Ensayo de interpretación (1959) es un ensayo sobre Jorge
Luis Borges, que apareció cuando el escritor argentino era un desconocido en
Europa
Jorge Luis Borges fue interpretado por el crítico colombiano
Rafael Gutiérrez
El colombiano Rafael Gutiérrez Girardot fue experto en las
claves de la creación borgeana. Al cumplirse 25 años de la muerte del escritor
argentino, Ediciones B publica un ensayo con prólogo del catedrático Juan
Guillermo Gómez, del cual es el siguiente fragmento.
"Es terrible
escribir un trabajo sobre un irónico como Borges..." (Carta de RGG a Nils
Hedberg, 1958).
Encuentros con
Borges:
Hace ya algo más de cincuenta años, Rafael Gutiérrez
Girardot culmina, "al fin final", su estudio Jorge Luis Borges:
ensayo de interpretación. Las vicisitudes de su elaboración habían sido
múltiples. Los esfuerzos intelectuales de esas sobrias páginas demandaron una
concentrada y concienzuda lectura y relectura de la obra borgiana, al menos, en
sus últimos cinco años. La génesis de este Ensayo de interpretación se
remontaba a un compromiso académico que, como becario del Instituto
Iberoamericano de Gotemburgo (Suecia), había adquirido como contraprestación, a
saber, escribir una monografía sobre el autor argentino a quien sustituía en
esa condición académica, provisionalmente, entre 1955-y 1956. La beca (de 700
coronas, "importe que no puede decirse que sea imponente pero que, por
otro lado, sirve para el sustento") había sido concedida por recomendación
del Sr. D. Ramón Bela y Armada del Instituto de Cultura Hispánica al Profesor
Nils Hedberg, director del Instituto sueco.
La estadía en el país escandinavo era un anhelo del joven
Gutiérrez Girardot, quien procedía de hacer dos años de estudios en la
Universidad de Friburgo (Alemania), entre 1953 y 1955. Allí había tenido la
suerte de ser discípulo del filósofo Martin Heidegger, rehabilitado en su
cátedra universitaria hacia 1952, y sobre todo de Hugo Friedrich, autor de un
estudio clásico sobre Montaigne (1949) y de un libro capital en los estudios
literarios La estructura de la lírica contemporánea (1956). La intención de
hacer su doctorado sobre Quevedo y el senequismo español, bajo Friedrich se
pospuso por el compromiso de escribir el ensayo sobre Borges (sólo hasta 1969,
luego de un giro súbito, cambia de tema y escribe su tesis doctoral sobre
Antonio Machado). Estos laberintos o rompecabezas intelectuales, lo habían
traído de la lejana Colombia, años antes a Madrid. En su patria natal había
cursado cuatro años de derecho en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario (con notas lejos de sobresalientes) y algunos semestres de filosofía en
la Universidad Nacional, bajo la conducción intelectual de Rafael Carrillo.
Gracias a una beca del Instituto de Cultura Hispánica en
Bogotá, Gutiérrez Girardot llegó a Madrid en 1950. Este Instituto pretendía
estimular, según sus críticos, una intelectualidad que hiciera contrapeso a la
"izquierdista" de la Escuela Normal Superior de origen liberal. En la
capital española, prosiguió sus estudios de derecho y de sociología jurídica, y
paralelamente asistió a seminarios de filosofía con Xavier Zubiri, cuya
profundidad y seriedad docente lo impresionó profundamente. Esta experiencia
filosófica contribuyó a reorientar su formación y revaluar la importancia que
el pensador español más reconocido en el mundo hispánico y Alemania, José
Ortega y Gasset, había ejercido en sus primeros escritos. "Hace tiempo el
pensamiento de Ortega está superado por Zubiri", escribía ya en enero de
1952 Gutiérrez a Alfonso Reyes. Las críticas subsiguientes, reiteradas a Ortega
y Gasset, como el gran "plagiario", el prestidigitador del "arte
de la simulación majestuosa", eran el corolario del temprano contacto con
Zubiri.
