Carta Astral de Jorge Luis Borges (s/f). Fundación Internacional Jorge Luis Borges.
A través de escritos y circunstancias en la vida del célebre
escritor, una mirada a las progresiones secundarias, que misteriosamente
revelan cómo cada día en la Carta Natal corresponde a un año de nuestra
existencia.
Los misterios de la existencia se reflejan en la obra del
escritor argentino.
Jerónimo Brignone
Si (como el griego afirma en el Cratilo) / El nombre es
arquetipo de la cosa / En las letras de ‘rosa’ está la rosa / Y todo el Nilo en
la palabra ‘Nilo’ (Borges, ‘El Golem’, 1958. Ed. 1964).
Uno de los grandes misterios que nos plantea la urdiembre
astrológica es el de la esencia y sentido mismos de nuestra existencia.
Contenido como caja china en otro, fascinante, que es el del Tiempo, entelequia
en la que nuestra identidad se nos revela a través de nuestros actos y la
experiencia.
Si (como afirma Borges en El Golem), el apretado conjunto de
signos que nos nombra nos contiene, los astros, esas letras luminosas que se
mueven (a decir del neoplatónico Plotino en el siglo III d. de C.), nos
refieren en el tiempo y nos designan.
Adán y las estrellas lo supieron (ibid.)
Una antigua herramienta para comprender la sucesión del
devenir es la que considera que el movimiento de los astros cada día desde que
nacemos se corresponde con un año sucesivo de nuestra vida.
Con vagas reverberancias bíblicas (Ezequiel 4:6 y Números
14:34), las así llamadas progresiones secundarias suponen una resonancia entre
dos círculos análogos: el que describe la tierra en un día rotando sobre sí
misma y el que describe en un año alrededor del sol.
Mis padres me engendraron para el juego / arriesgado y
hermoso de la vida, / para la tierra, el agua, el aire y el fuego (‘He cometido
el peor de los pecados’, 1976)
Jorge Luis Borges (1899-1986), de pensamiento escéptico y
sofisticado, se refirió varias veces a la astrología, aunque sin legitimarla.
Su carta natal nos llega gracias a su amigo entrañable, el polifacético artista
e intelectual Xul Solar, primer astrólogo argentino de quien tengamos noticias,
quien la calculó con los datos facilitados por la madre.
El río me arrebata y soy ese río (‘Heráclito’, 1976)
El mapa astral de Borges merecería todo un apartado, dada la
refinada personalidad que lo acompaña. Más bien aludiremos al fluir entre hitos
de su existencia, según la analogía mencionada y su preocupación por el
devenir, su consciencia del tiempo que corre y su recurrencia a la imagen de la
vida como un río, ente típico de Cáncer, su signo ascendente.
¿Qué trama es ésta del será, del es y del fue? (‘Heráclito’,
1969)
Luego de una infancia europeizante y transcurridos sus años
mozos en el viejo continente, regresa a los 21 años a su ciudad natal, que lo
deslumbra. 21 días después de nacer, el Sol se unía con Venus, el planeta del
amor y de la belleza, inundándolo de aquello que intitularía su primer libro de
poesía: ‘Fervor de Buenos Aires’.
Siguieron unidos los dos astros con el crecimiento de su
fama, tal como cuando recibió el Premio Nacional de Literatura en 1941, donde a
Venus, plenipotente en su signo, Libra, se le había unido Mercurio, el dios de
las letras, y la Luna, la otra luminaria que significa popularidad.
Saturno y Plutón, los planetas de la oscuridad y el poder,
estaban opuestos entre sí al nacer. 47 días después de nacer el meridiano del
lugar pasaba por arriba de los dos planetas, augurando vivencias difíciles y
pérdidas. En 1946, a sus 47 años, el recién electo gobierno peronista lo empujó
a renunciar a su trabajo estatal, debiendo seguir entonces un nuevo camino de
conferencista itinerante en armonía con aquella unión -todavía vigente- de
Mercurio (desplazamientos, oratoria) y Venus (la voz, el contacto con la
gente).
Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros
y la noche (‘Poema de los dones’, 1960)
Con la caída del gobierno peronista, pasó a ser miembro de
la Academia de Letras y Director de su amada Biblioteca Nacional: un sueño
realizado, típico del planeta Neptuno, señor de los paraísos y de lo onírico
que suele expandir la fama a proporciones míticas y que se encumbraba alto en el
meridiano. Pero también planeta de oscuridades y de pérdida de definición: la
ceguera heredada se agudizó entonces a magnitudes definitivas.
68 días después de nacer, su ascendente conjuntaba a Marte
natal, dios de la guerra, en Libra, signo de relaciones y matrimonio. Se casó
con una viuda a la que llevó a su casa a convivir con su madre, la figura
posesiva que literalmente lo acompañó toda la vida (destino típico de
ascendentes Cáncer, signo de la madre). De resultas, la batalla campal entre
las mujeres fue de corta duración y sin saldo positivo para nadie.
¿Qué río es éste cuya fuente es inconcebible? (‘Heráclito’,
1969)
1973 lo vio ciudadano ilustre y con la primera edición de
sus obras completas. Tal consagración literaria de alguien que había amado
tanto a su ciudad coincide, 74 días después de haber nacido, con el meridiano
superior, símbolo de elevación y prestigio, uniéndose a su ascendente natal en
el patrio signo de Cáncer.
Su madre, Leonor Acevedo Suárez, falleció a los 99 años de
edad en 1975. Poco menos de 76 días después de que él naciera, la Luna, el
planeta matriarcal, incómodo en el desolado signo de Capricornio, se unía en
conjunción con el meridiano inferior, símbolo de la familia y lo maternal.
Meses aciagos con la Luna (emociones) en Capricornio, un
velo depresivo que no logró disipar en 1980 el premio Cervantes, la máxima
distinción que puede recibir un escritor de lengua hispana y al que acompañaba
la conjunción de Júpiter, el planeta del éxito, los premios y la fortuna, con el
áureo brillo solar.
Somos el vano río prefijado / rumbo a su mar (‘Son los
ríos’, 1985)
El ascendente caminó sobre su Júpiter natal y se le ofreció
así una forma nueva e inesperada de plenitud y felicidad. Venus y Marte, los
eternos amantes cuyas andanzas desplegara Homero, el invidente poeta tan
venerado por Borges, se unían en el cielo para regalarle un amor que le deparó
en 1986 un nuevo matrimonio, a la par que se preparaba para otras oscuridades
previsibles.
Tres meses más tarde, el 14 de junio, mientras la Luna se
unía a las vastas tinieblas de Neptuno y Plutón, sus ojos se abrieron en forma
definitiva a esas dimensiones ignotas que avizoró en cada folio de su
producción.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías / del arte, que
entreteje naderías (ib. 1976)
Laberintos y espejos acompañan esas letras de los astros que
se mueven. Letras de la rosa y de su nombre, inspirado a Eco por Borges:
virtualidades del otro, metáforas de lo real.
Jorge Luis Borges. 24-8-1899, 3 hs 31 min, Buenos Aires
(Biblioteca Fundación Caba).
Jerónimo Brignone es Presidente y Director del Caba,
Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires, entidad con más de 50 años de
actividad y reconocimiento internacional. También dicta clases en la UBA;
Fuente : Clarin Buena Vida
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