Dalibor Rohac
Participé en un simposio sobre Friedrich Hayek hace un par
de semanas, organizado por el Legatum Institute en Londres, donde unos quince
jóvenes académicos pasamos un día discutiendo las implicaciones prácticas del
pensamiento político y económico de F.A. Hayek para los debates contemporáneos
de políticas públicas —la crisis financiera, la salud y la educación, o el
cuidado de los niños. Una contribución que sobresalió, en mi opinión, fue la de
un joven escritor y activista basado en la Universidad Francisco
Marroquín de Guatemala, Zach Cáceres.
En su breve ensayo (contenido en inglés), Zach aportó una
inteligente metáfora para reflexionar acerca del rol práctico de los mercados
en las sociedades humanas, basándose en la breve historia de Jorge Luis Borges,
“La Biblioteca
de Babel”. Borges delinea allí la idea de una biblioteca en la que se
encuentran todos los libros posibles de 500 páginas. Esta colección incluiría
un libro de quinientas páginas con todas ellas en blanco, un libro que solo
tiene las letras “a” escritas en él, y así sucesivamente, pero también varias
grandes obras de literatura del pasado, el presente y el futuro. Como lo
describe Zach,
“la gran mayoría de la Biblioteca de Babel, es, en realidad, balbuceo.
La biblioteca contiene una lista completa de todas las combinaciones posibles
y, como podría esperarse, muchas de estas no tienen sentido.
[…]
Tenemos un gran problema en la biblioteca: es difícil
encontrar los libros que tienen sentido entre la masa. La novela comprensible
se pierde en un mar de balbuceos”.
La biblioteca puede ser interpretada como una metáfora de la
complejidad del orden en la organización social. Existe un gran número de
potenciales modelos de negocios, instituciones, maneras de abordar problemas de
coordinación o necesidades individuales. La mayoría de ellos fracasarán pero
algunos de ellos podrían conducir a grandes mejoras del bienestar humano. ¿Cómo
navegamos dicha complejidad? Como en la biblioteca de Borges...
“Cualquier ‘libro’ escogido aleatoriamente casi seguramente
será bulla en lugar de una señal. No se adaptará y fracasará. El reto para los
agentes, y para el sistema como un todo, se convierte en este: ¿cómo podemos
buscar en estas bibliotecas de posibilidad la señal en medio de toda la bulla y
cómo podríamos hacerlo de la manera más rápida posible?”.
Basándose en la idea de Hayek que percibía a la competencia
como un proceso de descubrimiento, Zach argumenta que la competencia de mercado
es una manera de navegar la “biblioteca” y, por lo tanto, de abordar lo que el
denomina “el Problema de la
Posibilidad”. Sin considerar la cuestión de la eficiencia
económica —o incluso del uso del conocimiento local— la competencia y la
destrucción creativa de los mercados son herramientas que nos permiten analizar
cantidades enormes de formas en las que se puede organizar la actividad humana.
La competencia nos permite descartar progresivamente volúmenes que son
solamente balbuceo y retener aquellos que contienen información valiosa.
Esto no es para sugerir que la competencia es la única
herramienta. En su vida cotidiana, la mayoría de los seres humanos —incluyendo
a los empresarios— no necesitan concebir todas las formas posibles de resolver
los problemas sociales. De manera relativamente consciente, nos limitamos a lo
que conocemos, lo que se ha ensayado y lo que es permisible en virtud de los
sistemas existentes de normas formales e informales. En otras palabras, nos
cerramos a muchas partes existentes de la “biblioteca”.
La regulación económica, por ejemplo, puede cerrar áreas
enteras de la “biblioteca”, para mal o para bien, así como también lo pueden
hacer los mandatos en contra de ciertos tipos de conducta basados en una
tradición. Bien podría ser que hay buenas razones para descartar esas partes de
la “biblioteca” pero tengo la sensación de que la existente y abundante
regulación legal en las economías industriales avanzadas nos está privando de
unos hallazgos valiosos.
Al cierre, el punto del ensayo de Zach (y de la obra de
Hayek durante toda su vida) no es argumentar a favor de una competencia de
mercado libre de cualquier norma. En cambio, es argumentar a favor de reglas
que permitan que los individuos aprovechen el poder de los mercados —utilizando
la prueba y el error, la competencia, y la destrucción creativa— para buscar
entre los distintos modelos de cooperación social:
“En resumen, el liberalismo clásico de Hayek no es solo un
compromiso con el liberalismo de propiedad privada en sí. Es un compromiso con
una norma de nivel más alto acerca de construir sistemas que permitan que la
humanidad supere la incertidumbre, la ignorancia, y ‘el Problema [de la Posibilidad]’”.
Este artículo fue publicado originalmente en The Umlaut
(EE.UU.) el 18 de diciembre
de 2013.
Sobre Dalibor Rohac
Es analista de políticas públicas en el Centro para la Prosperidad y la Libertad Global
del Instituto Cato. Su trabajo se focaliza en política económica internacional
y desarrollo. Antes de arribar al Instituto Cato, se desempeñó como economista
en el Instituto Legatum de Londres, Inglaterra, en donde asistió en temáticas
relacionadas con la crisis de la
Eurozona, y la transición económica de naciones del mundo
árabe.
Fuente : El Ojo Digital
30 de Diciembre de 2013
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