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lunes, 25 de marzo de 2024

Borges en Tres Arroyos


  Marzo 10, 2024              

 

En sus dos visitas a nuestra ciudad, Jorge Luis Borges brindó una conferencia en la Biblioteca Sarmiento

Están quienes al pasar por determinado lugar se llevan recuerdos, cierta anécdota, alguna impresión. Pero están aquellos otros que, aun yéndose, permanecen…

Los primeros se llevan, a manera de cosecha personal, variados souvenirs. Los otros dejan a su paso rica materia para el acervo cultural y el enriquecimiento de esa sociedad por la que han pasado…

 

 Por Aldo López Sansón (*)

 

 Este año se cumplen 125 años del nacimiento de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges -Borges para todo el mundo-, que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires un 24 de agosto del año 1899. La muerte lo encuentra en Ginebra, Suiza el 14 de junio de 1986.

Considerado el escritor más original y reconocido de la literatura argentina y de enorme influencia tanto puertas adentro como en el mundo entero, su obra es reputada como imprescindible por parte de los especialistas.

Ensayista, poeta, traductor, profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires y crítico literario. Ejerció la presidencia de la Sociedad Argentina de Escritores, fue miembro de la Academia Argentina de Letras y director de la Biblioteca Nacional (desde 1955 hasta 1974), entre otros múltiples cargos y funciones desplegados a lo largo de su vida.

 

Máximo exponente del ultraísmo en Latinoamérica.

 

 A lo largo de su existencia recibe gran cantidad de premios, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura (Argentina), el premio Cervantes, mayor galardón en lengua española, “La muy distinguida Orden del Imperio Británico” y muchos más, lo cual sería muy extenso para referir en esta publicación y, por otra parte, está disponible en cualquier buscador a quien le interese abundar en ese tópico.

Su material expresivo se sustenta en conceptos metafísicos: el tiempo, el espacio, los mundos simultáneos, los laberintos y espejos, los sueños, la presencia de una realidad paralela, la Biblia, la Cábala del judaísmo, etc. Por otra parte, su erudición lo lleva a recoger constantemente datos, acontecimientos y personajes de la historia universal.

Ese grado de erudición hace que para disfrutar plenamente de su lectura se lo deba abordar con alguna enciclopedia considerada para consulta o recurrir a organizadores, tal el grado de información sobre hechos y personajes de la historia de la humanidad que conforman su vasta obra.

Durante el año 1938 pierde a su padre, Jorge Guillermo Borges, y comienza a agravarse su pérdida paulatina de la visión, a partir de la década del cincuenta debe recurrir al dictado de sus escritos y confiarlo a amanuenses para su posterior publicación.

Es conocido por todos que este impar hombre de letras, ha tenido a lo largo de su vida, tanto detractores, los menos, como fervientes seguidores. Dentro de ese primer grupo se encuentran quienes de alguna forma lo combatieron. Sin embargo, jamás han podido emitir opinión negativa en el sentido de menoscabar la magnitud y calidad de su obra, tanto en lo formal cuanto en sus especulaciones filosófico/metafísicas.

Una cosa es indiscutible, Borges moviliza, enciende y apasiona a ambos grupos. O sea, enciende pasiones en todos, la indiferencia no es cosa borgeana…

A esta altura estamos en situación de convenir lo siguiente, Borges siempre es noticia, siempre es motivo de reflexión, de discusión y muy especialmente, de goce estético e intelectual, circunstancia, esto último, que es imposible llevar al terreno de discusión.

Soslayar el valor del escritor como artista y pensador, es más que una postura, un artificio, una simple tramoya…

Alguna vez se intentó achacar con absoluta injusticia (y quienes así lo hicieron, con un desconocimiento cabal de su producción…), que su obra pecaba de ser poco nacionalista, una obra poco imbuida del sentimiento de “argentinidad” o epítetos bochincheros similares. Disparate supino sin el menor fundamento. Quien se haya aproximado a su producción, notará de inmediato y sin la menor elucubración, que en muchos de sus escritos es muy fuerte el “color local”, lo vernáculo, la historia nacional, los relatos puertas adentro del país, la cosa íntima argentina, (eso de “color local” lo apunto así entre comillas con objeto de ponerlo en términos consonantes con quienes por ello lo denostaron). Es precisamente él quien, a través de su “doble cualidad”, universalidad/erudición (pero a su vez identificado con lo íntimamente nacional), posiciona a la Argentina literaria -como ningún otro escritor lo haya hecho-, a la palestra de la historia universal de la literatura.

Por otra parte, Borges no necesita que se lo defienda, ni requiere de panegíricos o epítetos bullangueros. Borges es para el lector, placer estético, desafío intelectual y permanente sondeo en lo profundo de la existencia humana.

No puede ser, bajo ningún punto de vista, una lectura pasatista, Borges requiere atención, concentración y tiempo y como acabo de apuntar, algún auxiliar adonde consultar la rica data que constantemente nos aporta…

Pasemos así al asunto objeto de esta publicación. Los hechos, los cuales no ocultan especulaciones, sencillamente son (o tal vez no tan sencillamente -ningún hecho humano lo es-…), circunstancias fácticas objetivas y descriptibles.

Dediquémonos a ello, a las anécdotas recopiladas durante su paso por en nuestra ciudad.

 

Siguiendo los pasos de Borges por Tres Arroyos

 

Los memoriosos, sin duda, tendrán presente el paso de Jorge Luis Borges por Tres Arroyos, quizá los más jóvenes no cuenten con detalles puntuales de sus dos únicas visitas. Es por ello que bien vale la pena refrescar un poco ese acontecimiento tan destacado que quedó incorporado, enriqueciéndolo, al acervo cultural de Tres Arroyos.

