lunes, 20 de octubre de 2014

Memoria, olvido y recuerdo en Psicoanálisis; a propósito de “Funes, el memorioso” de Jorge Luís Borges


 Muchas veces la literatura favorece la profundización de temáticas teóricas. En otras oportunidades son los conceptos teóricos los que iluminan la apreciación de obras literarias. A continuación el ensayo final para un ramo de Literatura y Psicoanálisis.

“Pedro Leandro Ipuche ha escrito que Funes era un precursor de los superhombres, un Zarathustra cimarrón y vernáculo”, narra Borges en el cuento “Funes, el memorioso”, publicado por primera vez en 1951. Ireneo Funes a los 19 años habría sido arrojado por un caballo a medias domado, quedando tullido sin remedio y, además, con una curiosa secuela: “Al caer perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era su percepción exacta del tiempo, su memoria casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales…Nosotros de un vistazo percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra” [1]. De ahí en adelante el protagonista se atrevía a asegurar: “Mis sueños son como la vigilia de ustedes…mi memoria, señor, es como un vaciadero de basuras”. Incapaz de pensar, de concebir ideas abstractas, generales; Funes “no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado…le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil), tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”.Para Borges, Funes no generaba pensamientos ya que “pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sin detalles, casi inmediatos”.Un ser tal, fue imaginado primero por Friedrich Nietzsche en “Sobre la Utilidad y los Perjuicios de la Historia para la Vida”, desde quien (no me cabe ninguna duda) Borges ha extraído a su protagonista. Cito ampliamente:

“Imaginemos el caso extremo de un hombre que careciera de la facultad de olvido y estuviera condenado a ver en todo un devenir: un hombre semejante no creería en su propia existencia, no creería en sí, vería todo disolverse en una multitud de puntos móviles, perdería pie en ese fluir del devenir; como el consecuente discípulo de Heráclito, apenas se atreverá a levantar el dedo. Toda acción requiere olvido: como la vida de todo ser orgánico requiere no solo luz sino también oscuridad. Un hombre que quisiera constantemente sentir tan solo de modo histórico sería semejante al que se viera obligado a prescindir del sueño o al animal que hubiera de vivir solamente de rumiar y siempre repetido rumiar. Es, pues, posible vivir y aun vivir felizmente, casi sin recordar, como vemos en el animal; pero es del todo imposible poder vivir sin olvidar. O para expresarme sobre mi tema de un modo más sencillo: hay un grado de insomnio, de rumiar, de sentido histórico, en el que lo vivo se resiente y, finalmente, sucumbe, ya se trate de un individuo, de un pueblo, o de una cultura”…“He aquí la tesis que el lector está invitado a considerar: lo histórico y lo ahistórico son igualmente necesarios para la salud de los individuos, de los pueblos y de las culturas” [2].

El pensar a Funes desde una mirada freudiana, nos permite señalar un punto conflictivo en el pensamiento de Freud referente al rol de la memoria, el recuerdo y el olvido en el aparato psíquico. Un punto de partida que permite desarrollar (al menos) dos argumentos.

Freud escribe en su Proyecto de Psicología para Neurólogos (de 1895): “Cualquier teoría psicológica atendible tiene que brindar una explicación de la memoria” [3]. Tempranamente en su obra, entonces, rescata el rol de la memoria como elemento fundamental a incorporar a cualquier teoría sobre lo psíquico.

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Una forma de leer el cuento desde lo freudiano es que Funes y su capacidad no se inscriben en un ámbito extrapsicoanalítico, sino que más bien en un terreno que se aproxima a su ideal y su objetivo en términos de cura. Mucho del psicoanálisis resuena, desde cierta lectura de un Freud investigador y arqueólogo, en esa posibilidad, esa aspiración por recordar; por colmar eso que está vaciado y oculto por la desmemoria, la represión o por recuerdos encubridores. Freud aspira en amplios momentos de su obra, a jugar al detective y recolectar pieza por pieza las evidencias tangibles de la memoria, de la reconstrucción arqueológica, histórica de sus casos, de la recreación del pasado y traspaso en imágenes lúcidas y claras sobre la memoria histórica subjetiva.

