Por Ramiro García
24 de agosto 2023
Paraná tiene numerosos lazos con el escritor, que dejó su firma hoy invisible en una pared.
El escritor argentino más reconocido en el país y el mundo, Jorge Luis Borges, nació el 24 de agosto de 1899, hecho del que este jueves se cumplen 124 años. El novelista, poeta, ensayista y traductor (es difícil y quizás injusto encerrar el genio en algunos de sus oficios) tiene fuertes lazos con la ciudad de Paraná y la provincia de Entre Ríos, desde sus raíces familiares, visitas varias como conferencista y amistades literarias y personales, hasta una curiosa “reliquia” caligrafiada en una pared del centro capitalino, hoy escondida de la vista del público.
Los orígenes de la familia
La ascendencia entrerriana de Borges se remonta a los albores de la década de 70 del siglo XIX. Era época de guerras internas en la Patria y Francisco Isidro Borges Lafinur, nacido uruguayo pero de carrera militar al servicio del gobierno central argentino, fue enviado con las tropas unitarias que debían defender Paraná de las ‘montoneras’ federales encabezadas por Ricardo López Jordán. Domingo Sarmiento gobernaba la incipiente y convulsionada Nación.
Durante la defensa unitaria de la capital entrerriana, el abuelo Francisco conoció a Frances Anne Haslam Arnett: “Fanny”. Borges habló de su abuela inglesa y paranaense por adopción en su autobiografía dictada en inglés a Norman Thomas Di Giovanni. “Nació en Staffordshire y su familia procedía de la región de Northumbria. Una azarosa trama de circunstancias la trajo a América del Sur”, recordaba el escritor, según encontramos en Infoner.
La abuela paterna perdió a su marido en la batalla de La Verde (Buenos Aires) de 1874, donde murió el abuelo Francisco. El linaje borgeano en Paraná incluye la contribución de “Fanny” Haslam a la expansión de la educación pública sarmientina. Viuda y madre de dos niños, en la década de 1870 recibía y alojaba a las maestras estadounidenses que llegaban a la ciudad, traídas para aprender castellano en la Escuela Normal recién fundada y, desde la capital entrerriana, repartirse por el país para instaurar el normalismo.
La abuela de Borges albergaba las docentes en su casona, entonces ubicada en Alameda de la Federación 525, domicilio actual de un edificio, sabemos por Laura Ramos y su libro Las señoritas (Lumen, 2021).
En Paraná nació, en 1874, Jorge Guillermo Borges. El padre del autor universal vivió en la ciudad su infancia y adolescencia y se mudó a Buenos Aires, junto a la familia, para estudiar Derecho, aunque su vocación eran las letras.
“Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música”, valoró Borges en su autobiografía. De Guillermo Borges quedó la novela El Caudillo, “sobre la historia de Entre Ríos”, la describió el hijo.
Las visitas del escritor
El escritor argentino más conocido visitó algunas veces Paraná como nieto y otras como autor e intelectual, ya consagrado en la escena nacional de las letras. La primera conferencia de la que se tiene registro fue en 1952, en la Biblioteca Popular de calle Buenos Aires y auspiciada por la Asociación Mariano Moreno y el Centro Cultural Carlos María Onetti.
Entonces Borges era presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y ese año publicaba su ensayo El Martín Fierro. Eran años de gobierno peronista y el autor de El Aleph era un conocido opositor. Esto habría condicionado que la asistencia de público a la charla no sea masiva, y que Borges, luego, mantuviera una cena “discreta” en el restaurante de la Sociedad Italiana, en calle San Martín frente a plaza Alvear. Lo acompañaron el ex gobernador Raúl Uranga, Juan L. Ortiz, Julio H. Meirama y la anfitriona de la visita, Beatriz Bosch.
Según relata Iris Longo en La herencia entrerriana en Borges, camino a la charla el escritor le confesó a la historiadora que “nunca había imaginado salir a dar conferencias”. El rebusque derivaba de la renuncia del autor a su trabajo como bibliotecario en Boedo, cuando el gobierno peronista lo designó “inspector de mercados de aves de corral” para castigarlo por su crítica despiadada al justicialismo.
Cumplida la disertación en su suelo paterno, Borges partió en ferrocarril hacia Gualeguay, donde continuaba su gira entrerriana que lo llevaba también a Nogoyá y Gualeguaychú.
En julio de 1963 se produjo la visita más memorable de Borges a la capital de Entre Ríos. La conferencia en el Colegio de Escribanos de calle Urquiza, organizada nuevamente por la Asociación Mariano Moreno, se anunció durante varios días previos en El Diario, cuya Redacción visitó el disertante. Sus libros ya se leían en inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa, griego, eslovaco y árabe y el autor de El Hacedor daba conferencias en Europa y Estados Unidos.
La charla que lo trajo a Paraná se tituló El arte de la narración y convocó esta vez a tanto público que la fila impaciente por ingresar al auditorio de los escribanos daba vuelta la esquina por calle Buenos Aires. Así lo recordaba Elida Guzmán, anfitriona de Borges y organizadora del evento como presidenta de la asociación Mariano Moreno, en la revista que se editó de forma especial por el 70° aniversario de la asociación cultural.
