sábado, 25 de agosto de 2018

Escritura palimpsesto en la escritura de Jorge Luis Borges



 Por Liliana Bellone

La muerte de Borges en 1986 y la conmemoración del centenario de su nacimiento el 24 de agosto de 1999, propiciaron la reflexión sobre la pervivencia y las características de su legado

En varios cuentos de Ficciones (1944), Borges acude al artificio de simular la existencia de una novela, resume su trama, la comenta y sumerge al lector en un universo doblemente ficticio: el del cuento y el de la supuesta novela. En “El acercamiento a Almotásim” (*), se construye una historia a partir del examen crítico de un libro imaginario publicado en Bombay y sobre el cual se abunda en detalles editoriales. El escritor Philip Guedalla que aparece también mencionado junto a Wilde en “Examen de la obra de Herbert Quain”, dice que la novela en cuestión es “una combinación algo incómoda” de poema alegórico del Islam y novela policial, tal vez una buena caracterización de los cuentos del mismo Borges, los que, de acuerdo con la teoría de Tzvetan Todorov acerca de lo fantástico, se situarían más en lo alegórico-filosófico o extraño. A esta ubicación genérica, se debe agregar la construcción de una estructura circular, propia de la novela de iniciación o de aprendizaje, donde el héroe realiza trabajos y pruebas para regresar al punto de partida, enriquecido por la experiencia. La travesía en el espacio y en el tiempo se constituye como una travesía de perfeccionamiento espiritual: la novela-búsqueda que no es otra cosa que la búsqueda de la identidad: Telémaco, Juan Preciado, Esteban Dédalus, en busca del padre, real o representado, que al fin es la búsqueda de un sitio en el Otro, es decir, un lugar en lo simbólico, la propia novela (Cfr. Lacan, 1989:237).

En este punto puede advertirse una concepción semejante a la que sostiene el edificio textual de En busca del tiempo perdido (A la recherche du temps pedu) (1913-1927) de Marcel Proust. La estructura circular otorga al narrador-protagonista proustino y al personaje doblemente ficticio de la novela imaginada por Borges, la posibilidad de un reencuentro tras un arduo camino que les revela algo del Ser, la Identidad y el Tiempo. En el cuento de Borges, esos absolutos que se persiguen incansablemente, se reúnen en la expresión: “y cierra su órbita de leguas y de años en el mismo Bombay, a pocos pasos del jardín de los perros color de luna” (l968: 35) donde había comenzado su periplo. En el último libro de En busca del tiempo pedido, El tiempo recuperado (Le temps retrouvé) el narrador se refiere a la “la distancia de las leguas y los años”(1979:15), que lo separan de la infancia, en el instante único en que el narrador-personaje Marcel  encuentra el punto de partida y llegada en ese paraíso perdido que es Combray y contempla el viejo campanario de la iglesia; tiempo cíclico, tiempo recuperado por el poder de la memoria y la escritura, temporal e in-espacial, atemporal y espacial, volcado en el momento y el lugar que adviene en el río de la vida que regresa a la vertiente original: “las fuentes del Vivonne”, dice Proust.

La expresión idéntica de ambos textos, la concepción temporal y espacial, hablan de una intertextualidad manifiesta, recurrente en Borges (como la apropiación del famoso verso de Dante en las estrofas del “Poema conjetural”).

También los caminos que se separan en distintas direcciones en “El jardín de senderos que se bifurcan” de Ficciones llevarán al narrador-personaje Yu-Tsun del relato enmarcado a modo de declaración, a cumplir con su plan fríamente calculado. Los dos caminos que determinan las fantasías del pequeño Marcel en Por el camino de Swann, primer libro de la saga, representan dos rumbos definidos: el de Méséglise o de Swann que lleva al mundo burgués, mientras que el de Guermantes va hacia el mundo aristocrático, al castillo de los duques de Guermantes, lugar de ensoñaciones infantiles y juveniles. En El tiempo recuperado, junto a una Gilberta que ya ha envejecido y dejó de ser la traviesa muchachita del primer amor, Marcel descubrirá que por ambos caminos se llega a Guermantes, que ambos conducen al mismo punto. En el cuento de Borges, los senderos opuestos son uno a la derecha, otro a la izquierda, con su connotación iniciática y siniestra (del latín sinistrum, izquierda). Así, siguiendo la guía de los épicos viajeros ultramundanos (Odiseo, Eneas y Dante) se encamina hacia el oeste, a la izquierda, lugar de las sombras y el ocaso que se opone al este, lugar del Edén y la Aurora, para encontrar la Clave y cumplir con el hado. El narrador proustiano recibe indicaciones de la moderna sibila Gilberta que le aconseja seguir hacia la izquierda, luego a la derecha, en ese raro laberinto que conduce hacia Guermantes, pero yendo por Méséglise, un trayecto más atractivo como dice Gilberta, o sea más estético y placentero que práctico. La revelación de Gilberta, la percepción de un tiempo recobrado, representa el crucial momento en que se ilumina un espacio de lo real que corresponde al fantasma, lugar al que los poetas indagan y regresan incesantemente. En los “Escritos” de Lacan de 1967, se puede leer la expresión “instante del fantasma” (Cfr. Miller, 1986:31), lo que anuncia la concentrada fuerza de una revelación primordial.