A Ortega y Gasset, como el gran "plagiario", el
prestidigitador del "arte de la simulación majestuosa", eran el
corolario del temprano contacto con Zubiri. Pero el Madrid de los cincuenta era
algo más. El estimulante ambiente intelectual del Colegio guadalupano,
comunidad de estudiantes españoles y latinoamericanos, en donde habría de
conocer amigos entrañables como Gonzalo Sobejano, José María "Pepe"
Valente o José Agustín Goytisolo; el de la revista Cuadernos Hispanoamericanos,
dirigida por el poeta Luis Rosales, en cuyo medio habría de hacer, en realidad,
sus primeras armas críticas, como reseñista, articulista, ensayista y
traductor; y el de relaciones de discípulo, por ejemplo, con el sociólogo
Enrique Gómez Arboleya (se habría de quitar la vida en 1959, hostigado por la
mano oscura del Opus Dei que hacia 1958 se convirtieron en los amos del
Instituto), contribuyeron a forjar su imagen contrapuesta de una España que
quería y no podía o podía y no quería salir de su empecinado atraso
histórico-cultural. Su experiencia madrileña se tradujo en una convicción, que
expresa en una pieza epistolar de finales de 1959: "...tengo un prejuicio
(formado en España) inconmovible: y es el de que los españoles no saben pensar".
Salir de Colombia a España para ir a Alemania y regresar de
Alemania a España nuevamente para salir a Suecia era cumplir el destino secreto
de toparse con Borges en Gotemburgo, así como se había topado con Alfonso Reyes
en Madrid. El ciclo de formación del Wilhem Meister colombiano, encontraría en
la lenta y extremadamente consciente ejecución crítica de este ensayo, una
etapa definitiva: su primera plenitud intelectual. Ella cerraba el ciclo que se
abría con el ensayo "La imagen de América en Alfonso Reyes" y daba
lugar a los estudios sobre Nietzsche y Machado, respectivamente. El enfrentarse
a Borges era una prueba de fuego -decisiva para el estudioso colombiano- para
"hacer el trabajo con minucioso análisis de textos" y sobre todo con
la conciencia de que... "es terrible escribir un trabajo sobre un irónico
como Borges, pues te amenaza siempre la idea de que algo que tú dirías sin más
sobre alguna persona, visto con los ojos de un tipo como Borges quedará más o
menos aniquilado".
Algunos pasajes entresacados de la extensa y cálida
correspondencia entre Gutiérrez Girardot y Hedberg testimonian la consagración
-que es respeto y reverencia intelectual- que se tradujo en el ensayo que aquí
se publica a propósito de los 25 años de
la muerte de Borges. El procedimiento, el propósito, el sueño y el encuentro
personal con Borges, es decir, los diversos "encuentros" quedan
registrados en los siguientes fragmentos epistolares, de una manera tan
peculiar, y por ello tan interesante; tan interesante y por ello mismo
significativos de su método de trabajo intelectual. Las cartas testimonian la
actividad crítica como "experiencia literaria", en el sentido de que "la
crítica literaria es la literatura que tiene por objeto la literatura".
El primer fragmento proviene de la carta del 5.5.58, en que
se delata el procedimiento "filológico" (que prueba con textos),
luego de años de estudio: "Del plan originario varié muchísimo y entre
versión y versión (la primera que hice en Göteborg y la que hice aquí luego)
hay una enorme diferencia. Es terrible escribir un trabajo sobre un irónico
como Borges, pues te amenaza siempre la idea de que algo que tú dirías sin más
sobre alguna persona, visto con los ojos de un tipo como Borges quedará más o
menos aniquilado. Otra maroma fue la de suavizar los flechazos contra Sábato y
consortes, de modo que no resultara ocasión de un rechazo de plano del libro
por parte de quienes son sus partidarios, perjudicando así la bella colección.
