Diez reflexiones del escritor colombiano sobre la vida y obra de Jorge Luis Borges.
Aunque pensaba que el pensamiento político de Jorge Luis Borges era diametralmente opuesto al suyo, Gabriel García Márquez jamás dejó de leer con asombro al escritor argentino. Lo admiraba por encima de sus desacuerdos ideológicos y siempre tenía sus cuentos al alcance de la mano. “Lo tengo en la cabecera de la cama”, decía, “en cualquier momento tú agarras un libro de Borges y te lees una pieza completa”.
García Márquez lo descubrió gracias a sus compañeros universitarios, en la época en la que cursaba la carrera de Derecho en la Universidad Nacional -1947-. En los cafés de estudiantes pedía prestados las historias más recientes de Borges junto con otros libros de D.H Lawrence, Aldous Huxley, Graham Greene, Katherine Mansfield y G.K Chesterton. Tres años después, cuando trabajaba como periodista para el diario El Heraldo, sus amigos de Barranquilla seguirían prestándole libros del narrador argentino, de modo que el universo borgiano constituido por laberintos, paradojas y sueños dentro de sueños se apoderó de la imaginación de Gabo desde muy temprano.
De acuerdo con Harold Bloom, uno de los críticos literarios más prestigiosos del siglo XX, el personaje Melquíades de Cien años de soledad debe mucho a Borges, al punto que “parece más una máscara de él más que del propio autor”. Borges, que se jactaba mucho de los libros que había leído, especialmente de obras clásicas, elogió la saga de los Buendía en una entrevista que concedió al periodista español Soler Serrano en 1980. “Cien años de soledad es uno de los grandes libros, no sólo de nuestro tiempo sino de cualquier tiempo”, dijo entonces.
En el Centro Gabo hemos recopilado diez comentarios de Gabriel García Márquez sobre la vida y obra de Jorge Luis Borges. Los compartimos contigo:
1. La más grande excepción a la regla
Es innegable que los buenos escritores son de izquierda. La excepción más grande es inmensa: Jorge Luis Borges.
“El regreso a Macondo”. El Espectador, enero de 1971.
2. Autor de cabecera
Borges me intimidaba mucho. Por él siento un gran respeto y un gran asombro, ante todo. Siempre lo leo. Lo tengo en la cabecera de la cama. Porque además tiene una ventaja importante: que en cualquier momento tú agarras un libro de Borges y te lees una pieza completa. Porque son piezas breves.
“El escritor en su laberinto”. Gente, septiembre de 1996.
3. La grandeza de un reaccionario
Si un escritor es bueno, no es reaccionario. Borges será un reaccionario como hombre, pero como escritor está jodido por la propia grandeza de su obra, que contribuye al progreso de la humanidad.
“Estoy tan metido en la política que siento nostalgia de la literatura”.
El Viejo Topo, 1979.
4. Escritor de realidades mentales
Con Borges a mí me sucede una cosa: Borges es uno de los autores que yo más leo y que más he leído y tal vez el que menos me gusta. A Borges lo leo por su extraordinaria capacidad de artificio verbal; es un hombre que enseña a escribir, es decir que enseña a afinar el instrumento para decir las cosas. (…) Creo que Borges trabaja sobre realidades mentales, es pura evasión.
“La novela en América Latina”.
Universidad Nacional de Ingeniería, septiembre de 1967.
5. Un hombre honestamente conservador
Antes que Asturias, el Premio Nobel se lo merecían Neruda y Borges, por este orden. La postura política de Borges es más honrada que la de Asturias, quien se ha vendido para conseguirlo. ¡Pobre viejito! Yo digo que el ser tan honestamente conservador ha privado a Borges del Nobel.
“GGM habla de política”. Índice, noviembre de 1968.
6. El valor literario, siempre más importante que el político
Es un tremendo error reconocer el inmenso valor de la obra literaria de Borges y no darle el Nobel porque comulga con ideas de derecha, así como tener que caer en escritores oscuros, como Elías Canetti, básicamente porque simpatiza con el socialismo, pero cuya obra literaria no tiene peso… Dentro de un siglo Borges, Canetti o García Márquez no serán recordados por sus ideas políticas, sino por sus obras. Para un verdadero escritor, un creador, la política es siempre un valor agregado.
“Puedo morir tranquilo, ya soy inmortal”.
Gente, octubre de 1982.
7. El violín borgiano
Le tengo una gran admiración a Borges, lo leo todas las noches. Vengo de Buenos Aires y lo único que compré fueron las Obras completas de Borges. Me las llevo en la maleta, las voy a leer todos los días, y es un escritor que detesto… Pero, en cambio, me encanta el violín que usa para expresar sus cosas. Es decir, lo necesitamos para la exploración del lenguaje, que es otro problema muy serio. Yo creo que la irrealidad en Borges es falsa también; no es la irrealidad de América Latina. Aquí entramos en paradojas: la irrealidad de la América Latina es una cosa tan real y tan cotidiana que está totalmente confundida con lo que se entiende por realidad.
“La novela en América Latina”.
Universidad Nacional de Ingeniería, septiembre de 1967.
8. Narrador irresistible
Cada vez que escucho las ideas políticas de Borges me digo que nunca más lo voy a leer. Sin embargo, cuando aparece un nuevo libro suyo no lo puedo largar… es una condena.
“Puedo morir tranquilo, ya soy inmortal”.
Gente, octubre de 1982.
9. Los límites compartidos entre Borges y Hemingway
Toda la obra de Hemingway demuestra que su aliento era genial, pero de corta duración. Y es comprensible. Una tensión interna como la suya, sometida a un dominio técnico tan severo, es insostenible dentro del ámbito vasto y azaroso de una novela. (…) Sus novelas parecen cuentos desmedidos a los que les sobran demasiadas cosas. En cambio, lo mejor que tienen sus cuentos es la impresión que causan de que algo les quedó faltando, y es eso precisamente lo que les confiere su misterio y su belleza. Jorge Luis Borges, que es uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, tiene los mismos límites, pero ha tenido la inteligencia de no rebasarlos.
“Mi Hemingway personal”.
Artículo de Gabriel García Márquez escrito para El País y El Espectador, julio de 1981.
10. Las sospechosas citas de Borges
Luciano de Samosata –según dice Jorge Luis Borges en su prólogo a Crónicas marcianas, de Bradbury– escribió que los selenitas hilaban y tejían a los metales y el vidrio , se quitaban y se ponían los ojos, y bebían extractos del aire. Es una cita como casi todas las de Borges, a la vez deslumbrante y sospechosa, pero ilustra muy bien sobre la imagen que se tenía en el siglo segundo de los seres extraterrestres.
Fuente: Centro Gabo
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