Borges visita la ciudad en dos oportunidades con motivo de disertar, en ambas ocasiones, en la histórica y entrañable Biblioteca Popular Sarmiento, donde en su libro de visitantes ilustres se conserva su firma y una cálida dedicatoria (que coincidentemente este año también celebra sus 125 años de pujante existencia) y asimismo es allí donde tuvieron lugar ambas presentaciones, no para hablar de su obra, de sus publicaciones o especulaciones filosófico/literarias sobre su producción, sino para referirse a dos escritores argentinos contemporáneos del autor de “Ficciones”, a quienes admiraba.

Recordemos las complejas circunstancias por las que Borges atravesaba para la época en que se produjo su visita.

Hace crisis su matrimonio con Elsa Helena Astete Millán, con quien había contraído matrimonio el año 1967.

Regresa a vivir junto a su madre, Leonor Acevedo Suárez de Borges, figura cardinal en su vida.

Ese mismo año publica su libro “El Informe de Brodie” con alta repercusión, no solo nacional sino en el mundo.

Por otra parte, Borges estaba muy alarmado por el grado de violencia y agitación social que asolaba por entonces al país. Un momento de la historia nacional en que las opiniones de la intelectualidad argentina tenían mucha gravitación debido al clima de fuerte agitación política. En ese contexto se produce su visita a Tres Arroyos.

 

 Primera visita

Según las fuentes consultadas, -yo no vivía por entonces en esta ciudad-, la primera vez que el escritor y pensador argentino de gravitación universal, visita Tres Arroyos. Fue un día miércoles 29 de julio de 1970, invitado por el activo y entusiasta Club de Lectores de Tres Arroyos. Evelyn Liébana de Doglioli, en nota periodística refiere: Llegó al aeroclub en uno de esos aviones pequeños de época, descendió acompañado por Norman Thomas di Giovanni, quien por entonces hacía sus traducciones al inglés. El vuelo tuvo un inconveniente, durante el mismo, una puerta se abrió de forma accidental, afortunadamente sin consecuencias, es por ello que al ser recibido allí por el escritor tresarroyense y asesor del Club de Lectores, Gustavo García Saraví, Borges le dice, “Gustavo, hace leguas que estoy muerto…”, que es justamente la última frase del libro de Saraví titulado “Soldado de la Independencia”. Este gesto además de ingenio muestra, por parte de Borges, delicadeza y un reconocimiento ya que le hace saber al escritor local que es conocedor de su trabajo.

En esta su primera visita, el gobierno municipal promulga un decreto por el cual se declara a Borges “huésped oficial…teniendo en cuenta que su visita distingue a nuestra ciudad por el honor que su presencia significa”

Fue presentado por Saraví ante un auditorio que colmaba, sentados y de pie, las instalaciones del salón de actos de la Biblioteca Sarmiento, la concurrencia fue tan masiva que se debieron colocar parlantes en el frente de la Biblioteca para que aquellos que no habían podido acceder, escuchasen desde el exterior del edificio su alocución. “En estas tierras crece el trigo más feroz del mundo, origen del pan y los júbilos…a pocos pasos de aquí, un museo de artes enorgullece a la ciudad y aquí, en la biblioteca multiplicada de Sarmiento, es un gusto y un asombro de sus habitantes, como probablemente no ha habido nunca, el día en que Borges viene por primera vez a Tres Arroyos”, dijo con clara emoción en la presentación Saraví.

Vale la pena recordar la fuerte fascinación que sentía Borges por la pampa, por la dilatada llanura, la cual en metáforas o alusiones expresas, se hace presente en muchas de sus obras, especialmente en la poética, aunque también en su prosa. Se fascinaba con ese indescriptible “vértigo horizontal”, como él lo expresaba, aludiendo a esa voluptuosa sensación que el inconmensurable paisaje pampeano le generaba…

En esta primera visita el tema de su exposición versó sobre la figura de Pedro Bonifacio Palacios, (cuyo seudónimo popularizado es Almafuerte), maestro poeta, escritor y periodista. Borges tituló a su conferencia: “La vida del angustiado, terrible y tierno Pedro Bonifacio Palacios”, expresando en algunos párrafos, “desarrolló una extraña vida plena de lucha y sufrimiento, recorriendo la provincia, creando escuelas en las que se hospedaban los niños pobres y se les enseñaba”. Prosigue Borges, “…lo primero que hacía Palacios cada vez que habilitaba un edificio escolar era arrancar el llamador y tirar la llave de su puerta como demostración de que estaba abierta a todo el que se acercara”. Lo define como “un místico sin Dios que no quiso ser como los que aman a dios por temor al castigo, sino por el mismo amor. Muere entero, no deja discípulos, ni siquiera una secta, aunque sea herética… fue el poeta más original que ha producido la patria argentina”. Concluye su disertación con cerrado aplauso por parte del “rumoroso auditorio, heterogéneo y entusiasta”, refiere la crónica del periódico La Voz del Pueblo.

Es precisamente en esta visita, la más extensa de las dos, cuando Borges dicta a Di Giovanni la última parte de lo que se conocería en los Estados Unidos como “la Autobiografía”, aparecida ese mismo año en el New Yorker.

Curiosamente la frase final de esa biografía es dictada por el mismo Borges a Di Giovanni en el cuarto que ocupó en el Parque Hotel de nuestra ciudad, hoy desaparecido “… lo que quiero ahora es paz, la alegría de pensar y la de la amistad y, aunque parezca muy ambicioso, la sensación de amar y ser amado”.

 

Segunda visita

 

En esta ocasión, Borges es invitado por la Agrupación Literaria de Tres Arroyos (ALTA), recientemente creada, ya que inicia sus actividades a fines de 1975 y cuyo objeto era el estudio de la literatura, sus autores y la difusión de actividades afines. Arriba el 2 de enero de 1976

El año anterior, tras una dramática agonía, fallece su madre. A tres años de su visita, sería galardonado con el premio Cervantes, máxima distinción de la lengua española.

A poco de su segunda visita el país enfrenta el golpe institucional cívico-militar del 24 de marzo de 1976, que genera el derrocamiento del gobierno de María Estela Martínez de Perón. Luego del golpe asume la conducción del país una junta militar que extenderá su mandato durante el dramático período autodenominado “proceso de reconstrucción nacional”.