En “Recordar, Repetir y Reelaborar” [4], Freud indica sobre su técnica:

“[Su meta] ha permanecido idéntica. En términos descriptivos: llenar las lagunas del recuerdo; en términos dinámicos: vencer las resistencias de represión…[El médico]Se dispone a librar una permanente lucha con el paciente a fin de retener en un ámbito psíquico todos los impulsos que él querría guiar hacia lo motor,- y si consigue tramitar mediante el trabajo del recuerdo algo que el paciente preferiría descargar por medio de una acción, lo celebra como un triunfo de la cura.”

Reitera en sus “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”[5]:
“Dijimos que la tarea del tratamiento psicoanalítico puede condensarse en esta fórmula: trasponer en conciente todo lo inconciente patógeno. Ahora quizá les asombre enterarse de que esa fórmula puede sustituirse también por esta otra: llenar todas las lagunas del recuerdo del enfermo, cancelar sus amnesias. Es que vendría a significar lo mismo”. Funes refleja una “desrepresión”, una clara elucidación. Al recordar todo, Funes se convierte en el sujeto que habría cursado, por así decirlo, una “cura completa”, ideal. Pero Freud fluctúa, abre sendas y permite lecturas y énfasis diferentes, no del todo concordantes con lo que aquí se formula.
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En “La Interpretación de los Sueños” [6], Freud plantea que no se propone analizar el sueño, sino que “el relato del sueño”. Específicamente la diferencia entre un relato del sueño y otro posterior entregado por el enfermo. En la fisura del relato, el error, el olvido; ahí aparece el inconciente. En el desmoronamiento de la memoria histórica surge el inconciente, el síntoma, brindando su particularidad, su peculiaridad.

“Uno aprende que no todo cuanto considera olvidado lo está en efecto [7]”. Para Freud, sólo se recuerda lo olvidado y sólo se olvida aquello de lo cual fuimos concientes en algún momento, en algún punto recóndito e impreciso de la historia, en algún punto ya irrecuperable de lo histórico y sus evidencias positivas, evidentes y directas. Un personaje memorioso no recuerda porque nada olvida. Es sólo conciencia absorta en sí misma.

Funes nada tiene que ver, en realidad, con el recuerdo ni el pensamiento. De hecho Funes nada recuerda: sólo posee memoria histórica, es memorioso. En Funes no existe síntoma posible, no hay cabida al lapsus, el error, el sueño (sus sueños son como la vigilia de alguien normal), no hay olvido, ni recuerdos encubridores, no hay repetición ya que todo es distinto a todo, nada es igual a nada; no hay resquicio por donde pueda discurrir el sujeto. Es un no-sujeto. El recuerda cada detalle de su infancia (en términos neurológicos eso sería una hipermnesia retrógrada y anterógrada absoluta), no existe aquello que constituye al sujeto, no existe represión primaria ni cualquier otra. No hay inconciente, ya que todo el bagaje de su historia se encuentra disponible con lujo de detalles sin alteración, sin condensación ni desplazamiento. No solo olvida olvidar, sino que recuerda toda su vida como si la estuviera sintiendo a cada momento, recreable a voluntad. Podría ser, sin duda, un capítulo más en el “Libro de los Seres Imaginarios” [8] de Borges, pero sujeto no podría ser.

El Freud de “Recordar, Repetir y Reelaborar” también afirmaría [9]:

“El olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de las veces a un «bloqueo» de ellas. Cuando el paciente se refiere a este olvido, rara vez omite agregar: «En verdad lo he sabido siempre, sólo que no me pasaba por la cabeza»”

Sólo lo olvidado puede ser recordado. Lo que no se puede recordar jamás es aquello de lo cual nunca fuimos concientes, lo reprimido primariamente.

En conclusión, se confirma desde el Psicoanálisis la tesis Nietzscheana. Sólo olvidar habilita el recuerdo; la memoria por sí sola tiende a su propio exceso, a una saturación indeseable de lo histórico. Sin embargo, la memoria histórica se hace imprescindible: para el Psicoanálisis también es relevante la búsqueda detectivesca, arqueológica de restos, despojos, evidencias de lo psíquico anterior, con las cuales rastrear y elaborar, cual trabajo arqueológico y que Freud mismo planteara como tal desde Die Traumdeutung, de 1900 [10] .

