El debate con
respecto a la razón por la que la Academia Sueca nunca le concedió el el
galardón literario llegó a su fin. ¿Es menos importante su legado por no contar
con el premio o sólo es una anécdota?
Por Martín Hadis
El períodico Svenska Dagbladet informó ayer que la Academia
Sueca "desclasificó" el informe acerca de la decisión de a quién
otorgar el premio nobel de literatura de 1967. Al parecer ese año, en el que
resultó ganador Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges fue rechazado porque
el presidente del Comité, Anders Osterling, argumentó que el autor de El Aleph
le parecía "demasiado exclusivo o artificial".
Muchas veces me han preguntado sobre esta cuestión. De hecho
la pregunta sobre Borges y el nobel se ha convertido en lo que se dice "un
clásico": casi no hay diálogo en el que participe sobre Borges en el que
no surja: ¿Por qué no le dieron el Nobel a Jorge Luis Borges?
Mi respuesta es invariablemente la siguiente: lo que
realmente ocurrió no fue que no le dieran el Premio Nobel a Borges. Lo que
realmente ocurrió fue que no le dieron Borges al Premio Nobel.
Me explicaré:
La antigua civilización sumeria que inventó la escritura
floreció hace aproximadamente 5000 años en la región de Oriente Medio conocida
como Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris.
Ahora bien: ¿cuál es, exactamente, el número de academias o
comités de la civilización sumeria que la mayoría de nosotros podría enumerar
de memoria? Exactamente cero. Y sin embargo seguimos leyendo la antigua épica
de Gilgamesh.
No solo eso: esa antigua obra literaria que narra las
sucesivas aventuras que el rey Gilgamesh atraviesa en su vana búsqueda de la
inmortalidad ha sido traducida a decenas y decenas de idiomas. Solo por citar
algunos: inglés, alemán, holandés, polaco, chino, japonés, estoniano, y …
¡hasta klingon!
Las antiguas academias sumerias realmente existían. Se
llamaban "edubbas", nombre que significa "casa de las
tablillas", por las tablillas de barro en que se inscribían entonces con
los curiosos caracteres cuneiformes. Estas academias eran lugares de estudio,
debate, aprendizaje y acopio de textos. Las había de distintas clases, con
diferentes rubros y énfasis. Una, identificada en Nippur, fue llamada
"Casa F" por sus descubridores modernos. Contenía cientos de
tablillas inscriptas, todas hechas pedazos. En Ur se encontró otra que los
arqueólogos denominaron simplemente: "Casa 7". Cuesta pensar lo
implacable que resultó el paso del tiempo para esas instituciones: ni siquiera
sabemos cómo se llamaban. No han sobrevivido siquiera sus nombres.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que dentro de 5000 años
seguramente seguiremos leyendo a Borges – acaso en idiomas que hoy aún no
existen. Y para entonces, dudo que nadie pueda citar el nombre de una sola
academia de nuestro mundo actual, que para entonces se habrá convertido en una
antigüedad remota. Esta no es una observación a favor ni en contra de Borges,
ni a favor ni en contra de ningún país o comité en particular. Es la mera
comprobación de un hecho histórico: las grandes obras literarias suelen
sobrevivir a sus creadores, y aún a las civilizaciones y lenguajes que les
dieron origen. Todo parece que indicar la obra de Borges sobrevivirá al paso de
los siglos. No sería tan optimista con respecto a ningún comité actual.
Vale recordar aquí también que de la Inglaterra sajona han
llegado hasta nuestros días más poemas que edificios.
Fuente: Infobae
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