15 de enero de 2024
Marcela Ayora
PARA LA NACION
Hay una película basada en un cuento de Borges que recibió, en noviembre, un premio en el 13° Festival de Cine de Guadalajara. Pero ese no es un dato suelto. Ni el único. Viene de una conexión del director, Eloy González (Lomas de Zamora, 1979), que es también actor, director teatral, con varios puntos que cruzan con el universo borgeano. Una infancia en Adrogué, en esas calles de adoquines y silencios por las que caminó, antes, el escritor; ahí, donde los juegos del niño que más tarde haría la película, se sucedían en la casa de un abuelo que había sido amigo de un gran amigo de Borges, ahí en el sur. La misma casa donde la abuela poeta le leía poesía al pequeño Eloy o le hablaba de las antigüedades que ella coleccionaba, las que había en la sala o en el living, con las que González armó parte de su imaginario. Pero también están las caminatas de ese niño que, ya adolescente y a la salida de clases del secundario, pasaba por Las Delicias, el lugar icónico donde hasta el autor de El Aleph tiene una foto que rememora su propia infancia con su familia en ese lugar. Y una amistad, de adulto, con María Kodama, un ida y vuelta que terminó poniéndole a un bote de él, el nombre de ella; en largas charlas y encuentros, en el sí de Kodama para autorizar el trabajo con cuentos de Borges. Así, en plural. Porque está el film, El evangelio según Marcos, basado en el cuento homónimo que pertenece al libro El informe de Brodie. Y antes, una obra teatral que tomaba Las ruinas circulares, y a futuro, un proyecto también basado en un cuento que Kodama autorizó poco antes de morir.
Pero entre lo que se construyó de subjetividad en la infancia y la adolescencia de Eloy González y la película, hubo un sueño. Quizá, uno común, tan común, que muchos piensan en hacerlo, pero lo dejan ahí; otros, en cambio, arrancan con una primera acción: tomar una mochila y salir al mundo. O pasado en limpio, sería más o menos así: subirse a un bote, leer y leer. El director pasó de vivir en el microcentro porteño haciendo puestas teatrales que van desde ciclos de concierto de música contemporánea del Teatro San Martín, el Centro de Experimentación del Teatro Colón, a tomar un barco pequeño y navegar el Amazonas leyendo la obra de Borges. González lo recuerda así: “En 2005, después de estrenar una obra de Pablo Picasso, había un barcito en la esquina de mi casa que se llamaba Amazonas. Yo tenía ganas de ir a un lugar exótico. Viviendo en medio de la ciudad, en Santa Fe y Talcahuano, quería pasar un tiempo en el Amazonas. Estar en la selva. Y me fui”. Así empezó un camino del acá y allá. Vive desde 2012 en el norte de Brasil –frente al mar–, donde es subsecretario de Cultura en Barra de San Antonio. Por estos días, pasó por Buenos Aires a continuar con el rodaje de El evangelio según Marcos.
Cuando se mira en escenas
Para llegar al cine, primero estuvo la construcción de una mirada del teatro. Eloy González estudió en la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD). Mientras estudiaba, trabajó en una librería. “Obvio, miraba los libros que había. Encontré uno de pinturas de Pablo Picasso, y en ese libro había una escena de una obra de teatro que él había escrito: El deseo atrapado por la cola. Una obra totalmente surrealista que nunca se había estrenado en la Argentina. Yo tenía 24 años. Empecé a ver dónde la podía encontrar. Por esos días vivía muy cerca del teatro Cervantes. La busqué en la biblioteca y la encontré. Me voló la cabeza. Había sido donada por Kive Staiff”. Trabajó la obra con la sala de experimentación del Colón. Respecto de la obra en sí, desde el sitio web de Eloy González se puede leer esta aclaración: “Esta obra fue escrita en 1941 y en ese año se dio una lectura entre amigos del artista. No hay registro de que la obra de Pablo Picasso haya sido presentada en la Argentina hasta el estreno inédito del 2004″. Llegó a hacer una puesta en un sótano del Pasaje de la Piedad. “Conseguimos todo el vestuario del Teatro Colón. El público empezó a ser súper ecléctico: desde famosos de televisión hasta intelectuales, estudiantes de teatro, literatura, pintura”. Después, seguirían otras puestas. Y de nuevo, Borges.
En 2005 Eloy conoció a María Kodama. Luego, el viaje por el Amazonas con las lecturas de la obra de Borges. Al año siguiente, a propósito de los 20 años de la muerte del escritor, le encargaron una obra. Desde ese homenaje organizado por Kodama surgió la instalación teatral Enigmas del tiempo, protagonizada por Marita Ballesteros, que se estrenó en la ex Biblioteca Nacional de Buenos Aires, aquella que dirigiera Borges, en la calle México. Basada en el cuento “Las ruinas circulares”, del que Kodama le dijera al director, que era su preferido. Y como Eloy González dice cada tanto: “Todo tiene que ver con todo”. A este hijo de un padre tenista y una madre profesora de Educación física, trabajar con Marita Ballesteros lo vuelve a llevar, una vez más, al Adrogué de Borges. A su propia historia. Su papá y la actriz son primos. Criados en una casa arriba de la otra. Compartieron infancia y adolescencia y el olor a los eucaliptos de los poemas borgeanos: “En cualquier lugar del mundo en que me encuentre, cuando siento el olor de los eucaliptos, estoy en Adrogué”.
