Michael Ward volvió a Malvinas 33 años después: "El
regreso fue antipático", reconoce. Sus recuerdos, la importancia de la
guerra y el desconocimiento de la causa.
Ex combatiente ingles en Malvinas No entendemos por que
estas islas son britanicas
Se confunde entre los turistas, su figura espigada recorre
cada tarde con un trote intenso el pasillo externo de uno de los pisos de su
nueva casa, un buque de 70.000 toneladas y 12 pisos, que lejos está de ser un
acorazado de guerra; más bien está repleto de shows, comida, bebidas y
diversión. Si el viento helado del Mar Argentino se planta como una barrera
insalubre, en todo caso ocupará durante una larga hora una de las ocho cintas
para correr dentro del gimnasio del Norwegian Sun, el crucero de esta compañía
con base en Miami que de noviembre a marzo hace la ruta Buenos Aires-Valparaíso
(Chile). Tiene 51 años y en medio de esta travesía sumará otro más. Los números
dan vuelta en su cabeza. Tenía 16 cuando en 1980 ingresó en la Marina Real
Británica (Royal Navy) y allí estuvo tres décadas. A los 18 recién cumplidos,
en abril de 1982, también se subió a un barco. Pero no tenía el colorinche del
Sun, ni la piscina de la cubierta rodeada de reposeras y sus bares repletos de
refrescantes tragos. Todo era gris y estaba lleno de armas, cañones y
municiones. Era parte de la flota de Royal Navy. Era, en ese joven momento, la
casa obligada de Michael Ward, el ex combatiente que volvió a las Islas
Malvinas después de 33 años. Ahora, con otros aires, otra templanza y la opción
de vida de poder analizar y dar su propia mirada de aquella espantosa guerra.
El Norwegian Sun ancla a varios metros de la costa de Puerto Argentino y los
turistas se suben a cada tender para cruzar y llegar en unos 20 minutos. Mike
se sube y va, en silencio, acompañado por algunos de sus nuevos amigos a bordo.
También de sus alumnos, todos como parte de la tripulación, que tienen en Ward
al principal instructor en cuanto a todas las medidas de seguridad y prevención
se requieren a bordo.
“Fue un antipático regreso, porque muchos británicos
preguntaban ¿por qué? Así como ustedes las llaman Malvinas (lo dice en español,
por primera y única vez en la charla, pero la traducción se cae de madura), a
nosotros no nos enseñaron en nuestra educación acerca de las Falklands, así que
un montón de británicos no las conocían. Y en la Royal Navy, de donde provengo,
ninguno de nosotros sabía nada acerca de las islas. Cuando nos dijeron que
íbamos a las Malvinas, no sabíamos a dónde estaban. El gobierno decidió ir a
pelear y allá fuimos. No fue algo divertido para nadie, como toda guerra. Nunca
hubo posibilidades, aún ahora, de construir un puente con Argentina”, cuenta,
expresivo y serio, Ward, sentado y de piernas cruzadas en uno de los sillones
del quinto piso del barco, algo así como el lobby de este hotel flotante.
¿Cuál es su tarea en este barco?
Mi responsabilidad principal es la seguridad del barco, me
ocupo de los sistemas de seguridad de la nave. También me ocupo del
entrenamiento de toda la tripulación, unas 40 horas por semana de
entrenamiento. Es un trabajo grande y tengo un equipo de tres personas
trabajando conmigo. Hace dos años que estoy en este barco, en el Sun, y cinco
en Norwegian.
¿Y antes?
Antes estuve en la Royal Navy por 30 años. Ingresé en 1980,
con 16 años de edad. Estuve en la guerra de Malvinas (dice Falklands) y esta es
la primera vez que regreso acá en 33 años.
¿Qué recuerdos tiene de los soldados argentinos?
Admiro a sus pilotos. Sus pilotos fueron gente muy valiente,
fueron pilotos realmente muy buenos y tuvimos un montón de problemas por ellos.
Demostraron ser muy valientes. Nos hundieron varios barcos.
¿Conoció algún ex soldado argentino?
Sí, sí, sí, me encontré con algunos de los pilotos cuando
estaba en la Royal Navy.
En ese
momento se nos viene el recuerdo de aquel poema de Jorge Luis Borges, publicado
por primera vez el 26 de agosto de 1982 en Clarin. “Juan López y John Ward”, se
titulaba, como un giro del destino en la identidad de este británico que tres
décadas más tarde volvió a tocar su tierra de guerra. “Les tocó en suerte una
época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno
provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de
derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de
aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras. (…) Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez
cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y
cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen”.
¿Pero les fue posible salir?