La junta estaba integrada por los comandantes en jefe de las tres fuerzas armadas, en ese entonces el general Videla, el almirante Massera y el comodoro Agosti.

Se inicia de esta forma en el país una trágica y sangrienta etapa que dejará un saldo de miles de muertos y desaparecidos y que se extenderá hasta el inicio del retorno a la democracia, con la llegada del presidente constitucional Raúl Alfonsín.

El estado de agitación y zozobra, en el terreno de la política interior y la creciente tensión social era cada vez más grave e insostenible especialmente durante la etapa final del gobierno de la viuda del general Perón. Es en este contexto cuando se produce la llegada del escritor a nuestra ciudad.

Por entonces las agrupaciones culturales, tanto particulares como institucionales, desplegaban una importante actividad, las que tras el golpe caerían bajo el escrutinio de la censura del gobierno militar e incluso sufrieron persecución ideológica, tortura y hasta la desaparición física de personas por parte de la dictadura gobernante. La visita de Borges se produce dos meses y pocos días previos al golpe militar.

Se guardan numerosos testimonios de entonces, así volviendo al tema objeto de este artículo, traigo al presente comentarios y anécdotas de algunos de los protagonistas que posibilitaron la visita de Borges, mayormente integrantes de la agrupación ALTA, entre ellos Nora Giménez, autoridades de la Dirección de Cultura de Tres Arroyos y algunos entusiastas particulares.

Una vez enterados de que Borges se presentaría en Coronel Pringles, tuvieron el acierto de preguntarse por qué no invitarlo a Tres Arroyos. Fue así que con ese ímpetu propio de la juventud y de las instituciones noveles, se jugaron, algunos miembros de ALTA viajaron expresamente a la localidad vecina para escuchar su disertación y cometer el arrojado acto de invitarlo sin formalismos ni contactos previos.

La suerte, la admiración y el arrojo, se conjuraron y obraron en favor de este grupo de jóvenes. Lo cierto es que después de unos meses, el más reconocido escritor argentino y sin duda considerado entre los más influyentes del mundo, estaba instalado ante un nutrido auditorio en el salón de actos de la Biblioteca Sarmiento.

Algunos integrantes de la Agrupación, destacan que parte de la empresa tuvo que ver con una profesora de literatura del colegio secundario, la profesora Yolanda Ferrario, quien dictaba la materia en el Colegio Nacional de Tres Arroyos. Ferrario motivaba a sus alumnos con la lectura y desde luego en el capítulo de literatura argentina Borges no podía estar ausente.

Recuerdan que en ese momento trabajaban sobre un poema de Borges, “La vuelta”, incluido en su libro “Fervor de Buenos Aires” de 1923, escrito cuando contaba veinticinco años y a poco de regresar de su estancia en España. Este poema refiere su asombro por el redescubrimiento de su pago chico, de su sentido barrio y sus arrabales íntimos. El libro tuvo dos versiones o mejor, una reelaboración, el mismo Borges nos lo explica en el prólogo de sus “Obras Completas”, Emecé Editores /1923-1972 (publicado en 1974). Dice el escritor “No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades…”.

En conocimiento de esta revisión que Borges hizo sobre “Fervor de Buenos Aires”, los integrantes de ALTA que llegaron a Coronel Pringles para escucharlo, aprovechan muy bien la ocasión para hacerle una improvisada entrevista inquiriendo sobre el porqué de esas ligeras variantes en las versiones de su obra…

Como resultado consiguen que Borges acepte una invitación informal, que más tarde se transformaría en oficial, para conferenciar en Tres Arroyos.

El 2 de enero de 1976 el periódico La Voz del Pueblo anuncia, “…tal vez la personalidad más saliente de las letras contemporáneas, disertará hoy en nuestra ciudad… lo hará sobre otro grande de la literatura nacional, Leopoldo Lugones, en la Biblioteca Sarmiento a las 21 horas”.

Otros participantes recuerdan, …su traslado vía aérea fue facilitado por Berthel Skou, productor agrícola local dueño del establecimiento La Verbena, el señor Pequeño colaboró con la publicidad, Pourreix prestó su vehículo y así se sumaban distintos actores a esta empresa que fue coronada con el mayor éxito.

Se ofreció un almuerzo de recepción en su honor y como postre se sirvió su preferido, arroz con leche. Al enterarse de la nutrida comunidad danesa asentada en Tres Arroyos, el escritor demostró sumo interés ya que él era un especialista en lenguas nórdicas y deleitó a los presentes con anécdotas y sagas de la tradición vikinga.

Los asistentes a ese almuerzo recuerdan que cada tema que Borges tocaba, aunque fuera algo corriente y hasta baladí, inmediatamente se transformaba en su decir…, se iluminaba, reelaborándose, proyectándose y enriqueciéndose. Con un par de hilos sueltos, aportados ocasionalmente, tejía un magnífico y rico tapiz que a todos embelesaba.

En esta visita fue acompañado por María Kodama, quien había asistido como alumna a la cátedra de literatura anglosajona que por entonces dictaba Borges en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Al momento de su visita a Tres Arroyos, Kodama no era su mujer, sino que oficiaba de asistente. La permanencia de Borges se vio interrumpida y su partida debió adelantarse ya que Kodama y su madre habían sufrido un accidente automovilístico en Buenos Aires previo a este viaje y por ello debieron regresar de forma anticipada a Buenos Aires para que Kodama pudiera estar junto a su madre. Así la hora fijada para la conferencia se adelantó para las 15 y no como estaba anunciado a las 21 horas.

Pese a los cambios de último momento y al calor reinante en esa época de receso estival, tuvo una muy nutrida concurrencia, la que lo escuchó con la mayor atención y respeto.

El tema elegido en esta ocasión por el autor de “Historia Universal de la Infamia”, fue la obra y personalidad del escritor argentino Leopoldo Lugones.

