Por Alejandra
González Hermosilla
Palabras iniciales:
El juego de las interpretaciones y la infinidad exorbitante
de realidades no imaginadas dentro de un complejo textual logran su punto de
encuentro en el análisis de la instancia narrativa y de la consideración de los
elementos que lo constituyen, es decir, de todos aquellos elementos que hacen
que la realidad se construya dentro de este corpus textual. Especialmente
cuando tratamos con el elementos de carga significativa mayor en el plano de
las interpretaciones.
El tema que se desarrollará en este escrito y tal como lo
quiere presentar este introito será: «El complejo lírico como un tablero de
ajedrez, juego y magia en la lírica de Borges». El objetivo general presentar
el tablero de ajedrez como lugar de múltiples significancias. Y los objetivos
específicos son analizar los elementos que componen el complejo textual del
poema Ajedrez y determinar la analogía que se establece del tablero de ajedrez
y su representación en la realidad concreta.
Cuerpo
interpretativo:
«El ajedrez representa la vida, su organización y la
resolución de sus conflictos».[1]
La revista de crítica cultural, en el artículo de Nancy
Fernández, titulado Poéticas del margen. César Aira y Arturo Carrera, postula
que «Escribir el (y sobre) el margen es una toma de posición que define el
perfil del autor, en su relación con la experiencia de vida y trabajo».[2] Esto
quiere decir que una experiencia puede determinar mi modo de expresión o
ciertos rasgos que son interesantes de analizar, al mirar la vida de Borges y
la influencia de su padre en sus escritos, resulta imposible no asociar sus
representaciones de la vida con el legado filosófico que su progenitor le
entregó. Esto queda claramente reflejado en las siguientes líneas: «Mi lector
notará en algunas páginas la preocupación filosófica. Fue mía desde niño,
cuando mi padre me reveló, con ayuda del tablero del ajedrez (que era, lo
recuerdo, de cedro) la carrera de Aquiles y la tortuga».[3] Es, en definitiva,
lo que hace que Borges conciba la propia poesía como un tablero de Ajedrez: «Ajedrez
misterioso la poesía, cuyo tablero y cuyas piezas cambian como en un sueño y
sobre el cual me inclinaré después de haber muerto».[4]
Pensar, sentir, observar o determinar en alguna media el
pensamiento de un autor al momento de escribir un texto, es sumamente
complicado, no sólo por las instancias que conocemos, que pertenecen a los
niveles de los sujetos de la escritura, sino también a la mente de un escritor.
Pero al hacerse repetitivo su pensamiento, su decir, su actuar, nos invita a
entrar en el juego de las representaciones, en el mundo de las
interpretaciones, y es precisamente aquí donde podemos descubrir qué es lo que
el sujeto de la enunciación nos quiere contar.
La mirada general frente a un tablero de ajedrez es que es
un juego de estrategias, donde uno de los jugadores termina siendo el vencido y
el otro el ganador. Pero para Borges y otros escritores como Lewis Carroll en
su libro, Alicia a través del espejo, y Julio Cortazar en varios de sus
escritos los postulan como el lugar donde las figuras de diferente nivel y
colores contrarios y radicalmente opuestos confluyen en un combate, en un lugar
determinado que ya no sólo es el tablero de ajedrez sino que es la vida. Pero
las piezas del ajedrez no se mueven solas, es imposible, no tienen vida a menos
que exista algún jugador que las mueva, dirija, en la representación de Borges
el tablero de ajedrez es la vida, y en ella se juega indefectiblemente una
batalla. Al decir en su poema Ajedrez que hay un Dios que mueve las piezas está
claramente representando la postura de oposiciones que encontramos en las
disyuntivas precisas del existir: el blanco y el negro, el bien y el mal y
preguntas básicas como el quién ganará. En qué se constituyen todas estas
imágenes a la hora de leer este juego, a la hora de interpretar la batalla, en
la hora en la cual la piezas cobran vida y ya no hablamos del simple tablero de
ajedrez, sino de una batalla, una que hay que ganar o perder, una que terminará
con la declaración al rey de jaque mate. Bien dicen que para ganar la partida
hay que conocer al oponente, pensar como él pensaría y actuar en el juego
anticipándose a los movimientos del otro para así vencerlo.
Representaciones:
El tablero es la vida, y sus infinitas posibilidades de
victorias y derrotas, en su plataforma se ubican los trebejos, que son en
orden: la torre, el caballo, el alfil, la reina, el rey, alfil, caballo y torre
nuevamente para cerrar la primera fila de ocho piezas, y luego en la fila
segunda o primera línea en la «batalla» encontramos a los peones. Cada una de
las figuras representa algo en el campo de batalla.
«Adentro irradian mágicos rigores/ las formas: torre
homérica, ligero/ caballo, armada reina, rey postrero,/ oblicuo alfil y peones
agresores».
El Peón: es un soldado de infantería que está subordinado y
que va a pie a la batalla, son los de las primeras líneas, protegen la escuadra
mayor de guerra.
La Torre:
es la segunda pieza más fuerte en el tablero de ajedrez, tiene sólo una única
limitación que es que no puede saltar por sobre otras piezas, excepto en el
acto de enroque. En sus inicios era llamada Roque, de roca.
El Caballo: es un arma de caballería, la única pieza
autorizada para saltar por sobre otras piezas y que además tiene movimiento de
‘L’.
El Alfil: Simboliza a un oficial de ejército o funcionario
medio, se mueve en forma diagonal.
La Reina:
es la pieza más poderosa del ejército, se puede mover de cualquier manera, sólo
no puede saltar.
El Rey: es la cabeza del ejército y a quien se debe
proteger, representa figurativamente precisamente al jugador, ya que es a esta
figura a la cual hay que proteger para no perder el juego o batalla.
«El ajedrez es un juego de variaciones infinitas. Si las
jugadas que se hacen sobre el tablero correspondieran a la realidad, las
variantes imaginadas, pero no hechas, equivaldrían a ficciones literarias».[5]
La trascendencia es un concepto que no podemos dejar de lado cuando pensamos en
analizar un escrito, sea cual sea, y la intencionalidad de Borges quien no sólo
es un presentador de las figuras de la batalla, sino que también un ecuánime
caracterizador, presentando no sólo la visión superficial sino que también la
visión epistemológica de los conceptos.
«Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada/ reina, torre directa y
peón ladino/ sobre lo negro y blanco del camino/ buscan y libran su batalla
armada».
Es el tenue rey, el protegido pero a la vez cara visible y
protagonista en la batalla. El sesgo alfil en símil con el concepto de
elefante, que es el significado de la palabra, cuando los árabes usaban a los
elefantes para salir a la lucha, y con su imponencia y simple postura vencían;
la encarnizada reina es la pieza más importante, quien está facultada de autoridad
y es capaz de realizar casi todos los movimientos, el peón ladino el que ocupa
la primera fila el que pelea no por porte sino por convicción y compromiso a la
corona son los que están presentes en la representación de Borges, en esta
analogía de la realidad, de la vida.
El espacio en el que se desarrolla la confluencia de
adversarios, el tablero de ajedrez es un «…ámbito en que se odian dos colores».
Los dos colores presentes en este juego son el blanco y el negro, en la batalla
serían ejércitos contrarios, los buenos y los malos, donde la ventaja la tiene
el que parte o sea el blanco y donde el segundo adopta la postura defensiva
para vencer.
La segunda parte del poema nos habla respecto de que la
batalla jugada en este tablero, no es cualquier batalla y no representa la
simplicidad de cualquier jugador.
«Dios mueve al jugador, y éste, la pieza». Luego las
siguientes líneas del verso nos muestran el común y constante cuestionamiento
del ser humano, la tierra es el tablero, la vida es aquel lugar que hay que
preservar y el lugar para conseguir seguir viviendo. ¿Existirá alguien, que
mueve las «piezas» de manera determinada y predeterminada?, ¿será acaso ese
«alguien» el que determina la vida ser humano, para determinarlo como tal?
Aquel que decide quién será el rey y las estrategias para protegerlo.
Jaime Alazraki describe perfectamente el juego que Borges
realiza a la hora de relacionar simbólicamente la realidad con sus múltiples
relaciones: «El sentido simbólico del juego como una contienda entre dos
ejércitos que buscan la victoria, está aludido por Borges en su poema Ajedrez».
Borges representa a la vida como el tablero de ajedrez y ahí volvemos al
concepto citado anteriormente de que el ajedrez es un juego de relaciones
infinitas y que sólo en la mente de quien dirige el juego, en el poema, Dios,
se encuentra la victoria, el destino se encuentra en un tablero bicolor que
adquiere significancia cuando las figuras están allí puestas, pero mucho más
que eso, cuando existe alguien interesado en jugar la partida.
Palabras finales:
- No conjugar los conceptos de juego y realidad en Borges,
sobre todo en su poema Ajedrez, resulta imposible, la impresionante calidad de
representación, de alineación, de complicidad en los conceptos nos lleva a
reconocer la presencia de estos elementos en su lírica.
- El complejo textual en su proceso de semiosis nos lleva
interpretar los elementos que constituyen el texto para poder representarlo de
alguna manera u otra. Borges consigue que en este tablero compuesto de colores
opuestos se logre precisamente la lectura de la reunión de elementos opuestos
que se enfrentan por conseguir sobrevivir y proteger el porqué de sus luchas.
