“Búsqueda apasionada
e incesante”
Así define el catedrático estadounidense el proceso de
escritura del autor de Ficciones. “El manuscrito de ‘A Francisco López Merino’
demuestra que hay una cantidad mucho más grande de palabras descartadas que las
utilizadas en el poema final”, ejemplifica.
Por Silvina Friera
La letra insecto, ese ejército de hormigas que marchan sobre
la página, es como el documento de identidad caligráfica de Jorge Luis Borges.
Poemas & Prosas Breves es un excepcional trabajo conjunto de Daniel
Balderston, director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh y la
diseñadora María Celeste Martín que compila una serie de poemas y textos de
Borges con imágenes facsimilares de los manuscritos originales, novedosas
transcripciones tipográficas de los materiales y comentarios críticos. El libro
–que en breve tendrá una versión en eBook– reúne una serie de poemas y prosas
que abarcan desde 1919 hasta 1965, cuyos manuscritos están en Estados Unidos,
sobre todo en Bibliotecas de universidades. Hay manuscritos que muestran
sucesivas versiones en la misma hoja, como “Trincheras” y “Judería”, un poema
inédito e inconcluso en inglés “Third English Poem”, otros semi inéditos (“A mi
padre” y “Homenaje”), copias en limpio de la época de la primera escritura
(“Rusia”, “La doctrina de pasión de tu voz”, “La vuelta a Buenos Aires”),
copias en limpio hechas décadas después de la primera escritura (“La Plaza San
Martín”, “Las calles”), un poema mecanografiado de la época de la ceguera
(“Susana Soca”) y otro dictado a la madre cuando ya estaba ciego (“Jacinto
Chiclana”). Son veinte textos que despliegan muchas de las etapas de la
escritura de Borges.
Balderston, doctor en Literatura Comparada por la
Universidad de Princeton, director del Borges Center de la Universidad de
Pittsburgh y de la revista Variaciones Borges, cuenta que Poemas & Prosas
Breves, presentado en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, es el primero de
tres libros que pondrá en circulación la institución que él dirige: en
septiembre se publicará una selección de manuscritos titulada Ensayos y a
finales de este año llegará Cuentos. “Yo leí a Borges cuando estaba estudiando
mi último trimestre en la Universidad de California, en el año 74. Cuando fui a
Princeton para hacer el doctorado, había dos grandes estudiosos de Borges ahí:
James Irby y Sylvia Molloy. Y acabé haciendo una tesis doctoral sobre la
lectura que hace Borges de la narrativa de Robert Louis Stevenson”, recuerda el
escritor estadounidense a PáginaI12. Balderston publicó Borges: realidades y
simulacros (Biblos, 2000), un libro que se enfoca en la masculinidad y
cuestiones de género, y es autor también de Innumerables relaciones: cómo leer
con Borges (Universidad Nacional del Litoral, 2010) y How Borges Wrote
(Universidad de Virginia), que se publicará el próximo año en español en una
edición de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
“Borges era un objeto imposible para mí por la dispersión de
sus papeles, por los precios que podían tener sus manuscritos y por el hecho de
que había muy pocos manuscritos hasta hace unos diez años –explica Balderston–.
Yo había hecho trabajo genético sobre las notas de El beso de la mujer araña de
Manuel Puig, dirigí la edición crítica de las novelas cortas de Juan Carlos
Onetti, y trabajé sobre originales de Juan José Saer y Silvina Ocampo. Hacia
2010 me dije: ‘ya tengo las herramientas para trabajar sobre los manuscritos de
Borges, a ver qué se puede hacer’. Ya estaba con la picazón de querer saber
cómo eran los manuscritos de Borges y tratar de entender su sistema de
escritura”. El especialista aclara que el Borges Center no tiene manuscritos
del autor de Ficciones, pero la Universidad de Pittsburgh acaba de comprar un
cuaderno, que tiene firma de Borges, fecha y lugar (Adrogué, 1950). “El primer
texto de ese cuaderno es el cuento ‘La espera’ y están las primeras anotaciones
para ‘El escritor argentino y la tradición’. La mayor colección de manuscritos
de Borges está en la Albert and Shirley Small Library de la Universidad de
Virginia. También en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas hay
cuadernos y la copia mecanografiada de ‘Emma Zunz’, que Borges le regaló a
Cecilia Ingenieros, a quien le dedicó el cuento”, repasa Balderston.
–¿Cómo escribía
poemas Borges, según lo que se puede leer en los manuscritos?
–En algunos casos hay la misma búsqueda apasionada e
incesante de posibilidades. El manuscrito de “A Francisco López Merino”
demuestra que hay una cantidad mucho más grande de palabras descartadas que las
utilizadas en el poema final. Eso también ocurre en los manuscritos de algunos
cuentos, donde hay muchísimo material descartado. Hay una gran diferencia entre
los primeros borradores y los segundos borradores porque disminuye el grado de
incertidumbre, pero aún en los segundos borradores puede haber muchas
posibilidades latentes. Una de las cosas que yo discuto en How Borges Wrote es
el hecho de que aún después de publicar sus textos, él sigue revisando y
revisando con o sin intención de reeditar. Hay textos que él reescribió sobre
publicaciones. La Biblioteca Nacional va a publicar tres versiones de “La
lotería en Babilonia”, donde en la tercera versión hasta hay un cambio de
título y nunca publicó eso; son cambios sobre un ejemplar de Sur y no los
incorpora a ninguna versión publicada. El decía que después de la ceguera
utilizaba la rima y la versificación regular para poder dictarle a alguien,
para que fueran copias más limpias. Tenemos una versión mecanografiada sobre el
poema de “Susana Soca”, pero yo no sé si hay una versión manuscrita de la
persona que tomó el dictado. También tenemos la “Milonga de Jacinto Chiclana”,
del 65, cuando él está ciego. Su madre Leonor toma al dictado, pero vemos en la
versión, en el manuscrito, que ella va a anotando posibilidades, reemplazando,
es decir que sigue el mismo procedimiento después de la ceguera.
–¿Qué es lo que más
le atrae de Borges como escritor?
–Uno puede volver a leer a Borges y encontrar cosas muy
diferentes, muchos niveles de interpretación y muchos abordajes posibles. Si me
hubieran dicho hace 35 años que iba a trabajar con los manuscritos de Borges,
no lo hubiera creído porque eso no estaba para nada en mis planes. Lo que más
me atrae de Borges es la complejidad y el inmenso poder de sugerencia que
tienen sus textos.
Fuente: Pagina 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario