Alejandro Palafox B
Es cierto que Jorge Mario Bergoglio S.J. conoció a Jorge
Luis Borges, que en cierto momento lo frecuentó y tuvo la posibilidad de un
contacto más cercano que el común de la gente, pero para evaluar cualquier
relación o tejer cualquier amistad, es esencial ubicarse en tiempo y espacio.
En 1965 el escritor tenía 66 años, el jesuita 28. Borges era
mundialmente conocido y Bergoglio era solamente un “maestrillo” joven de la Compañía de Jesús, que
tenía como responsabilidad dos grupos de estudiantes secundarios a los que
enseñaba Literatura y Psicología.
Posiblemente conocer a una escritora que había sido alumna y
secretaria de Borges – María Esther Vázquez – a través de un programa de Radio
Nacional, fue la llave que le permitió el acceso al maestro. Es de suponer que
“ser jesuita” no fue un dato más. Miles de profesores de Literatura, y no ya de
un colegio secundario, sino de cátedras importantes habrían querido tener dicha
suerte y seguramente un número imposible de conocer lo intentó en vano. Por eso
vuelvo a mi suposición, creo que el jesuita más que el profesor fue lo que
motivó el visto bueno del escritor. Quiero imaginar que esa posibilidad del
inefable encuentro entre el agnosticismo y la Fe, puede haber sido la razón que motivó la
aceptación del escritor.
Indudablemente a Borges no se le pasó por alto la dialéctica
y simpatía de su joven interlocutor, y la propuesta de dar algunas clases de
literatura gauchesca a alumnos del último año del bachillerato– que en otro
momento hubiera parecido una locura –, sonó más como una invitación a la
aventura. Digo esto por haberlo publicado tiempo atrás.
Llegó Borges. Bergoglio lo buscó de la vieja estación sobre
la calle Mendoza frente al Correo. Nada de avión. Bien le habrán molido los
riñones las seis largas horas de bus desde Buenos Aires. Yo quedé un poco
asombrado, pues pensaba que un hombre medio viejo debía venir en avión. Bah!
Medios viejos y viejos enteros viajan en bus, pero yo pensaba que esa vía no
era la apropiada a un candidato al Nobel. Desde otro punto de vista, supongo que
para él debió tener mucho de aventura. Solo en la nada durante seis largas
horas. ¿Qué le habrá dicho a la madre? Medio ciego entre la gente común
viajando por las provincias. ¿Qué le habrá dicho su madre a él? ¿Quién se habrá
sentado a su lado y jamás lo supo? Una aventura para recordar, sin dudas. No sé
cuál sería su cachet pero suena raro que no incluyera un pasaje de avión. Creo
– sinceramente – que mucho ganó Borges: ir al interior, a las provincias, solo,
debe haber sido una suerte de desafío. Habrá soñado que el bus aquel era casi
como la calesa en que “el general Quiroga va en coche al muere”.
Vaya este panorama para mostrar las diferencias iniciales
entre uno y otro. Y lo digo porque hoy, mucha gente establece casi una
contemporaneidad entre ambos cuando en realidad los separaban casi cuatro
décadas.
No es de extrañar el celo que Jorge Mario Bergoglio S.J.
puso en esa tarea. Algo sumamente comprensible en cualquier profesor que
hubiese tenido tal oportunidad. Pero lo suyo, como es habitual en él, no fue
producto de ningún rapto improvisador sino de una metódica preparación.
Nosotros, sus sufridos alumnos, veníamos lidiando con Borges, sus cuentos y
poemas. Quizá fue ésta la carta ganadora. Borges lo dijo en varias ocasiones, y
también a mí personalmente: lo que a él le había extrañado, casi fascinado, era
que adolescentes como nosotros hubiésemos leído tanto de su obra. No es de
extrañar que Borges se diera cuenta que sólo con una conducción sistemática,
organizada, un grupo de jóvenes podía acceder a una lectura así. Creo que para
él eso debía ser motivo de especial regocijo porque que lo leyeran, estudiaran,
o discutieran en ambientes académicos era previsible, pero que de alguna manera
accediera a ese mundo un puñado de alumnos de un colegio secundario importaba
algo misterioso en la educación de ellos. Quizá esta experiencia podía de
alguna manera acercar su literatura a la de Kipling, Stevenson, o algún otro
que no tenían límites de edad entre sus lectores.
Sin dudas en la visita de Borges a Santa Fe ambos tuvieron
más tiempo para el diálogo que en cualquier otro momento posterior. Luego
Bergoglio se ocuparía de cumplir el pedido de Borges, de juntar “algunos
escritos de estos muchachos” para enviárselos y que se los leyeran. Días
después el agradecimiento por las atenciones recibidas en su estada en Santa Fe
y el inesperado pedido de “prologar ese libro”, un libro que sólo existía en la
mente de Borges y para el que él escribiría – posiblemente – su prefacio más
generoso: “Este prólogo no solamente lo es de este libro sino de cada una de
las aún indefinidas series posibles de obras que los jóvenes aquí congregados
pueden, en el porvenir, redactar”.