Borges habló durante 40 minutos, abriendo su alocución con palabras reivindicatorias de la figura del escritor modernista autor de, entre otras obras, “La guerra gaucha”. Dijo que para él hablar de Lugones implicaba la necesidad de defenderlo, puesto que a pesar de haber sido una de las personalidades más destacadas de la literatura nacional, muchos eran quienes lo atacaban por esos días, “no creo que pueda haber una puesta de sol, expresó, sin recordar estos versos suyos ‘y muere como un tigre, solitario’. Solo lo atacábamos para defendernos de él…”, concluyó Borges.

A las 17 retornó a Buenos Aires, sólo había estado 4 horas y media.

Quiso ser esta simplemente una aproximación, no a la enorme figura borgeana inabarcable -lo cual no está a mi alcance-, sino un sencillo racconto recopilado de material de archivo periodístico el que generosamente me fue facilitado y que nos traen ciertas intimidades y anécdotas de su paso por nuestra ciudad.

(*) Agradecimientos. Muy especialmente, al periódico La Voz del Pueblo, al mensuario El Periodista y a la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento, que me permitieron el acceso a sus archivos. En esos medios gráficos se volcaron testimonios de Nora Giménez, Stella Maris Gil, Evelyn Liébana de Doglioli y de otros que participaron e hicieron posible la presencia del escritor en nuestra ciudad.

 

Fuente: la Voz del Pueblo – Tres Arroyos

https://lavozdelpueblo.com.ar/noticia/borges-en-tres-arroyos/

domingo, 10 de marzo de 2024

Borges conurbano

 

Por Guillermo David

10 de marzo de 2024

 

No hay mapa inocente. El accionar humano lo vuelve territorio y como tal rubrica regiones con alta condensación simbólica. Sus puntos cardinales señalan universos conceptuales complejos: buscamos el norte de nuestro destino, nos desorientamos y hacemos del occidente el polo civilizatorio dominante. El Sur, por su parte, es una metáfora de una potencia que no cesa.

 

Para la geopolítica es la Patagonia imaginaria y aventurera, los bravíos mares australes, la utopía antártica, el fin del mundo. Que, para las corrientes emancipatorias, será el recomienzo. La flecha hacia abajo que fue la marca de la revista Sur de Victoria Ocampo señaló un rumbo que centraba en un aquí perentorio el punto de mira con que se entablaba el diálogo con todas las culturas. Es decir, un programa soberano, que Borges tematizó en El escritor argentino y la tradición. En los cuarenta Joaquín Torres García dio vuelta el mapa del continente en su obra América Invertida. Con esa imagen disruptiva postulaba un movimiento artístico autárquico, emancipado de patrones culturales provenientes de los países centrales. “Nuestro Norte es el Sur” -tal su consigna-, significó un llamado a la creación heroica de los pueblos que habrían de transitar un sendero de búsquedas estéticas autóctonas.

 

Pero para un habitante de la ciudad de Buenos Aires como Jorge Luis Borges el Sur indicaba apenas el suburbio más allá de la avenida Rivadavia y la zona por entonces semi-rural emplazada sobre el Ferrocarril Roca. Aunque se trataba de un territorio cercano, su distancia social y cultural lo proponía como ámbito de experiencias singulares que le suscitaban una curiosidad casi etnográfica. Recorrer el sur de la ciudad era ir hacia lo otro y hacia el otro. La geografía era metáfora de su busqueda de la alteridad sustancial. Ser el otro es, en definitiva ser el mismo. Ese confín dialéctico que linda con la pampa mitológica era tierra de malevos, gauchos y compadritos, es decir, la zona donde la épica aún perduraba y que, ciertamente, alimentaría no pocas de sus ficciones. Adrogué es uno de esos puntos cruciales.

 

Situada a 23 km al sur de la Capital, sobre la línea del Roca, fue fundada por Esteban Adrogué, propietario del Hotel La Delicia del que los Borges serían huéspedes asiduos. Años antes, durante la infancia del escritor, su padre alquilaba la quinta La Rosalinda donde pasaban los veranos. “De regreso de Europa mi madre edificó una casita frente a la plaza Almirante Brown, que tuvimos que vender. Me acordaré siempre de las cadenas y de las anclas y de la estatua”. Hoy funciona allí el museo Casa Borges.

 

En su conferencia Adrogué en mis libros, de 1977, recordó: “Aquí aprendí a andar en bicicleta y paseé entre los árboles, los eucaliptus y las verjas”. Como en una reminiscencia proustiana, narró un episodio de memoria involuntaria sucedido durante su adolescencia suiza: “En 1918, hacia el fin de la Guerra, Europa fue asolada por la peste española. La municipalidad de Ginebra hizo quemar eucaliptos en grandes calderos en las plazas de la ciudad. De pronto sentí estar en Adrogué, estaba de nuevo en Adrogué, había vuelto. O mejor dicho: no me había alejado nunca, porque de algún modo yo siempre estuve aquí, siempre estoy aquí. Los lugares se llevan, los lugares están en uno”. En el poema Adrogué, de El hacedor, escribe: “Su olor medicinal dan a la sombra / Los eucaliptos: ese olor antiguo / Que, más allá del tiempo y del ambiguo / Lenguaje, el tiempo de las quintas nombra”. (…) “Pero todo esto ocurre en esta suerte/ De cuarta dimensión, que es la memoria. // Y en ella y sólo en ella están ahora/ Los patios y jardines”.

