En el marco de una revolución
encabezada por Mitre, sus 5000 soldados fueron frenados por 800 hombres en una
estancia bonaerense
Adrián Pignatell
Tal
vez, cuando comenzó la batalla ya estaba dispuesto a que le volasen la cabeza o
quizá fue parte de un final imaginado por su nieto escritor. En esas versiones
en las que se confunde la épica con relatos orales familiares que refieren a
los últimos instantes de vida, habría lucido un poncho blanco y montado un
caballo del mismo color, y cabalgaba al galope frente a sus hombres hacia el
mismo infierno donde los defensores estaban bien parapetados muñidos con
modernos fusiles Remington. El coronel Francisco Isidro Borges, que desde
Caseros había estado en todas, como en el sitio de Buenos Aires, Cepeda, Pavón,
en la guerra contra el Paraguay, en la represión a López Jordán y en la lucha
contra el indio, ahora era visto por sus pares, amigos y hasta ayer entrañables
compañeros de trinchera, como un traidor.
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México
Francisco
Isidro, quien en el futuro iba a ser abuelo del genial escritor Jorge Luis
Borges, diez días atrás había cumplido 39 años, y dejaba a una joven esposa y a
dos hijos de corta edad. Fue en La Verde, la batalla librada el 26 de noviembre
de 1874, en el marco de aquella lejana y no tan conocida revolución. Ocurrió
cuando Bartolomé Mitre llamó a la rebelión por el resultado de las elecciones
en las que resultó electo presidente Nicolás Avellaneda, ya que había
denunciado un fraude escandaloso.
Bartolomé
Mitre había sido presidente
Bartolomé
Mitre había sido presidente entre 1862 y 1868. En las elecciones de 1874 volvió
a presentarse y fue a la revolución por el fraude cometido
Más
de 130 años después, en esa extensión de la pampa bonaerense en el partido de
Veinticinco de Mayo, un grupo interdisciplinario de arqueólogos e historiadores
especialistas en el estudio de los campos de batalla, a partir de los vestigios
hallados, como proyectiles, vainas y restos de bayonetas, aportaron nuevos
elementos para la comprensión de dicho enfrentamiento, donde casi 800 hombres
frenaron un ataque de cinco mil, y donde 300 perderían la vida. Esta es la
historia.
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En
1874, Domingo Faustino Sarmiento terminaba su mandato presidencial y había
estallado, literalmente hablando, la lucha por las candidaturas. Se anotaron Nicolás
Avellaneda, que a mediados del año anterior había renunciado como ministro de
Instrucción Pública, y era apoyado por el gobierno; Bartolomé Mitre, ex
presidente y entonces senador nacional por el Partido Nacionalista, que le
había entregado el gobierno a Sarmiento, y Adolfo Alsina, vicepresidente del
actual mandatario, líder del Autonomismo.
José
Inocencio Arias en sus
José
Inocencio Arias en sus últimos años. Con solo 800 hombres enfrentó a un
ejército de cinco mil
El
conflicto explotó el 1 de febrero. Ese día, se celebraron elecciones a diputado
nacional en todas las provincias. Los de Avellaneda se impusieron en 11, los de
Alsina en dos y Mitre en una. Alsina decidió retirarse de la contienda y apoyó
a Avellaneda luego de negociar el reconocimiento de sus diputados en detrimento
de los mitristas, mientras que el ex presidente impugnó la victoria de su
contrincante en la provincia de Buenos Aires, argumentando fraude. Hubo
acusaciones cruzadas, con el agravante de que se aplicaba el sistema de lista completa,
donde el ganador se quedaba con todas las bancas. Se decidió que la impugnación
fuera tratada en el Congreso, en la apertura de sesiones, que sería el 13 de
mayo.
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En
el medio, el 12 de abril fueron las elecciones a presidente y Avellaneda
consiguió una contundente victoria para el colegio electoral: 146 electores
contra los 79 de Mitre. Este, acicateado por sus partidarios, que pugnaban por
patear el tablero, cedió. Anunció que se debía hacer la revolución pero una vez
que Sarmiento entregase el poder, porque el sanjuanino representaba a un
gobierno constituido.
