domingo, 25 de diciembre de 2011

Conferencia de Jorge Luis Borges sobre la metáfora.


En el Instituto de España, de Madrid en 1980

«No aspiro a ser inscrito en la literatura, pero si tan sólo un verso mío se quedara en el lenguaje, en la boca del pueblo, me sentiría recompensado». Esta es una de las confesiones que hizo ayer el escritor argentino Jorge Luís Borges en el transcurso de un diálogo que siguió a la conferencia que, sobre el título La metáfora, pronunció en la sede del Instituto de España, de Madrid, ante un auditorio integrado por más de seiscientas personas, en su mayoría jóvenes. Lo que en principio se anunció como una conferencia, se convirtió por deseo expreso del propio Borges en un diálogo que duró más de una hora sobre la vida y obra del escritor y en un repaso común a buena parte de la literatura mundial relacionada con el tema de la metáfora. Entre los asistentes, que intervinieron en el diálogo se encontraban escritores y lingüistas. Cerca del escritor argentino tomaron asiento políticos como Serrano Súñer, Hernández Gil y Fernando Chueca Gotia.

En su exposición inicial, Jorge Luís Borges, de memoria, puesto que desde 1955 está ciego, insistió en dos puntos básicos que él distinguía en cualquier discurso que se pudiera construir sobre la metáfora: la existencia de metáforas esenciales y la de metáforas nuevas o modificaciones de las mismas que podrían crearse a partir de «tres o cuatro, o siete, u once, si ustedes prefieren, que existen en toda la literatura».

Sin la más mínima duda en su dicción fue citando metáforas en el idioma original de los autores (griego, latín, alemán, inglés, francés, chino y español) que las habían creado, y se detuvo especialmente en aquellas que hacían referencia a «el río y el tiempo» (Heráclito, Unamuno, Jorge Manrique, Luis de Góngora, Cansinos Aséns, Dante ... ), a «los ojos» (Platón, Chesterton, Víctor Hugo ... ), a «la vida y el sueño» (Schopenhauer, Calderón, Shakespeare, Wagner, Homero ... ) y otros temas más dispersos.

A continuación, Borges analizó la posibilidad de ensayar variaciones a las pocas metáforas esenciales, para lo que pidió al público que le ayudara. «Juntos encontraremos nuevas imágenes. Me gusta este juego». Pero dentro de este juego, Borges, contestando a diversas preguntas del público, definió de alguna manera su obra: «las mejores metáforas son las que no tienen autor, las que nacen del pueblo, las que se crean (citó a Montaigne) en los mercados. Poeta era, por ejemplo, el anónimo que inventó la metáfora "echar la casa por la ventana"».

«El sentido intelectual de los versos, diría en otro momento, no es lo que importa. Lo que importa es el hecho de que estos versos nos hieran. La poesía no necesita justificación. Debe herirnos. Los versos están hechos para ser recitados, y las metáforas adquieren otra dimensión cuando son recitadas».

Jorge Luís Borges añadiría sobre su obra y su persona: «Yo no entiendo mis versos, los escribo. Ahora trato de escribir cosas más sencillas y menos asombrosas. No conviene conocer demasiado la biografía del poeta. Conviene sencillamente leer sus obras. Si uno conoce las circunstancias personales en las que se fraguó la poesía que lee, es peor porque tiene el peligro de que, entre otras cosas, pueda pensar mal del autor. A la larga, la poesía es anónima».

Borges explicó que tres de sus palabras, términos o conceptos favoritos, son los de espejo, laberinto y tigre. «En el tigre, por ejemplo, se hermanan ideas opuestas de ferocidad y belleza». En este punto, el escritor argentino recordó la metáfora de Cansinos Aséns cuando para expresar el amor a la mujer que amaba escribió: «Yo sería para tí como un tigre de ternura». «El tigre provoca mucho la imaginación y es también inocente».

Para terminar, dijo tres cosas: «El hombre cree dibujar el mundo y, en realidad, dibuja su propio rostro. No me considero poeta. He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires».

Fuente : El País – España
J. FERNANDEZ BEAUMONT
23/04/1980

1 comentario: