Documento : El Litoral, edición del Jueves 03 de agosto de 2006
Lidia Ferré de Peña
En las interesantes páginas de El Litoral dedicadas a Borges
con motivo de cumplirse los veinte años de su fallecimiento -constituidas en
una riquísima síntesis de la relación del escritor con el medio santafesino-
hubo una leve omisión, tal vez porque el hecho que pasa a relatarse fue de
algún modo íntimo y no trascendió a los medios. Seguramente, El Litoral no
consignó la noticia en sus páginas del momento, por lo que los ricos rastreos
efectuados por los artífices de la página de homenaje, no pudieron conocerla.
Porque esta visita aconteció de una manera que podría denominarse casi privada.
De esta vivencia, fueron protagonistas algunos jóvenes, que
tal vez hoy se perciban a sí mismos como doblemente privilegiados, como se
verá.
Transcurría el año 1965, cuando el sacerdote a cargo de la
materia Literatura Americana y Argentina de los alumnos de 5° año del Colegio
de la Inmaculada Concepción, a quien ya habían tenido el año anterior en
Literatura Española, logra incentivar a algunos alumnos para el ejercicio de la
literatura.
Además, aprovechando sus vínculos con el mundo literario porteño,
trae al Colegio a varios escritores ya de renombre en ese momento. María Ester
Vázquez, María Ester de Miguel y Jorge Luis Borges llegan al Colegio en
distintas fechas difíciles de determinar desde la memoria de uno de los
protagonistas. Estos escritores dan conferencias y charlan informalmente con
grupos reducidos de alumnos del último año, dejando huellas poderosas en su
bagaje vital.
En el caso de Borges, unos diez alumnos, dedicados en ese
momento a escribir muy entusiastamente, conversan con él en la Sala de Juegos
de la Primera División. Él se presta a sus ávidas preguntas. Y un conjunto más
numeroso asiste a una charla formal en una pequeña Sala de Actos del primer
piso del Colegio. En ella, el escritor se explaya sobre su propio hacer y sobre
la temática recurrente en su obra. Cabe aclarar -aunque tal vez sea una
obviedad- que los alumnos habían leído a Borges.
Si bien estas actividades se relacionaban con la Academia de
Literatura Santa Teresa de Jesús, en realidad estaban informalmente llevadas a
cabo por entusiastas seguidores de su carismático profesor.
Esta singular experiencia -que se supone guardada en el
corazón de sus actores- culminó en un hecho también poco conocido fuera de los
ámbitos cotidianos de sus actores. Pues por último, catorce cuentos de ocho
autores del grupo conformado alrededor de la figura de su profesor fueron
publicados por el Departamento de Letras del Colegio de la Inmaculada
Concepción. Con el título de "Cuentos Originales" e impreso en la
desaparecida editorial Castellví, en 1965, se edita y se presenta este libro que
seguramente conservan como un tesoro los creadores y sus familiares. Y no es
para menos, pues está prologado por Borges. "Es verosímil que alguno de
los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces, los
bibliófilos buscarán este breve volumen... El alma de los jóvenes es
espontáneamente hospitalaria, debemos aprovechar esa hospitalidad que no
excluye ninguna faceta del múltiple universo, para la disciplina de la
educación del goce estético... Este libro trasciende su originario propósito
pedagógico y llega, íntimamente, a la literatura", dice entre otros
conceptos.
El libro se cierra con palabras del Prefecto General de
Estudios del Colegio, Luis J. Totera SJ quien -junto con otras consideraciones-
apunta que "No es común que alumnos de quinto año lleguen a escribir
cuentos como los que acaba de conocer el lector" y termina deseando
"que este acorde no desaparezca en el olvido, sino que resuene... en los
evocadores patios y aulas que fueron testigos de la generación de estas
narraciones".
Los cuentos que fueron seleccionados para su edición,
pertenecen a José H. Cibils, Julio C. de la Torre, Carlos Ghiara, S. Oscar
Grassi, Jorge Milia, Julio O.Peña, Ubaldo Pérez y Rogelio Pfirter.
Todos
los datos han sido extraídos del libro. Lo que éste no señala es quién era el
profesor capaz de estas acciones inusitadas: traer a Borges y a otros
escritores de renombre a charlar con sus alumnos, lograr que ellos escriban
cuentos que siguen siendo valiosos a la distancia, editar un libro de cuentos,
que lo prologue el mismo Borges. Cabe aquí, entonces, decirlo: era Jorge Mario
Bergoglio, S J, hoy cardenal primado de la Argentina. Privilegio doble, como se
ha señalado, el de estos jóvenes. Alguno de ellos -hoy- guarda como un tesoro
la "carpeta de Literatura" con las acotaciones de Bergoglio. Y
por supuesto, ejemplares del libro. Se ignora si alguno de los autores ha
seguido el camino de las letras.
Este libro, sin embargo, tal vez sea -como anunciaba Borges-
para bibliófilos, por el sólo hecho de ser él su prologuista. Enhorabuena si
también lo es por la actividad literaria de alguno de los participantes de esta
singular aventura.
Fuente : El Litoral
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