Santiago Díaz Benavides
Jorge Luis Borges visitó Colombia en varias ocasiones y
llegó a tomarle un aprecio enorme y profundo al país y a su gente. El
periodista bogotano, Juan Camilo Rincón, investiga las relaciones del narrador
argentino con nuestro país en el libro Ser colombiano es un acto de fe.
“Borges es uno de los escritores más importantes de la
literatura latinoamericana, y su creación ha sido reconocida
internacionalmente, asunto que es bien sabido por todos. Borges, con su estilo
inconfundible, no busca comunicar más que el elogio a la literatura y al
conocimiento. Su labor como escritor no se entrega a temas comunes como el género
o la política, y sus palabras están llenas de un profundo valor histórico”. Así
comienza el primer capítulo de este libro en el que Juan Camilo Rincón
Bermúdez, periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia, se da a
la tarea de investigar las relaciones que el argentino logró establecer con
nuestro país, sus intelectuales, sus paisajes y sus letras.
Es bien sabido que conocía los versos de José Asunción Silva
y defendía la contundencia narrativa de Jorge Isaacs con María (1867), pero no
todo el mundo sabe que fue gran amigo de Juan Gustavo Cobo Borda y Álvaro
Castaño Castillo, quien le hiciera una de las entrevistas más recordadas por
los colombianos. Tampoco se tiene muy presente que fue declarado ciudadano
meritorio por parte de la Alcaldía de Bogotá, en el año 1978, y que recibió las
llaves de la ciudad, o que mantuvo una correspondencia con Jorge Gaitán Durán y
le hizo llegar, de manera anticipada, una de las primeras páginas de Historia
de la eternidad (1936). Alrededor de Borges se hallan enigmas, preguntas sin
responder, poemas inventados y otros que escribió él sin siquiera saberlo. Hay
quienes creen que no era humano sino marciano, y que todo lo tenía dispuesto de
antemano. Quienes lo leemos con fervor, defendemos la idea de que no era
marciano, ni humano, sino todo lo contrario, él era borgiano.
En Ser colombiano es un acto de fe (2014), título publicado
por la Fundación Libros & Letras, y recientemente incluido por el mismísimo
Alberto Manguel en la base de datos de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de
Argentina, el lector podrá encontrar un buen número de anécdotas y datos que
develan el profundo cariño que Borges llegó a tomarle a nuestro país. Cuando
uno ha nacido después de la época del Boom, como es mi caso, este tipo de textos
son sumamente valiosos, pues permiten reconstruir aquellos días en que Cortázar
se animaba a mostrarle uno de sus cuentos a un hombre de cabello cano y mirada
serena como la brisa, para después convertirse en el gran escritor que fue;
cuando García Márquez hablaba con Álvaro Mutis acerca de Kafka y Juan Rulfo;
cuando Carlos Fuentes sorprendía narrando lo que nadie había querido en La
región más transparente (1958); cuando Vargas Llosa escribía La casa verde
(1966) y José Donoso sorprendía a los españoles en su tierra; cuando la
literatura latinoamericana extendió las fronteras y dejó de ser nuestra para
comenzar a ser de todos.
El acierto de Rincón al escribir este libro es más que
preciso. El trabajo de investigación que hay detrás refleja muy bien la pasión
que el periodista le tiene a la literatura del argentino y es una muestra del
buen periodismo narrativo que se ejerce en el país. Si me lo preguntan, creo yo
que este libro hará parte de aquellos pequeños tesoros que la literatura
colombiana ha engendrado a lo largo de los años, pues lo que aquí se lee no es
más que un homenaje a los borgianos, al ser colombiano, al acto de fe que todos
representamos y que Borges en vida logró capturar en su tinta. Pasarán los días
y el argentino seguirá vivo, y nuestras letras seguirán altivas mientras exista
gente que escriba y que recuerde lo maravilloso de saberse vivo.
¿De qué manera surge su interés por el estudio de la
literatura latinoamericana, y especialmente, por la obra de Jorge Luis Borges?