 

El Hotel La Delicia fue el sitio donde tuvo ciertas vivencias cruciales que inspiraron algunos de sus textos más conocidos. Una de ellas fue su intento de suicidio. Un amor contrariado, de los tantos que padecería, le indujo la idea, demasiado literaria, con la que coqueteaba en los textos de Schopenhauer. El verano del ‘35 Borges compró un revolver y una botella de ginebra Bols, sacó un pasaje de ida a Adrogué en Constitución y se alojó, irónico, en el cuarto n.º 48 (il morto qui parla). Tendido en el lecho apuró el trago hasta vaciar la botella, se llevó el caño a la sien y gatilló. La bala rozó sus cabellos. Se quedó dormido. En 25 de Agosto de 1983, texto en el que sueña un encuentro con su doble joven y suicida -el revólver sustituido por un frasco de píldoras, el hotel por la quinta- concluye: “Huí de la pieza. Afuera no estaba el patio ni las escaleras de mármol, ni la gran casa silenciosa ni los eucaliptus, ni las estatuas ni la glorieta ni las fuentes, ni el portón de la verja de la quinta en el pueblo de Adrogué”.

 

En Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, uno de sus personajes es Herbert Ashe, ingeniero de los ferrocarriles del sur, cuyo “recuerdo limitado y menguante persiste en el hotel de Adrogué, entre las efusivas madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos ”. Ese inglés “alto y desganado” que, “en vida, como tantos ingleses, padeció de irrealidad y muerto no es siquiera el fantasma que ya era entonces”, está basado en Mr. William Foy, un habitante espectral y lacónico de La Delicia al que recordaba con un libro de matemáticas bajo el brazo, que solía jugar ajedrez con el padre de Borges,.

 

Se dice que Funes, el memorioso nació de una noche de insomnio en el hotel. Pero donde mayor presencia cobra hasta ser una de las claves del cuento, es en La muerte y la brújula, cuya quinta Triste Le-Roy no es otro que La Delicia. “Entre el interminable olor de los eucaliptus” el detective Lönnrot va descubriendo la clave teológica de una sucesión de crímenes que lo tendrán, inesperadamente, como la última víctima -sobre todo, de su propia perspicacia. En el relato espiga aquí y allá imágenes de rombos -en algún momento dice losanges, en otros menciona arlequines-, que le inducirán el mapa triangular que une los tres primeros asesinatos. Estos requieren -postulan- un cuarto para completar el Tetragramaton, el nombre tácito de Dios, cuyo enigma Lönnrot había intentado descifrar en los libros cabalísticos que, sugestivos, acompañaban al primer muerto. Un compás y una brújula le indicaron el sitio de la cita final, a la que acudirá para cerrar el rombo previsto, “donde una exacta muerte lo espera”. “Vista de cerca, la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba en inútiles simetrías y en repeticiones maniáticas: una Diana glacial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra Diana; un balcón se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas se abrían en doble balaustrada. (…) Lönnrot exploró la casa. Por antecomedores y galerías salió a patios iguales y repetidas veces al mismo patio. (…) Por una escalera subió al mirador. La luna de esa tarde atravesaba los losanges de las ventanas. Lo detuvo un recuerdo asombrado y vertiginoso”. Una fotografía clásica muestra al ya anciano Borges, durante una visita a Adrogué, junto a la Diana Cazadora.

 

En largas caminatas con su padre y con su amigo Félix Della Paolera el joven Borges llegaba hasta Turdera, en uno de cuyos almacenes de ramos generales ambienta el cuento El Sur. “Una de las costumbres de su memoria era la imagen de los eucaliptos balsámicos y de la larga casa rosada que alguna vez fue carmesí”. En Turdera oyó alguna vez la historia de los hermanos Iberra, que según la leyenda disputaban guapeza y una misma mujer. Es el argumento de La intrusa y de la Milonga de los hermanos, que reza: “Traiga cuentos la guitarra / De cuando el fierro brillaba, / Cuentos de truco y de taba, / De cuadreras y de copas, / Cuentos de la Costa Brava / Y el Camino de las Tropas” (Alude al rancho donde vivían, cerca del Puente Viejo, hoy Avenida Frías). “Cuando Juan Iberra vio / Que el menor lo aventajaba / La paciencia se le acaba / Y le armó no sé qué lazo / Le dio muerte de un balazo / Allá por la Costa Brava. // Sin demora y sin apuro / Lo fue tendiendo en la vía / Para que el tren lo pisara / El tren lo dejó sin cara / Que es lo que el mayor quería.”

 

En la apertura de La intrusa Borges advierte que se trata de una versión desplazada, corregida y aumentada por el rumor, la memoria y el olvido. “En Turdera los llamaban los Nilsen”. “El barrio los temía a los colorados: no es imposible que debieran alguna muerte. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la peor parte”. La historia es conocida: acaban por compartir mujer y sórdidos recelos; la venden a un prostíbulo de Morón, pero deciden recuperarla. Fue peor. Un domingo la cargaron en un carro, tomaron por el Camino de las Tropas y junto a un pajonal, uno de ellos dijo: “A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los caranchos”.

 

Jorge Luis Borges alguna vez fantaseó con un destino más modesto, pero no menos entrañable, del que le cupo en suerte. En un reportaje había dicho: “Yo le tengo cariño al Sur: me gustaría ser Director de la Biblioteca de Lomas de Zamora”. Otra Biblioteca, infinita y eterna, junto con la noche, lo estaban esperando.

 

Fuente: Pagina12

https://www.pagina12.com.ar/719371-borges-conurbano

martes, 16 de enero de 2024

Borges en Salta

 

        Diario El Intransigente (Fuente: Archivo Histórico Provincial)

 

La visita fue auspiciada por la Dirección General de Cultura de la Nación, y la estadía incluyó conferencias en el Salón Auditorio de Radio Nacional, la visita a la redacción de los diarios, y la participación en un agasajo en la famosa casa del difusor cultural “Pajarito” Velarde. Luego dedicará unas lineas a la provincia que serán inmortalizadas en sus Textos Recobrados.

 

Facundo Sinatra Soukoyan

7 de enero de 2024

 

“Hace mucho que quería conocer esta provincia y ahora he podido satisfacer este antiguo deseo gracias a mi amigo salteño José Edmundo, director nacional de Cultura”. Estas fueron las palabras que el célebre escritor Jorge Luis Borges hilvanó en la entrevista realizada para el diario El Tribuno en sus primeras horas de visita por la provincia.

