El escritor y el artista plástico desconfiaban del saber
humano y en cualquier orden inventado por el pensamiento. Un recorrido por sus
principales influencias
Julio Crivelli, presidente de la Asociación Amigos del Museo
Nacional de Bellas Artes y coleccionista de arte contemporáneo, realizó una
conferencia sobre Borges y Xul Solar, llamada
Entre el lenguaje escrito y el lenguaje visual. A continuación los
momentos más destacados:
Es cierto que en apariencia hay dos lenguajes, uno visual y
otro escrito, uno formado por imágenes y otro formado por conceptos.
Los griegos se referían a los seres humanos como
"animales que hablan" o sea animales dotados de lenguaje, que es lo
que nos distingue de los demás animales. Es cierto que también definieron al
hombre como "animal racional", pero, ¿es posible distinguir al
lenguaje de la razón? ¿Podemos válidamente sostener que lenguaje y razón son
entes diferentes o son en realidad nada más que nombres?
También se lo preguntaron los griegos, y nos lo seguimos
preguntando nosotros. El lenguaje permite cumplir las dos funciones del habla:
comunicarnos y designar el Cosmos.
Comunicarnos y designar el Cosmos son los actos vitales que
nos permiten existir, alejar el terror a la muerte, a lo imprevisible, al
ataque de la naturaleza o de los otros, el miedo a la Noche, cuando no sabíamos
si volvería la Luz.
Estos dos "lenguajes", tanto el de las imágenes,
como el de los conceptos, tienen en común la representación, o sea que no
contienen al objeto sino que solamente lo refieren, solamente reflejan el
contenido, como si fuesen espejos.
Desde Heráclito el Oscuro sabemos que "todo
cambia", "panta rei", refieren que él decía, y que la
representación de la realidad es solamente una vaga referencia lejana, un mero
código que designa, una arbitrariedad que nos permite existir.
Sabemos que la realidad marcha y cambia vertiginosamente, y
deja atrás a nuestras imágenes y nuestros conceptos, que torpes y estáticos
quedan como estructuras vacías y arcaicas, puras ilusiones y espejismos.
Todo lenguaje es falso, precisamente porque sólo puede
construirse con la representación de algo que ya fue.
Inexorables, el misterio y la eternidad corren
vertiginosamente delante de nuestras pobres categorías, que quedan como
remedos, como imitaciones, como ídolos.
Pero esta calamidad, el lenguaje de la representación, no
fue siempre así.
Porque al Principio, en el Paraíso, antes de la Caída, antes
de comer el Fruto Prohibido, poseíamos la lengua adánica, la lengua de los
ángeles, el habla que nada representa, sino que posee ella misma los
contenidos.
Y así como los lenguajes de la representación son la falsedad,
el lenguaje adánico perdido, es la verdad.
Una vez más Borges es quién explica con inigualable claridad
y belleza aquel lenguaje perdido que compartieron Adán y los ángeles.
Dice en El Gólem:
"Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.
Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron. (…)."
Los dos hijos de la representación, la imagen y el concepto,
son nada más que búsquedas, son los consuelos mezquinos que nos dejó Yahvé,
puros espejismos ajenos a la verdad.
Desde la Caída hemos perdido el acceso a la verdad. Es
nuestro deber, consignar la tarea inmensa que hemos emprendido desde los
albores, tratando inútilmente de recuperar esa verdad.
En vano hemos inventado y recorrido los distintos anaqueles
del conocimiento; la religión, la metafísica, la geometría y su hermana las
matemáticas, la lógica formal; las ciencias particulares, todos esos lenguajes
del encanto, sirenas que sólo producen una verdad de mentiras, sólo sustentable
entre postulados indemostrables, según la severa condena de Kant.
Kant fue el último que nos advirtió, por enésima vez desde
aquella Expulsión, que sólo podíamos conocer la apariencia, los fenómenos, y
que jamás conoceríamos la verdad, los noúmenos. Y que como dijo Borges en Tlön,
la metafísica es una rama de la literatura fantástica.
Sin embargo, Yahvé no es tan cruel y siempre que nos
castiga, nos deja algún consuelo, alguna esperanza, como les sucedió a los
Hombres después de la torpeza de Pandora. Y así nos permitió, que la imagen y
el concepto puedan producir algo más que la mera representación.