Una
pequeña muestra de lo
Una
pequeña muestra de lo hallado en el campo de batalla: proyectiles y botones en
los que se distinguen el escudo nacional
La
llamada “Revolución Mitrista” tuvo dos teatros de operaciones: Cuyo-Córdoba y
provincia de Buenos Aires, aunque el alcance fue mayor: en Buenos Aires el
general Ignacio Rivas; el general José Arredondo en Cuyo; el teniente coronel
Plácido Martínez en Corrientes, el general Antonio Taboada en Santiago del
Estero, y además se había plegado un sector de la Armada.
El
gobierno, al tanto de los preparativos, decretó el estado de sitio, primero en el
litoral y después a todo el país. El presidente Sarmiento presionó a los
oficiales jefes a mantenerse leales al gobierno, entre ellos a Francisco
Borges. Borges estaba comprometido con Mitre, ambos eran masones de la logia
Confraternidad Argentina N° 2, pero el militar le aseguró a Sarmiento que
tendría su fidelidad, ya que sabía que la revolución estallaría una vez que
éste dejase el poder. Una vez ocurrido esto, entregó las unidades que
comandaba, los regimientos 2, 3 y 5 de caballería de línea, que custodiaban la
frontera norte contra el indio.
Así
luce el paisaje donde
Así
luce el paisaje donde 151 años atrás se desarrolló la batalla. Al cumplirse
cien años, se colocó un monolito (Carlos Landa)
Si
bien hubo enfrentamientos en distintos puntos del país, nos concentraremos en
La Verde, combate del que hoy se cumplen 151 años. En la noche del 25 de
noviembre de 1874 fuerzas del gobierno al mando del teniente coronel José
Inocencio Arias acamparon donde sería la batalla. Al parecer, desobedeció las
órdenes del gobierno de dirigirse a defender la estación de ferrocarril de
Altamirano, punto de bifurcación de las vías. Primero avanzó hacia Las Flores,
donde derrotó a la vanguardia de Mitre y acampó en La Verde.
Las
fuerzas de Mitre al frente del llamado “Ejército Constitucionalista”, no
estaban lejos y mandó a un parlamentario, que invitó a Arias a rendirse. Los
mitristas eran 5500 contra 782. Pero Arias mandó decir que él y sus tropas
estaban resueltos a morir peleando.
Arias
era un uruguayo de 28 años que había tenido su bautismo de fuego en Pavón, y
que en la guerra del Paraguay había sido gravemente herido en Curupaytí, donde
perdió la audición de un oído. Por eso le decían “el sordo”.
Los
estudios llevados adelante con
Los
estudios llevados adelante con Luminol arrojaron resultados positivos de restos
de sangre en algunos de los proyectiles desenterrados (Carlos Landa)
Arias
colocó a los tiradores en la casa, en el corral y en una fila de árboles. En
dos potreros repartió al batallón y a la caballería. Los revolucionarios
decidieron avanzar en tres columnas, encabezadas por Mitre y su estado mayor. A
sus flancos, estaba la caballería, detrás los infantes y cerraban tres
escuadrones de jinetes.
Antes
de iniciarse la lucha, Borges, a quien sus amigos habían apodado “Pancho”, se
adelantó a todo galope con bandera blanca para convencer a su viejo y querido
amigo Arias de que se dejase de locuras que la proporción era seis contra uno.
No hubo caso. Se despidieron con un abrazo.
Cuando
comenzó el ataque, la fusilería de las fuerzas del gobierno hizo estragos. Se
usaron fusiles Remington calibre 43, de fabricación norteamericana, cuyas
primeras remesas habían sido adquiridas por el gobierno de Sarmiento.
Parte
del equipo de arqueólogos
Parte
del equipo de arqueólogos junto a algunos elementos recogidos en el campo
(Carlos Landa)
El
embate de los mitristas, que también disponían de Remington aunque en menor
medida, obligaron a los efectivos que estaban en los potreros a replegarse
hasta una empalizada y un foso. Como el alambrado no estaba del todo expandido
en el interior, los fosos cumplían la función de contener al ganado. Los
soldados los habían excavado aún más, transformándolos en espléndidas defensas.
Luego
de tres horas, Mitre le dijo al general Rivas: “El triunfo se ha hecho
imposible. Es ya necesario ordenar la retirada”. Durante la batalla murieron
entre 300 y 500 soldados, según las informaciones de la época.