 

Corría mayo de 1964 y Borges llegaba por primera vez a Salta invitado por la Dirección General de Cultura de la Nación, gestión realizada por José Edmundo Clemente, “que me ha hecho posible conocer esta tierra. Me habría sentido culpable no haberla conocido”, comentaba Borges en otra entrevista concedida al diario El Intransigente.

 

El arribo de Borges será en compañía de la escritora María Esther Vázquez, quien también lo secundaría literariamente impartiendo cada uno una conferencia: la de Borges versaría sobre poesía gauchesca, y la de Vázquez, sobre “Falstaff o la temática de Shakespeare”.


 Ambas conferencias, que se dieron en diferentes días, fueron ejecutadas en el salón auditorio del antiguo edificio de Radio Nacional Salta, Mitre 294, con entrada libre y gratuita, y transmitidas íntegramente por la emisora.

 


 

En los pocos días que Borges permaneció en Salta tuvo como actividades centrales, más allá de la conferencia sobre poesía gauchesca, la visita a dos de los periódicos salteños más importantes de la época: El Tribuno y El Intransigente. En ambos mantuvo largas conversaciones, prestándose cordialmente a múltiples preguntas que se transformaron en entrevistas que ya son parte de la acervo histórico borgeano.

 

“Se considera a Borges el poeta más esencial del arrabal de Buenos Aires. Su cantor más inteligente y original. Y cuando de sus versos de habla, se ha hecho un lugar común el nombrar barrios con esquinas rosadas, de almacenes abiertos al silencio pensativo del truco”, introducía el diario El Intransigente dando pie a lo que luego sería un diverso intercambio entre periodistas del medio y el invitado de honor.

 

“Llegó hasta nuestra casa con paso lento, apoyado en un bastón y con el rostro despejado y sonriente”, comenta el periódico mientras avanza la entrevista sobre tópicos variados, algunos de cierta sensibilidad personal como cuando se conversó sobre su proceso de ceguera: “no hay nada poético. No ha sido de golpe, vino lentamente. Una especie de lento crepúsculo. Un lento atardecer de veranos. Así como se pasa de la llovizna a la sombra sin darse cuenta”, dirá Borges.


 “La llegada de Jorge Luis Borges, por primera vez a Salta, es para nuestro medio un acontecimiento de jerarquía. Constituye él, indudablemente, un verdadero maestro dentro de la literatura contemporánea”. Estas son algunas de las líneas previas que El Tribuno vertía en sus páginas horas antes de la llegada del literato.

 

Ya en la redacción, acompañado por el director de Radio Nacional, Raúl Araoz Anzoátegui, será recibido por el director del diario, Roberto Romero. En esa atmósfera responderá algunas consultas periodísticas que centrarán su inquietud en el mundo de las letras y sus actividades al momento de su visita.

 

Sobre este último punto Borges dirá: “En estos momentos estoy revisando con María Esther Vázquez un libro titulado 'Antigua literatura germánica' que es un texto sobre la literatura medieval de Inglaterra, Alemania y Escandinavia (…) Hace unos cuatro años estoy estudiando, o tratando de estudiar las lenguas germánicas medioevales”.

 

Luego responderá sobre la actividad literaria nacional, en la que destacará a “Carlos Mastronardi, Silvina Ocampo, y Magdalena Harriague, y en lo referente a la prosa los nombres de Adolfo Bioy Casares, Manuel Peyrou, de Eduardo Mallea y de Manuel Mujica Lainez. Este último ha vuelto renovándola a la antigua tradición de la novela caudalosa, llena de aventuras, destinos y vicisitudes”.

 

Los “Textos recobrados” reúnen colaboraciones de Jorge Luis Borges dispersas en diarios, revistas, libros y folletos, formando un corpus de escritos diversos, vinculados a diferentes experiencias vividas por el escritor. En dicha edición se compila específicamente el artículo “Argentina: el país maravilloso”, folleto escrito para la compañía Varig sobre lugares turísticos. En él pueden leerse estos párrafos dedicados especialmente a Salta.

 

“La provincia de Salta consta de dos regiones distintas; al este, el suelo llano está cubierto de arroyos y de bañados; al oeste, alto, cortado por numerosos valles regados por torrentes. Hacia el noroeste, acostada en el fondo del Valle de Lerma e inclinada en la falda de su cerro está Salta, la capital. Desde la cima del cerro se abarca la ciudad. La arquitectura es sobria y maciza; rejas hispánicas y amplios portales, casi conventuales, cuya decoración es el arabesco”.

 

La descripción del territorio continúa minucioso. “Hacia el oeste se abren los valles y quebradas Calchaquíes, famosos por la belleza de sus cerros solitarios, de barrancos verticales, donde mil metros abajo, el arroyo se precipita, blanco de espuma, sobre su cauce de pizarra. Para llegar a estas zonas hay que cruzar altiplanicies limitadas por las cumbres nevadas. Luego comienza el descenso por una pendiente entre áridas quebradas y muchedumbres de cactus gigantes. Atrás quedan los Nevados de seis mil metros de altura, donde se distinguen, a la luz purísima, roca por roca, filo por filo, hielos no alcanzados por el hombre; soledades presentes, casi palpables pero inaccesibles, precipicios enormes y ásperas aristas de basalto y cristal rotas sobre el azul. Allá vive, fuera del alcance del rifle, la preciosa chinchilla real, animalito frágil como una flor. Los valles son, en estas zonas, realmente oasis, manchas de verdor escondidas junto a los ríos, en las vegas y quebradas transversales de la cordillera”.

 

Más adelante, en quizás el pasaje más interesante y colorido de la descripción, Borges se adentra en una Salta humana y en movimiento: “Uno de los acontecimientos más coloridos e importantes es la fiesta del carnaval. Días enteros bailan los coyas. La música, salvaje en las bagualas, sensible y dulce en la vidala o alegre en el carnavalito, suena en los instrumentos nativos. Canta la vidala con su queja blanda:

 

Dicen que el carnaval viene

por el camino de Salta

ojalá traiga alegría

que penitas no nos faltan.

