El escritor solía
utilizarlo para ver los trenes que salían desde Constitución. Y hasta le sirvió
de inspiración de un poema.
“El primer puente de Constitución y a mis pies/ fragor de
trenes que tejían laberintos de hierro/ Humo y silbidos escalaban la noche/ que
de golpe fue el Juicio Universal”. Así comienza el poema “Mateo XXV, 30”, de
Jorge Luis Borges. Está inspirado en un puente vial de hierro, que cruza las
vías del tren Roca y ofrece una vista inusual de la estación Constitución.
Ahora, llevará el nombre del escritor.
De estructura metálica, el puente es una prolongación de la
calle Ituzaingó, entre Guanahaní y Paracas, en el límite de los barrios de
Barracas y Constitución. El proyecto de ley para bautizarlo se votó esta semana
en la Legislatura, por iniciativa de los diputados Carolina Estebarena, Héctor
Jorge Apreda (Vamos Juntos) y María Patricia Vischi (Evolución).
Se lo conoció como “puente de los carros”. Se construyó para
reemplazar a otro provisorio, cuya construcción había sido autorizada en 1927 a
la empresa Ferrocarril del Sud, con el objetivo de permitir el cruce sobre la
parrilla de vías en cercanías de la estación Constitución.
La idea de llamarlo Jorge Luis Borges surgió de un vecino de
Barracas, que lo pensó en función de los 120 años del nacimiento de Borges.
Según los relatos, y el mismo poema del autor de "El
Aleph", Borges era un admirador de este puente en particular. También se
sabe que allí solía trasladarse a menudo sólo para observar el movimiento de
los trenes que entraban y salían de Constitución.
La estructura de hierro fue fabricada en Liverpool,
Inglaterra. Es un puente del tipo cerrado y está construido con perfiles
metálicos, que se unen mediante platabandas y remaches para constituir una
estructura tubular reticulada de dos tramos.
La calzada conserva aún en excelente estado los antiguos
adoquines colocados en semicírculo. También permanece allí una vía de tranvía.
El cine lo utilizó para recrear antiguos espacios porteños.
Fue el caso de la película “La señal”, protagonizada por Ricardo Darín, en
2007.
Según registros históricos de la Ciudad, el permiso que se
otorgó en 1927 a la Empresa del Ferrocarril del Sud fue para construir un
puente provisorio.
El puente definitivo es la prolongación de la calle
Ituzaingó hacia el oeste. Guanahaní corre paralela a las vías hasta cortarse en
Aristóbulo del Valle.
En otros tiempos, se lo conoció como puente como "de
los carros". Su principal beneficio es que facilita el cruce de la
parrilla de vías, ya que no existe otro lugar para atravesarlas entre la
avenida Brasil y el puente de la calle Brandsen. Por eso, se convirtió en un
paso vital. Y por muchos conductores conocedores de la zona es utilizado como
vía de escape hacia el sur-oeste, cuando las salidas la avenida Garay se congestionan.
Fuente: Clarín
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