Pesquisa sobre la
ubicación del establecimiento donde la familia del escritor se alojó en sus dos
estancias en Palma en 1921 y 1923
José Mª Lafuente
En la manzana situada entre las calles Can Gater y Can
Tamorer se levantaba un pequeño hotel, en cuyo vestíbulo había un piano tapado
con una tela de mueselina blanca bordada, sobre el que descansaba la foto de
una joven.
Un conocido proverbio italiano dice que "los besos son
como las cerezas: uno te lleva a otro" (baci sono come le ciliegie: uno
tira l´altro). El interés por la historia de Jorge Luis Borges en Mallorca,
surgió de mi libro sobre la estancia de Evita Perón en la Golden Home de la
calle Posadas del número 1557. Evita residió en ese petit hotel de Buenos Aires
entre los años 1942 y 1944. Unos portales más allá, en el número 1673, se
encontraba el palacete de la familia Del Carril, en el que nació Delia, la que
fue segunda esposa de Pablo Neruda, después de haber residido en Formentor con
Adán Dihel. Y justo enfrente, en el número 1650, la vivienda de la familia Ocampo,
donde Silvina convivió con Adolfo Bioy Casares, el gran amigo de Borges. Todo
eso en apenas dos cuadras.
Casi diariamente, desde su casa en la calle Quintana o más
tarde en la calle Maipú, Borges se dirigía hasta la calle Posadas para
encontrarse con Bioy y juntos ascender por la escalinata de la plaza San Martín
de Tours y llegar a La Biela, el café que durante tantos años conoció de sus
tertulias. Para su homenaje, una de las mesas, la número 20, está para siempre
ocupada por la talla de ambos, esculpida a tamaño natural.
Procedente de Ginebra y previa escala en Barcelona, la
familia Borges-Acevedo visitó la isla de Mallorca en 1919. Tras ese primer
viaje, decidieron residir en Palma de Mallorca durante dos períodos. El primero
entre mayo de 1920 y marzo de 1921; y el segundo, más breve, en 1923.
En su biografía Borges en Mallorca (Ed. Aitana, Alicante,
1996), Carlos ´Coco´ Meneses da cuenta de que en Palma, los Borges se
hospedaron en el Hotel Continental de la calle San Miguel. Y esta fue mi primera
curiosidad: ¿Dónde estaba exactamente el Hotel Continental? Una vez más la
casualidad me condujo a la respuesta.
Conozco a Jaime Canudas desde muchos años atrás. Fue uno de
los promotores del primer polígono industrial en Mallorca y desde entonces mantuvo
una muy buena amistad con Pau Catalá quien, a su vez, fue íntimo de mi padre.
Estas relaciones son el motivo de que Jaime y yo coincidamos en la dirección de
alguna sociedad. Nos separa la edad pero sé que nos guardamos un sincero
afecto. Jaime es el prototipo de persona formal, seria, responsable y fiable.
Tras alguna de nuestras reuniones, de pasada comenté de mi interés por la
estancia de Borges en Mallorca y mencioné el Hotel Continental. Fue a partir de
entonces que se hizo la luz.
-¡Vaya! Yo conozco al actual propietario del Hotel
Continental€
-¿El que estoy buscando?
-Bueno la actual ubicación del hotel está en la esquina
entre la calle Industria y la calle Pou.
La fecha del 4 de noviembre de 2016, Jaime Canudas me
acompañó a la magnífica finca que Miguel Sastre Bordoy tiene en el municipio de
Esporles.
-¡El viejo Hotel Continental! Por supuesto. En la calle San
Miguel. Ocupaba toda la manzana entre las calles Can Gater y Can Tamorer
-aclaró don Miguel-.
-Eso es donde ahora es el número 14.
-Justo enfrente del Palacio March. Enrique Pedret abrió dos
hoteles: El Continental y el Catalonia que estaba en la calle Can Massanet, muy
cerca el uno del otro.
