Nota aclaratoria:
este artículo se iba a llamar originalmente “Borges y Bioy activistas del
Yogurt”. Era un juego de palabras teniendo en cuenta la marca argentina de uno de
estos lácteos que favorecen al tránsito
lento. Como algunos moralistas, otros defensores del canon crítico, fanáticos
de los autores, e integrantes de las escuelas y academias de letras se podían
llegan a ofender preferí no titular así la nota.
Es que para hablar de
Borges hay que tener en cuenta quién es Borges y quién es Bioy Casares. Ambos
argentinos, ambos amigos. “Creo que mi amistad con Borges procede de una
primera conversación, ocurrida en 1931” explica Bioy Casares en Museo (Emecé –
2002).
Es que en el libro que lleva como sugestivo subtitulo
“Textos inéditos”, se recogen piezas que son dignas de un museo literario.
Entre otras cosas porque son rarezas, relatos inéditos, poemas en inglés de
otros autores y sus traducciones a mano de la dupla literaria argentina.
Uno sospecha a priori (lo sospeché yo cuando lo compré), que
Museo iba a contener una serie de maravillas desconocidas de dos de mis autores
favoritos (es más favorito Bioy que Borges, considero a Borges superior a
Bioy).
La página 24 de la edición del año 2002, el papel amarillo
(no por los años sino que es originalmente de ese color, tal como lo dispuso
Emecé), encierra en un recuadro, tal vez facsímil del original, el título “La
leche cuajada de La Martona. Estudio dietético sobre las leches ácidas”. Se
trata de un folleto con el logo de la Industria Láctea “La Matrona” que fue
fundada en 1889 (pág. 24).
Tal vez Borges y Bioy se estaban adelantando desde la
publicidad, ya que el folleto era con fines de promoción del producto, a algo
tan común para nosotros: las ventajas del yogurt, en particular para la salud
intestinal. ”La leche cuajada limpia el organismo del hombre adentro de él,
ensancha su vida” (pág. 27).
Si hoy se menciona la necesidad de una vida libre de
hinchazones, en un mundo particularmente femenino, pues todas las publicidades
están dirigidas a las mujeres como si los hombres no tuvieran “tránsito lento”,
en “Leche Cuajada” se argumenta que es “el elixir de la larga vida”.
Una búsqueda intensa
Según El País de Madrid (casi única referencia al folleto
que existe en Internet), fue “un texto buscado infructuosamente durante años
por coleccionistas y bibliófilos” (El País – 2003).
Una profesora del Instituto de Profesores Artigas (IPA), me
dijo al mostrarle el libro. “Es como que no queremos saber de esto, aquellos
que amamos la obra de Borges”. El texto estuvo escondido durante décadas. El
folleto habría sido escrito – según el propio Bioy Casares en una entrevista-,
en el año 1937 (fecha aproximada). Borges y Bioy se habían conocido en 1931 o
1932, según lo cuenta Bioy en Museo.
Quien tiene alguna aproximación profunda a la obra de
Borges, debe saber que fue un teórico, pensador, escritor, crítico, y traductor
todo envuelto en una ciega humildad que en cada conferencia construía con mil
pedidos de disculpas, entre atolondradas palabras, hermosas palabras.
Borges y Bioy siempre legitimaron sus opiniones con una
intensa base académica. Ellos mismos dialogaron con Sócrates, Voltaire, y
Dante. En “Leche Cuajada” no dudan legitimar los beneficios del producto con lo
que decía el propio Dios. “Dios mismo incluye entre los alimentos concedidos al
pueblo de Israel, la LECHE CUAJADA” (mayúsculas del original) y justifican esto
citando “Deuteronomio, capítulo 32, versículo 14” (Pág.27).
Borges y Bioy explican qué es la Leche Cuajada y en primer
lugar la ubican geográficamente, dándole un corpus científico al folleto,
además de la consideración divina antes mencionada. “En Rusia, existen dos
variedades: la prostekvasha, leche cruda espontáneamente cuajada y agriada, y
el varenetz, leche hervida, preparada con levadura” (Pág. 28).
