sábado, 23 de julio de 2011

De como Borges contrapunteo con Hemingway.(fragmento)


Borges en la barra de La Bodeguita del Medio - La Habana

En 1955, Emir Rodriguez Monegal comparo "La espera", de Borges, con "The Killers", "anterior y levemente similar de Hemingway". Que sobra "levemente" es claro. E inescrutable todo lo que sigue: que "se adivina" que el hombre es "contrabandista" y que "sin duda ha delatado" a sus compañeros; que sin tregua "imagina" el momento en que entran en su cuarto y lo balean; aunque al fin "pertenecen a un sueno"--que es una pesadilla en que lo balean y el muere--; y que su muerte "no es sino una variante, la ultima tal vez, de la pesadilla circular."


En 1965 John Updike, que leyó el cuento mucho mejor, apunta: "La posibilidad de que Borges se hubiera propuesto escribir una suerte de glosa del cuento clásico de Hemingway no es del todo descartable" (82). Updike apenas elude la afirmación. Es evidente que, llegado al borde, no quiso dar un paso mas. En esos tiempos empeñados en hacer de la literatura lo que no era, decir con sencillez que Borges reescribió un cuento de Hemmingway hubiera equivalido a acusarlo de plagio. Pues en este caso Borges, a diferencia de otros, no menciono el original. Mas aun: no perdió oportunidad de mostrar antipatía por Hemingway. Contradecirlo hubiera sido sumarse a una legión de enterradores operantes en su propio país, justamente cuando "el tardío reconocimiento norteamericano del genio de Jorge Luis Borges" (quien ya pisaba la ancianidad) progresaba "a paso acelerado". Cuando Updike lo proponía "como guía" para el estancamiento en que el encontraba la narrativa en los EE.UU. Y, sobre todo, cuando esas paginas están signadas por una extraña ternura: "Me entero no sin obsesión que este lector insaciable esta ahora virtualmente ciego" (63-64).

Dice Borges en 1974, al "transcribir" la nota de la Enciclopedia Sudamericana, que se publicara en Santiago de Chile, en 2074: "siempre temío que lo declararan un impostor o un chapucero una singular mezcla de ambos" (3: 500). Entonces ya sabe que su gloria ha traspuesto el finisterre sur. También que pocas glorias sobreviven los cien anos. Para cuando lleguen los demoledores, se adelanta a escamotearles los dos únicos adjetivos con los que, a costa de su obra entera, exhibirían una astucia. Pues, ya se sabe, los sinónimos están, pero cuando uno quiere usarlos, nunca sirven.

"Impostor" vale por mentiroso, embustero, ya que no hay impostura sin engaño. "Chapucero" acuerda, en la Argentina, con la etimología anotada por Corominas, que lo da como derivado de chapuz, "obra manual de poca importancia o hecha sin arte ni pulidez', y este del francés dialectal antiguo chapuisier, "desbastar madera, carpintear groseramente". El radical chap es el mismo de chapler, "cortar a pedazos, trinchar", y se relaciona con el castellano capar, "castrar" (192).

Se necesitaba la socarronería de un "criollo viejo", con mañas de jugador de truco, para que reaprendieramos lo que sabíamos de niños: que el mejor contador de historias es el que mejor miente y el que mejor entrevera las que nos cuenta como propias con las ajenas. Y, a la vez, el que no puede infringir el octavo mandamiento porque en un juego ni de cristianos ni de moros la regla es la opuesta. "El barroquismo es intelectual y Bernard Shaw ha declarado que toda labor intelectual es humorística," escribe Borges en 1954, en el prologo agregado a Historia universal de la infamia (1: 291), como si casi veinte anos después le fuera forzoso justificar esas paginas "de naturaleza barroca" en que "se distrajo en falsear y tergiversar" historias ajenas. Sin embargo, esa aparente justificación es una mentira. Ya para entonces Borges ha llegado al extremo de hacer también indistinguibles sus ficciones de la red de invenciones exegeticas en que las envuelve, que no pocas veces incluye descarados embustes sobre el origen de tal o cual historia, revelado en cambio en el texto a modo de desafio al lector. Este es el caso de "La espera", quiza el mas barroco de sus cuentos. Así mintiendo acerca de las cartas que se tienen, desafiando con risa a partir de la mentira pero poniendo seriedad en la partida, se juega al truco.

En 1938 Borges critico To Have and Have Not en la revista EI Hogar:

La historia de un malevo imaginada por un hombre de letras no puede
no ser falsa. Dos tentaciones encontradas la acechan. La una:
pretender que el malevo no es tal malevo, sino un hombre nobilisimo
de cuyas fechorías es culpable la sociedad [...] Hemingway, en los
primeros capítulos de este libro, parece desoir esas tentaciones.
Su héroe, Captain Harry Morgan de Key West, comete fechorías no
indignas del bucanero homónimo [...] Ante las primeras cien
paginas, pensamos que la voz del narrador conviene a los sucesos
narrados y que puntualmente equidista de la mera bravata y de la
quejumbre. Creernos hallarnos ante una obra digna del hombre
lejanisimo que escribió Adios a las armas. …


Fuente : Variaciones Borges | July 1, 2008 |

No hay comentarios:

Publicar un comentario