Por Patricia Artundo
Los prólogos y conferencias de Jorge Luis Borges reunidos en
este volumen nos introducen al conocimiento de una de las figuras más
singulares del siglo XX, Alejandro Xul Solar. Pero al hacerlo de la mano del
escritor, lo hacemos a través de una lectura intencionada que organiza su
mirada sesgada sobre la persona del artista y sus creaciones.
Para comprender la estrategia propuesta por Borges, pensada
casi como una operación de rescate de Xul Solar, uno debería recordar las
palabras con las que definió su propio accionar en 1984: “Todo hombre memorable
corre el albur de ser amonedado en anécdotas; yo ayudo ahora a que ese
inevitable destino se cumpla”.1 Estas fueron las palabras elegidas para cerrar
“Laprida 1214”, el último texto que le dedicó. Afecto a las etimologías, Borges
expresaba metafóricamente aquello que lo había ocupado durante más de quince
años luego del fallecimiento del artista en 1963, y había elegido cuidadosamente
cada una de sus palabras: amonedar (esto es, reducir a moneda algún metal)
significaba no solo reconocer su valor sino también ponerlo en circulación a
partir de un conjunto de anécdotas. Para anécdota recuperaba su significado
original en griego: anécdota son las cosas inéditas, las mismas que habían
hecho de Xul ese singular acontecimiento que estaba en el origen de su interés
en él. Pero a esta definición inicial se podría agregar aquella otra más
completa: “Anecdote (Gk. ἀνέκδοτος, not published) is a narrative of a
particular fact or incident often little known, but nevertheless interesting;
an affording a side-light on the true character of a person, or of the
characteristics of a certain age”.2
Xul Solar. Una drola, 1923.
XUL SOLAR. UNA DROLA,
1923.
A partir de 1963 y en reiteradas oportunidades Borges se
refirió a su amigo; además de haber tomado la palabra en ocasión de su
fallecimiento, entre mayo de 1965 y septiembre de 1980, por lo menos seis
fueron las veces en las que habló públicamente sobre él.3 Sin embargo, a partir
de aquel entonces lo hizo, no ya como en aquellas menciones que desde 1925
habían aparecido de forma intermitente en sus ensayos, sino eligiendo el
formato extendido de conferencia para la mayoría de sus presentaciones. Era
Borges hablando sobre Xul y eso tenía un peso en el campo cultural que el
escritor no desconocía.
Y a pesar del dominio que para ese entonces él tenía sobre
el modelo de intervención pública elegido, cuando Borges pensaba en Xul y
trataba de transmitir a los demás aquello que sentía, se veía a sí mismo
iniciando una travesía y su sensación era:
[…] "la de un navegante que atraviesa el mar y ve una
línea, quizá una claridad y entonces piensa: esa claridad es el África, o es
Asia o América. Y piensa que detrás de esa claridad, que esa vaga línea que él
descifra apenas en el horizonte, que detrás de esa vaga claridad, de esa muy
vaga línea, hay un continente y en ese continente hay religiones, dinastías,
ciudades, selvas, desiertos, hay muchas cosas, pero que a él le toca ver
simplemente esa línea. Y ahora yo siento que en este momento soy ese navegante.
Yo tengo que hablar de ese gran continente, de este vasto país con sus imperios
y su historia y sus mitologías y su botánica y su zoología, todo eso que fue
Xul Solar. Y no sé si lo he alcanzado, creo que no. Pero he entrevisto lo
bastante para sentir ahora el vértigo, siento el vértigo de todo aquello
infinito que vi en Xul, de lo cual me fue dado discernir algo".4
En relación con ese viaje que el escritor emprendería en
cada una de sus conferencias uno debería sentirse prevenido acerca del
ejercicio de su memoria en tanto se trata de una memoria activa. De la misma
manera en que Antonio Tabucchi prevenía a los lectores de Dama de Porto Pim, un
libro de viajes, aclarando que la memoria no es “inmune a la imaginación que la
memoria produce”.5
Xul Solar. Yo, el 80, 1923.
XUL SOLAR. YO, EL 80,
1923.
En sus conferencias, además, no solo se puede reconocer
aquel trabajo intertextual propio del escritor, sino que ese aparato de citas
aparece orientado en un sentido: Xul era mencionado una y otra vez junto a
figuras de relevancia mundial, sobre todo del mundo literario. Y la mención de
cada una de ellas tenía por objetivo validar al artista creador: por ejemplo,
Hermann Hesse (Premio Nobel de Literatura, 1946) y El juego de abalorios, para
encontrar algo equiparable al panajedrez; san Juan el teólogo o William Blake,
para destacar su capacidad visionaria o, aun, Algernon Charles Swinburne para
presentarse a sí mismo como a aquel que se dejaba guiar por su amigo en el
descubrimiento de la música de su poesía.
Y aunque lo que expresaría en todas sus conferencias estaba
contenido en germen en el prólogo que le había dedicado para su exposición en
la Galería Samos en 1949, en ellas se pueden reconocer varios tópicos que
llaman la atención en tanto fueron repetidos, aunque con algunas variantes, una
y otra vez a lo largo de los años.
En primer término, la expresión de un remordimiento,
manifestado en el plural “nosotros”, por no haberlo comprendido, señalando ese
fracaso también como propio por no haber seguido sus propuestas. Luego, la
formulación de un conjunto de anécdotas referidas a Xul: la permanente
transformación y el polimorfismo de sus creaciones, entre ellas la del panjuego
y de sus leyes, en pos de su enriquecimiento; su anuncio de la muerte del
adverbio, en el contexto de su reflexión en torno al idioma; la lectura del
“Fragmento heroico de Finnsburh” con una perfecta dicción del inglés antiguo,
en este caso para señalar su genialidad y su dominio de las lenguas guiado por
una lógica y poder razonador distinto del de los eruditos; su generosidad, al
venderle un cuadro a $ 50 en vez de $ 100 y regalarle otro casi en compensación
por el gasto o, entre tantas otras anécdotas, la fundación de doce religiones
luego de un acto prosaico como puede ser un almuerzo.
Pero estas anécdotas y el recurso de su reiteración a través
del tiempo formaban parte también de aquella estrategia que deliberadamente
aplicó al referirse a Xul. En una de sus conferencias dictadas en Harvard en el
marco de las Norton Lectures, “Pensamiento y poesía” (20 de marzo de 1968), él
afirmaba que:
Tengo la suerte de contar con muchos amigos admirables, y de
ellos se cuentan múltiples anécdotas. Algunas de esas anécdotas –lamento
decirlo, estoy orgulloso de decirlo– las he inventado yo. Pero no son falsas;
son esencialmente verdaderas. De Quincey decía que todas las anécdotas son
apócrifas. Yo creo que si se hubiera entretenido en profundizar más en el
asunto habría dicho que son históricamente apócrifas pero esencialmente
verdaderas. Si se cuenta una historia sobre un hombre, entonces esa historia se
parece a él; esa historia es su símbolo.6
Xul Solar. San Danza, 1925
XUL SOLAR. SAN DANZA,
1925
¿Por qué esa necesidad de contar una historia de Xul, de
crear un símbolo “convincente”, capaz de identificarlo? Borges sabía lo difícil
de asimilar que su amigo resultaba para muchos, sabía que él podía llegar a ser
tildado de loco, fumista o charlatán, y el peligro que eso implicaba. Creer en
su historia significaba sacarlo del riesgo del olvido y del silenciamiento al
que estaba expuesto.
Sin embargo, ese anecdotario no lo alejaba de aquello que
consideraba esencial en él, el haber sido un “reformador del universo”. Xul
había sido capaz de pensar y creer que las reglas que rigen nuestro mundo son
factibles de ser modificadas, que el universo tal cual lo concebimos es mucho
más rico y complejo, y que aquello que llamamos realidad, no es una única e
invariable, sino que existen otras realidades distintas que uno puede explorar.
Y era en ese sentido que Xul era un “hombre memorable”, es decir, digno de ser
recordado.
Notas
1. Jorge L. Borges, “Laprida 1214”, en Jorge Luis Borges y
María Kodama, Atlas, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1984, p. 81.
2. Andrew Boyle (edit.), The Everyman Encyclopaedia, London,
J. M. Dent & Sons Ltd.; New York, E. P. Dutton & Co., 1913, Volume 1, A
= Bac, p. 269 [énfasis agregado]. Los doce volúmenes que comprende esta
enciclopedia contienen importante marginalia de Borges y por los datos
contenidos allí sabemos que perteneció al escritor por lo menos hasta 1925 y
que en algún momento no determinado se la obsequió a Xul. Para una definición
de “correr el albur”, véase Héctor Zimmerman, Tres mil historias de frases y
palabras que decimos a cada rato, Buenos Aires, Aguilar, 1999, p. 50.
3. Además de las cuatro conferencias reunidas en este
volumen, sabemos que durante 1965 Borges estuvo asociado a otros eventos
relacionados con su amigo; sin embargo, de estas intervenciones no existe
registro conocido, se trata de las exposiciones dedicadas al artista: Homenaje
a Xul Solar, Galería Candilejas, lunes 3 de mayo de 1965 y Exposición homenaje
a Xul Solar presentada por Jorge L. Borges, Galería Diálogos, 2 de agosto de
1965.
4. Jorge Luis Borges, “Recuerdos de mi amigo Xul Solar”,
conferencia pronunciada en la Fundación San Telmo, el 3 de septiembre de 1980,
véase en este volumen p. 54-55.
5. Antonio Tabucchi, Dama de Porto Pim, Buenos Aires,
Anagrama-Página 12, 2013, p. 5.
6. Jorge Luis Borges, “Pensamiento y poesía”, en Arte poética:
seis conferencias, traducción de Justo Navarro, Barcelona, Editorial Crítica,
2000, p. 115.
Fuente
Fragmentos extraídos de la introducción a Jorge Luis Borges,
Jorge L. Borges recuerda a Xul Solar: prólogos y conferencias, 1949-1980,
introducción, establecimiento del texto y notas Patricia M. Artundo, Buenos
Aires, Fundación Pan Klub - Fundación Internacional Jorge Luis Borges, 2013.
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Fuente : MALBA Diario
https://www.malba.org.ar/jorge-l-borges-recuerda-a-xul-solar/?v=diario
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