La historia del producto transita por Egipto, y Argelia
mostrándose la diferencia de la preparación de este beneficio elixir.
Los autores avanzan en la página 29 en el corpus científico
explicando los beneficios fisiológicos: “El bubeurre [sic] es un suero de
manteca y que sufre, si antes no la esterilizaron, la fermentación láctica
natural…” y más adelante sostiene: “Con harina y azúcar sirve para preparar la
sopa de babuerre” (subrayados y acotaciones del texto original). Este producto
“obra favorablemente en las afecciones gastrointestinales. Restaura la flora
fisiológica y hace menguar y desaparecer los trastornos” (pág. 29).
Posteriormente, Leche Cuajada agrega información sobre las
mezclas estomacales, y cómo el hombre puede gobernar sus propios microbios. “Ya
hemos indicado al principio que las putrefacciones intestinales son perpetuos
enemigos de nuestras vidas” (…) “Los microbios lácticos impiden esas
putrefacciones” (pág. 32).
El mercado manda
El folleto era contratado por la empresa Metchnikoff, por lo
tanto había que destacar el procedimiento de elaboración del producto. “La
superioridad de la LECHE CUAJADA por el procedimiento de METCHNIKOFF sobre las
otras” (mayúsculas del original, pág. 33). De esta forma El folleto indicaba
una superioridad de la empresa contratante, vaya a saber uno de qué manera
comprobada por los autores.
Para completar la promoción, casi al final del folleto se
destaca que las comunidades que tenían la leche cuajada como alimento vivían
más que otros hombres.
El nombre “Leche Cuajada” como producto, aunque no es
sonoramente muy agradable era el lácteo a mencionar en el folleto. Se nombra en
muy pocas oportunidades al hoy reconocido “yoghurt” y se lo ubica en la
Península Balcánica, aunque se deja claro que es “otro alimento” (pág. 31).
Posteriormente, se aclara que el “Yoghurt” posee un bacilo búlgaro que “se
caracteriza por su gran poder acidificante (hasta 25 y 30 gramos por litro de
leche” que “ofrece el peligro de producir ácido butírico” que “se anula
mediante el bacilo paraláctico o estreptobacilo, que no se encuentra en el
Yoghurt y sí en la LA LECHE CUAJADA METCHNIKOFF” (sic).
El folleto se completa con una advertencia: que si bien los
griegos tomaban la leche cuajada con miel “conviene tomarla con sustancias azucaradas pues el
azúcar, en el aparato digestivo, se convierte en ácido láctico” (pág. 35).
Posteriormente se recomiendan dosis. “Puede empezar por
tomarse 3 cuajadas por día; así se logrará infectar el organismo con los
bacilos búlgaros y paraláctico, que es lo que se busca”… “En los casos de
intolerancia, muy raros por otra parte, habrá que seguir el método inverso:
tomar una cuajada, o media si fuera necesario” (pág. 35).
Recetas
Para finalizar, el folleto deja cuatro recetas para preparar
con Leche Cuajada. El Pan de Maíz, Pan Moreno, Bollitos de Harina de Maíz, y
Pasteles de Arroz, todas contienen como elemento común este producto.
Transcribimos una:
PAN MORENO
1 taza de leche cuajada
1 taza de leche fresca
2 tazas de harina integral
½ taza de harina blanca
½ taza de harina de maíz
½ taza de miel
Tamizar los ingredientes secos, mezclarlos con la leche.
Cocer el todo en una cacerola untada con manteca, en horno de calor moderado
(pág. 36).
Bibliografía.
- Borges, Jorge., y
Bioy Casares, Luis. Museo. Textos inéditos”
Buenos Aires: Emecé, 2002. Impreso.
Internet
- Hadis, Martín. “Las virtudes de la Leche Cuajada”. 2003.
Internet. 2 abr. 2012. http://elpais.com/diario/2003/01/04/babelia/1041640757_850215.html
Fuente : Matías Rotulo
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