por F. Joya
En 1978 Borges dio
una serie de conferencias que fueron recogidas en el libro Siete Noches, una de
las lecturas que me suscitan mayor placer. En él alude a un hermoso relato comprendido en Las
Mil y Una Noches titulado Los dos que soñaron. Un hombre de El Cairo sueña que
en cierto lugar de Isphajan se encuentra un tesoro escondido. Ya en esa ciudad
se ve atrapado en circunstancias que lo llevan a presidio. El jefe de policía
lo interroga y se sorprende al escuchar la causa de su viaje. Se apiada de él y
lo deja libre no sin antes recriminarle su credulidad. “Yo también sueño con un
tesoro escondido en el jardín de una casa de El Cairo, junto a una higuera y un
reloj de sol, debajo de un surtidor”, le dice con ánimo reprobador. El hombre de El Cairo ha reconocido en las
palabras del policía su propia casa. Regresa a su ciudad, excava bajo del
surtidor señalado y encuentra el tesoro.
Recientemente, en el antiguo barrio judío de la ciudad de
Cracovia, al sur de Polonia, de refilón he escuchado una versión un poco
distinta del relato. Corren los años de la alianza de Austria y Polonia contra
el imperio Otomano que se resolvió con derrota turca en Viena. Un rabino de
Cracovia sueña con un tesoro escondido en la capital austriaca. Hacia allí se
dirige, pero un oficial austriaco le impide cruzar un puente cercano a esa
ciudad por el peligro de los combates. El oficial le cuenta su propio sueño
acerca de un tesoro escondido en una casa de Cracovia, y le refiere el
escenario. De vuelta a su casa, el rabino excava y lo encuentra y construye una
hermosa sinagoga que en nuestros días perdura.
Las historias de Las Mil y Una Noches fueron habladas en la
India y en Persia, y fueron recogidas en árabe en El Cairo. Están henchidas de
sueños y de sucesos mágicos.
Es creíble suponer que los sucesos que el libro refiere se
contasen en los zocos de las tierras musulmanas a partir de los siglos XIV o
XV; pero puede que no sea vana la hipótesis de que se tratara de cuentos muy
antiguos, anteriores al siglo XI, anteriores a la época en que la figura de Alá
adquirió en la conciencia de sus fieles un rigor incompatible con el erotismo y
la libertad que muestran. Harun al-Rasid, uno de los primeros califas, es de
los principales protagonistas.
Caben otras posibilidades. Tampoco resultaría extraño que
Las Mil y Una Noches recogiera relatos preislámicos, de la India y de Persia,
que fueran adaptados después a lo musulmán. En tal caso, la matriz creadora no
sería semita, de árabes o hebreos, sino irania, de indios o persas.
El hecho de que el relato Los dos que soñaron figure también
en lo legendario del judaísmo puede tener varias explicaciones. Una de ellas
aventuraría que lo copiaron de una narración islámica anterior, pero otras dos
explicaciones son posibles. Podría tratarse de una adquisición procedente de
Persia o Mesopotamia; recuérdese que durante la cautividad del pueblo judío en
Babilonia se copiaron de esas culturas mitos esenciales como el de Noé, el
Diluvio, el Cielo y el Infierno, etc. Otra explicación refiere que podría
tratarse de una creación propia de los judíos.
En apoyo de esta última explicación está el hecho de que el
empleo de la parábola como forma narrativa es característico del judaísmo. Los
dos que soñaron puede ser interpretado como una parábola acerca de perseverar
en la consecución de los sueños con la fuerza de la esperanza. Ningún otro
pueblo ha mantenido tan alto el pendón de la esperanza (en su Mesías salvador,
en su reunificación, etc.) como los judíos a lo largo de su historia. Los
sueños también son elemento común en sus relatos bíblicos. Ahí tenemos los
sueños de los Profetas; el sueño de Daniel, en Babilonia, que sueña el sueño de
Nabucodonosor; el sueño de José en Egipto…Algún narrador de la India, Persia o
Egipto la habría incorporado al acervo de las narraciones de Oriente, que se
recopiló con el nombre de Las Mil y Una Noches.
O es posible que todo se reduzca a una sarcástica invención
de Borges, tan aficionado a las simetrías y a los espejos. En tal caso
tendríamos que suponer que alguien de la
ciudad de Cracovia –de quien yo la escuché—tuvo que tomar la invención borgiana
para transformarla en una leyenda judía.
Pero es inútil seguir con adivinanzas. Más sentido tiene recomendar la
belleza de Los dos que soñaron, la
belleza de Las Mil y Una Noches, y la
belleza de Siete Noches, donde se refieren las anteriores.
Fuente: Moral y deseo
ps://moralydeseo.com/2016/09/04/los-dos-que-sonaron/
Nota de Oye Borges
La Historia de dos
que soñaron pertenece al libro
Historia universal de la infamia y está recogido en el apartado denominado
Etcétera, en el que Borges reescribe fragmentos de obras de la literatura
universal. La Historia de los dos que soñaron es una reescritura de la noche
351 de Las mil y una noches.
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