Carlos Balladares Castillo
Todos los años leo a Borges, y aunque este 2019 comencé con
sus ensayos reunidos en Otras inquisiciones (1952) al final terminé con sus
breves cuentos de El informe de Brodie (1970). A diferencia de sus relatos de
Ficciones (1944) y El Aleph (1949) lleno de fantasías (laberintos, espejos,
mitos, sueños, etc.) que nos permiten descubrir mundos ocultos donde se
encierran otras realidades, acá hay una mayor atención a los hechos, a su
herencia violenta que llegó a llamar “destino sudamericano” (“Poema conjetural”,
1943), a las historias de los “compadritos” que ya en la segunda parte de
Ficciones: Artificios lo trata con especial maestría en “El Sur”. Dicha
herencia marca el destino de los personajes, no hay forma de impedir o ignorar
la aparición del odio o alguna lealtad irracional solo basada en la sangre (“La
intrusa”) y “el encuentro” de las armas que siempre terminará en la muerte. En
relación con el cuento que lleva este último título, este posee un toque
fantástico que nos recuerda al Borges de sus historias de la década de los
cuarenta, al igual que “Juan Muraña”. Las armas parecen tener vida, de manera
que podamos alejar de nosotros la culpa.
En Borges no hay una descripción morbosa de la violencia,
sino una presencia inevitable de la misma en nuestra humanidad, por lo cual es
un hecho que se describe fríamente y jamás hay una recreación en el mismo. El
maestro que se había recluido en la fascinación filosófica y literaria en su
juventud y temprana adultez, a medida que avanzaba en edad reconoce la terrible
presencia del odio en todos los niveles: desde el simple conflicto o rivalidad
hasta llegar al exterminio del otro. Es lo que se puede ver en “El duelo” y
especialmente en “El otro duelo”. Al hablar sobre las guerras en nuestra
historia me gusta su visión nada épica al referirse a los próceres, resaltando
la degollina y no el heroísmo. Especial mención merece “Guayaquil” sobre el
hallazgo de unas cartas de Simón Bolívar que develan el secreto de este
encuentro.
“El Evangelio según Marcos” es fascinante por mostrar el
problema de las interpretaciones de los relatos bíblicos, de cómo una historia
que siempre hemos considerado como la mayor expresión de entrega amorosa es
comprendida de otra forma por unos gauchos de origen escocés. “El informe de
Brodie” nos recuerda de alguna forma sus cuentos sobre pueblos premodernos. En
este caso una tribu que el misionero Brodie llama “Yahoos” le plantea el
problema de la existencia de seres humanos con una visión de la realidad
totalmente radical a la occidental, y así surge la eterna pregunta sobre la
posibilidad de una visión universal y absoluta del bien y el mal.
El Borges de los temas fantásticos y “matemáticos” volverá
con “El libro de Arena” cinco años después. Pero su valoración por nuestra
naturaleza agresiva, enmarcándola en el honor y un conjunto de costumbres
vistas como normales por los que la practican, será tema algo controvertido en
la comprensión de su pensamiento. ¿Fascinación por lo que él mismo no podía ser
(guerrero, aventurero) o especulación filosófica con las relativas facilidades
que permiten la imaginación de otros mundos? Él probablemente lo explicaría
cómo una forma de expresar a sus antepasados en su tradición guerrera y no la
intelectual, aunque puede ser que fue para “vivir” de algún modo toda la
literatura de aventuras que leyó cuando niño.
Fuente: El Nacional - 13 de febrero de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario