Julio Woscoboinik
"Lo que yo opino
es la medida de mi entendimiento,
no la medida de las
cosas".
Montaigne
En este trabajo pretendo indagar, desde el psicoanálisis,
las vicisitudes personales que permitieron al poeta y escritor, acceder recién
a partir de 1938, a escribir cuentos. Ficciones que le dieron fama
internacional y que lo inscribió en la excelencia de los escritores inmortales.
Esta investigación nació de la propuesta de estudiar a
Borges, ensayista.
En nuestro siglo, y especialmente en los últimos años, tanto
escritores como editores han dado en denominar "ensayo", a todo
aquello difícil de agrupar en los géneros literarios tradicionales. Si a esto
unimos la vaguedad del término y la variedad de las obras a las que pretende
albergar, no debe extrañar que las definiciones propuestas se expresen sólo en
planos generales. Para la Real Academia Española, el ensayo es el hermano menor
de un tratado.
Montaigne, primero en usar el término, escribe:
"reflexiono sobre las cosas, no con amplitud, sino con toda la profundidad
de que soy capaz y las más de las veces me gusta examinarlas por su aspecto más
inusitado". (3)
Como advertimos, más que definir un género, parece subrayar
el pensamiento y el estilo de un escritor.
Es verdad que Benedetto Croce, rechazaba la clasificación
por géneros, como algo impropio y extraño a la realidad de la obra literaria.
Pero Gomez de Baquero, insiste que el ensayo está en la frontera de dos reinos:
el de la didáctica y el de la poesía, y que excursionan del uno al otro. (4)
Repasando los prólogos de Borges a sus libros, aquellos que
podríamos considerar de ensayos, sólo he hallado la palabra ‘ensayos’ una sola
vez y es cuando en el epílogo de Otras Inquisisiones, Borges escribe
"Quiero asimismo aprovechar esta hoja para corregir un error: en un ensayo
he atribuído a Bacon el pensamiento...etc."
El ensayo, como género, parecería no haberle preocupado. Lo
que en ellos insiste es la vasta procedencia bibliográfica de su inspiración y
algunas confesiones personales.
En 1930, uno de sus primeros "ensayos", Evaristo
Carriego, incluye, casi en forma rapsódica, fragmentos heterogéneos -El puñal,
La Inscripción de los carros, Historia del tango, Dos cartas- unidos por un
delgado hilo conductor. El prólogo no habla de Carriego. Habla de sí mismo y de
su nostálgico padecer: "Yo creí durante años, haberme criado en un
suburbio de de BsAs, un suburbio de calles aventuradas y de ocasos visibles. Lo
cierto es que me crié en un jardín, detrás de una verja con lanzas, y en una
biblioteca de ilimitados libros ingleses." Y al final se pregunta:
"¿Que había, mientras tanto, del otro lado de la verja con lanzas? ¿Qué
destinos vernáculos y violentos fuerón cumpliendose a unos pasos de mí, en el
turbio almacén o en el azaroso baldío? A esas preguntas quiso contestar este
libro, menos documental que imaginativo." Subrayemos menos documental que
imaginativo.
En 1932, aparece Discusión, y allí escribe: "Las
páginas recopiladas en este libro no precisan mayor elucidación" Como
vemos habla de ‘páginas’. Es en este preámbulo donde escribe aquella otra
reflexión psicoanalíticamente tan significativa: "Vida y muerte le han
faltado a mi vida. De esa indigencia, mi laborioso amor por estas
minucias".
En 1935, Historia Universal de la Infamia, primer libro
realmente anticipatorio de sus ficciones, considerado por algunos como ensayos,
habla de "ejercicios de prosa narrativa, del irresponsable juego de un
tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y
tergiversar (sin justificación estética alguna) ajenas historias."
