lunes, 13 de octubre de 2014

La noche en que Borges conoció a Gardel




Se habrían visto fugazmente en una pulpería de Tacuarembó

Juan Manuel Bordón

Era difícil hacerlo hablar de Gardel a Borges. Uno le preguntaba: '¿No le parece que fue un gran cantor criollo?', y el contestaba 'y sí... por qué no', como diciendo 'me importa muy poco'", cuenta el narrador uruguayo Enrique Estrázulas, que acaba de desempolvar, en el diario El País, de Montevideo, fragmentos de una entrevista inédita a Borges. En las pocas líneas que le dedican al tema, Borges habla de la presunta noche en que conoció a Carlos Gardel.

"Gardel era un paria oriental que murió quemado. Tal como Homero, cantaba por las provincias, errabundo e indocumentado, hasta hacerse famoso. Lo vi en Tacuarembó, una sola noche, en una pulpería. El local estaba entorpecido por bolsas, cueros y barricas de yerba. Tenía un alto enrejado sobre el mostrador. Todos los parroquianos estaban pendientes del joven cantor. Me lo presentó Enrique Amorim y Gardel me sonrió sin decir nada. Estaba templando la guitarra", dice la entrevista que cita Estrázulas y que Francisco Lanza le habría hecho a Borges en su departamento de la calle Maipú, un año antes de su muerte en Ginebra. "El reportaje estaba inédito porque Lanza también murió un año después, en 1986, aunque antes me dio una copia a mí. Lanza no era periodista sino escritor, pero hizo la entrevista porque admiraba a Borges. Yo estoy convencido de que el encuentro fue real. Lanza también. De todas maneras, cada cual lo armará como le parezca, pero Lanza no podía escribir así, sale por todos lados que está hablando Borges", cuenta Estrázulas sobre esa posible noche en que Borges entró junto al escritor uruguayo Enrique Amorim a por una copa de caña que le aliviara la gripe a este último. Habría sido en una pulpería de Tacuarembó esta cumbre Borges-Gardel, literaria por donde se la mire. El supuesto Borges describe el rasgar de una guitarra como lo hacía en su cuento El fin, pero esta vez los acordes no vienen del Moreno que espera a Fierro sino de un morocho y taciturno Gardel, que parecía esperar a Borges. "Era una noche muy fría. (...) Saludamos al cantor y éste respondió el saludo con la misma sonrisa. Ese recuerdo mío data de 1917 o 1918", dice el Borges de la entrevista.

El problema es que Borges, el memorioso, estaba por esa época en Europa, de donde recién volvería en 1921. Amorim, el otro testigo de ese encuentro mítico, murió antes que Borges. Fabuloso o no, que se encuentren después de tantos años bien vale la pena. Ah, por cierto, en la entrevista de Lanza, Borges lo dejaba bien clarito: Gardel, "aquel trovador mítico", era uruguayo.

La versión que dejó Bioy

En "Borges", el extenso diario de Adolfo Bioy Casares sobre su amistad con Borges, el autor de "El Aleph" niega el encuentro. "Nunca lo vi (a Gardel). Una vez fui con Mastronardi a un cinematógrafo a ver 'La batida', con George Bancroft; anunciaron que Gardel iba a cantar al final: nos fuimos sin oírlo, porque no queríamos que el efecto del film se nos arruinara", le dice a Bioy en la entrada del 2 de setiembre de 1957. No contento, Borges se extiende en un retrato bastante menos amable que el que le habría hecho en 1985 a Francisco Lanza. "La cara de Gardel era la típica cara del otario. Malevo, sí, pero malevo soso". Esa misma noche, se les ocurre la idea de "una biografía de Gardel en la que se dijeran cosas inconvenientes, como sin darse cuenta. Que era provenzal, que se llamaba Gardez, que era el zorzal francouruguayo, etcétera..."

Fuente : Clarín – 26/junio/2007


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