domingo, 10 de septiembre de 2017

Finlandia en Borges; Borges en Finlandia


No te habrá de salvar lo que dejaron
Escrito aquellos que tu miedo implora;
No eres los otros y te ves ahora
Centro del laberinto que tramaron
Tus pasos…
 Jorge Luis Borges, “El Ápice”

Por Martín Hadis*

Es sabido que Borges se sumergió, en sus últimas décadas de vida, en la literatura el norte Europeo. En las sagas que narran los viajes de vikingos procedentes de Suecia, Dinamarca y Noruega, Borges encontró un eco septentrional del culto del cuchillo y el coraje que antes había celebrado en los arrabales de Palermo. Hay sin embargo en Escandinavia un país casi secreto, Finlandia, del que casi nada se sabe en estas latitudes y que Borges omite mencionar -y con razón- en sus análisis de literatura germánicas. La razón no reposa solamente en que Finlandia sea un país remoto, surcado por lagos y por bosques frondosos, atravesado por el círculo polar ártico, en el que las noches y los días duran meses. El motivo es más bien lingüístico: los finlandeses constituyen una nación aparte. Si bien comparten varios rasgos culturales con sus vecinos escandinavos, las raíces de los finlandeses son asiáticas. El sueco, el noruego y el danés son lenguas emparentadas entre sí; el idioma finlandés no sólo no tiene nada que ver con esas lenguas escandinavos sino que tampoco tiene ningún vínculo lingüístico con ninguna otra lengua de Europa (excepto con otra de origen también asiático, el húngaro, del cual es pariente muy lejano). Que se hable finlandés en la península escandinava es, en cierto modo, tan extraño como si allí se hablara un dialecto japonés.


Desde el siglo XIII hasta el siglo XIX, Finlandia estuvo bajo la dominación sueca. Hasta el siglo XIX, el sueco era el idioma oficial y lengua escrita. El finlandés seguía existiendo, pero de manera subterránea: se trataba de una lengua hogareña, hablada fluidamente en las afueras por campesinos y agricultores, y casi nunca utilizada en forma escrita. Todo esto cambió en la década de 1830, cuando varios estudiantes, colegas y amigos, imbuidos del espíritu romántico y nacionalista de la época, fundaron la Suomalaisen Kirjallisuuden Seura (Sociedad Literaria de Finlandia) con el objetivo de darle a la lengua finlandesa el lugar que consideraban que ésta merecía.

La Sociedad Literaria Finlandesa tuvo además el acierto de financiar las sucesivas expediciones del erudito Elias Lönnrot, que, en cinco viajes a las zonas rurales de Finlandia, que realizó durante la década de 1830, recopiló cantares, poemas y leyendas tradicionales con el objetivo de recuperar el ser nacional y la esencia de lo finlandés. Muchos de estos eran disjuntos: Lönnrot, haciendo uso de su erudición y talento enhebró cientos de estrofas a partir de sus notas y conectándolas creó un relato nacional épico al que llamó Kalevala, “Tierra de los héroes”

Hay en Borges una referencia clara a estos eventos, poco notada por la crítica. En el famoso relato “La muerte y la brújula”, Borges narra las aventuras de un investigador o detective llamado Erik Lönnrot, cuyo nombre no difiere mucho del erudito finlandés que -como veremos- le dio inspiración. En un juego literario, Borges hace que el inspector proceda a solucionar un crimen de una forma análoga a la que utilizó su casi homónimo finlandés Elias para recopilar cantares de gesta.

En “La muerte y la brújula” el personaje imaginario, inspector Erik Lönnrot pretende llegar al centro de una cultura (el judaísmo jasídico) que no entiende del todo; a través de los libros y de sucesivas observaciones pretende encontrar una verdad elusiva. El Elias Lönnrot de la realidad y el Erik Lönnrot de Borges avanzan en sus proyectos enhebrando notas fragmentarias y utilizando sus conocimientos y deducciones. Cuando cada uno de ellos llega a conectar las partes en una narrativa coherente se dan respectivamente cuenta que se han convertido en el centro de las tramas que observaban. El inspector Erik Lönnrot fue causal de los crímenes investigados; el folklorista Elias Lönnrot se convirtió involuntariamente en autor, de un relato épico propio, formado a partir de observaciones de campo, que terminó involucrándolo y consagrándolo como héroe literario.

La primera edición del Kalevala, recopilación del folklorista se publicó en 1835; la fecha en que Lönnrot firmó el prefacio de esa edición, el 28 de Febrero, es a partir de entonces fecha patria y día nacional de Finlandia. En la ficción de Borges, al descubrir la verdad, el inspector Erik Lönnrot termina asesinado. Elias Lönnrot no sólo vivió muchos años más, sino que alcanzó de este modo la inmortalidad y se convirtió, tras la publicación del Kalevala, en uno de los próceres más ilustres -sino el más ilustre- de Finlandia.

*Martín Hadis es autor de Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges ( Sudamericana) y Borges Profesor (Emecé)

Fuente : Eterna Cadencia

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