Me falta un dato, y te ruego que, si te queda tiempo, pongas a la Karin a que
lo busque. Es sencillísimo: Rafael Cansinos-Assens (que se firmaba en los
manifiestos dadaístas Rafael Canssinos d'Assens) escribió una novela absurda
sobre los vanguardistas españoles, llena de españoladas. Como Cansinos y Borges
fundaron en Sevilla la "secta ultraísta" he hecho mención de esa
novela y he hecho una cita, pero con tan mala suerte que olvidé tomar el título
de la novela. Es muy fácil de encontrar: está en la Sala de España, en un
estante abajo, de los que quedan al frente de la oficina de Matica, creo que es
el cuarto o quinto a partir de la ventana y el penúltimo a partir del techo de
la habitación. Me falta saber sólo el nombre. En la carátula, que es de la ed.
Gallega, creo recordar unas caras con cabelleras blancas, muy surrealistas y
embrujadas. Es la única novela, la única de este desaforado. Mil gracias".
Un segundo pasaje, procedente de una carta anterior, pone de
presente el propósito del estudio: "Mi Borges lo tengo terminado, me ha
salido de unas 85 a 90 páginas, quizá, con unas adiciones que quiero hacerle,
unas cien. Me falta revisar El Aleph, que tú posees. Y un trabajo de la Nueva
Revista Hispánica de Filología, el Homenaje a Amado Alonso, un trabajo de una
señorita Barrenechea, en donde hay una bibliografía completa de Borges, y una
cita que quiero revisar. Te envío de vuelta el Número, y el de Jorge Luis
Borges budista. He decidido no hacer ninguna cita de ninguno de esos trabajos,
que no me prestaron utilidad alguna, sino que más bien me sirvieron para
moverme a una polémica, que en la revisión del manuscrito consideré inútil y
fuera de lugar, sobre todo porque los dos autores son muy conocidos en Uruguay
y en algún café de "Sur" de Buenos Aires, pero en Hispanoamérica no
dicen nada. Yo quité toda alusión medio polémica a esos trabajos, y dejé
solamente muy breves alusiones a Amado Alonso, Jiménez Pastor y Ernesto Sábato,
que reúnen entre los tres todos los puntos atacables en el juicio de Borges.
Todo eso va en la Introducción, y el resto del trabajo lo dediqué al estudio
"sachlich", como dirían estos hunos, de la obra y del estilo,
dividiéndolo en motivos (laberinto, espejos, posibilidades) y en análisis
estilísticos de trozos representativos (El truco), de poemas (La noche
cíclica), un estudio de vocabulario y de la sintaxis de Borges desde El Idioma
de los argentinos hasta Otras inquisiciones. Hice un pequeño capitulito en esta
primera parte sobre Los Orilleros, que es el guión cinematográfico de Borges,
escrito en compañía con Bioy Casares.
Renuncié a hacer un capitulito sobre las fuentes de Borges,
porque me parece innecesario y fuera de lugar, ponerse a buscar de dónde ha
sacado Borges esta idea y esta otra. En vez de eso, que hasta ya había
adelantado bastante, comienzo la segunda parte con un análisis del cuento
"Los teólogos", para entrar, digamos, en la parte ideológica y
establecer la correspondencia del tema con algunos de sus ensayos. Luego va la
reseña y análisis de "La biblioteca de Babilonia" y su
correspondencia con el tema de Historia de la eternidad, y así hasta mostrar la
idea central que se repite, de diversa manera, en casi todos los trabajos de
Borges. Y en esto desemboco en la parte que me ha tenido cavilando,
escribiendo, reescribiendo: la cosa de la repetición, es decir, su irónica
interpretación de la teoría del tiempo cíclico. Me ha hecho cavilar, porque me
pareció muy especulativo y atrevido afirmar que esta interpretación de Borges
es la que da unidad a todo su estilo y a toda su obra. En cada libro se repiten
los temas y los motivos y en toda su obra igualmente. Hay repetición consciente
de procedimientos estilísticos, de palabras muy propias de Borges, etcétera.
Aquí hice un paréntesis del tema de la ironía en Borges, que, de acuerdo con la
ironía en Nietzsche (la fuente más segura, pues Borges lo cita y hasta se burla
de él) consiste en una especie de negación.