Sabemos que es posible un "mensaje atrás del
mensaje", la metáfora, que nos enseñan Hermes, el mensajero de los Dioses,
y los Ángeles, los mensajeros de Yahvé.
Es cierto que estos mensajes herméticos o angélicos son
siempre un enigma, siempre nos confunden porque están "cifrados",
como diría Borges, porque aunque eluden la falsedad de la Razón, usan sus
instrumentos, la imagen y el concepto.
Pero también es cierto que, oculta entre imágenes y
conceptos, brilla en esas metáforas la única Luz que nos quedó, una luz tenue,
cansada, que apenas ilumina, la única y gloriosa luz que tenemos.
Y así, con nuestras imágenes rudimentarias y nuestras vacías
palabras, podemos construir metáforas, mensajes angélicos, enigmas herméticos
que nos aproximan al Misterio, y que lejos de avivar el entendimiento,
despiertan el espíritu.
En esos instantes tan fugaces, todo nuestro ser parece
flotar, o más bien flota en el espacio interminable, en el tiempo infinito,
cerca de la eternidad.
Pero este don no es de todos. Algunos, solamente algunos,
pueden tejer estos mensajes que están atrás de los mensajes. Los llamamos
poetas y artistas. Los veneramos, desde Orfeo y desde Altamira.
Borges y Xul, nos acercan a ese lenguaje de metáforas que a
ellos les fue dado.
Xul Solar
La figura de Borges es tan conocida que no requiere
referencias. Distinto es el caso de Xul Solar.
Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari nació en San
Fernando, un pueblo al borde de Buenos Aires, 12 años antes que Borges, en
1887. San Fernando está junto al Delta del río Paraná, una zona rodeada de
juncales y pantanos. Sus padres fueron Emilio Schulz y Agustina Solari.
Emilio Schulz era un alemán nacido en Letonia, en la ciudad
de Riga, bajo ocupación rusa. Había llegado a la Argentina en 1873, con 20
años, y en Buenos Aires completó sus estudios de ingeniería. Cuando terminó la
carrera se asoció con Agustín Solari, un emigrado de la Riviera italiana,
descendiente de una familia de licoreros. Con él puso una fábrica de cerveza
"Schulz & Solari". Solari tenía dos hijas, Clorinda y Agustina,
que serían inseparables durante toda su vida. Schulz se casó con Agustina y de
ese matrimonio nació el pintor.
En San Fernando se vivía en un mundo cosmopolita en
constante transformación, un mundo en que los inmigrantes estaban
"haciendo" la Argentina. Se hablaban muchos idiomas europeos,
italiano, francés, alemán y por supuesto el español.
Xul hablaba como idiomas familiares el alemán y el italiano,
también el español y en la escuela aprendió francés e inglés.
Cuando Xul comienza la escuela secundaria, la familia se
muda a la ciudad de Bueos Aires. Allí Xul comenzará la carrera de Arquitectura,
de la que sólo cursó dos años. También comenzó a estudiar violín, pero un
accidente en un brazo lo obligó a abandonar el aprendizaje.
En 1905 el padre de Xul comenzó a trabajar como ingeniero en
la Penitenciaría Nacional y la familia Schultz se mudó a vivir allí.
La Penitenciaría de la ciudad de Buenos Aires fue un
edificio muy celebrado, construido en 1870 según el modelo de la penitenciaría
de Filadelfia, ubicado en la periferia de la ciudad de aquel entonces. Y ese
edificio, la Penitenciaría es la misma en que Borges y Bioy alojarán a Isidro
Parodi, el preso que resolvía todos los crímenes desde su celda.
Las torres, los muros estrechos, elevados, las almenas, las
murallas, las banderas que aparecen en las acuarelas de Xul, lo mismo que los
edificios cónicos, por donde se mueven simples espectros, bien podrían estar
inspiradas en las impresiones de Xul de esos años en la Penitenciaría.
En 1912, con 22 años y dinero ahorrado para vivir un mes,
Xul se embarca rumbo a Europa, donde permanecerá durante doce años.
El triángulo mágico
Los biógrafos de Xul creen que tres de las ciudades en las
que vivió, Florencia, Munich y Londres, marcan un verdadero triángulo mágico
que determinó su evolución.
Florencia, le acercó al esoterismo del Dante, a aquel camino
místico de la Comedia, que se inicia en la "selva oscura" de la cual
Dante no puede salir, y que conducido por Virgilio, (la Razón), recorre el
Infierno y el Purgatorio, hasta que finalmente puede ver la Luz en el Paraíso.