Entonces, del aniversario de una muerte –Borges–, surgió una obra. Del impacto de otras, nace lo que González llamo Necrodrama, un proyecto de teatro documental sobre la partida de personas jóvenes. Aunque en sus inicios, fue a propósito de la muerte de Luciano Pavarotti (2007) y de los 10 años de Lady Di (1997). Y como un marco dentro del marco, el ciclo arrancó con el estreno un 2 de noviembre, Día de los Muertos. “Quise hacer misa de Réquiem de Verdi en otro lugar que no fuera el Colón. Me recomendaron el teatro Verdi de La Boca. Cuando llegué, lo vi y me encantó. No sabía con qué personajes hacerla y convoqué a personajes de otras obras que yo había hecho y los invité a participar de esa misa. Los personajes, muertos en las obras que ya no se hacían, revivieron en esta nueva obra”.
Con respecto al sentido de estas puestas, el director destaca el lugar de los huecos. “Empecé a hablar de la ausencia, que es de lo que habla el necrodrama, sobre la muerte de las personas”. Luego haría otros ciclos en el teatro de Cristina Banegas, El excéntrico de la 18, solo en noviembre, de 2007 al 2012. Ya en la selva brasileña, construyó su casa que mira al mar con ladrillos a la vista y ventanas alargadas que fueran de una iglesia, todo rodeado de cocoteros, mangos, bananeras, árboles. Allí empezaría a hacer cine, con una película, Diamante. De ese posicionamiento frente a una cámara, pero con ojos seteados por el teatro, nacería la versión de El evangelio según Marcos.
Borges en presente
Una casa antigua en medio del campo donde todo es cielo y puro verdor. Una temperatura del color que da cuenta de una decisión de estética. La dirección de fotografía está a cargo de Leo Calzoni. Y una lentitud adrede que obliga a quien mira a entrar a un modo de contar, a ir a otro ritmo. Esta es la propuesta de la adaptación de Eloy González al cuento de Borges que, junto con el guionista Diego Fleischer, dieran forma a esta reversión. Porque hay otra, de 1993, de manos de Héctor Olivera. A 30 años de aquélla, este nuevo film, que está en proceso, fue macerado lejos de la pampa. “Estando en Brasil, releí El informe de Brodie. Un libro que tiene una teatralidad y algo muy cinematográfico, con un trasfondo muy filosófico. Se lo conté a María (Kodama). Me dijo que sí. Me pidió un guion para ver cómo lo quería hacer. Paloma Contreras me presentó a Diego Fleischer. Empezamos a pensarlo y llegó la pandemia. Me fui a Brasil. Con Fleischer trabajábamos y después hablaba con María Kodama para ver qué cosas modificar. Un intercambio con ella que surgió con mucha naturalidad y respeto a Borges”, sostiene González. Pero también está lo más concreto que es cómo financiarla. Sobre esto, el director dice: “La idea es que la película tenga un recorrido de festivales. Darle otro carácter. Tuve que ver de qué manera se iba a filmar la película y a la vez que estuviera la altura que Borges tiene que tener. Fue difícil”. De a poco aparecieron formas de financiar, que es el gran tópico. “Me presentaron una productora de cine, Río azul films. Ellos se asociaron con una productora, Landia, de México, que nos apoyó con equipos en toda la parte técnica. Pude conseguir lo básico para hacer una película de buena calidad”.
Y surge la pregunta. Cómo desde un cuento de Borges, donde no sobra ni una preposición, se logra esa ampliación. Diego Fleischer, el guionista, dice: “Si bien el cuento es corto y carece casi de diálogos, sus oraciones tienen mucha acción comprimida. Busqué los espacios en donde Borges dejaba la puerta abierta para volcar mi imaginación y unirla a la suya. El cuento funcionó como una estructura sólida, y lo que agregué sobre Baltasar, el personaje principal, tuvo el propósito de generar más intriga. Sumé situaciones que lo humanizan y manejé el suspenso con ritmo progresivo para tomar velocidad y sentir, luego de más de una hora de película, el mismo efecto inesperado y aterrador que tiene el final del cuento”. Y sobre la naturaleza del cuento en sí, González sostiene: Estoy enfocado en hacer una pieza artística respetando a Borges, pero que tenga una impronta personal”.
Eloy González: “En cualquier lugar del mundo en que me encuentre, cuando siento el olor de los eucaliptos, estoy en Adrogué”
Eloy González: “En cualquier lugar del mundo en que me encuentre, cuando siento el olor de los eucaliptos, estoy en Adrogué”Hernan Zenteno - La Nacion
González dixit:
El lugar donde se filmó El evangelio según Marcos: “La idea era encontrar un hotel de la época. Llegué a una estancia en Chivilcoy, La Rica, de finales de 1800, donde había dormido Mitre. Prácticamente intacta en medio del campo. Cuando la vi, me enamoré”.
Sincronizados: “Después del rodaje me encontré con que Chivilcoy significa lugar donde las aguas desbordan. El cuento es eso: la estancia donde empieza a llover y las aguas desbordan. Todo muy conectado”.
Una búsqueda: “El director de fotografía, Leo Calzoni, es un poeta de la imagen y me propuso cosas increíbles. Yo quería hacer una pieza artística, no solo una peli. Y él lo entendió muy bien. Cada cosa es una pintura. Me acompañó mucho en esa búsqueda”.
Volver al origen: “Nosotros estábamos ahí, en un ritmo de campo. Hacía 6 meses que no llovía. Un encierro de todos ahí. Eso, como un clima de Adrogué”.
Fuente: La Nación
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