En 1936, Historia de la eternidad, los nómina como artículos
y allí también descubre algunas de sus obsesiones: "¿Cómo pude no sentir
que la eternidad, anhelada con amor por tantos poetas, es un artificio
espléndido que nos libra, siquiera de manera fugaz, de la intolerable opresión
de lo sucesivo?"
En el año de 1926 (Borges tenía apenas 27 años) en el libro
El tamaño de mi esperanza escribía esta poética posdata: "Confieso que
este sedicente libro es una de citas: haraganerías del pensamientos; de
metáforas; mentideros de la emoción; de incredulidades; haraganerías de la
esperanza." (5)
Exequiel Martinez Estrada, ensayista argentino, en el
prefacio a la obra de Montaigne, opina que: "Todo indica que la mente de
Montaigne trabaja a la manera de los poetas, más que de los filósofos"
(6). Los ensayos de Borges son poéticamente borgeanos... Y si en algo podemos
asociarlos es, precisamente, en la búsqueda erudita de lo inúsitado. Diríamos
que Montaigne escribía desde la reflexión, íntima, intuitiva, de su capacidad
psicológica de auto y alo observación y con un claro aliento moralista.
Borges, escéptico inquisidor, vé en la filosofía, en la
teología y en toda realidad, ramas de la literatura fantástica y un vehículo
para sus cuestionamientos. Sútil y a veces severo polemista, rebelde e irónico,
se sirve de un desarrollo oximorónico de increíbles virtudes memoriosas y
eruditas.
Con ellos pretende sorprender, fatigándose en múltiples
citas qué, como las muletas en las pinturas de Dalí, lo sostienen y avalan.
Desarrollos que expone para enfrentarlas primero, elogiarlas después,
criticarlas más tarde, y finalmente aproximar sus propias e imaginativas
conclusiones.
Comparado con el ensayo tradicional, Borges desanda los
caminos de la lógica aristotélica, de la racionalidad, tratando de conciliar
opuestos que solo aparentemente se desestiman. Hay en ellos una dimensión
fantasiosa que lo acercan a las ficciones. Además, y éste es un dato no menos interesante,
la extensión de sus trabajos es acotada. Medida breve de los ensayos, tanto
como la de sus cuentos. Textos breves donde se anota su disciplinado estilo,
atrevidamente condensado y lúcido.
A propósito de los textos breves, la Enciclopedia Británica
dedica un capítulo especial a los "Short Story", como género
literario, y del Siglo XX destaca especialmente a tres autores: Pirandello,
Kafka y Jorge Luis Borges.
Al respecto de Borges se lee: "Sus historias envuelven
al lector en un deslumbrante despliegue exhibicionista de erudición y de
imaginación, algo previamente insospechado, y diferente a lo conocido en el
género." (7)
Ensayando ficciones, fué el primer título para este trabajo.
Lo hice pensando que los ensayos le permitieron a Borges prepararse para lo que
habría de ser lo más importante de su producción literaria.
Borges fue poeta y ensayista hasta un cierto momento en que
pudo despertar sin temor y sin prejuicios a la ficción. Aunque las mismas ya se
insinuaban, no alcanzarón su plena realización hasta después de la Navidad de
1938. Allí está, por ejemplo, "Hombres peleando" en El idioma de los
argentinos de 1928 y que luego, con el agregado de un personaje femenino,
transformara en el famoso cuento "Hombre de la esquina rosada".
¿Por qué y en qué momento Borges se permite plenamente
escribir ficciones?
" Sé que la parte menos perecedera de mi producción
literaria son los cuentos, sin embargo, durante muchos años no me atreví a
escribir relatos. Creía que el paraíso del cuento me había sido prohibido. Un
día sufrí un accidente y…" le confiesa al escritor John Updike en una
entrevista realizada en 1960. (8)
Este accidente nos lleva a la Navidad de 1938, a pocos meses
de la muerte del padre.