Allí no puede entrar Virgilio, que simboliza la Razón, y su
guía será entonces Bernardo de Claraval, que simboliza el misticismo, único
camino hacia la Luz.
Pero además en Florencia Xul recibió los ecos de las
polémicas futuristas y conoció y trabó intensa amistad con Pettoruti, un gran
artista argentino.
Es junto con Pettoruti, en Florencia, cuando Xul de alguna
manera tuvo un nacimiento simbólico, pues fue ahí que dejó su nombre original,
Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, para empezar a llamarse Xul Solar, (Luz
Solar).
La segunda es Londres. En Londres estuvo pocos meses, solo,
sin dinero, y su estadía no está completamente develada. La Londres de los años
20 es una ciudad rebosante de magia, espiritismo, teosofía.
Dos son los objetos principales de interés de Xul: el Museo
Británico y su biblioteca, donde estudió el Malleus Maleficarum, o
"Martillo de las Brujas" y la Al Khem, alquimia, y la escritura
visionaria, sobrenatural y bíblica de Blake y sus acuarelas.
La tercera ciudad es Munich, la capital de Baviera y cuna
del nazismo, la Alemania romana, de los castillos y los bosques de la mitología
germánica. Ahí pasó los tres últimos años en Europa, años de gran plenitud
creativa, y se interiorizó en el Der Blaue Reiter, el Jinete Azul, célebre
movimiento de la pintura alemana del siglo XX, en el pensamiento de Carl Jung y
de Rudolf Steiner, a quien conoció personalmente.
En Munich conoció Xul la obra de Paul Klee, con quien
coincide en una determinada forma, visionaria, romántica, de encarar la
representación de lo real. En ese momento era muy importante en Munich la
presencia de Kandinsky, quien estaba intentando ligar la práctica pictórica con
posiciones teosóficas de Helena Blavatsky y del esoterismo.
Pero fue quizás Goethe el impacto más fuerte de Munich.
Fausto es la poderosa advertencia de Goethe frente a la Ilustración, frente a
la "Diosa Razón", cuyos mandatos intelectuales y materialistas sólo
pueden cumplirse con un pacto con el Diablo, que termina con la muerte.
Goethe en la campiña romana (1786), cuadro de Johann
Heinrich Wilhelm Tischbein
Goethe en la campiña romana (1786), cuadro de Johann
Heinrich Wilhelm Tischbein
El camino para Goethe y para el Romanticismo es la búsqueda
en el alma, lejos del sistema científico y cerca de la metáfora y la poesía. Y
ese será también el camino de Xul.
Es el Misticismo y no la Razón, el salvoconducto del Hombre
hacia la Luz. De esto Xul ya no tiene dudas.
En su obra empieza a consolidarse el simbolismo, el interés
por el pasado precolombino y los mitos. También el erotismo y lo lúdico.
Pero si bien este triángulo es el que constituye a Xul como
un místico, todavía le falta un alma. Y esto lo consigue en una ciudad que está
afuera del triángulo mágico, en París.
En París se encuentra con Aleister Crowley, el Mago, un
extraordinario personaje de la época. Alistair Crowley era un "mago"
con una sorprendente conducta contradictoria, que incluía la contemplación, las
visiones, las estafas y una vida enloquecida de crueldad amorosa,
irresponsabilidad y quiebras comerciales.
Crowley fascinó a Pessoa, lo mismo que a Marcel Schwob y a
Xul Solar y a tantos otros intelectuales y artistas.
Durante un mes febril, Aleister Crowley transmitió a Xul
Solar un método para obtener visiones de manera sistemática, basado en la
autohipnosis por medio de un símbolo. Los símbolos podían variar (los
hexagramas del I Ching, las cartas del Tarot), pero siempre habrá una relación
directa entre el símbolo invocado y la visión experimentada.
Crowley también inició a Xul en el registro cuidadoso de
todo lo visto y sentido. Esos registros serán el origen del carácter visionario
que Xul dará a sus pinturas. Xul pinta sus visiones.
Tenemos ahora caracterizado a este personaje que pertenece a
un romanticismo tardío, a ese momento en el que aparecen Carl Jung, Thomas
Mann, Herman Hesse, Paul Klee, creyentes en un orden oculto, en un "cosmos
anticientífico", "antintelectual", que sólo puede descubrirse
por caminos espirituales.
