Se habrían visto fugazmente en una pulpería de Tacuarembó
Juan Manuel Bordón
Era difícil hacerlo hablar de Gardel a Borges. Uno le
preguntaba: '¿No le parece que fue un gran cantor criollo?', y el contestaba 'y
sí... por qué no', como diciendo 'me importa muy poco'", cuenta el
narrador uruguayo Enrique Estrázulas, que acaba de desempolvar, en el diario El
País, de Montevideo, fragmentos de una entrevista inédita a Borges. En las
pocas líneas que le dedican al tema, Borges habla de la presunta noche en que
conoció a Carlos Gardel.
"Gardel era un paria oriental que murió quemado. Tal
como Homero, cantaba por las provincias, errabundo e indocumentado, hasta
hacerse famoso. Lo vi en Tacuarembó, una sola noche, en una pulpería. El local
estaba entorpecido por bolsas, cueros y barricas de yerba. Tenía un alto
enrejado sobre el mostrador. Todos los parroquianos estaban pendientes del
joven cantor. Me lo presentó Enrique Amorim y Gardel me sonrió sin decir nada.
Estaba templando la guitarra", dice la entrevista que cita Estrázulas y
que Francisco Lanza le habría hecho a Borges en su departamento de la calle
Maipú, un año antes de su muerte en Ginebra. "El reportaje estaba inédito
porque Lanza también murió un año después, en 1986, aunque antes me dio una
copia a mí. Lanza no era periodista sino escritor, pero hizo la entrevista
porque admiraba a Borges. Yo estoy convencido de que el encuentro fue real.
Lanza también. De todas maneras, cada cual lo armará como le parezca, pero
Lanza no podía escribir así, sale por todos lados que está hablando
Borges", cuenta Estrázulas sobre esa posible noche en que Borges entró
junto al escritor uruguayo Enrique Amorim a por una copa de caña que le
aliviara la gripe a este último. Habría sido en una pulpería de Tacuarembó esta
cumbre Borges-Gardel, literaria por donde se la mire. El supuesto Borges
describe el rasgar de una guitarra como lo hacía en su cuento El fin, pero esta
vez los acordes no vienen del Moreno que espera a Fierro sino de un morocho y
taciturno Gardel, que parecía esperar a Borges. "Era una noche muy fría.
(...) Saludamos al cantor y éste respondió el saludo con la misma sonrisa. Ese
recuerdo mío data de 1917 o 1918", dice el Borges de la entrevista.
El problema es que Borges, el memorioso, estaba por esa
época en Europa, de donde recién volvería en 1921. Amorim, el otro testigo de
ese encuentro mítico, murió antes que Borges. Fabuloso o no, que se encuentren
después de tantos años bien vale la pena. Ah, por cierto, en la entrevista de
Lanza, Borges lo dejaba bien clarito: Gardel, "aquel trovador
mítico", era uruguayo.
La versión que dejó
Bioy
En "Borges", el extenso diario de Adolfo Bioy
Casares sobre su amistad con Borges, el autor de "El Aleph" niega el
encuentro. "Nunca lo vi (a Gardel). Una vez fui con Mastronardi a un
cinematógrafo a ver 'La batida', con George Bancroft; anunciaron que Gardel iba
a cantar al final: nos fuimos sin oírlo, porque no queríamos que el efecto del
film se nos arruinara", le dice a Bioy en la entrada del 2 de setiembre de
1957. No contento, Borges se extiende en un retrato bastante menos amable que
el que le habría hecho en 1985
a Francisco Lanza. "La cara de Gardel era la típica
cara del otario. Malevo, sí, pero malevo soso". Esa misma noche, se les
ocurre la idea de "una biografía de Gardel en la que se dijeran cosas
inconvenientes, como sin darse cuenta. Que era provenzal, que se llamaba
Gardez, que era el zorzal francouruguayo, etcétera..."
Fuente : Clarín – 26/junio/2007
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