Su madre lo describe así: "Fué en vísperas de Navidad
que Georgie fue a buscar una invitada a cenar. Lo que sucedió fué que el
ascensor no funcionaba y subió la escalera muy rápidamente; no se apercibió de
la hoja abierta de una ventana. La herida no fué al parecer bien curada y se
complica con una infección, alta temperatura y alucinaciones. Al cabo de 15
días la fiebre comienza a descender y él me pide que le lea una página. Luego
de escucharla, él me dice contento: "Va bien, sí, me doy cuenta que no voy
a enloquecer; he comprendido todo perfectamente".
De vuelta a su casa, continúa su madre, él se dispone a
escribir un cuento fantástico, el primero.
"Yo creo que alguna cosa cambió dentro de su
cerebro.(…)Desde entonces él no ha escrito más que cuentos fantásticos, que me
dan un poco de miedo, porque no los entiendo bien."
Yo le dije un día: "¿Por qué no escribes las mismas cosas
que antes?" Y él responde: ¡"Déjame, pues, déjame" ! Y él tenía
razón". "¡Déjame, pués, déjame!" es el grito inusitado, por
soltarse de un vínculo de asfixiante dependencia. (9)
Liberarse era poder soñar, y los sueños una forma de acceder
a la libertad. Soltarse y volar.
Este corte le permite deshacer el ajustado nudo de una cruda
tradición familiar patricia, de las calladas y severas exigencias de su padre.
De los prejuicios y recelos religiosos de su madre. Jorge Luis Borges tenía 40
años...
Puede por fin y al fin, abrir de par en par las puertas y
ventanas de esa biblioteca de infinitos libros ingleses.
Emir Rodriguez Monegal -que no es psicoanalista- y que
frecuentaba y conocía muy bien su familia, lo explica : "Después del
accidente (la prueba, la ordalía) Borges reaparece transformado en un escritor
distinto, engendrado por sí mismo. Antes del accidente era un poeta, un crítico
de libros; después del accidente será el redactor de arduos y fascinantes
laberintos verbales, el productor de una nueva forma, el cuento, que es a la
vez un ensayo. El nuevo Borges (el nuevo escritor) va mucho más lejos que
cualquier proyecto de su padre. El hecho de que el accidente también ocurre en
circunstancias románticas (iba a buscar una muchacha, no hay que olvidar) sólo
agrega el necesario elemento erótico al parricidio simbólico que el acto mismo
(la muerte y la resurrección del Héroe) ya implica." (10)
Este acontecimiento, que alcanza valor de hito, es retomado
por Borges en dos cuentos de notables huellas autobiográficas: " El
Sur" y "Funes, el memorioso".
Didier Anzieu, primer psicoanalista investigador de la obra
de Borges- en 1971- comienza dividiendo su valiosa producción en un antes y un
después del accidente de 1938. Que lo asocia a la muerte de su padre. (11)
Este corte, liberador, es ruptura de ataduras narcisísticas
y de un vínculo simbiótico y ambivalente con su padre. Con su accidente paga,
inconscientemente, el alivio culposo por su desaparición. Logra así el
desprendimiento de esa fígura que, fantaseada o real, es la de un padre
idealizado y persecutorio.
El padre de Borges- es importante recordarlo- fue huérfano
de padre de toda su vida. No es necesario ni éste el lugar para referir las
graves consecuencias psíquicas de esta fundamental carencia. La muerte de éste
abuelo paterno, el Coronel Francisco Borges, que tan recordado era por el
poeta, fue casi un suicidio. Considerado por sus ambigüedades, traidor por los
dos bandos nacionales en pugna. Humillado, herido en su amor propio de Coronel,
decide al final de una batalla entregarse a la muerte por sus enemigos. (12)
"Lo dejo en el caballo, en esa hora
Crepuscular en que buscó la muerte;
Que de todas las horas de su suerte
Ésta perdure, amarga y vencedora.
Avanza por el campo la blancura
Del caballo y del poncho. La paciente
Muerte acecha en los rifles. Tristemente
Francisco Borges va por la llanura.