 

Aquella visita a Salta en mayo de 1964 tuvo como cierre un agasajo en la famosa casa del difusor y mecenas cultural “Pajarito” Velarde, lugar de paso indiscutido para toda aquella personalidad de la cultura argentina, y por qué no, extranjera, que pisara suelo salteño.

 

Se puede imaginar que entre empanada y vino amenizando la velada en la morada de Velarde, Borges fue decantando lo vivido en tierras salteñas, lugar que nunca antes había visitado. Esta experiencia sin duda fue motor del otrora texto que, aunque sencillo, resultó el único netamente dedicado a la provincia.

 

El viaje de Jorge Luis Borges junto a María Ester Vázquez siguió rumbo a San Salvador de Jujuy para luego regresar, solo de pasada, por Salta y seguir viaje a Tucumán, completando un periplo variado por el norte argentino. En aquel raid Borges dejó una estela, una marca, una posta imborrable del que muchos consideran uno de los máximos exponentes de las letras hispanas del siglo XX.

 

Fuente: Pagina 12

https://www.pagina12.com.ar/701772-borges-en-salta

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Borges en Paraná: raíces, visitas y la firma en un kiosco


 

Por Ramiro García

24 de agosto 2023

 

Paraná tiene numerosos lazos con el escritor, que dejó su firma hoy invisible en una pared.

 

El escritor argentino más reconocido en el país y el mundo, Jorge Luis Borges, nació el 24 de agosto de 1899, hecho del que este jueves se cumplen 124 años. El novelista, poeta, ensayista y traductor (es difícil y quizás injusto encerrar el genio en algunos de sus oficios) tiene fuertes lazos con la ciudad de Paraná y la provincia de Entre Ríos, desde sus raíces familiares, visitas varias como conferencista y amistades literarias y personales, hasta una curiosa “reliquia” caligrafiada en una pared del centro capitalino, hoy escondida de la vista del público.

 

Los orígenes de la familia

 

La ascendencia entrerriana de Borges se remonta a los albores de la década de 70 del siglo XIX. Era época de guerras internas en la Patria y Francisco Isidro Borges Lafinur, nacido uruguayo pero de carrera militar al servicio del gobierno central argentino, fue enviado con las tropas unitarias que debían defender Paraná de las ‘montoneras’ federales encabezadas por Ricardo López Jordán. Domingo Sarmiento gobernaba la incipiente y convulsionada Nación.

 

Durante la defensa unitaria de la capital entrerriana, el abuelo Francisco conoció a Frances Anne Haslam Arnett: “Fanny”. Borges habló de su abuela inglesa y paranaense por adopción en su autobiografía dictada en inglés a Norman Thomas Di Giovanni. “Nació en Staffordshire y su familia procedía de la región de Northumbria. Una azarosa trama de circunstancias la trajo a América del Sur”, recordaba el escritor, según encontramos en Infoner.

 

La abuela paterna perdió a su marido en la batalla de La Verde (Buenos Aires) de 1874, donde murió el abuelo Francisco. El linaje borgeano en Paraná incluye la contribución de “Fanny” Haslam a la expansión de la educación pública sarmientina. Viuda y madre de dos niños, en la década de 1870 recibía y alojaba a las maestras estadounidenses que llegaban a la ciudad, traídas para aprender castellano en la Escuela Normal recién fundada y, desde la capital entrerriana, repartirse por el país para instaurar el normalismo.

 

La abuela de Borges albergaba las docentes en su casona, entonces ubicada en Alameda de la Federación 525, domicilio actual de un edificio, sabemos por Laura Ramos y su libro Las señoritas (Lumen, 2021).

 

En Paraná nació, en 1874, Jorge Guillermo Borges. El padre del autor universal vivió en la ciudad su infancia y adolescencia y se mudó a Buenos Aires, junto a la familia, para estudiar Derecho, aunque su vocación eran las letras.

 

“Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música”, valoró Borges en su autobiografía. De Guillermo Borges quedó la novela El Caudillo, “sobre la historia de Entre Ríos”, la describió el hijo.

 

Las visitas del escritor

 

El escritor argentino más conocido visitó algunas veces Paraná como nieto y otras como autor e intelectual, ya consagrado en la escena nacional de las letras. La primera conferencia de la que se tiene registro fue en 1952, en la Biblioteca Popular de calle Buenos Aires y auspiciada por la Asociación Mariano Moreno y el Centro Cultural Carlos María Onetti.

 

Entonces Borges era presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y ese año publicaba su ensayo El Martín Fierro. Eran años de gobierno peronista y el autor de El Aleph era un conocido opositor. Esto habría condicionado que la asistencia de público a la charla no sea masiva, y que Borges, luego, mantuviera una cena “discreta” en el restaurante de la Sociedad Italiana, en calle San Martín frente a plaza Alvear. Lo acompañaron el ex gobernador Raúl Uranga, Juan L. Ortiz, Julio H. Meirama y la anfitriona de la visita, Beatriz Bosch.

 

Según relata Iris Longo en La herencia entrerriana en Borges, camino a la charla el escritor le confesó a la historiadora que “nunca había imaginado salir a dar conferencias”. El rebusque derivaba de la renuncia del autor a su trabajo como bibliotecario en Boedo, cuando el gobierno peronista lo designó “inspector de mercados de aves de corral” para castigarlo por su crítica despiadada al justicialismo.

 

Cumplida la disertación en su suelo paterno, Borges partió en ferrocarril hacia Gualeguay, donde continuaba su gira entrerriana que lo llevaba también a Nogoyá y Gualeguaychú.

 

En julio de 1963 se produjo la visita más memorable de Borges a la capital de Entre Ríos. La conferencia en el Colegio de Escribanos de calle Urquiza, organizada nuevamente por la Asociación Mariano Moreno, se anunció durante varios días previos en El Diario, cuya Redacción visitó el disertante. Sus libros ya se leían en inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa, griego, eslovaco y árabe y el autor de El Hacedor daba conferencias en Europa y Estados Unidos.