En “El acercamiento a Almotásim”, el estudiante protagonista de la novela resumida en el cuento borgeano encuentra por fin al Maestro Almotásim, luego de un difícil camino de ascenso espiritual. Si embargo, hay varias interpretaciones acerca de ese encuentro, entre las que se destaca la alusión directa a la metempsicosis que se explica en una erudita nota de pie de página que propone otras soluciones a la ficción. El trabajo de cita hace su efecto. La ilusión de realidad se enmarca con la ilusión de la cita. El narrador proustiano vislumbra el rostro del Tiempo (el que descubrirá también en el rostro ajado de los “otros), en la imagen del antiguo campanario del paisaje infantil pero Proust separa de los manuscritos las hojas y fragmentos accesorios y desechables que luego completarán, bifurcarán, transformarán la historia en otras historias. La cita editorial del manuscrito proustiano determina también una ilusión de realidad, la ilusión del lector. La realidad entonces es pura escritura y se sitúa en esa distancia donde se escribe lo dicho y lo no dicho. También las citas y aclaraciones de pie de página ilustran un abanico de posibilidades en “El jardín de senderos que se bifurcan” constituyendo un trabajo textual de consecución lógica.

Identidad, sueño, remotas claves, convergencias y divergencias, constituyen el cuerpo de las novelas imaginadas por Borges, que de algún modo compuso en las regiones insondables de su imaginación y que transcribió en la forma sintética del cuento.

La idea de la literatura como una gran tautología (Roland Barthes), alcanza su  más genuina expresión a través de la cita, la transposición, la traducción, las versiones y la inserción,  pasando por la repetición de teorías y de nombres, la alusión, el comentario, el simulacro de comentario, la nota de editor, y el simulacro de  nota de editor. Todos estos procedimientos son constitutivos del mundo borgeano que se atreve a ir más de la gran tautología de la literatura: un más allá que implica los sueños, las pesadillas, las fantasías diurnas, en fin, la gran repetición de la humanidad que no es otra cosa que la marea del lenguaje. (Lacan, Joyce, Woolf).

Hay en esa marea faros guiadores, salvoconductos, asideros que provienen de la literatura misma y de la historia, tamizadas por la lectura y la imaginación de Borges, por el cuerpo y el yo de Borges. Ese lugar de anudamiento es el fantasma borgeano, hecho de las infinitas partículas, sílabas y letras que recogió en su travesía por la cultura y la literatura, que es su vida misma: Emerson, Lugones, Whitman, Cervantes, Julio César, Odín, Joyce, Don Quijote, Facundo Quiroga, Rosas, Laprida, Sarmiento, Muraña, Martín Fierro, Cruz...

Los nombres hablan en el océano de las palabras, sin tiempo y sin espacio, en un infinito de repeticiones y simulacros en lo real de la simultaneidad del universo, donde es posible la reversibilidad del tiempo, como indica la aclaración a pie de página del cuento “Examen de la obra de Herbert Quain”. Dice Stephen Albert, uno de los personajes de “El jardín de lo senderos que se bifurcan”:

En éste (el tiempo) que un favorable azar nos deparó, usted ha llegado a mi casa, en otro, usted al atravesar un jardín, me ha encontrado muerto, en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.(1993:147).

El tiempo cíclico y la simultaneidad conllevan la quietud, la eternidad en el gran movimiento sin movimiento del universo. Y la escritura apresa ese mundo en su densa vastedad. Es el tiempo recobrado de Proust en A la recherche du tems perdu.

El tiempo y la repetición se inscriben en palimpsesto, escritura sobre escritura, donde aun se perciben los rastros de otras escrituras borradas, semiolvidadas, olvidadas, recobradas.

En “El acercamiento a Almotásim” se comenta un supuesto texto novelesco y se narra lo narrado. En los blancos de lo no dicho, puede reconstruirse la novela imaginaria. De este modo, el lector podrá inferir el fósil de la escritura y como un paleontólogo descubrirá las sucesivas etapas y descifrará las escrituras superpuestas del palimpsesto hasta arribar a la vértebra primera, la que se marca todavía en el trazo. En “El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen” (1906), Freud compara el trabajo del analista con el de un arqueólogo que descifra en las ruinas de la memoria el devenir del inconsciente.

Escritura- palimpsesto, como en Proust, escritura sobre escritura. En este punto se advierte otra enseñanza de Borges sobre la novela: la posibilidad de escribir textos en una progresión ilimitada que remite a la idea de tautología. Esta convergencia entre tautología y palimpsesto puede leerse en los párrafos finales del “El acercamiento a Almotásim”:

Se entiende que es honroso que un libro actual derive de otro antiguo ya que a nadie le gusta (como dijo Johnson) deber nada a sus contemporáneos. (1968:41).

Literatura alimentada de literatura. Novela alimentadas de novelas, universo que se produce en la literatura misma.

Fuente: El Intra  -  Salta

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