Arias
le escribió una carta a Mitre, informándole que se estaba ocupando de los
heridos revolucionarios y había permitido que los soldados regresasen al campo
de batalla a ocuparse de los compañeros. “Si V.E. puede hacerme saber de
Borges, yo se lo agradecería en el alma”, pedía Arias.
Borges,
en el medio de la refriega, había decidido morir. Montado en un caballo blanco,
se envolvió en un poncho del mismo color y cabalgó al frente de sus hombres
hacia donde se concentraba el fuego de los defensores. Fue alcanzado por dos
disparos. Agonizó todo ese día y murió al anochecer.
Se
hallaron muchas vainas de
Se
hallaron muchas vainas de proyectiles, los que dieron la idea de la magnitud
del combate (Carlos Landa)
Por
1870 había conocido en Entre Ríos a Frances Ann Haslan, con quien tuvo dos
hijos, Francisco y Jorge Guillermo. Este último se casó con Leonor Acevedo, y
tuvieron a Jorge Luis. El reconocido escritor le dedicaría cinco poemas, entre
ellos “Al coronel Francisco Borges”.
Con
el objetivo de profundizar en el conocimiento dinámico de la batalla y la
tecnología empleada, el Grupo de Estudios de Arqueología Histórica de Frontera
de la UBA estudió en el propio campo la Batalla de la Verde, con un detalle
inédito, que es la aplicación de metodologías de la criminalística y de las
ciencias forenses en la denominada Arqueología de Conflicto, donde nuestro país
es pionero y prolífico en cuanto a sitios de combate estudiados.
Para
ello, dividieron al campo de batalla en cinco grandes sectores, donde del 1 al
4 correspondían a la ubicación de los atacantes y el 5 a la posición de los
defensores. Se realizó una prospección y un barrido con detectores de metales.
Los
hallazgos fueron sorprendentes: se encontraron 155 vainas, algunas con marca
cóncava de percutor y 66 con marca plana de percutor. Además se desenterraron
354 proyectiles ojivales y esféricos, 31 deformados por el impacto, muchos de
plomo de fusiles Remington calibre 43, botones militares de latón con la figura
del escudo patrio y con la marca de fábrica, importados de Francia e
Inglaterra, hebillas de cinturón y de correaje, y fragmentos de bayonetas.
Estos valiosos elementos fueron georeferenciados, generándose mapas que
permitieron evaluar con más precisión la dinámica de la batalla, que duró tres
horas.
Fue
el presidente Avellaneda quien
Fue
el presidente Avellaneda quien amnistió a los oficiales revolucionarios que
habian sido juzgados por tribunales militares
Los
lugares donde fueron desenterrados proyectiles y vainas ayudaron a determinar
desde dónde se disparó y hacia dónde. Las vainas orientaron desde dónde se hizo
fuego y las balas hacia dónde se dirigieron. Además, revelaron dos patrones:
por un lado, las maniobras y despliegues en espiral con respecto al núcleo de
la batalla, centrada en el puesto de la Estancia La Verde; y por otro, el
espacio donde se parapetaron las fuerzas de Arias.
Fue
así como el grupo interdisciplinario integrado por Raúl Doro, Carlos Landa,
Alejandra Raies, Emanuel Montanari, Luis Coll, Carlos María Diribarne y Diego
Alejandro Alvarez concluyó que fueron ocho los movimientos desde el inicio del
ataque hasta la retirada mitrista. Se precisó que durante el asalto al corral,
por la cantidad de vainas halladas, los arqueólogos suponen que los defensores
sostuvieron un fuego certero y bien ejecutado.
Asimismo,
concluyeron que el enfrentamiento, en gran parte, estuvo dominado por el
intercambio de los Remington y de las armas a chispas y a percusión, y que los
combates cuerpo a cuerpo se habrían restringido cuando la caballería mitrista
desmontó para pelear como infantes, según los restos de bayonetas halladas.