Como dijimos, Xul tendrá visiones y pintará esas visiones.
Es importante señalar que Xul dijo muchas veces que pintaba las imágenes que
veía en esas visiones místicas.
Breves comentarios
acerca de Borges
Y Borges. Que como todos saben nace en Buenos Aires pero a
los 9 años se va a Ginebra, y él cree que su nacimiento espiritual es en
Ginebra, a punto tal que cuando siente que va a morir, decide morir en su
patria espiritual, en Ginebra, la ciudad de "Los Conjurados", aquel
poema emocionante dedicado a una Conspiración de la Razón, y no del Misterio.
Pero Borges también siente con la humildad propia de los
sabios, siente que el Cosmos no nos ha sido dado aquí, que todo lo que nosotros
pensamos que es un orden, es en realidad ilusión. Y participa del escepticismo,
de la desilusión Kantiana, tiene una absoluta desconfianza de nuestros juicios,
tanto de nuestros juicios científicos que son juicios de probabilidad
solamente, como de nuestros juicios metafísicos o lógicos o matemáticos de los
cuales piensa en definitiva que son tautológicos, un mero tejer y destejer
vanos ovillos, como los de Cloto o los de Penélope .
Sentimos a Borges vibrar junto con Anaximandro frente a lo
que no conocemos, frente a ese caos señalado por el Griego, ese caos que tiene
esas calificaciones tan duras y a la vez tan emocionantes como lo desmesurado,
el abismo, el precipicio, con las cuáles denuncia lo provisorio de nuestra
conciencia, cuyas "verdades" flotan entre postulados indemostrables,
como el cero y el infinito.
La verdad existencial de ese caos esencial es el temor a la
muerte, al cesar de la vida, a la absoluta ignorancia de lo que está más allá.
Cada vez que puede, Borges nos lleva hasta el borde de ese
abismo, hasta el precipicio, hasta "el lugar hondo en que no se oye la voz
de Dios". Y nos deja allí, perplejos, sin posibilidad ninguna de abordar
el entendimiento, fascinados y horrorizados por el Misterio.
Borges es una especie de seguidor de Maimónides, que
escribió la Guía para Perplejos. Los perplejos de Maimónides recorren caminos
científicos, a diferencia de los caminos poéticos que recorren los perplejos de
Borges. Pero el final, el límite de estos caminos es el mismo, el Misterio,
frente al cual no cabe otra emoción que la perplejidad. (¿Es la perplejidad una
emoción?)
Borges y también Maimónides, nos muestran todo el tiempo que
los sistemas de nuestro pensamiento, que ni la razón, ni el intelecto, nos
permiten entender el universo, si es que hay uno que no sea mera ilusión.
Lo único que hay es Misterio. Y Borges nunca, salvo alguna
vez que veremos, propone que pueda haber un camino hacia ese misterio,
solamente la quietud de la perplejidad.
Borges, igual que un Gnóstico, se burla de los Dioses
inventados, nos dice en el poema Ajedrez, que hay un "Dios detrás de
Dios," o sea que el infinito orden causal, también afecta a este ídolo que
hemos inventado y que llamamos Dios.
Xul y Borges tienen plena coincidencia en una desconfianza
radical en el saber humano y en cualquier Cosmos, en cualquier orden o universo
inventado por la razón.
Para Borges, frente al abismo hay solamente misterio y
perplejidad.
Pero en cambio, según Xul, nosotros podemos avanzar, podemos
aproximarnos a la Verdad por un camino místico como Bernardo de Claraval, como
Meister Ekhart o como San Juan de La Cruz y asomarnos aunque más no sea, y ver
muy desde lejos, como Dante, la luz del misterio.
En un plano menor, hay más coincidencias entre ellos: su
amor por el idioma alemán, su amor por lo cíclico, la fascinación con Blake, un
amor por las mitologías en general, por la magia, por los heresiarcas, y los
sabios árabes, por el I Ching y por el Tarot, por la Alquimia. Ustedes saben
que alquimia viene de Al Khem, tierra oscura en árabe.
*Conferencia pronunciada por Julio César Crivelli en Brown
University, Rhode Island, Estados Unidos, el 27 de abril de 2017.
Fuente: Infobae
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