"Alusión a la muerte del Coronel Francisco Borges
(1833-74)", así la tituló y como ésta, son muchas las poesías que Borges
dedicara al abuelo paterno que no pudo conocer. El nombre ‘Francisco’ forma
parte del árbol genealógico, del rosario de nombres, con que fuera inscrípto el
poeta: JORGE LUIS FRANCISCO ISIDORO BORGES.
Jorge Borges, el padre, fallece el mismo año y el mismo mes
–febrero- de 1938, en que se suicida Leopoldo Lugones.
El libro El Hacedor lleva una extensa dedicatoria a Lugones.
Pero es conocida, y está escrita, la opinión agridulce y ambivalente que éste
le merecía. Entre la admiración y el rechazo, Borges frecuentó el arte
estratégico de injuriar (veáse Historia de la Eternidad). "Estrategias
predilectas, dirá el escritor David Viñas, frente a un hombre –Lugones- cuya
mirada o la proximidad de su voz, le recordaban las más sútiles crueldades de
su propio padre."
En 1937, un año antes, Jorge Luis publica, en su sección de
la revista "El Hogar", (13) un breve ensayo donde alude a la
influencia literaria de Lugones, en los jovenes escritores :
"Yo sé que nos defendíamos de esa belleza y de su
inventor con la injusticia, con la denigración, con la burla. Hacíamos bien:
teníamos que ser otros."
" Hacíamos bien, teníamos que ser otros." Borges
grita así sus ansias de liberación de esas identificaciones heroícas
familiares. Y así da cuenta de su conquista de esos "paraísos
prohibidos" del cuento: "Me había abandonado al sueño y pude lograr,
al cabo de tantos años, lo que antes busqué en vano". ("El escritor
argentino y la tradición")
Soñar implica sortear con artificios diversos, la severa
censura del Yo, y del Superyo cultural, cancerbero, muchas veces, riguroso y
cruel de la conciencia moral. Social y familiar.
Soñar es, desde Freud hasta nosotros, la ‘vía regia’ hacia
el conocimiento de lo inconsciente. Borges se confiesa con naturalidad y sin
pudor hacedor de sueños y pesadillas quizás, la actividad estética más antigua.
De ellas nacierón muchos cuentos. Y también ilustran algunos ensayos. En
"La duración del infierno" (Discusión, 1932) hay una posdata relato
de un sueño del cual Borges despierta angustiado y pensando "¿Quién soy?
¿Dónde estoy? : ésta vigilia, desconsolada ya es el infierno" .
Es precisamente esta connivencia con sueños y pesadillas que
le permiten a Borges el preciado encuentro con sus fantasmas.
Zona de rara permeabilidad con el mundo de sus fantasías,
las que parecen recorridas como por una cinta de Moebius. Desde las profundidades
del alma a la belleza de un decir transparente, casi ingenuo.
Las musas –o "el subconciente", como él diría- se
le aparecían de pronto en una esquina cualquiera. Una ocurrencia, una idea, una
frase, una figura, que no sabía, de entrada, si serían las primeras líneas de
una poesía o de un cuento... o, podríamos agregar, de un ensayo. "Siempre
tengo esa convicción de recibir algo ajeno a mi. Ahora, yo no sé, si me parece
ajeno, por que viene de muy adentro o de muy afuera..."
Los recursos retóricos más utilizados por Borges guardan
mucho de los procesos de formación onírica: condensación y desplazamiento que
es decir metáfora y metonimia; lo temporal-atemporal, las ideas
contradictorias, la oposición entre dos ideas que pueden verse en una sola imagen
oximorónica ( los idiomas humanos más antiguos empleaban la misma palabra para
expresar la antítesis: dentro-fuera, fuerte-debil.etc.) las diversas
alternativas alucinatorias, inesperadas e insólitas. (14)
Con todo pienso que, en esta transformación, en este acceso
al paraíso prohibido de los cuentos, que se venía insinuando con cautela y
temor, jugaron también otros factores: entre los que privilegio la colaboración
literaria, por esos años, con Adolfo Bioy Caceres, 15 años menor que él
(¿sublimación de otros encuentros paterno-fraternales?) y cuyas reuniones se
constituían en verdaderos duelos lúdicos de desborde imaginativo y fantástico.
