El escritor Omar López Mato habla de su ensayo “Francisco Borges, el inútil coraje”, que se lee en exclusiva desde la plataforma Leamos.
Por Patricio Zunini
Cabe preguntarse a quién pertenecía la Argentina del siglo
XIX, el país de las guerras civiles, el que todavía no había recibido la gran
corriente inmigratoria producto de las crisis en Europa. El poder se iba
pasando casi de mano en mano y en 1874, Sarmiento le dejaba su lugar a
Avellaneda en una de las elecciones más fraudulentas de la historia. Mitre, que
había precedido en el cargo a Sarmiento, y deseaba volver, no aceptó el
resultado de la votación y ante ello dio una respuesta que, trágicamente, se ha
dado muchas veces en nuestra historia: a un gobierno ilegítimo se lo baja con
una revolución.
Cabe preguntarse también qué se entiende por gobierno
ilegítimo en los diferentes momentos del país. Y qué grado de legitimidad había
tenido el gobierno de Mitre. Pero en 1874, si Mitre no era legítimo, al menos
estaba legitimado. Mitre era una gran figura para la Argentina. Había sido el
general en jefe de los ejércitos de la Triple Alianza, había trabajado a
destajo en Buenos Aires acompañando a las víctimas de la fiebre amarilla
mientras Sarmiento y Alsina, presidente y vice, abandonaban la capital. Su
presencia era querida y respetada. Por eso muchos de sus compañeros de armas y
muchos civiles se acercaron a él para acompañarlo en la revolución. Mitre logró
reunir casi 6.000 hombres: una fuerza enorme.
Entre sus aliados estaba el coronel Francisco Borges, una
persona extremadamente honesta. Borges le había dicho a Sarmiento que se
mantendría fiel a él en tanto durara su mandato, pero una vez entregado el
poder, se iría a pelear con Mitre. Sarmiento, entonces, le envió una carta: que
se vaya si quiere, pero antes debe entregar su ejército al gobierno central.
“Borges queda atrapado entre dos lealtades”, explica Omar
López Mato en diálogo con Infobae. El historiador acaba de publicar Francisco
Borges, el coraje inútil por IndieLibros, un ensayo en donde aborda la
situación sin solución de quien sería el abuelo de Jorge Luis Borges. “Atrapado
en el dilema”, sigue López Mato, “decide cumplir con su palabra. Entrega las
tropas a Sarmiento y se va. Pero cuando llega al campamento de Mitre, muchos le
salen a recriminar la actitud. Para ellos era una traición. Mitre calma los
ánimos, pero Borges queda muy golpeado en su ánimo interior”.
—¿Borges tenía amigos en los dos bandos?
—Hay que recordar que en gran parte de las guerras civiles
argentinas, sobre todo después de la batalla de Caseros, hubo oficiales que
primero estaban de un lado y más tarde del otro. De hecho, Borges tenía una
amistad muy profunda con el teniente coronel Arias, que llevaba las tropas del
gobierno para enfrentar a Mitre. Hay un detalle con el que se puede ver la
cuestión de la nobleza y la amistad: antes de la batalla hubo un encuentro
entre las partes para evitar el derramamiento de sangre. Y el delegado para
hablar con Arias, por el afecto que se tenían, fue Borges.
—Cuando Jorge Luis Borges contaba la historia de su abuelo,
decía que se había suicidado.
—Por eso hablo del inútil coraje. Borges no usa la palabra
suicido pero da a entender que hubo una actitud autodestructiva. Va a la
batalla con un poncho blanco y un caballo blanco. Para mostrar su valentía se
convierte, justamente, en un blanco de las tropas enemigas. Pero también hay un
enfrentamiento de tecnología. Arias se atrinchera en una estancia con 900
soldados que usan Remington, rifles a repetición. La tropa de Mitre, en cambio,
estaba muy armada. No habían podido traer las armas que habían prometido desde
Uruguay; la mayor parte usaba lanzas y sables. Era una carga suicida lo que
pasaba ahí. Borges recibe un balazo y muere después de una larga agonía muy
dolorosa.
—Hagamos un poco de historia contrafáctica. ¿Qué hubiera
pasado si ganaba Mitre?
—Quizá se hubiese instaurado una democracia menos
fraudulenta.
—¿La Ley Sáenz Peña se hubiera anticipado unos años?
—Probablemente, porque Sáenz Peña empieza a predicar la ley
al poco tiempo. Carlos Pellegrini, en el último discurso de 1896, 1897, habla
de terminar con el fraude. Pero atención: el fraude era una institución
mundial. En Estados Unidos existía en five-dolar-vote —yo te doy cinco dólares
y vos me votás a mí—; comprar un escanio del Parlamento británico salía tantos
miles de libras esterlinas. El problema del fraude electoral era un mal de fin
del siglo XIX, donde había un porcentaje de analfabetismo muy alto, una
conducción caudillesca y una imposición forzosa.
—¿Qué podemos aprender de Francisco Borges para interpretar
la obra de Jorge Luis Borges?
—Borges crece con una carga emocional muy fuerte. Francisco
Borges era uno de los abuelos, pero el otro abuelo, por parte de madre, era el
general Suárez, héroe de las guerras de la independencia, héroe de Ayacucho. La
historia argentina no es un cuento para él, la historia argentina es parte de
su familia. Él vive en un ambiente en donde el coraje y el honor, son partes
esenciales de su vida, de su educación. Estos dos ancestros, a los que él le
dedica sendos poemas, forman parte de su educación. El coraje y la valentía es
una parte constitucional de los cuentos de Borges.
Fuente: Infobae
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