejó que le pusieran inyecciones y sólo tomaba un poco de agua muy de tarde en tarde [...]. De algún modo, se mató.
(Joaquín Soler Serrano,
locutor y periodista español.)
Solución
Norah Borges se casó con el español Guillermo de Torre, que había sido con Borges uno de los fundadores del ultraísmo y se empeñó luego en mantener viva su llama desafiando al tiempo y al hecho de que los mismos ultraístas habían optado por la desbandada, empezando por el propio Borges. (Para colmo, en 1927, De Torre había escrito que "el meridiano literario de América" pasaba por Madrid.
Aunque luego se disculpó, ni Borges ni sus amigos le perdonaron nunca ese acto de presunción.) La cesión de una hermana no es nunca tarea fácil, y tampoco esta vez lo fue. Las relaciones entre los antiguos amigos se fueron enfriando, coincidiendo con el aumento de la miopía en Borges y de la sordera en De Torre. Esto le sirvió a Borges para acuñar una maldad que fue muy famosa por aquellos años. Cuando le preguntaban cómo se llevaba con su cuñado,
Borges respondía: "Muy bien. Yo no lo veo y él no me oye."
(Contado por Félix Grande.)

Ventanita

Al final, sólo uno de sus ojos podía ver por un único punto, que era una especie de ventanita. Por ella le llegaban la luz y la sombra y unos pocos colores como el amarillo. El negro lo veía marrón; el marrón, violeta; el azul,verdoso.Pero podía reconocer el blanco. Cuando iba al cine, que abandonó en los últimos años, solía observar detalles insólitos: el mazo de naipes en la mano del jugador, pero no su rostro; un reloj apoyado contra una pared, pero no el cuarto.
(Contado por
María Esther Vázquez.)

Dinosaurio
Todos los pueblos de habla española están muy orgullosos de que Borges exista.Y los latinoamericanos en particular, porque antes de Borges tuvimos muy pocos escritores comparables con los europeos.
Hemos tenido grandes escritores, pero uno que sea universal, como Borges, es una rareza en nuestros países [...] Discutir con Borges, sólo porque todos quieren que yo discuta con Borges, eso no lo haré nunca. Si él piensa como un dinosaurio, eso nada tiene que ver con mis ideas. No entiende nada de lo que está ocurriendo en el mundo moderno, y creo que yo tampoco. Por tanto, estamos de acuerdo.
(Carta de Pablo Neruda
a Héctor Eandi.)

¡Jorge!

Jorge, el padre de Borges, cegatón y mujeriego, sigue por las calles de Ginebra a una mujer. Por último esta se vuelve y le dice: "¡Jorge! ¿Ni siquiera a mí me vas a dejar tranquila?" Era Leonor, la madre de Borges, su esposa. Borges comenta: "Este debe de ser un viejo cuento del siglo XVIII, que se aplica a cualquiera que sea cegatón y mujeriego." Admitía, sin embargo,que pudiera haber ocurrido entre su padre y su madre.

Fuente ; Tiempo Argentinp
Extracto de El otro Borges, anecdotario completo, de Mario Paoletti
30.01.2011
http://tiempo.infonews.com/notas/%C2%BFquien-dijo-que-borges-hubo-uno-solo

Borges era tío de Perón


Un historiador revela los vínculos de sangre entre el célebre escritor y el ex presidente.

Adoptando una de las célebres frases de Jorge Luis Borges, la historia argentina puede decir que al escritor y a Juan Domingo Perón no los unió el amor ni el espanto. Pero ahora comprueban que la sangre es lo que unía a estos dos hombres, considerados entre los más influyentes de la historia argentina en el siglo XX.

Según un libro lanzado recientemente, titulado Eva Duarte y Juan Perón: la cuna materna, y escrito por el historiador Ignacio Coppet, el escritor y el presidente compartieron un antepasado en común, que vivió en el siglo XVIII.

En el apartado subtitulado “Perón y Evita descienden de conquistadores. El Parentesco de Borges y Perón”, Cloppet asegura que el escritor y el general descienden del Maestre de Campo don Pedro Pascual de Acevedo, “quien pobló de descendientes la pampa santafesina y bonaerense y uno de los primeros habitantes de Rosario”, por entonces la capital económica de la provincia de Santa Fe.

El prolífico terrateniente tuvo dos esposas. De los hijos de la primera, doña Estefanía de Obelar, desciende Perón (1895-1974), mientras que Borges (1899-1986) desciende de los hijos de su segunda mujer, doña Tomasa Benítez. Entre los descendientes de Acevedo figuran también los presidentes Luis Sáenz Peña (1892-95) y Roque Sáenz Peña (1910-1914).

“Borges tenía una diferencia de cinco generaciones con aquel terrateniente, mientras que Perón tenía ocho, de modo que el escritor era un tío lejano del presidente y general”, asegura el historiador, mientras aclara: “Yo no intento conciliarlos. Lo que digo es que tenían un tronco en común, una misma sangre”.

Borges no sentía estima por los partidarios del general Perón, cuyo mandato recordó siempre como “los años de oprobio”. Admitía que los peronistas “no son ni buenos, ni malos… sino incorregibles”, y advertía en Perón un “hombre capaz de todos los males”.

Se dice que estando ya ciego, un joven se ofreció a ayudarlo a cruzar una avenida y a mitad de camino le dijo: “Disculpe maestro, pero le tengo que decir... soy peronista”. Borges sonrió diciendo: “¡No se preocupe!, yo también soy ciego”.

El desprecio era recíproco: con la llegada del peronismo al poder, en 1946, Borges fue obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario y tomar el degradante puesto de “inspector de mercados de aves de corral” por el gobierno.

Según Cloppet, Borges tenía ciertas sospechas sobre su parentesco con Perón. Por eso, cuando se enteró que su sobrino Miguel de Torre Borges investigaba su genealogía, le pidió que no indagara demasiado: “No siga moviendo el árbol genealógico, no vaya a ser cosa que seamos parientes de Perón”.

Fuente : Perfil.com
Darío Silva D'Andrea
27.09.2011
http://www.perfil.com/contenidos/2011/09/27/noticia_0023.html