Hasta hace pocos
años, no estaba del todo claro entre los hispanistas chinos cuál era el autor
latinoamericano más traducido al mandarín, ni tampoco qué país de la región era
el que tenía mayor presencia en China en el campo de las letras.
Escribe: Juan Manuel
Cortelletti (*)
Sí se sabía que "Cien años de soledad" era la obra
más célebre y vendida, y que Jorge Luis Borges había alcanzado una ascendencia
inédita entre los intelectuales locales. Lo demás era especulación o consideraciones
parciales, no siempre coincidentes.
La doctora en letras Lou Yu, traductora de Ricardo Piglia y
una de las principales expertas en literatura hispanoamericana de China,
resolvió la polémica con datos duros. En 2016, en ocasión del Año del Intercambio
Cultural China-América Latina, relevó todos los libros latinoamericanos
traducidos al chino y efectivamente publicados desde octubre de 1949, fecha
fundacional de la República Popular.
El
resultado es alentador para los argentinos: con 115 libros, nuestra literatura
es la más traducida en términos generales, y Borges quedó en primer lugar como
autor individual, con sus obras completas ya publicadas. Cortázar y Bioy
Casares siguen al autor de Ficciones en el ranking, mientras que otros países
cuya literatura alcanzó gran visibilidad son Chile, Colombia, México y Perú,
con Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Octavo Paz y Mario Vargas Llosa como
figuras destacadas.
Un dato de interés adicional es la diversidad de escritores
argentinos disponibles: además de los ya mencionados, los chinos pueden leer en
su idioma a José Hernández, Ricardo Güiraldes, Manuel Puig, Ernesto Sábato,
César Aira, Guillermo Martínez y Andrés Neuman, entre muchos otros.
Lou Yu concluyó en su investigación -en proceso de traducción
al español-, que el verdadero auge de la literatura latinoamericana en China se
dio recién a partir del año 2000: de un total de 714 libros publicados, 355 se
editaron en el siglo XXI. Esto responde, según la experta, a que entre 1949 y
1978 primaba el concepto de "afinidad ideológica", por lo que las
obras traducidas eran de fuerte contenido anticapitalista; en 1979 y hasta
1999, con el proceso de reforma y apertura de China, el campo editorial se
profesionalizó y la selección comenzó a basarse en la calidad literaria.
Y el boom actual, finalmente, responde a factores como el
estrechamiento de las relaciones sino-latinoamericanas y el crecimiento
exponencial del estudio del español en todo el país (ya hay 82 universidades
chinas que ofrecen licenciaturas en filología y literatura hispánica).
Las obras de nuestros autores contienen elementos culturales
de valor que trascienden a los propios libros. Difundirlas es también una
manera indirecta de promocionar el cine, el tango, el arte en general e incluso
el turismo. La literatura porta además nuestra idiosincrasia: para decenas de
millones de chinos quizás sea una puerta de entrada para conocer (imaginar) a
la Argentina y a los argentinos.
El
factor Borges arrastra y facilita la tarea. El interés de los chinos por su
obra no deja de asombrar y tal vez se explique por la curiosidad sin límite que
los caracteriza o por su notable tendencia a la erudición.
La
gravitación de lo oriental en su obra -desde una aproximación poética-, y la
tensión filosófica general que atraviesa sus textos pueden explicar la
predilección de los lectores locales por Borges; en general, los chinos eligen
"El jardín de los senderos que se bifurcan", "Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius" y "El Aleph" como sus piezas favoritas debido a su
ambigüedad, misterio
intelectual y profundidad.
Tan
local y universal a la vez, Borges genera repercusiones extraordinarias. En
Beijing, una alumna universitaria de español le dijo hace unos meses a su
profesor de literatura (de nacionalidad argentina) que había comprendido mucho
mejor la religión de su familia a través del libro que le había recomendado el
docente. El título en cuestión: "Qué es el budismo", de Jorge Luis
Borges y Alicia Jurado.
Como
parte del fenómeno, el autor argentino se convirtió también en objeto de
consumo de los fanáticos. Una importante librería de la capital china, entre
otros souvenirs, vende a sus clientes remeras negras con una frase en
caracteres chinos blancos que dice: Siempre imaginé que el paraíso sería algún
tipo de biblioteca, Jorge Luis Borges.
(*) Consejero cultural de la Embajada Argentina en China.
Fuente : Diario Jornada
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