 

La charla que lo trajo a Paraná se tituló El arte de la narración y convocó esta vez a tanto público que la fila impaciente por ingresar al auditorio de los escribanos daba vuelta la esquina por calle Buenos Aires. Así lo recordaba Elida Guzmán, anfitriona de Borges y organizadora del evento como presidenta de la asociación Mariano Moreno, en la revista que se editó de forma especial por el 70° aniversario de la asociación cultural.

 

‘Elidita’ contó allí que Borges arribó a Paraná al brazo de su madre Leonor Acevedo, que lo asistía por la falta de visión que ya afectaba la vida del artista. Y reseñó, a su vez, que los acompañó a llevar flores a la tumba del bisabuelo (abuelo materno de su padre), Edward Young Haslam, cuyos restos aún descansan en el Cementerio Municipal paranaense.

 

Según Elida Guzmán, la madre de Borges le reveló que su hijo equivocó el texto de la charla destinada al público parananese por el que tenía que dar en su siguiente estación conferencista: La Pampa. También, dijo ‘Elidita’ en la entrevista de la edición 70° aniversario, la madre del pensador le confesó que estaba cansada de las giras literarias y que el episodio pampeano sería el último. “Para mí siempre ha sido una compañera -sobre todo en los últimos tiempos, cuando me quedé ciego- y una amiga comprensiva y tolerante”, alababa Borges a su madre en la autobiografía ya citada. De la capital entrerriana fueron a Santa Fe, desde donde el escritor y su mamá tomaron un colectivo a Rosario.

 


Este paso borgeano por la ciudad es el más icónico porque el escritor dejó plasmada su firma, el 27 de julio de 1963, en la pared de la entonces sede -a la vez- de la Asociación Mariano Moreno y el Fondo Nacional de las Artes, cuya delegada provincial era Elida Guzmán.

 

La gestora cultural vivía en la casa de Laprida 19 cuyo garaje, una especie de laboratorio artístico, oficiaba de también de redacción de la revista Orquídea que se publicaba por esos años en Paraná. Además de Borges, Guzmán fue allí también anfitriona de personalidades artísticas como Manuel Mujica Láinez y María Elena Walsh, entre muchas otras. La costumbre era registrar cada visita con una dedicatoria manuscrita para la dueña de casa.

 

La firma del autor de Otras Inquisiciones, y la de muchos otros visitantes, fue descubierta casi medio siglo después de forma casual, con la pequeña usina cultural de Guzmán convertida en un kiosco. En 2011 el entonces concejal Horacio Piceda entró al comercio y, curioseando, encontró que una de sus paredes estaba tapada de firmas de un valor histórico y cultural trascendental para la ciudad.

 

La firma de Borges entre las bebidas y golosinas del drugstore frente a la plaza Alvear fue noticia hace 12 años y cada tanto se la recuerda. En ese momento, incluso, se habló de promesas municipales de resguardar las rúbricas como Patrimonio Cultural. Una vez que pasó el entusiasmo inicial, la iniciativa quedó en la nada.

 

UNO visitó esta semana el kiosquito céntrico y no hay ninguna protección de la famosa pared. La estampa manuscrita de Borges ni siquiera se ve: quedó detrás de una estantería amurada y repleta de galletitas y snacks. “La habrán puesto ahí para protegerla”, sugirió un cliente que estaba de paso, no se sabe si con ironía o candidez.

 

Terminaban los ‘60 cuando Jorge Luis Borges dio su última conferencia magistral en Paraná. Entonces estaba casado con su primera esposa, Elsa Millán, de quien se separó un año después. Corregía, editaba y traducía poesía en español e inglés, mientras preparaba su próximo libro de cuentos, El Informe Brodie.

 

Esa visita paranaense tuvo registros fotográficos, fechados el 14 de agosto de 1969. Borges fue recibido en Casa de Gobierno por el gobernador de facto Ricardo Favre y parte de su gabinete. Regía en el país la dictadura militar de Juan Carlos Onganía.

 

La conferencia de esa ocasión se hizo en el Auditorio del Instituto del Seguro, frente a la plaza 1° de Mayo. Borges fue convocado en un ciclo organizado por una empresa fabricante de máquinas de escribir y habló sobre "El tiempo y los libros”, rescató el profesor e historiador Rubén Bourlot.

 

Las visitas paranaenses fueron algunas de las que el escritor fundamental hizo a Entre Ríos. Entre otras, se destacan su presencia en 1981 en Villaguay, donde brindó una conferencia sobre su amigo, Carlos Mastronardi, como confirma lacrónica de Mario Daniel Villagra, y en 1982, de nuevo en Gualeguay, esta vez por motivos fúnebres: el traslado de los restos del poeta.

 

El autor de Memorias de un Provinciano protagonizó el vínculo de amistad a la vez intelectual y personal más profundo que relaciona a Borges con Entre Ríos. Pero también frecuentaba a Evaristo Carriego, cuyo vínculo heredó de su padre, y a Alberto Gerchunhoff, con quien compartió redacciones en la revista Nosotros y el diario La Nación, y gestiones en la Sociedad Argentina de Escritores.

 

Numerosas referencias y reseñas borgeanas a estos autores están recuperadas y analizadas en “La herencia entrerriana en Borges”, de Iris Longo, quizás la lectura más recomendada para adentrarse en los lazos del escritor de El Libro de Arena con la provincia.

 

“Entre Ríos de algún modo me pertenece”, resumió el propio escritor ante Fernando Sorrentino en Siete conversaciones con Jorge Luis Borges, “ya que mi padre nació en Paraná, o, como se decía entonces, en el Paraná”.

 

Fuente: UNO

https://www.unoentrerios.com.ar/la-provincia/borges-parana-raices-visitas-y-la-firma-un-kiosco-n10084748.html