Luego, el tiempo. ¿Se volvieron a encontrar? Supongo que es
posible, pero las circunstancias deben haber sido muy diferentes.
Entonces, volviendo a lo anterior ¿Se puede hablar de una
amistad entre Borges y Bergoglio? Es algo relativo. Dependerá del concepto de
amistad de cada uno. En un mundo en el que el amiguismo es moneda corriente el
concepto de amistad parece haberse devaluado. Borges tenía amigos públicamente
conocidos y de cierta fama, pero acotados. Bergoglio tiene amigos poco
conocidos y que no somos famosos. Pero ambos consideraron siempre a éstos como
un círculo recoleto. ¿Quién podría determinar que en algún momento ambos
incluyeron al otro en sus propios círculos? Es improbable, de ahí que la idea
de amistades entrambos suene ficticia. Lo que sin dudas hubo – de lo contrario
la relación nunca hubiese existido – es que los dos tuvieron un especial
respeto humano e intelectual por el otro. Un reconocimiento que es distinto a
la amistad pero como ésta implica el conocimiento y la admiración.
Ahora, el mismo Papa Francisco ha pedido la organización de
un “patio de los gentiles” en Buenos Aires en torno a la figura de Jorge Luis
Borges. El pedido va más allá, no al rescate de una figura que se agigantó en
el tiempo, ni a hacer elogios que se repiten en cada ocasión. La idea del Papa
es asegurar como dice Borges en “Everness” que “Sólo una cosa no hay, es el
olvido”, y también que “Dios, que salva el metal, salva la escoria”, una
esperanzada promesa borgeana a los pecadores.
Fuente : Alianzatex
Diciembre 06, 2013
Bueno ,entro a este blog por otro tema sobre la CONFITERIA LA PERLA DEL ONCE.
ResponderEliminarVeo que este tema les interesa y les cuento.
Lo gracioso es que cuando BERGOGLIO la lleva a MARIA ESTHER DE MIGUEL ella toma el desayuno en la misma mesa de nosotros en el pensionado de las JOSEFINAS a una cuadra de LA INMACULADA DE SANTA FE.Allí la conozco ,amistad que profundicé- mucho después-pués mi marido era amigo de ella.
Al poco tiempo ,tuve oportunidad de conocer personalmente a BORGES ,quien fué a dar un curso sobre el MARTIN FIERRO.
Allí nos pregunta a todos si teníamos conocidos en la familia de JOSE HERNANDEZ.
Mi madre era gran amiga del nieto de Jose Hernandez o sea el CORONEL MARENGO.
Por supuesto que logro conectarlo a BORGES con dicho familiar de HERNANDEZ y además sus primas hermanas que eran las SEÑORITAS HISTORIADORAS DE LA FLIA.
Pero lo gracioso es que me entero POR INTERNET Y PERIODICOS de que fué BERGOGLIO el que llevó a MARIA ESTHER DE MIGUEL Y A BORGES a SANTA FE y yo de ese SEMINARISTA no me acuerdo NI HACIENDO ESFUERZOS.
Además yo era VECINA DE LA INMACULADA y toda la gente que allí vivía tomaba el colectivo 17 en la esquina en que lo tomaba para ir a la facultad de derecho.
También casi todos los amigos del barrio habìan sido estudiantes de LA INMACULADA y amigos de todos los curas de allí.
Además tenía yo vinculación con LEYENDEKER Y NOVILLO dos curas (mucho más grandes que BERGOGLIO) QUE ERAN LOS MENTORES DE ESTUDIANTES en esos momentos.
Se también porque pidió esos escritos.
ResponderEliminarEn el colmo de la humildad por parte de BORGES ,al finalizar una de las conferencias del curso ,BORGES se puso a discutir "amigablemente"- con argumentos fuertes de ambas partes -con un chico muy estudioso alumno de la INMACULADA.
El chiquillo era un erudito en lingüística y discutieron sobre el origen de la palabra GRINGO.
Ya me entuciasmé demás en contarles ,pero creo que es valioso.
ResponderEliminarMaria Esther de MIGUEL era muy cercana BERGOGLIO pués esta señora en su juventud (era una linda y simpática chica) fué MONJITA SEGLAR.
Durante mucho tiempo lo fué ,a tal punto de que , mi esposo-que habìa sido amigo de ella en su juventud -se sorprendió mucho cuando en el CENTRO ENTRERRIANO ,María ESTHER le presentó a su esposo que era un conocido EDITOR.
Digo yo ,para finalizar ,el que acá escribe no será el ERUDITO EN LINGUISTICA que discutió con BORGES que recuerdo.
ResponderEliminarA mi me fascinaba el chico los conocimientos profundos que tenía ,parecía un doctor en lingüística , y la seguridad y tranquilidad con que planteaba sus argumentos.
La humildad de BORGES ,pués discutía"amigablemente" de igual a igual,también la recuerdo con asombro..
Ya lo creo que ESTUDIABAN y lo hacían CON AMOR al conocimiento que es lo que falta ahora.