Omar González
Algunos biógrafos apuntan que Jorge Luis Borges se enamoró
de María Esther Vázquez y quiso casarse con ella, pese a que él era un anciano
de 66 años y su asistente una joven de 24. En La vida de Jorge Luis Borges. El
hombre en el espejo del libro (Gedisa, 1998), James Woodall narra el episodio
con pelos y señales; entre lo que apunta se lee entre las páginas 264 y la 267:
“En el ‘Ensayo
autobiográfico’ [que escribió en inglés con el auxilio de Norman Thomas di
Govanni, publicado el 19 de septiembre de 1970 en The New Yorker] Borges no
menciona los hechos ocurridos en 1965 y, según sospecho, tenía una buena razón
para ello; esto estaba relacionado con María Esther Vázquez, un asunto que
repentinamente se hizo penoso para él [...]
(Gedisa, Barcelona, 1998)
“En ese momento
Borges y Vázquez estaban trabajando en dos proyectos: uno era la revisión del
libro sobre literatura germánica que Borges había publicado con Delia
Ingenieros en 1951; el otro proyecto consistía en una breve introducción para
estudiantes argentinos de la literatura inglesa. La asociación profesional de
Borges y María Esther se había desarrollado hasta convertirse en una estrecha
camaradería y Borges sinceramente creía que el casamiento estaba en el tapete.
Era éste un asunto que preocupaba a Leonor tanto como a su hijo. Leonor lo
apremiaba para que tomara una decisión aunque no se sentía muy feliz con la
idea de tener a María Esther como futura nuera. ‘Lo está exprimiendo como un
limón’, habría dicho Leonor.
"El editor José Rubén Falbo con Borges y la autora
durante la presentación de la
primera edición de Literaturas germánicas medievales (Col.
De las palabras, Falbo,
Buenos Aires, 1965)
en la librería del primero de los nombrados. Buenos Aires, 1965."
“En general, se
consideraba que María Esther Vázquez se había mostrado complaciente con Borges.
Cuando en noviembre de 1965 ella anunció que se casaría con Horacio Armani [se
casaron el 14 de diciembre de 1965], Borges quedó sumamente abatido. Muchos de
sus amigos afirmaban que la decisión de María Esther lo había alterado
profundamente; la consideraba una especie de abandono, una defección. Es
probable que la visita que hizo con ella al Perú acentuara las tensiones que
había entre ellos; ciertamente, su compromiso con Armani, después del viaje que
hicieron juntos desde la ciudad de Mendoza, fue un toque de difuntos para las
esperanzas amorosas de Borges.”
Y más aún: “Al
enterarse del compromiso de María Esther Vázquez, Borges fue a ver al dentista
y se hizo extraer dientes y muelas. Esa parecía ser la única solución a su
desazón: un poquito de dolor físico para distraer su espíritu de aquel fracaso
sentimental.”
Este último episodio
lo comenta así Leonardo Tarifeño en el número 78 de la revista virtual Origina
(agosto de 1999), precisamente en un fragmento de su artículo “Viaje al fondo
del Borges galán”:
“Corre 1965 y
Borges se entera que María Esther Vázquez, a quien tenía en la mira
matrimonial, va a casarse con el poeta Horacio Armani. Un personaje de
Hemingway se habría emborrachado; Philip Marlowe hubiera enunciado dos o tres
frases inolvidables contra el poder rubio. Pero la literatura norteamericana
nunca fue de las favoritas del autor de Historia universal de la infamia, así
que rápidamente decide extirparse las tres muelas que debía arreglarse. El
cruel experimento dental suponía que el dolor físico podría reemplazar, o al
menos atenuar, el dolor espiritual. Hundido en esa rara sospecha, al rato llega
a su despacho de la
Biblioteca Nacional con un pañuelo ensangrentado en la boca.
Su amigo y vicedirector de la
Biblioteca, José Edmundo Clemente, se alarma y le pregunta
qué le pasó. La respuesta es tan extraña que jamás podrá olvidarla: ‘Vengo del
dentista. Me fui a sacar unas muelas y le pedí que lo hiciera sin anestesia. Estoy
triste por un asunto de faldas. Quería olvidar el dolor, Clemente, pero creo
que no puedo olvidarlo.”
Fuente : Omar González blogspot.com
Fragmento de nota del 13 de enero de 2013
Resulta patético que él no supiera que se relacionaba con otro. María Kodama fue un milagroso viento de suerte.
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