En “Construcciones en el Análisis” Freud zanja los límites de su célebre metáfora arqueológica:

“El objeto psíquico es incomparablemente más complicado que el objeto material del exhumador, y que nuestro conocimiento no está preparado en medida suficiente para lo que ha de hallarse, pues su estructura íntima esconde todavía muchos secretos. Y en este punto termina nuestra comparación entre ambos trabajos [Arqueología y Psicoanálisis], pues la principal diferencia entre los dos reside en que para la arqueología la reconstrucción es la meta y el término del empeño, mientras que para el análisis la construcción es sólo una labor preliminar”.
El analista da cima a una pieza de construcción y la comunica al analizado para que ejerza efecto sobre él; luego construye otra pieza a partir del nuevo material que afluye, procede con ella de la misma manera, y en esta alternancia sigue hasta el final” [11]. Sólo la continuación del análisis puede decidir si nuestra construcción es correcta o inviable: “Y a cada construcción la consideramos apenas una conjetura, que aguarda ser examinada, confirmada o desestimada. No reclamamos para ella ninguna autoridad, no demandamos del paciente un asentimiento inmediato, no discutimos con él cuando al comienzo la contradice. En el curso de los acontecimientos todo habrá de aclararse” [12]. Se aleja del análisis de la “verdad histórico-vivencial” directa para dar curso a la asociación, para validarla como indicador de peso, liberándose de la necesidad de recolección del dato “arqueológico”, giro homólogo al que propondría al percatarse de que sus histéricas le mentían, misma desilusión a sus intenciones de rescatar la presencia de lo que debió siempre reelaborar, construir, recrear a partir de evidencia inicialmente dudosa e inconexa; nunca llegando a la tangibilidad de lo histórico.
Para Borges pensar es olvidar, olvidar diferencias, generalizar, abstraer; Igualar lo no-igual (según Nietzsche), otorgarle a la perpetua ruptura y fragmentariedad de todo, continuidad y permanencia. Funes al caer del caballo deja de ser sujeto, contemplando eternamente crin por crin, hoja por hoja, la sucesión eterna de lo esencialmente singular, la diferencia perpetua y radical, el funesto caos.
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BIBLIOGRAFÍA

Borges, J. L. 1999a. El Libro de los Seres Imaginarios. Alianza Editorial. Madrid

Borges, J. L. 1999b. Funes el Memorioso, contenido en La Muerte y la Brújula. Emecé Editores. Buenos Aires.

Kuspit, Donald. 1993. A Mighty Metaphor: The Analogy of Archaeology and Psychoanalysis, contenido en Sigmund Freud and Art. HNA Books. EEUU.

Freud. S, 1895. Proyecto de Psicología para Neurólogos. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.

Freud. S, 1900. La Interpretación de los Sueños. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.

Freud. S, 1901. Psicopatología de la Vida Cotidiana. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.

Freud. S, 1914. Recordar, Repetir, Reelaborar. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.

Freud. S, 1916-17. Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.

Freud. S, 1937. Construcciones en el Análisis. Obras Completas de Sigmund Freud (Standard Edition, ordenamiento de James Strachey) Extraído de versión electrónica Infobase.
Nietzsche, F. 1874. Sobre la Utilidad y los Perjuicios de la Historia para la Vida.
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Citas
[1] Borges, J. L. 1999b
[2] Nietzsche, F. 1874. Capítulo 1, párrafo 3 y 4 (negrita es del original)
[3] Freud, S. 1895
[4] Freud, S. 1914.
[5] Freud, S. 1916-17
[6] Freud, S. 1900.
[7] Freud, S. 1901
[8] Borges, J. L. 1999a
[9] Freud, S. 1914
[10] Y rescatado explícitamente como tal, posteriormente. Por ejemplo: Kuspit, Donald. “A Mighty Metaphor: The Analogy of Archaeology and Psychoanalysis”.
[11] Freud, S. 1937.
[12] Op. Cit.


Fuente : El ombligo del sueño

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