Nos permite entender que este juego adquiere vida y magia cuando existe quien
está detrás de los trebejos, quien idea las jugadas y quien nos dirige a la
búsqueda de sentidos, quien ya vio cómo llegar al objetivo aun cuando sólo se
ha movido la primea pieza o cuando un «jaque» nos encuentra con una jugada mal
lograda.
«La efectividad poética del símbolo depende, creo yo, de la
capacidad del artista para encontrar una figura adecuada capaz de convocar
simultáneamente este doble nivel en la representación, al que denomino el
fenoménico y el absoluto, sin que ninguno de estos dos niveles prevalezca en la
representación hasta el punto de anular el otro». [6]
Quisiera terminar este escrito con las mismas palabras que
utilicé al inicio del cuerpo del trabajo, porque creo que engloban, sin lugar a
dudas, el sentido desarrollado en las líneas anteriores: «El ajedrez representa
la vida, su organización y la resolución de sus conflictos».
Bibliografía
consultada:
- Pérez, Alberto Julián (1986). Poética de la prosa de
J.L.Borges. Madrid, España: Editorial Gredos.
– Alazraki, Jaime (1983). La prosa narrativa de Jorge Luis
Borges. Madrid, España: Editorial Gredos.
– Vargas Pereira, Javier (2001). Jorge Luis Borges y el
Ajedrez. Revista literaria de ajedrez. Colombia.
– Pedró Fernando (2001). Jorge Luis Borges y el ajedrez.
– http://www.metajedrez.com.ar/vargas.htm. Consultado el 10
de mayo de 2008.
– Fernández, Nanci (2007). Poéticas del margen. César Aira y
Arturo Carrera. Revista de Crítica cultural volumen 2, número 1. Versión
electrónica:
(http://www3.unisul.br/paginas/ensino/pos/linguagem/critica/0201/02.htm)
– Borges, Jorge Luis (1989). Obras completas: El Oro de los
Tigres. Emecé, Buenos Aires, Vol.II, pág.517.
– Borges, Jorge Luis (1964). El otro, el mismo. Emecé,
Buenos Aires, Argentina.
Notas
[1] Vargas Pereira, Javier (2001). Jorge Luis Borges y el
Ajedrez. Revista literaria de ajedrez.
[2]
http://www3.unisul.br/paginas/ensino/pos/linguagem/critica/0201/02.htm
[3] Prólogo a El oro de los tigres, 1972.
[4] Prólogo a El otro, el mismo, 1964.
[5] http://www.metajedrez.com.ar/vargas.htm
[6] Texto extraído del libro de Pérez, Alberto Julián (1986).
Poética de la prosa de J.L.Borges. Madrid, España: Editorial Gredos. Página
130, bajo el título Símbolos cronotópicos.
Alejandra Loreto González Hermosilla.
Profesor investigador proyecto MIMETIC Chile. Profesor Ad Honorem.
Universidad de La Frontera (Chile). Profesor de Castellano y
Comunicación Colegio Nueva Concepción, Temuco-Chile. Licenciado en
Educación.
Es egresada de la Universidad de La Frontera, UFRO en la carrera de Pedagogía en Castellano y Comunicación, con la especialidad de interculturalidad, y en Licenciatura en Educación.
En el campo de la educación ha trabajado en investigación sobre temáticas evaluación universitaria; Generación de instrumentos audiovisuales como recursos pedagógicos. Ha estudiado e investigado la importancia de la creatividad y el desarrollo de las habilidades comunicacionales en los estudiantes, desde el punto de vista conceptual como práctico creando proyectos de desarrollo teatral en aula.
Desde el campo de la especialidad trabajó como ayudante de investigación en el Doctorado de Comunicación Intercultural de la Universidad de La Frontera (proyecto en curso).
Es egresada de la Universidad de La Frontera, UFRO en la carrera de Pedagogía en Castellano y Comunicación, con la especialidad de interculturalidad, y en Licenciatura en Educación.
En el campo de la educación ha trabajado en investigación sobre temáticas evaluación universitaria; Generación de instrumentos audiovisuales como recursos pedagógicos. Ha estudiado e investigado la importancia de la creatividad y el desarrollo de las habilidades comunicacionales en los estudiantes, desde el punto de vista conceptual como práctico creando proyectos de desarrollo teatral en aula.
Desde el campo de la especialidad trabajó como ayudante de investigación en el Doctorado de Comunicación Intercultural de la Universidad de La Frontera (proyecto en curso).
Fuente : Revista Almiar – Margen Cero
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