Jorge Mackey
"Dios es una
esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna" (
Jorge Luis Borges).
En realidad, mucho se habló sobre las creencias y el credo
de Jorge Luis Borges: que era ateo, que era agnóstico, que amaba la cábala.
Podemos decir al menos con certeza que se declaró no budista ("Es muy
difícil exponer una religión, sobre todo una que no se profesa", dijo en
Qué es el budismo , escrito con Alicia Jurado).
Se le atribuyó que había aprendido los Evangelios a través
de su abuela protestante y que en una oportunidad expresó: "Quiero morir
en la religión de mi madre", que era católica. También se lo oyó decir que
todas las noches rezaba un padrenuestro, de acuerdo con una promesa a ella
realizada.
El mismo Borges manifestó, en un diálogo con Seamus Heaney:
"Para el argentino, ser católico es más una cuestión social que
espiritual. Nunca me interesó este aspecto de la religión. Sólo las mujeres
parecen tomar la religión en serio. Cuando niño, mi madre me llevaba a misa y
rara vez yo veía a un hombre en la iglesia. Mi madre tenía una gran fe. Creía
en el paraíso y quizá su creencia significa que ahora ella está allí. Y aunque
ahora ya no soy un católico practicante y no puedo compartir su fe, sigo
entrando en su habitación todos los días a las cuatro de la mañana, para rociar
con agua bendita y rezar el padrenuestro como ella me lo pidió. ¿Por qué no? La
inmortalidad no es más extraña ni increíble que la muerte".
Sobre este tema de las creencias de Borges, María Kodama
dijo en una entrevista: "ƒl era agnóstico ... pero creo que los agnósticos
están en cierta forma cerca de Dios, porque crean un camino paralelo. La
presencia de Dios es en sí un acto de fe. Es como el amor. Pero en la obra de
Borges, Dios es un tema recurrente. Su abuela inglesa y protestante le recitaba
versículos del Evangelio de memoria y eso influyó bastante en él".
Pero cuando Borges murió, mucho se escribió sobre el tema,
aunque nada fue tan contundente como una acción emprendida por el entonces
rector de la Catedral de Buenos Aires, que conocía a Borges de primera mano,
monseñor Daniel José Keegan.
Días después del 14 de junio de 1986, fecha del
fallecimiento de Borges, el cura párroco actuó con criterio y decisión. En vez
de dejarse llevar por rumores y dimes y diretes, Keegan, audaz y determinado,
escribió una carta al párroco de la Iglesia de San Marcos (Ginebra) y lo
consultó sobre si el escritor había recibido alguna asistencia sacerdotal en el
momento previo a su deceso.
La respuesta no se hizo esperar y el 9 de agosto de ese año
el padre Pierre Jaquet respondía:
"Le ruego ponga mucha atención para comprender el
sentido de los últimos instantes de la vida de Jorge Luis Borges.
"1) Fue a pedido de la familia que fui a ver a Borges.
"2) Borges estaba ya muy débil y nos fue imposible
tener una conversación.
"3) Mi presencia junto a él fue una asistencia.
"4) Manifiestamente, él comprendía lo que yo le decía.
Lo sentí asociarse a la oración y al sacramento de la reconciliación.
"5) Pienso que no se puede deducir de este encuentro
ninguna interpretación en cuanto a las disposiciones de Borges con respecto a
la Iglesia Católica.
"6) A mi parecer, la celebración ecuménica encuentra su
fundamento en dos elementos:
"a) Borges había deseado ser enterrado en Ginebra. El
gobierno de la ciudad, habiéndole rendido oficialmente honor, me parece difícil
que lo hubiese enterrado en otro lugar que no fuese la Catedral (que es
protestante).
"b) Borges fue aparentemente siempre un hombre libre
frente a las fronteras confesionales. Descansa en el cementerio, en la parte
oficial, y su tumba está situada al lado de la de Calvino.
"Creo haberle comunicado todo lo que podía decirle.
Espero que esto responda a sus interrogantes."
La carta fue conservada por monseñor Keegan y más tarde tuvo
difusión en la revista católica Criterio .
Pasó el tiempo. Monseñor tuvo un derrame cerebral en 1989,
su salud sufrió un claro deterioro, y la carta fue entregada, con su
consentimiento, al Arzobispado durante el año 1999, a través de quien fue su
secretario, el padre Julio Arch.
Arch recuerda a su superior como un gran amigo y a la vez
como un hombre criterioso y enérgico: "Al momento de actuar, sacaba a
relucir su carácter irlandés y ponía los puntos sobre las íes, pero siempre
educadamente. Trataba a todos con atención. Y en los momentos difíciles de la
dictadura, cobijó en la Catedral a cristianos sin distinción de ideologías, aun
en situaciones riesgosas".
Keegan vive actualmente en el Hogar Sacerdotal de Floresta,
guarda un sinnúmero de interesantes anécdotas, incluso la de haber visitado la
tumba de Borges en Ginebra y haberse encontrado en una oportunidad con María
Kodama, que lo abrazó con afecto.
Los días soleados, con gran paz, sale a caminar con un
bastón por el jardín del hogar. Allí recuerda "un montón de cosas
lindas" que le sucedieron en la vida. Cuando se queda en su cuarto, repasa
innumerables hechos, que registra en improvisados archivos.
Por su generosa entrega a la sociedad, Keegan será premiado
hoy por la Asociación Argentino-Irlandesa en el marco de los premios
"Trayectorias de la comunidad".
El acto tendrá lugar en el Club Americano, Viamonte 1133,
piso 10, a las 19. Las asistencias son con previo registro al 4953-3562. Los
premiados, además de monseñor Daniel José Keegan, son Juan Carr (Red
Solidaria), el padre Ambrosio Geoghegan (padres pasionistas), Mateo Kelly (San
Antonio de Areco), Sister Bela McDermot (Instituto Santa Brígida), Fergus
Farrell (empresario, durante ocho años presidente de la ACI), sister Joanna
O´Shanan (hermanas dominicas) y Christine Rasmussen (Danzas Celtic Argentina).
En carácter de post mórtem, serán distinguidos Mariela Devereaux (artes) y
Brian Healy (fundador del Colegio San Cirano).
Entre ellos, Keegan, por ese significativo y clarividente
gesto con respecto al gran autor argentino, será recordado sin duda por todos
aquellos lectores borgeanos que creen en un más allá.
El autor es presidente de la Asociación Argentino-Irlandesa.
Fuente : La Nacion - Martes 08 de julio de 2003
http://www.lanacion.com.ar/509661-dios-borges-y-los-irlandeses
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