Mi amor por la literatura latinoamericana viene desde muy
pequeño; las primeras lecturas de Cortázar, Sábato y García Márquez me
permitieron ver de forma diferente nuestra cultura y nuestras realidades,
describiendo otros aspectos de su belleza que me maravillaron y me
sorprendieron. Borges me mostró que esa literatura que veía tan lejana, de un
continente antiquísimo que no conocía, también podía narrarnos de alguna
manera, y estaba presente en este lado del océano. Hay muchos elementos que no
son exclusivos de Grecia o Roma, también lo son, a su manera, de Buenos Aires
y, ¿por qué no?, de Bogotá. Desde muy joven entraba en las casas viejas y
caminaba hasta los sótanos esperando encontrar mi propio Aleph.
Siendo bogotano y colombiano, siendo lector, ¿cuál cree que
es la importancia de la obra del argentino para la literatura latinoamericana?
Borges, Rulfo y otros más son los antecesores del Boom
latinoamericano. Desde Cortázar hasta García Márquez, pasando por muchos otros
autores, todos reconocen que su maestro en lengua propia fue Borges. Él fue ese
escritor que habló desde Suramérica en un lenguaje casi universal y revolucionó
la forma de escribir cuentos. Los textos más importantes de nuestro continente
de los últimos setenta años no habrían sido escritos y no tendrían tal
importancia para la lengua española y para occidente sin la obra del autor de
Ficciones. Cada escritor sobresaliente de las últimas décadas reconoce su
maestría y el valor de su influencia. Él fue de los primeros escritores no
estadounidense o europeo que nos dio ese soplo de vida que nos conectó con
otros hemisferios y nos vinculó a la historia y la literatura universales.
Para las nuevas generaciones, ¿cuál sería la clave para leer
a Borges?
Borges quedó ciego a la mitad de su madurez; su obra
anterior a este infortunio es maravillosa pero compleja. Al perder la vista, se
vio obligado a cambiar su forma de narrar y eso permitió que su obra tomara
matices más cercanos. Entre otras cosas, se entregó a la oralidad para seguir
ejerciendo su pasión y, de paso, tener algunos ingresos. Por eso hay un buen
número de libros que recuperan sus conferencias y entrevistas, permitiéndole al
lector entender los elementos que rodean su obra, los antecesores a quienes
leyó y que determinaron su forma de pensar y de escribir, la carpintería de su
literatura y su forma de maravillarnos con tanto conocimiento. Siempre sugiero
que el primer lector de Borges se acerque a estos libros, que tienen un origen
más oral, antes de embarcarse en su literatura; esto le dará herramientas y
nociones que le permitirán incursionar mejor y acercarse de otra forma a su
espectacular obra.
¿Por qué escribir sobre él? ¿No se ha dicho mucho ya acerca
del escritor nacido en Buenos Aires?
Borges, al igual que su obra, es inconmensurable. Para mí él
es un libro de arena con páginas infinitas. Cuando un hombre de este calibre
genera una revolución vital no solo para nuestra lengua y nuestras letras,
impacta nuestra forma de pensar, se hace apremiante la necesidad de seguir
investigando sobre él. Aún falta mucho por descubrir. Mi libro Ser colombiano
es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia muestra de una
forma sintetizada y cercana al lector el enorme impacto de la obra borgiana en
nuestra literatura. También evidencia la importancia de sus visitas a nuestro
país para un grupo de intelectuales que estaba en aquel entonces en la cúspide
de la producción de sus obras, hecho que les permitió ver otras cosas, otros
elementos para sus creaciones, y comprender que en la literatura siempre pueden
recorrerse otros caminos. Al igual que ocurre con Cervantes, nada de lo que se
diga sobre Borges es demasiado; siempre habrá algo más que contar, otra forma
de analizarlo, de leerlo, de entenderlo. Eso es lo más rico de su legado:
siempre nos dará de qué hablar.
Fuente: El Espectador
- Colombia
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