Por todo esto he titulado este trabajo "1938" y
"Ensayando ficciones".
Notas
¿Es Borges un escritor de ensayos? Considero que sí pero,
cierto también que definidos como tales, representan una instancia poco
explorada de su vasta obra.
Eclipsados por la fama del poeta y autor de artificios. O
tal vez, me permito conjeturar, porqué no fueron percibidas las diferencias.
"Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto,
que por la manera de ser leída" (2). ¿No estará aquí la clave? ¿No
dependerá de nosotros, lectores , discriminar si estamos leyendo un ensayo o un
cuento?
Sus ensayos no han sido suficientemente apreciados. Para
Rodriguez Monegal los ensayos de Borges son fundamentales, pero acotados en
cuanto su valor pasaría solo por "comprender el sentido final de su obra
creadora".(1) Y para James Irby, "un complemento necesario para la
comprensión de sus ficciones."
Borges mismo no se consideró jamás un autor de ensayos.
Buenos Aires, mayo de 2002
Bibliografía
1- J.ALAZRAKI, La prosa narrativa de J.L.Borges,
Gredos, Madrid, 1983.
2- J.L.BORGES, Nota
sobre(hacia) Bernard Schaw, O.I. en O.C., 1974, p.747.
3-MONTAIGNE,
Ensayos, de Demócrito y de Heráclito, Clásicos Jackson, Buenos Aires, 1956,
P.130.
4-GOMEZ DE
BAQUERO. Citado por J.L.GOMEZ-MARTINEZ Teoría del ensayo, Mejico, UNAM, 1992.
5-J.L.BORGES, El
tamaño de mi esperanza, Seix Barral, Buenos Aires, 1993.-p.130.
6-E.MARTINEZ
ESTRADA, Estudio Preliminar, en MONTAIGNE Ensayos, Clásicos Jackson, Jacson,
Buenos Aires, 1956.
7-ENCYCLOPAEDIA BRITANNICA, Short story,
registro electrónico.
8-J.UPDIKE, El
autor bibliotecario, Capítulo, C.E.A.L. Buenos Aires, 1981, p.70.
9-L. ACEVEDO de
BORGES, Propos, L'Herne, Paris, 1981.
10-E.RODRIGUEZ
MONEGAL, Borges, hacia una interpretación, Guadarrama, Madrid, 1976, p.87.
11-D.ANZIEU, Le
corps et le code dans les contes de Jorge Luis Borges in Nouvelle Revue de
Psychanalisyse, N*3, 1971, Gallimard, Paris, p.190.
12-J.WOSCOBOINIK,
El alma de El Aleph, Nuevo hacer, Buenos Aires, 1996.
13-J.L.BORGES, Las
"nuevas generaciones" literarias, en Textos Cautivos Tusquets, Buenos
Aires, 1986.p.99.
14-J.WOSCOBOINIK,
El Secreto de Borges, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2da. Edición,
1991.
Obras consultadas
J.L. BORGES,
Textos recobrados-1919-1929, Emecé, Buenos Aires,1997.
J.L. BORGES, Libro
de los sueños, TorresAguero, Buenos Aires, 1976.
J.L.BORGES, Obras
Completas en Colaboración, Emecé, Buenos Aires, 1979.
J.L.BORGES, Pierre
Menard autor del Quijote, en O.C. Emecé, Buenos Aires, 1974.
D.YATES, en Con
Borges (texto y persona), Compilación de Carlos Cortinez, p.181, Torres Aguero,
Buenos Aires, 1988.
Fuente : Comunidad Virtual Russell
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