Miguel Sastre es un empresario destacado. Preside un grupo
importante que encabeza Comercial Bordoy, tal vez la distribuidora líder en
Balears. Aunque ya casi nonagenario, conserva su memoria intacta. Nos recibió
con la amabilidad que sin duda le es propia; y, muy orgulloso de sus Bodegas
Bordoy, nos regaló una botella de su rosado cabernet Sa Rota.
-El Hotel Continental de la calle San Miguel lo fundó
Enrique Pedret Rovira, un gerundense del Ampurdán que recaló en la isla.
-¿Y cómo heredaste el Hotel?
-Porque Enrique era el padre de mi tía Carmen Pedret
Tasquet.
-¿Cuándo lo mudaste?
-Cerró en los años 50. Por su pequeño tamaño había dejado de
ser rentable. Yo registré el nombre y el logo con los que lo reabrí en el 2006
en su actual emplazamiento.
-Claro. Por eso el hotel actual del barrio de Santa Catalina
se llama como aquel de la calle San Miguel
-Así es. Enrique tuvo dos hijas. La primera era pianista y
todos los días amenizaba la cena de sus huéspedes. Falleció en el mismo hotel
siendo aún muy joven; y desde entonces su padre mantuvo el piano cubierto con
una tela negra.
-¡Ahora comprendo porque en la web del nuevo Continental
aparece la foto de un piano en el hall! ¿Alguien te contó algo sobre la
estancia de Jorge Luis Borges en el Hotel?
-Sé que estuvo hospedado. Me lo contaron mis familiares.
Pero ignoro cualquier otro detalle. ¡Soy muy mayor pero no había nacido!-añadió
entre risas-. Sobre aquellos años, existe un libro que publicó un tal Gordon
que se hospedó en el Continental.
-¿Gordon?
-¡Sólo me acuerdo de su apellido porque me quedó que se
llamaba como la ginebra!
Días después encontré el libro al que se refería. Gordon
West: Jogging round Majorca que fue escrito en 1920 y publicado por Alston
Rivers Ltd. en 1929.
–No recuerdo si tengo algún ejemplar de ese libro pero os he
preparado fotocopia de una joya. Una guía hotelera de Baleares editada en 1933.
El Hotel Continental aparece en la página 2, con los precios: 12 pesetas
pensión completa mínima y 15 pesetas pensión completa máxima.
Al poco llegó su esposa Antoinette, nos hicimos unas fotos
con Miguel y aprovechamos para dejarle descansar un rato antes de almorzar. Nos
despedimos convencidos que habíamos entrevistado al último testigo directo de
la sede en la calle San Miguel del histórico Hotel Continental donde, junto a
su familia, se hospedó Jorge Luis Borges entre 1921 y 1923.
La lectura del libro de viajes de Gordon West me confirmó
que se trataba del hotel Continental porque la coincidencia en el detalle de la
descripción del piano cubierto resulta revelador: "(El carruaje) se detuvo
ante una arcada, que era la puerta principal de nuestro hotel, en una calle tan
estrecha que bien podría haber sido un largo pasillo sin techo.Tras la arcada
había un vestíbulo sombrío con los muros de cerámica, frío como una tumba, con
unas pocas sillas y un piano cerrado, cubierto con una tela blanca de muselina
bordada. Sobre el piano estaba colgada la fotografía a tamaño natural de una
sonriente muchacha demasiado gorda."
También describe cómo era una habitación del Hotel:
"Tiene dos pequeños armazones de cama de hierro blanco y cubrecamas
amarillo pálido; paredes encaladas y el suelo de baldosas blancas y negras; dos
sillas, ningún armario, una ventana de tres pies por dos, oculta en un rincón
como por descuido, y un lavabo con agua corriente." Con la misma
minuciosidad detalla cómo era el comedor: "Estaba separado de la vieja
caverna por un tabique de madera y cristal y se abría a un pequeño patio. Las
paredes estaban coloreadas de amarillo brillante hasta unos cincuenta
centímetros del techo, donde había un fantástico friso verde oscuro de colinas
y valles repletos de cipreses."