Sí, unos días antes del final. Es difícil recordar todo
perfectamente... Muchos británicos no entienden cómo pueden ser británicas. No
entendemos mucho. Vemos que hubo referéndums en los que la gente quiere ser
británica, pero los británicos de allá no saben por qué. Incluso nosotros, ex
militares como yo, servidores del gobierno, miramos para atrás y no sabemos por
qué. No entendemos por qué las Malvinas son británicas. Y en Gran Bretaña es
muy difícil escuchar hablar de las Malvinas, en ninguna conversación sale ese
tema.
Como ya aclaró, no sabían a dónde iban...
No teníamos idea de las islas Malvinas, casi nadie en el
barco lo sabía, y éramos una tripulación de 350 personas. Había un miembro de
la tripulación que sí había escuchado de ellas, pero nadie de nosotros estaba
enterado de que las islas Malvinas eran británicas, ni dónde estaban. Esa es la
verdad. Y no pensábamos que entraríamos en guerra cuando la Primer Ministro nos
envió.
Ward se refiere a Margaret Hilda Thatcher, quien fuera la
premier británica desde 1979 a 1990 y falleciera en abril de 2013. Un dato de
actualidad indica que la última inauguración que se dio en Puerto Argentino
(Stanley, para Mike) es un busto de Thatcher. Ward no se guarda elogios hacia
ella, y sigue, mientras mira su reloj aunque no parece apurado. En todo caso un
tic cronológico lo debe llevar a ese gesto aún asombrado de estos 33 años que
el grupo de periodistas argentinos le hace repasar.
¿Estando acá pensaban que todo se iba a resolver antes?
Sí, de manera política. Ninguno de los militares pensaba que
iba a entrar en una guerra. Pensábamos que Margaret lo iba a solucionar, era
una fantástica primer ministro, muy fuerte y con decisión.
¿Cuánto tiempo estuvo?
Llegamos como Task Force (una fuerza de tareas), todos
nuestros barcos llegaron juntos y estuvimos la guerra entera. Hicimos los
desembarcos en el estrecho de San Carlos. Nosotros llevábamos marines que
bajaban en la playa Azul y nosotros estábamos al frente. Permanecimos en San
Carlos durante toda la guerra, donde nos hundieron algunos barcos. El Sheffield
fue el único barco hundido en mar abierto, el resto fue ahí, en el estrecho de
San Carlos. Creo que fueron cuatro los barcos hundidos ahí con los Mirage.
Ustedes volaban por debajo del alcance de los radares y por eso no los podíamos
detectar. Sus pilotos fueron personas muy, muy valientes. Venían por debajo del
nivel del radar y, una vez que los detectábamos, muy pocos podían regresar. Así
nos hicieron mucho daño en nuestras naves, hasta que se quedaron sin misiles.
Si no se hubiesen quedado sin misiles aire-tierra para atacar nuestras naves,
nos hubiera sido difícil de defender, sin duda. Estuvimos en problemas allí.
¿Cuál era su tarea en la guerra?
Recargaba combustible de las aeronaves, sobre todo
helicópteros. En el desembarco en playa Azul los helicópteros salían, regresaban,
los recargaba y volvían a salir. Yo tenía 18 años. Cumplí años en marzo y la
guerra empezó en abril.
¿Qué siente ahora?
Tristeza, porque la isla es un terreno muy inhóspito, y en
1982 la población era muy pequeña. Ahora hay dos o tres mil personas. ¿Sabes?
No entendemos por qué. Fue por política, política pura. Muchos de mis amigos ya
habían regresado. Fue una guerra grande por una ganancia muy pequeña, con unas
mil muertes, pero fue sólo política. Es un lugar a 6 mil millas de distancia. A
mi hija, que ahora tiene 25 años, nunca le explicaron sobre las Malvinas, sabe
que su padre estuvo en la guerra de Malvinas, pero nunca nadie le dijo nada al
respecto más que lo que sabe por mí, lo que es realmente muy poco.
¿No lo enseñan en las escuelas?
No, nadie habla de eso. Yo mismo hablo más de las guerras de
Afganistán o Irak, muy raramente menciono las Malvinas.
¿Ella le pregunta?
Sí, me pregunta. Porque fue el primer conflicto en el que
estuve, después estuve en Bosnia a finales de los ‘90 y en Irak y Afganistán en
los 2000. Los militares británicos nunca tuvieron conflicto alguno antes de las
Malvinas, por muchos años antes y por muchos años después. Vas a un bar y les
preguntás a los británicos acerca de las Malvinas y no sabrán qué decirte.
Parece que fue ayer…
Sí, pero fue hace 33 años, y hoy aún no lo entendemos, sólo
la gente de las islas quiere seguir siendo británica, nadie más apoya esta
causa.
¿Cómo terminó trabajando en un crucero?
Me retiré de la milicia luego de un contrato de 22 años.
Estuve ahí mucho tiempo y obtuve una pensión. Me retiré como a los 46 años de
edad y volví a navegar. Intenté no volver a hacerlo, intenté regresar a casa,
pero no pude.
Fuente | clarin.com
Fuente : El Liberal
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