miércoles, 25 de agosto de 2010

Jorge Luis Borges entre sus laberintos



Ubicado en los vestigios de un antiguo templo incendiado, el cuento “Las Ruinas Circulares” de Borges, publicado en sus emblemáticas “Ficciones”, nos acerca al tema de la circularidad. Por medio de un hombre que, luego de haber soñado a otro hombre y de llevarlo a la realidad, descubre que él también es soñado por otro ser al que desconoce, el creador y el creado se enlazan en el entramado del eterno retorno, en unas ruinas que se incendian periódicamente.



El sueño o la ensoñación.

Enfatizando el proceso sueño-vigilia, a partir de la generación de ensoñaciones (o sueños), es posible identificar el ciclo del hombre que sueña y es, a su vez, soñado. Extrañamente, el protagonista es capaz de tener ensoñaciones voluntarias (concentrando su imaginación en modelar un hombre) y recordar detalladamente su contenido, creando a un hombre que le permite encarnar su presencia en el mundo y asumirse como Dios.

“Y si él dejara de soñar con usted…”

Esta frase de Lewis Carroll (autor de “Alicia en el País de las Maravillas”), tomada por Borges, delinea la relación entre el mundo de los sueños y el mundo de los soñados: si el soñador deja de soñar al sujeto soñado, éste dejaría de existir. En este eje se desarrolla el cuento: el mago tiene como propósito “soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”, lo cual logra con ayuda de una deidad, olvidada de los hombres, que preside el templo en ruinas donde se ha quedado a soñar.

El mago sueña a una criatura que duerme y sueña, a su vez, a la deidad. Posteriormente, el mago se percata de que también él es soñado por alguien más, pues al quemarse el templo, las llamas no le causan ningún daño, comprendiendo que “también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”, estableciendo la continuidad, el entramado laberíntico del texto: ¿Quién sueña al mago que sueña al dios que le da vida al hombre soñado por el mago?

La circularidad.

La circularidad es un tema esencial para el hombre. La palabra, por ejemplo, requiere ser definida a través de palabras. Borges lo expresa de la siguiente manera: “¿Por qué nos inquieta que el mapa esté incluido en el mapa y las mil y una noches en el libro de Las Mil y Una Noches? (…) tales invenciones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros sus lectores o espectadores podemos ser ficticios” (Gordon).

El Calendario Azteca da forma a esta idea, pues simboliza, entre otras cosas, el paso del tiempo, no como principio y fin determinado, sino como continuidad. El significado de circularidad nos remite al postulado del eterno retorno, según el cual los acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden. En el cuento, el mago sueña y, a su vez, es soñado. Es principio, pero también fin que genera un nuevo principio.



Borges trata del eterno retorno en “Historia de la Eternidad” de la siguiente manera: “El número de todos los átomos que componen el mundo es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz como tal de un número finito (aunque desmesurado también) de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de las permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse”.

Esta tesis refuerza el tema principal del cuento: aunque el tiempo es infinito, las partículas del Universo son finitas y, por tanto, sus combinaciones, abriendo la puerta a la circularidad.

Fuente : Vanguardia Mexico
Liliana Contreras Reyes
24-Agosto-2010

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Caracteristicas del calendario Azteca

La Piedra del Sol representa la visión del cosmos de los pueblos antiguos, es también la imagen del mundo tal como se ve entre las cosas, encierra en sus símbolos el concepto de la dualidad que hizo posible la creación de los mundos, cuenta los días y los años, narra la trayectoria de Venus, tiene anotados los eclipses y el paso de los cometas, es un mapa de la acción del tiempo, una guía astrológica de la cultura mexica y guarda todavía muchos secretos de la cosmovisión azteca.

En la monumental escultura de 3.60 m. de diámetro y 20 cm. de canto, están labrados cuatro símbolos sagrados para los antiguos mexicanos: el punto, el círculo, el cuadrado y el quincunce.

Al centro, el Sol como unidad creadora, le sigue el primer círculo que ilustra los ciclos históricos de nuestro mundo, la llamada leyenda de los cuatro soles. Dice allí que en el día 4-Tigre la tierra fue destruida y las fieras devoraron a los gigantes; el día 4-Viento el planeta fue devastado por huracanes y los hombres se convirtieron en monos y se fueron a vivir a las cavernas; el día 4-Fuego, los hombres se volvieron pájaros y el mundo fue destruido por erupciones volcánicas; la última hecatombe el día 4-Agua, la provocó una gran inundación y los hombres se volvieron peces. Así fue como el día Omey Acatl o 13-Caña nació el quinto sol, el que vivimos los seres humanos de ahora el cual quedará sepultado bajo los escombros provocados por un terremoto.

La imagen de dos serpientes de fuego, que simbolizan el año y el tiempo, clavan sus colas en la parte superior del disco y se encuentran al pie en el perfil de dos hombres que salen de las fauces de los reptiles. Son Quetzalcóatl, "Serpiente- Pluma preciosa", dios de la sabiduría y del sacerdocio y Tezcatlipoca," Espejo Humeante", señor del norte, de la noche y de los jóvenes guerreros. También, se dice, que esas dos figuras representan a la deidad solar, Tonatiuh y a Xiuhtecuhtli, "Señor de turquesa", dios del fuego y centro del universo de donde parten los cuatro puntos cardinales. La serpiente simboliza además a Xiuhcóatl, arma de Huitzilopochtli, deidad central de la cultura azteca, señor del sol y de la guerra, hijo de Coatlicue, "la que tiene una falda de serpientes".

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