Una nota escrita en 2016 por Natalia Duhalde para La Capital
recorre la relación de Jorge Luis Borges con nuestra ciudad y con algunos
amigos que aquí supo tener. El hombre distante y el alma traviesa.
Recordando los 120 años de su nacimiento creímos que recordar aquellas
líneas era recorrer un poco el alma, el humor y la forma de relación con el
otro que hacían al escritor un hombre tan distante de la medianía y por cierto irrepetible.
Disfrútela….
«En Mar del Plata, en la esquina de La Rioja y San Martín,
en la misma manzana donde funciona el palacio municipal del partido de General
Pueyrredón, se inauguró el 24 de agosto del año 2000 un mural en el que se ve a
Jorge Luis Borges mirando desde las alturas una ciudad hecha de libros.
Se trata de una moderna Babel de libros que fue realizada
por un grupo de «maquinadores» del proyecto integrado por los dibujantes Miguel
Repiso (Rep), «Cachi» García Reig y Marcelo Franganillo, reconocido marplatense
ligado a la gestión cultural y la comunicación.
El mural fue realizado por la Escuela de Cerámica de esa
ciudad balnearia y tiene 14 metros de ancho, 9 metros de alto y 3.200 azulejos,
lo que la convierte en la obra más importante que se ha realizado en honor a
Borges en la Argentina.
El presidente del Ente de Cultura de aquel entonces, Nino
Ramella, contó a Télam: «Según cuenta la leyenda él dató ‘La Biblioteca de
Babel’ en Mar del Plata. Acaso lo hizo como travesura, pues es improbable que
la haya escrito en nuestra ciudad. Pero creo que sería una buena referencia
para su vínculo con Mar del Plata».
La relación de Borges con Mar del Plata fue básicamente «a
partir de su vínculo con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, quienes allí
tenían su casa de veraneo -hoy conocida como ‘Villa Silvina’- que habían comprado
a Diógenes de Urquiza, cuenta.
Ramella enfatizó «muchas noches comían en lo de Victoria
Ocampo, hermana de Silvina, que tenía por aquel entonces su Villa lindera con
la de su hermana. Al comienzo de los 60 Victoria se había enamorado de un grupo
de vanguardia: The Beatles. Por lo que les hacía escuchar a sus comensales los
discos que había traído de Inglaterra».
Es más, recuerda Ramella, «había traído pelucas imitando los
pelos largos de sus integrantes. En una de esas noches en Villa Victoria a la anfitriona
se le ocurrió ponerle a Borges una de esas pelucas, lo que lo enojó. Borges se
fue ofendido a lo de Silvina, donde estaba parando».
«Una noche que debí presentarlo en el Teatro Auditórium
estábamos detrás del escenario esperando para empezar. Borges, que era tímido,
me pidió una copa de grappa o de caña. Yo no tenía idea dónde conseguir eso. No
lo conseguí, pero sí un remedo. Una veterana empleada del Auditorium atesoraba
en un armario una botella de Tía María. Eso tomó Borges y le sirvió para enfrentar
al público».
Nino Ramella y uno de sus muchos encuentros con Borges
«Otra vez habíamos bajado del auto en la costa. Una mujer se
acercó y le dijo: ‘Borges… nosotros podemos ser parientes, porque mi apellido
es Suárez’. Borges tenía un abuelo con ese apellido. Entonces le respondió:
‘Vea señora, los árboles genealógicos no son más que una entelequia, porque
después de todo la paternidad no es otra cosa más que una cuestión de
confianza. Una sola infidelidad derrumba cualquier árbol genealógico», recuerda.
Jorge Luis Borges formó parte de la cátedra de Literatura
Inglesa de la Universidad Católica de Mar del Plata en el año 1967, que
funcionaba en el actual colegio Santa Cecilia, ubicado en la calle Córdoba al
1300, y que en 1975 se transformó en lo que hoy es la Universidad Nacional de
Mar del Plata (UNMDP).
Una ex alumna de ese establecimiento, Ana María Gatti,
profesora de Letras, contó la experiencia de participar en las clases de Borges
en la ciudad.
«Yo tenía 20 años y una vez por semana Borges llegaba en
avión a Mar del Plata para dictar su cátedra a los alumnos de cuarto y quinto
año de la carrera. Con mis compañeras nos escapábamos de nuestra clase -ya que
estábamos en segundo- para escucharlo porque nos deleitaba su manera y forma de
enseñar», recuerda Gatti.
La profesora cuenta que Borges «tenía una voz monótona y
mientras daba clases y sus ayudantes dictaban algo al alumnado él recitaba los
ejemplos del ´Beowulf´, lo que convertían a sus clases en abiertas para todo el
público».
Gatti cuenta que cierta vez, caminando por la costa de la
ciudad con una amiga, se cruzó al escritor y su amiga dijo «me parece que es
Borges». A lo que el escritor, en una de sus habituales humoradas, respondió:
«A mí también me parece».
Fuente: Libre Expresión
No hay comentarios:
Publicar un comentario