Jessica Enriquez
El cuento "El Zahir", del célebre escritor
argentino Jorge Luis Borges, está inscrito en el rubro de los cuentos
misteriosos, es decir, aquellos que ofrecen cierta "dificultad" a la
hora de interpretarlos, pues generalmente son extraños y ambiguos; además, el
narrador suele sugerir un clima sobrenatural, sin apartarse de la realidad sino
más bien deformándola. En este sentido, "El Zahir" relata la obsesión
de un hombre por un "zahir", es decir, una moneda de veinte centavos
de la ciudad de Buenos Aires. De igual forma, "zahir" "en árabe
quiere decir notorio, visible; en tal sentido, es uno de los noventa y nueve
nombres de Dios; la plebe, en tierras musulmanas, lo dice de 'los seres o cosas
que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por
enloquecer a la gente'" (Jorge Luis Borges).
Como vemos, el argumento del cuento tiene en sí mismo mucho
de esotérico, de misterioso, de oculto. Además, el personaje principal acabará
por volverse loco por no pensar en otra cosa que en el "Zahir";
aunque cabe la posibilidad de que estuviera esquizofrénico desde antes,
personaje característico en los cuentos misteriosos.
En el relato, un narrador protagonista cuenta su historia en
primera persona de una manera personal y subjetiva, nos regala un monólogo
interior de sus percepciones, de sus más profundos pensamientos y de sus
temores; sin duda, el escaño de intimidad es muy alto, pues nos brinda la
confesión de su locura. Ese narrador protagonista, llamado Borges, es el único
personaje del cuento, su personalidad es rara y comunica en todo momento un
sentimiento de extrañeza; su carácter es reflexivo, mas lo inusual en ello son
las cosas metafísicas sobre las que reflexiona, como una profunda meditación
sobre las connotaciones de una moneda.
Todo ello nos hace pensar que el personaje sufría ya una
especie de esquizofrenia antes de encontrar al "Zahir" y de
enloquecer por esa causa, pues, según parece, la locura es anunciada en una
especie de prolepsis, entonces, cuando el protagonista escribe su texto se
supone que aún no está loco, sin embargo, sus reflexiones y la gran cantidad de
imágenes que disparan los pensamientos que refiere son como una especie de
aceleración o desorden mental. Incluso hace experimentos raros en los que trata
de pensar en otras monedas, pero no lo consigue y va a dar al psiquiatra. El
insomnio que lo atormenta y los calmantes que utiliza para dormir y no tener
sueños raros son síntomas de su estado mental.
No podemos precisar el tiempo físico de "El
Zahir", sabemos que el narrador comienza a escribir su texto un trece de
noviembre, cinco meses después de que encontrara el Zahir; debe ser un año
posterior a 1932, que es el último año que se menciona en el texto. A partir de
allí ya no sabemos nada del tiempo físico hasta que el narrador irrumpe la
marcha de su relato, para, por medio de una prolepsis, darnos la fecha casi
exacta en la que se volverá completamente loco: "Antes de 1948, el destino
me habrá alcanzado. Tendrán que alimentarme y vestirme, no sabré si es de tarde
o de mañana, no sabré quién fue Borges".
Poco sabemos del tiempo psicológico, debido a la irrupción
de la prolepsis, pues bien ésta puede ser parte del estilo discursivo y podemos
intuir que la narración (o escritura) del texto se concluyó después de la
locura total; o bien (cosa más probable), el tiempo vivencial del narrador se
ubica entre la conclusión de la acción y la locura, tras lo cual estaríamos
ante una prolepsis efectiva que acentúa lo misterioso del cuento y la condición
del personaje
brindando una mayor eficacia al relato.
En "El Zahir", el mundo se construye a través de
las percepciones que implican la intuición del espacio y el tiempo; en el
universo del cuento pareciera que se fusionan, que se disuelven. La moneda es
para el personaje todo el espacio y todo el tiempo; porque el espacio implica
reconocer al otro, reconocer a un "no yo", "el espacio es la
forma de la intuición de objetos externos que conceptuamos opuestos al
'yo'" (Enrique Anderson Imbert); estos elementos son a fin de cuentas
mentales y emocionales, los conocemos en nuestro interior y es allí donde se
encuentran ambos elementos, en la conciencia del personaje; para éste, la
moneda es espacio porque es música, mapas, café y también es tiempo, tiempo
futuro. Pienso que esta cita de Anderson es capaz de ubicar la forma del tiempo
y el espacio que podemos dilucidar en "El Zahir": "(...) la
percepción de los objetos exteriores a nosotros (ordenados con la forma del
espacio) ocurre en nuestra intimidad (que se ordena con la forma del tiempo).
El tiempo, pues, comprende al espacio. La forma del tiempo relaciona una
multiplicidad de percepciones, las ordena y afirma la unidad del espíritu
humano".
Fuente : El Sol de
México
10 de noviembre de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario