Alejandra Ortiz Castañares
La muestra La divina proporción concluirá el día 28 en el
Museo Nacional de San Carlo
La exposición compendia el quehacer de quien cambió el
concepto de hacer libros y de su amigo el fotógrafo Massimo Listri
El fundador de la revista FMR inaugurará su gran laberinto
en 2015
La divina proporción
es una exposición que se presenta en el Museo Nacional de San Carlos, en la
ciudad de México.
El 28 de marzo
concluirá en el recinto de Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera y luego se
montará en el Centro Cultural Santo Domingo de Oaxaca y en el Museo Regional de
Guadalajara. La curaduría es de Giorgio Antei, quien escribió el texto del catálogo
de la muestra.
Aunque pomposo, el
título compendia la base cultural y estética que sustenta el quehacer de dos
personajes de fama internacional, protagonistas de la muestra: el editor Franco
Maria Ricci y el fotógrafo Massimo Listri, cuyo talento se unió en la célebre
revista FMR desde sus inicios: del número 0 de diciembre de 1981 hasta el 62 de
2004.
El título retoma ya
sea las siglas de su fundador, como también el juego de palabras que en francés
se pronuncia éphémère: efímero.
Aunque diferentes,
ambos mantienen una actitud estética y mirada profesional a la calidad
impecable, a la armonía, a la belleza y al equilibrio; valores heredados de la
cultura humanista del Renacimiento italiano.
FMR y Latinoamérica
La muestra introduce
al público en el universo del mayor editor del mundo según lo definió Le
Figaro, una figura de culto que cambió el concepto de hacer libros y de
disfrutarlos, gracias a la originalidad de los temas y a la manera de
mostrarlos con el inconfundible color negro.
Para Ricci contenido
y contenedor guardaban la misma importancia, el libro se convertía por tanto en
objet d’art.
Tras un breve
paréntesis como geólogo en Turquía y una exitosa carrera como diseñador
gráfico, Ricci se convierte en editor. Su modelo y padrino fue el tipógrafo
–también de Parma– Giovanni Battista Bodoni (1740-1813), gracias al cual
descubre su vocación y la importancia de la cualidad estética del libro: la
reimpresión de El Manual Tipográfico de Bodoni, inaugura en 1963 su brillante
actividad. El símbolo de esta admiración se expresa en el tipo de letra Bodoni
que Ricci adoptará en todas sus ediciones, además de ser coleccionista de su
obra editorial que conserva casi en su totalidad.
Ricci empleó el
talento de los mayores intelectuales y creativos de su tiempo, abarcando temas
y autores que superaron el límite europeo. Gracias a esta apertura, Latinoamérica
cubrió un lugar especial en sus publicaciones. Para él colaboraron Octavio Paz,
Luis González y González, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis
Borges, a quien Ricci no sólo admiraba y estimaba sino le encomendaría por un
decenio –desde 1975– la dirección de la colección de libros la Biblioteca de Babel
formada por 33 títulos, seleccionados e introducidos por Borges, exceptuando
tres como autor.
Junto a ellos
Guillermo Tovar de Teresa –a quien se debe la idea de la actual exposición y el
préstamo de volúmenes–, quien además de colaborador fue amigo, publicó uno de
sus textos más famosos Repertorio de artistas en México, cuya edición estuvo a
cargo de Ricci.
Sobre México hay
monogra-fías, artículos y portadas esparcidas en las colecciones de la
editorial, como las Guías imposibles, colección de literatura de viaje (La Nueva España, Anáhuac
y Huasteca), pero también en varios números de la revista FMR, desde sus
inicios: empezando por los aztecas hasta el barroco novohispano o el pintor
dieciochesco Hermenegildo Bustos.
Laberinto de Fontanellato y Borges
Los libros de Ricci
son hoy historia. En 2002 vendió la editorial al grupo Art’è, actualmente al
borde de la quiebra. Dos años después, con la impresión del último número de FMR,
concluyó definitivamente su actividad.
¿Por qué dejar una
editorial en la cumbre del éxito? Porque según dijo Ricci entonces: “Hay que
evitar ser patéticos. A los 65 años, uno debería dejar de hacer lo que hizo
toda la vida, no quería convertirme en un viejo editor”.
Agregó: “Como los
grandes señores del pasado, me dedicaré a construir un jardín. Habrá ruinas y
bambú; bajo su sombra nacerá un gran laberinto, una biblioteca y demás cosas
superfluas. Así como hasta este momento tuve a Bodoni como maestro, ahora
tendré al príncipe de Ligne. A quien me pregunte por qué, le responderé con
Voltaire: Laissez-moi cultiver mon jardin”.
Ricci se retira de la
vida pública y organiza un espacio que desafía la vanitas, cristalizando su
infatigable actividad en su mansión de Fontanellato en las afueras de Parma.
Aquí construye desde hace un decenio el laberinto más grande del mundo, que
inaugurará a principios de 2015, formado por 120 mil plantas de bambú, con un
trayecto de tres kilómetros y 300 metros por cada lado.
El visitante
encontrará un museo con la colección de Ricci que suma 450 obras de arte, una
biblioteca con todos sus libros impresos, un área para exposiciones temporales,
un restaurante, una librería y una iglesia en forma de pirámide. Ésta, para
Ricci, es símbolo de la trinidad católica, pero también de la masonería, de los
revolucionarios, del laicismo y del misterio.
El marqués Ricci
recuerda que desde niño amaba los laberintos. Sobre ellos discutí toda la vida
con Ítalo Calvino, Roland Barthes y Borges; a él le obsesionaban.
Fuente : NSS OXACA - Mexico
La Jornada
– México
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