No te habrá de salvar
lo que dejaron
Escrito aquellos que
tu miedo implora;
No eres los otros y
te ves ahora
Centro del laberinto
que tramaron
Tus pasos…
Jorge Luis Borges, “El Ápice”
Por Martín Hadis*
Es sabido que Borges se sumergió, en sus últimas décadas de
vida, en la literatura el norte Europeo. En las sagas que narran los viajes de
vikingos procedentes de Suecia, Dinamarca y Noruega, Borges encontró un eco
septentrional del culto del cuchillo y el coraje que antes había celebrado en
los arrabales de Palermo. Hay sin embargo en Escandinavia un país casi secreto,
Finlandia, del que casi nada se sabe en estas latitudes y que Borges omite
mencionar -y con razón- en sus análisis de literatura germánicas. La razón no
reposa solamente en que Finlandia sea un país remoto, surcado por lagos y por
bosques frondosos, atravesado por el círculo polar ártico, en el que las noches
y los días duran meses. El motivo es más bien lingüístico: los finlandeses
constituyen una nación aparte. Si bien comparten varios rasgos culturales con
sus vecinos escandinavos, las raíces de los finlandeses son asiáticas. El
sueco, el noruego y el danés son lenguas emparentadas entre sí; el idioma
finlandés no sólo no tiene nada que ver con esas lenguas escandinavos sino que
tampoco tiene ningún vínculo lingüístico con ninguna otra lengua de Europa
(excepto con otra de origen también asiático, el húngaro, del cual es pariente
muy lejano). Que se hable finlandés en la península escandinava es, en cierto
modo, tan extraño como si allí se hablara un dialecto japonés.
Desde el siglo XIII hasta el siglo XIX, Finlandia estuvo bajo
la dominación sueca. Hasta el siglo XIX, el sueco era el idioma oficial y
lengua escrita. El finlandés seguía existiendo, pero de manera subterránea: se
trataba de una lengua hogareña, hablada fluidamente en las afueras por
campesinos y agricultores, y casi nunca utilizada en forma escrita. Todo esto
cambió en la década de 1830, cuando varios estudiantes, colegas y amigos,
imbuidos del espíritu romántico y nacionalista de la época, fundaron la
Suomalaisen Kirjallisuuden Seura (Sociedad Literaria de Finlandia) con el
objetivo de darle a la lengua finlandesa el lugar que consideraban que ésta
merecía.
La Sociedad Literaria Finlandesa tuvo además el acierto de
financiar las sucesivas expediciones del erudito Elias Lönnrot, que, en cinco
viajes a las zonas rurales de Finlandia, que realizó durante la década de 1830,
recopiló cantares, poemas y leyendas tradicionales con el objetivo de recuperar
el ser nacional y la esencia de lo finlandés. Muchos de estos eran disjuntos:
Lönnrot, haciendo uso de su erudición y talento enhebró cientos de estrofas a
partir de sus notas y conectándolas creó un relato nacional épico al que llamó
Kalevala, “Tierra de los héroes”
Hay en Borges una referencia clara a estos eventos, poco
notada por la crítica. En el famoso relato “La muerte y la brújula”, Borges
narra las aventuras de un investigador o detective llamado Erik Lönnrot, cuyo
nombre no difiere mucho del erudito finlandés que -como veremos- le dio
inspiración. En un juego literario, Borges hace que el inspector proceda a solucionar
un crimen de una forma análoga a la que utilizó su casi homónimo finlandés
Elias para recopilar cantares de gesta.
En “La muerte y la brújula” el personaje imaginario,
inspector Erik Lönnrot pretende llegar al centro de una cultura (el judaísmo jasídico)
que no entiende del todo; a través de los libros y de sucesivas observaciones
pretende encontrar una verdad elusiva. El Elias Lönnrot de la realidad y el
Erik Lönnrot de Borges avanzan en sus proyectos enhebrando notas fragmentarias
y utilizando sus conocimientos y deducciones. Cuando cada uno de ellos llega a
conectar las partes en una narrativa coherente se dan respectivamente cuenta
que se han convertido en el centro de las tramas que observaban. El inspector
Erik Lönnrot fue causal de los crímenes investigados; el folklorista Elias
Lönnrot se convirtió involuntariamente en autor, de un relato épico propio,
formado a partir de observaciones de campo, que terminó involucrándolo y
consagrándolo como héroe literario.
La primera edición del Kalevala, recopilación del
folklorista se publicó en 1835; la fecha en que Lönnrot firmó el prefacio de
esa edición, el 28 de Febrero, es a partir de entonces fecha patria y día
nacional de Finlandia. En la ficción de Borges, al descubrir la verdad, el
inspector Erik Lönnrot termina asesinado. Elias Lönnrot no sólo vivió muchos
años más, sino que alcanzó de este modo la inmortalidad y se convirtió, tras la
publicación del Kalevala, en uno de los próceres más ilustres -sino el más
ilustre- de Finlandia.
*Martín Hadis es autor de Literatos y excéntricos: los
ancestros ingleses de Jorge Luis Borges ( Sudamericana) y Borges Profesor
(Emecé)
Fuente : Eterna Cadencia
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