‘Elidita’ contó allí que Borges arribó a Paraná al brazo de su madre Leonor Acevedo, que lo asistía por la falta de visión que ya afectaba la vida del artista. Y reseñó, a su vez, que los acompañó a llevar flores a la tumba del bisabuelo (abuelo materno de su padre), Edward Young Haslam, cuyos restos aún descansan en el Cementerio Municipal paranaense.
Según Elida Guzmán, la madre de Borges le reveló que su hijo equivocó el texto de la charla destinada al público parananese por el que tenía que dar en su siguiente estación conferencista: La Pampa. También, dijo ‘Elidita’ en la entrevista de la edición 70° aniversario, la madre del pensador le confesó que estaba cansada de las giras literarias y que el episodio pampeano sería el último. “Para mí siempre ha sido una compañera -sobre todo en los últimos tiempos, cuando me quedé ciego- y una amiga comprensiva y tolerante”, alababa Borges a su madre en la autobiografía ya citada. De la capital entrerriana fueron a Santa Fe, desde donde el escritor y su mamá tomaron un colectivo a Rosario.
Este paso borgeano por la ciudad es el más icónico porque el escritor dejó plasmada su firma, el 27 de julio de 1963, en la pared de la entonces sede -a la vez- de la Asociación Mariano Moreno y el Fondo Nacional de las Artes, cuya delegada provincial era Elida Guzmán.
La gestora cultural vivía en la casa de Laprida 19 cuyo garaje, una especie de laboratorio artístico, oficiaba de también de redacción de la revista Orquídea que se publicaba por esos años en Paraná. Además de Borges, Guzmán fue allí también anfitriona de personalidades artísticas como Manuel Mujica Láinez y María Elena Walsh, entre muchas otras. La costumbre era registrar cada visita con una dedicatoria manuscrita para la dueña de casa.
La firma del autor de Otras Inquisiciones, y la de muchos otros visitantes, fue descubierta casi medio siglo después de forma casual, con la pequeña usina cultural de Guzmán convertida en un kiosco. En 2011 el entonces concejal Horacio Piceda entró al comercio y, curioseando, encontró que una de sus paredes estaba tapada de firmas de un valor histórico y cultural trascendental para la ciudad.
La firma de Borges entre las bebidas y golosinas del drugstore frente a la plaza Alvear fue noticia hace 12 años y cada tanto se la recuerda. En ese momento, incluso, se habló de promesas municipales de resguardar las rúbricas como Patrimonio Cultural. Una vez que pasó el entusiasmo inicial, la iniciativa quedó en la nada.
UNO visitó esta semana el kiosquito céntrico y no hay ninguna protección de la famosa pared. La estampa manuscrita de Borges ni siquiera se ve: quedó detrás de una estantería amurada y repleta de galletitas y snacks. “La habrán puesto ahí para protegerla”, sugirió un cliente que estaba de paso, no se sabe si con ironía o candidez.
Terminaban los ‘60 cuando Jorge Luis Borges dio su última conferencia magistral en Paraná. Entonces estaba casado con su primera esposa, Elsa Millán, de quien se separó un año después. Corregía, editaba y traducía poesía en español e inglés, mientras preparaba su próximo libro de cuentos, El Informe Brodie.
Esa visita paranaense tuvo registros fotográficos, fechados el 14 de agosto de 1969. Borges fue recibido en Casa de Gobierno por el gobernador de facto Ricardo Favre y parte de su gabinete. Regía en el país la dictadura militar de Juan Carlos Onganía.
La conferencia de esa ocasión se hizo en el Auditorio del Instituto del Seguro, frente a la plaza 1° de Mayo. Borges fue convocado en un ciclo organizado por una empresa fabricante de máquinas de escribir y habló sobre "El tiempo y los libros”, rescató el profesor e historiador Rubén Bourlot.
Las visitas paranaenses fueron algunas de las que el escritor fundamental hizo a Entre Ríos. Entre otras, se destacan su presencia en 1981 en Villaguay, donde brindó una conferencia sobre su amigo, Carlos Mastronardi, como confirma lacrónica de Mario Daniel Villagra, y en 1982, de nuevo en Gualeguay, esta vez por motivos fúnebres: el traslado de los restos del poeta.
El autor de Memorias de un Provinciano protagonizó el vínculo de amistad a la vez intelectual y personal más profundo que relaciona a Borges con Entre Ríos. Pero también frecuentaba a Evaristo Carriego, cuyo vínculo heredó de su padre, y a Alberto Gerchunhoff, con quien compartió redacciones en la revista Nosotros y el diario La Nación, y gestiones en la Sociedad Argentina de Escritores.
Numerosas referencias y reseñas borgeanas a estos autores están recuperadas y analizadas en “La herencia entrerriana en Borges”, de Iris Longo, quizás la lectura más recomendada para adentrarse en los lazos del escritor de El Libro de Arena con la provincia.
“Entre Ríos de algún modo me pertenece”, resumió el propio escritor ante Fernando Sorrentino en Siete conversaciones con Jorge Luis Borges, “ya que mi padre nació en Paraná, o, como se decía entonces, en el Paraná”.
Fuente: UNO
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