Los
proyectiles fueron sometidos a quimioluminiscencia (Luminol) para la detección
de rastros hemáticos latentes humanos, es decir sangre. Método popularizado por
series de televisión como CSI, Bones o Dexter, puede aplicarse a vestigios
antiguos. Se analizaron artefactos de 800 años hallados en La Puna, hachas de
material lítico del noreste argentino, en los hospitales de la batalla de
Gettysburg y en sitios donde funcionaron centros clandestinos de detención
durante la última dictadura militar.
Para
efectuar la aplicación de este método sobre la muestra seleccionada, en primera
instancia, se generó un elemento testigo de verificación, constituido por una
plomada esférica a la que se le aportó sangre humana O+ y A+. La muestra se
dejó expuesta en superficie por tres meses, luego enterrada en sedimento de las
mismas características que las del sitio, para luego extraerla, limpiarla con
pincel suave y lavarla con agua al 90% de alcohol y testear con el producto de
luminol, arrojando resultados positivos. Este procedimiento se efectuó con el
objetivo de replicar las condiciones en las cuales fueron tratadas las piezas
arqueológicas en gabinete.
El
análisis se llevó a cabo en la Escuela Técnica N° 31 “Maestro Quinquela” de La
Boca, ya que se precisaba de un ámbito adecuado sin luz y la asistencia de
fotógrafos profesionales. Este establecimiento cumplía con ambos
requerimientos.
Se
hallaron 18 elementos positivos a partir de la aparición de un color azul
fluorescente.
La
ubicación espacial de plomo con reacción positiva de sangre permitió inferir
qué bando recibió mayor cadencia de fuego y de qué sectores se produjeron más
intercambios de disparos.
Las
vainas aportaron identidad, cantidad y tipos de armas usadas. Se sometieron a
un análisis con técnicas forenses de balística comparada para identificar armas
individuales y grupos de armas. A partir del estudio en el microscopio
balístico, se diferenciaron tres grupos de vainas accionadas por tres
diferentes armas.
Luego
de La Verde, Mitre marchó al frente de un ejército debilitado por las
deserciones hacia Nueve de Julio. El 2 de diciembre, le entregó su espada a
Arias, se rindió en Junín y se terminó la revolución. El ex presidente, salvo
una banca de diputado nacional, no volvería a ocupar puestos de relevancia en
la escena nacional.
Muy
cerca de allí, está el pueblo de Del Valle, que recuerda a Narciso del Valle,
un militar que peleó contra los aborígenes. Cuando se cumplió el centenario de
la batalla, hubo un festejo porque los pobladores saben lo que significó este
suceso y se erigió un monolito, cerca de donde habían enterrado a los caídos.
Hoy el grupo de arqueólogos presenta en el pueblo el libro “Yuyo verde y roja
sangre. Mitre y Borges en las trincheras. Arqueología histórica en el campo de
batalla de La Verde (1874)”.
El
equipo tiene una asignatura pendiente: ubicar el lugar donde se levantó el
hospital de sangre y la o las fosas donde fueron enterrados los muertos. En
esta cuestión, los arqueólogos manejan tres hipótesis y aclararon que es como
buscar una aguja en un pajar. Si se hallaran restos humanos, tendría sentido
determinar el tipo de sangre detectada en los proyectiles, así como la
extracción del ADN.
Ellos
explican que lo ideal es conseguir un escáner especial que se conecta a un dron
que barre la superficie omitiendo vegetación. Así sería más sencilla la
localización de anomalías en un terreno que aún esconde secretos, allí donde
dicen que el coronel Borges fue a la muerte en un caballo blanco.
Fuentes:
A sangre y plomo. Análisis de balística comparada y evidencias de rastros
hemáticos latentes en proyectiles de la batalla olvidada de La Verde, de Raúl
Doro, Carlos Landa, Alejandra Raies, Emanuel Montanari, Luis Coll, Carlos María
Diribarne y Diego Alejandro Álvarez; Bartolomé Mitre, de Miguel Angel De Marco;
Campañas militares argentinas. La política y la guerra. Guerra exterior y
luchas internas (1865-1874), Tomo 4, de Isidoro Ruiz Moreno
Fuente: Infobae:
https://www.infobae.com/historia/2025/11/26/la-verde-una-batalla-olvidada-de-la-muerte-del-abuelo-de-borges-al-increible-hallazgo-de-sangre-en-proyectiles-desenterrados/