Más adelante, cuenta con exactitud la historia del piano
cuando le embargaron las ganas de tocar al regresar de la casa Canut, próxima a
la Catedral, cuya propietaria les aseguró poseer el piano con el que Chopin y
George Sand desembarcaron en Mallorca en 1838 invitados por una de sus
antepasados:
"El piano estaba cerrado. Buscamos al gato negro (el
propietario) pero no estaba. Entonces encontramos a una anciana melancólica que
resultó ser su madre, y le pedimos la llave. Negó con la cabeza
-No, señora, no. Durante un año no se oirá música en esta
casa- dijo.
Le preguntamos por qué. Señaló la foto de la chica gorda que
había sobre el piano.
-Ella tocaba este piano –dijo la anciana- ¡Ah, cómo lo
tocaba! ¡Oh, cómo tocaba ese piano! Lo tocó hasta dos días antes de su muerte.
Pobre niña, era la hija de mi querido hijo.
Entonces comprendimos el motivo de la mortaja blanca que
cubría el instrumento cerrado. La niña había muerto hacía unos meses y, de
acuerdo con las costumbres locales, el piano debía permanecer mudo".
Leyendo sobre la estancia de los Borges en Palma de Mallorca
me encontré con que en 1923 Jorge Luis Borges escribió el siguiente texto:
"Mallorca es un lugar parecido a la felicidad, apto
para en él ser dichoso, apto para escenario de dicha, y yo „como tantos isleños
y forasteros„ no he poseído nunca el caudal de felicidad que uno debe llevar
adentro para sentirse espectador digno (y ni avergonzado) de tanta claridad de
belleza.
Dos veces he vivido en Mallorca y mi recuerdo de ella es límpido y
quieto: unas tenidas discutidoras con los amigos, una caminata madrugadora que
empezó en Valldemosa y se cansó en Palma, una niña rosa y dorada de la que
estuve enamorado tal vez y a la que no se lo dije nunca, unos días largos
remasándose en el cálculo de las playas. Ahora dejo de escribir y sigo
acordándome."
´Georgie´ Borges hizo entrañables amistades, en especial la
que le unió con el poeta Jacobo Sureda, de cuya hermana Elvira llegó a
enamorarse platónicamente. Con apenas veinte años se dedicó al bon vivre. Su
jornada comenzaba en el Café de los artistas que estaba en el Paseo del Borne,
continuaba el Círculo mallorquín, junto a la Catedral, y concluía a altas horas
de la madrugada en la célebre Casa Elena, un prostíbulo al que dedicó una
crónica y del que era cliente asiduo junto a otros escritores y artistas en
ciernes: Miguel Ángel Colomar, Pedro Ferrer, Juan Alomar o el cantante lírico
Fortunio Bonanova.
Habitualmente los fines de semana Jorge y su hermana Norah
se desplazaban al pueblo de Vall-demossa donde, o bien se alojaban en alguna de
las habitaciones que se alquilaban en la casa del doctor Jiménez, conocida como
el Hôtel des Artistes, o bien su amigo Jacobo Sureda les invitaba al Palacio
del Rey Sancho, propiedad de su familia.
Entre su primera y su segunda estancia en Mallorca, Jorge y
su hermana Norah residieron en Sevilla y en Madrid. Hospedados en el Hotel
Cécil de Sevilla, entraron en contacto con los ultraístas de la revista Grecia,
Rafael Cansinos Asséns, Isaac del Vando Villar, además de otros dos poetas que
se disputaron el amor de Norah: Adriano del Valle y Guillermo de Torre, con el
que finalmente contraería matrimonio en 1926.
Sería una estupenda iniciativa que el Ayuntamiento de Palma
inmortalizase con una placa la estancia de Jorge Luis Borges en el viejo hotel
Continental del número 14 de la calle San Miguel.
Fuente : Diario de Mallorca
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