lunes, 4 de julio de 2016

Curiosidad: La única vez que Jorge Luis Borges entró a un estadio de fútbol



De una tarde de fútbol, con Enrique y Jorge Luis

(Al Dr. Eduardo de Rezendes, que alienta y alimenta, adorna y multiplica, pero sobre todo disfruta de anécdotas como esta)

En una tarde de fin de semana como aquella (en Buenos Aires cuentan que fue y me gustaría creer que fue en Salto; por los años 40 dicen y me resisto a encasillarlo en la precisión de una década) una ciudad entera respira únicamente fútbol. En todas sus calles y en todos sus cafés respira fútbol. Y ni que hablar en las cercanías de un estadio. Eso es cierto. Pero ¿no tenía otra cosa para hacer esa tarde Jorge Luis, aquel hombre elegante, de bastón (¿ya lo usaba?), que alguna vez dijo que el fútbol era una cosa estúpida de los ingleses y un deporte estéticamente feo? (Qué bárbaro hubiera estado, ahora que pienso, una polémica en público con Albert Camus, que una vez dijo: “mis dos universidades de la vida fueron el teatro y el fútbol”).

Seguro que a Jorge Luis lo habrá convencido Enrique, su amigo uruguayo (del Salto Oriental), vaya uno a saber con qué argumentos. Quizás con el solo argumento de que entrar a un estadio repleto de almas eufóricas, era como entrar a la desolación de una carreta rudimentaria donde espera deseosa de amor y de dinero (eufóricamente contenido) una mujer desnuda; una carreta anclada en el medio del campo oriental, campo en el medio de una nada absoluta. Pero el hecho es que entraron al estadio, donde los demás le llamaban Campo a lo pequeño que estaba un poco más allá… (entre líneas blancas mal pintadas).

¿Y quién jugaba? No lo sabemos. Tampoco lo sabían ellos. No lo supieron nunca ni lo sabremos nosotros. Pero no importa. Eran ante ellos simplemente camisetas de un color de un lado y de otro color del otro lado (suena irónica la palabra Colores si estaba Jorge Luis).

No prestaron atención ni a una sola jugada. Cada uno pensaba en un cuento: Enrique (el apenas menor de los dos, pero al que la muerte le ganaría antes y por goleada) en “Gaucho pobre” y Jorge Luis en “Hombre de la esquina rosada”, que se dedicarían respectivamente algún tiempo después. ¿O ya lo habían hecho? (sucede que el mayor no se fatigaba de enseñar que el tiempo es un laberinto donde no es fácil hallar a Ariadna).

…Y de lenguaje orillero hablarían, y con lenguaje orillero hablarían, mientras muchachos sudorosos corrían detrás de un pedazo de cuero inflado.

Hay quienes dicen que se pasaron 45 minutos hablando sobre filosofía griega, en especial de Platón. (Jorge Luis también miraba las tribunas y pensaba que hasta las gradas podían fatigarse: dijo una vez en un cuento que “nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas”). A los 45 minutos se levantaron y se fueron, porque no sabían que al espectáculo aún le faltaba la otra mitad. Definitivamente, en el mundo hay esferas que no se tocan. Hay seres que transitan caminos del laberinto que no habrán de tocarse nunca.

La única vez que Jorge Luis Borges entró a un estadio de fútbol en los casi ochenta y siete años que duró su vida fue esa: una tarde en que lo acompañó su amigo Enrique Amorim y se pasaron hablando de los griegos como en cualquier banco de plaza o mostrador de boliche. En toda su vida Borges jamás gritó un gol: cero a cero finalizó aquel partido lleno de magia.

Hay quienes refieren también a que en una de las jugadas de más riesgo de gol, ninguno de nuestros personajes se dio por enterado. El salteño habría dicho en una entrevista, varios años después, que esa tarde se la pasó pensando en por qué a su amigo nunca le dijeron “Jorge Borges”, sino siempre la prolongación de tres palabras, “Jorge Luis Borges”, o bien la censura lapidaria de una: “Borges” a secas. También en Federico pensó toda la tarde.

El argentino en tanto pensaba en detalles arquitectónicos que, en su humilde consideración (siempre humilde Borges o el otro) habría que mejorar en La Nubes para que se pareciera más a un barco (advertencia que había hecho y le quitó el sueño por varias noches, en su penúltima visita al chalet).

Fuente : Diario del Pueblo - Uruguay
http://www.diarioelpueblo.com.uy/titulares/de-una-tarde-de-futbol-con-enrique-y-jorge-luis.html

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