En Borges esta negación es "refutación del
tiempo", como aparece en su narración "Funes el memorioso", en
su refutación de la teoría cíclica del tiempo, en su ensayo "Refutación
del tiempo". Esta parte no me deja muy satisfecho, pues yo he querido
demostrar esta idea con la certeza de los textos, valiéndome de los
procedimientos estilísticos, que aclaran los pensamientos de Borges, y
valiéndome de los pensamientos, que aclaran los procedimientos estilísticos, en
"círculo vicioso" y en reciprocidad. Para rematar esto quisiera
revisar "Los Teólogos", que está en El Aleph, y que tú posees. Yo me
doy mucho cuidado en este Borges, porque será el primer estudio con
pretensiones que se hace, sin especulaciones absurdas sobre los budismos y
demás, sin elogio desmedido, y procuro hacerlo con toda la mesura".
Un tercer pasaje muestra el impacto en el inconsciente, en
el proceso de edición con Ínsula de Madrid, tras los disgustos, contrariedades,
agrieras producidas por la censura española, y su "hispánica"
resignación: "Que el libro salga con las modificaciones ordenadas por el
clero celoso y la heroica mentalidad ortegiana", 5.10.59. El pasaje
"psicoanalítico" reza: "Por lo demás, he soñado alguna noche en
Gotemburgo, especialmente en el Borges.
El cuarto fragmento epistolar, "naturalmente",
trata del encuentro personal que sostuvieron Borges y su crítico colombiano,
cuando éste ya había "superado" la exégesis borgiana y se enfrentaba
a nueva tareas como un ensayo de largo aliento sobre Pedro Henríquez Ureña -con
título "Teoría y práctica de la crítica literaria" y temario
anunciado, y que no llegó a escribir- años después el 10 de octubre de 1964:
"Borges me ha conmovido enormemente. Nunca le hablé de lo que he escrito
sobre él, que es bastante. No sé si sabrá quién soy yo, un ciego como él, que
vive encerrado en la mitología escandinava, en sus laberintos, en un mundo
fantástico, que para él es real, no conoce a la gente, me parece, no es de éste
universo nuestro. Su órgano de comunicación con la realidad es o su madre o en
este momento su secretaria, y él reacciona de acuerdo con la persona que lo
acompaña, es decir, si su madre es altiva, él sigue ese camino, si su
secretaria es más de mundo y generosa, él es entonces así. Su situación
personal te la pinto con el soneto magnífico sobre Spinoza que te adjunto y que
me dictó en una ocasión en Berlín".
No sólo de lecturas y replanteamiento de temas borgianos,
empero, vivía el intelectual colombiano. Como diplomático había tenido que
sortear toda suerte de eventos oficiales y extra-oficiales que le causaban un
estado de ánimo inestable. El "pan diario" de cada día debía
ganárselo en un ambiente anti-aleccionador, vale decir, entre colegas del
servicio diplomático que le causaban, desde el embajador de turno hasta los
consejeros de toda pelambre, una constante incertidumbre. La enojosa obligación
oficial de atender las tareas consulares, se podría de calificar de entre los
menores inconvenientes de un oficio del que escribió luego de casi una década
de funcionario: "Me arrepiento de haber entrado en esta vacaloca, en la
que no tengo porvenir ninguno". Las cartas a Hedberg son, también, a este
respecto un testimonio vivo de su tarea y notas de una sociología de los
intelectuales en "nuestra América". Pero son más reveladores los
informes de los embajadores sobre este "diplomata" y filósofo que
rechinaba o se acomodaba en sus funciones.
La tornasolada adjetivación de los jefes de misión sobre el
funcionario "subalterno" Gutiérrez Girardot es sintomática de una
inestabilidad inherente a estos cargos. Es decir que responden al capricho del
"caciquismo hispánico" (Joaquín Costa). Mientras uno de los
embajadores anota despectivo: "Carece Gutiérrez: (de) orden y
cumplimiento"; el siguiente no ahorra elogios: "Buen ánimo para el
trabajo", "domina el alemán" y está vinculado con la "crema
universitaria" alemana "donde es muy estimado y oído". Estos
denuestos o elogios son simples apreciaciones que resumen un estado de
"Locombia": su irracional sistema burocrático y su errática política internacional.
Fuente : delcastilloencantado.blogspot
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