Por Sergio Ramírez
Un presunto prólogo de Borges causó revuelo en el mundillo
literario centroamericano
Al cumplirse los 30 años de la muerte de Jorge Luis Borges,
quiero recordarlo en clave centroamericana porque siendo él maestro de tantas
cosas, lo fue de los textos apócrifos, y en El Salvador, un aventurado
cuentista buscó imitarlo en ese arte selecto de poner en boca de otros lo que
uno mismo ha inventado, haciéndolo esta vez a costillas del propio Borges.
En 1963 Alvaro Menen Desleal, que por puro amor al arte de
las ficciones había descompuesto sus apellidos originales, Menéndez Leal, para
darles un toque más provocador, de lo leal a lo desleal, tenía 31 años de edad
y ya había dejado tras de sí una larga cauda de hechos sonados, que incluía su
expulsión de la Escuela Militar Gerardo Barrios por haber publicado un poema
que las autoridades castrenses juzgaron subversivo; lo metieron preso luego
bajo el cargo de conspirar contra el régimen del coronel Osorio, había peleado
en las arenas de boxeo de México y Centroamérica en la categoría de peso mosca,
y después de ejercer el periodismo escrito había fundado el primer noticiero de
televisión que se transmitió en El Salvador, amén de haber dado pruebas de ser
un publicista sagaz.
Ese año de 1963, entonces, ganó el segundo lugar en el
Certamen Nacional de Cultura con su libro Cuentos Breves y Maravillosos, título
que recordaba demasiado el de Cuentos Breves y extraordinarios de Borges,
aparecido diez años atrás. Pero eso no era todo. Cuando el libro se publicó,
traía a manera de prólogo una carta del propio Borges, que comenzaba:
"Mi querido amigo:
Al conocer sus Cuentos breves y maravillosos, pienso que no
fue meramente accidental que Kafka escribiera La Muralla China: se repite en
usted la nota de lo que con Bioy Casares llamamos las antiguas y generosas
fuentes orientales. Se repite y se prueba mi idea de que el número de fábulas o
de metáforas de que es capaz la imaginación de los hombres es limitado…limitado
o no, lo cierto es que usted prueba a su vez que ese número no está en manera
alguna agotado…mas usted le da nuevo engaste y logra con intensidad lo que
otros, en más de veintitrés siglos, no lograron con extensión. Por eso yo no
acepto el homenaje que me rinde al declararse mi seguidor. Si de algo es usted
seguidor es de sus propios sueños…"
Álvaro Menen Deseal, escritor salvadoreño
Las dudas envidiosas no tardaron en estallar como burbujas
malsanas en el mundillo literario centroamericano, y sobraron las acusaciones
de plagio de los propios textos del libro, y las de falsificación burda de la
carta de presentación. Álvaro, que ya se sabe era publicista sagaz, escribió él
mismo, bajo nombre simulados, no pocas de esas acusaciones que llegaban a los
periódicos, con lo que las ventas del libro se dispararon. Nadie reparó en la
nota con que, al final del libro, completaba su ardid:
"Querido maestro Borges:
Mi vanidad y mi nostalgia –me digo con sus palabras– han armado
una escena imposible. De pronto
despierto de un sueño y tengo su carta en las manos, como la flor de
Coleridge…"
La carta, los cuentos, la nota final, todo era parte de la
misma ficción, todo era borgeano.
En septiembre de 1999, cuando se celebró el centenario del
nacimiento de Borges, Saúl Sosnowski, director del Departamento de Lenguas y
Literatura de la Universidad de Maryland, organizó en Buenos Aires un seminario
al que concurrimos escritores y académicos. Allí me encontré, después de
décadas sin vernos, a Álvaro. Cuando tomó la palabra, hizo una detallada
confesión acerca del prólogo apócrifo, a manera de un renovado homenaje a
Borges y a sus formas de inventar, donde la distancia entre los documentos
reales y los ficticios no existe. Y en uno de los descansos de las sesiones, a
la hora del café, me dijo que algo iba siempre a inquietarlo hasta la muerte, y
es que ya nunca alcanzaría a saber si Borges se habría enterado del affaire
centroamericano alrededor del prólogo, y si alguna vez habría llegado a tener
entre sus manos sus Cuentos Breves y Maravillosos. Lo más probable, me dijo,
abatido, es que seguramente no. Murió menos de un año después en San Salvador,
el 6 de abril del 2000.
En la entrada correspondiente al miércoles 11 de septiembre
de 1963, Borges le dice a Bioy: "tengo que consultarte sobre algo"…y
"trae un libro Cuentos Breves y Maravillosos, de un tal Menen Desleal, y
una carta, de otra persona, guatemalteca, según creo, que le ha enviado el
libro…". Luego hablan de la carta elogiosa, indudablemente apócrifa, y
Borges expresa el temor de que su madre, sin consultárselo, la hubiera escrito
y enviado; pero descartan la posibilidad, porque la señora nunca escribe tan
largo, ni hubiera imitado el estilo de Borges. Leen algunos de los cuentos, y
uno de ellos, "Los Cerdos", les parece muy gracioso.
Borges, cuenta Bioy, no sabe qué hacer. Considera que el
autor del libro es más inteligente que quien lo denuncia, pero que alguna razón
tiene éste…los generosos elogios que prodiga a sus propios cuentos, invalidan
su carácter de obra desinteresada. Bioy lo contradice: "No podés ponerte
en contra de un pobre individuo bastante inteligente, que no tiene libertad ni
posibilidad de escribir sino como imagina que vos escribís…". Y entonces,
Borges, sin dar más importancia al asunto, elogia el libro, y aún la carta
apócrifa.
El “Borges” de Adolfo Bioy Casares, basado en sus diarios
Por fin Borges contesta ese mismo mes al denunciante, que es
el escritor Alfonso Orantes, y le dice: "Ya que el volumen consta de una
serie de juegos sobre la vigilia y los sueños, queda la posibilidad de que mi
carta sea uno de tales juegos y travesuras…"
Dice "mi carta". Y ha pasado a ser auténtica.
Aparece incluida en El círculo secreto, (prólogos y notas de Jorge Luis Borges,
Emecé, Buenos Aires, 2003). Borges nunca la escribió, pero ahora la ha escrito.
Es su carta.
@sergioramirezm
Acerca del autor: Sergio Ramírez es un escritor y periodista
nicaragüense. Fue vicepresidente de su país de 1985 a 1990. Es autor de La
fugitiva, Margarita, está linda la mar (Premio Alfaguara) y Mil y una muertes,
entre otras novelas y ensayos.
Fuente : Infobae
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