Esta conversación entre Jorge Luis Borges y Juan José
Arreola proviene de un cassette que el propio Arreola grabó al momento de su
encuentro con Borges, cuando éste visitó México en 1978. Arreola tenía la
costumbre de llevar consigo una grabadora en la que registraba pasajes tanto de
su propio discurso como de los diálogos con otras personas. Amante de la
espontaneidad y la improvisación, como él mismo lo explica en cierto momento de
esta charla, no solía informar a nadie que las palabras estaban registrándose
en una cinta. Este parece ser el caso, pues evidentemente Borges habla sin que pueda
decirse que sepa algo al respecto, y el propio Arreola, cuando se han
despedido, explica a Rafael Alzérica tal vez que es algo planeado de antemano
por él.
La primera parte de la conversación tiene lugar en el hotel
Camino Real, un día antes de que grabaran una entrevista televisiva que sería
difundida poco tiempo después. Borges y Arreola están rodeados de gente entre
muchos otros, Felipe Ehrenberg, que dibuja, y Rafael Alzérica, que tuvo un
papel relevante en las gestiones para que la entrevista fuera posible, y
esbozan las líneas de lo que será la entrevista formal. La segunda parte tuvo
lugar en el sitio donde se filmó la entrevista, mientras Borges y Arreola
esperaban a que los técnicos de televisión por fin estuvieran listos.
Dada la naturaleza de la grabación, hay momentos en que
resultó imposible reproducir alguna frase sin caer en el riesgo de falsear su
sentido. Para evitar esa suerte de traición, las pausas indicadas con corchetes
corresponden a pasajes inaudibles o de dudosa claridad.
La generosidad de Alonso Arreola, nieto de Juan José, hace
posible que ofrezcamos a nuestros lectores esta conversación inédita, a la que,
por supuesto, no hace ninguna falta adjetivar.
Arreola: A ver, Rafael, dile quiénes estamos aquí: Yo soy
Arreola.
Yo soy Felipe Ehrenberg; estoy dibujando sencillamente.
Yo soy Rafael Alzérica y nada más los voy a escuchar.
Arreola: Aquí estoy yo y soy, como le dije al entrar, José
Arreola.
Borges: Sí, éste sigue siendo Arreola.
A: Todavía no he perdido la identidad. (...) En la
televisión mi plan es no preparar nunca nada, y menos con usted, que ya tenemos
un antecedente en San Diego, otro de México, y tantas cosas que usted me ha
enseñado.
B: Bueno, yo estoy enseñando y aprendiendo.
A: Sigue aprendiendo, eso es, y se dice que la mejor manera
de aprender es enseñar; entonces solamente...
B: Cierto, he sido profesor de literatura inglesa durante
veinte años en la Facultad
de Filosofía y Letras.
A: Bueno, y hay cosas que nos son comunes; a tantos de entre
nosotros. La única cosa que tenía...
B: Lo de Reyes...
A: Lo de Reyes, y ciertos poetas de América Latina, ciertos
poetas de España que hemos frecuentando usted y yo; usted con la ventaja que me
lleva en conocimiento y algunos cuantos años...
B: Sobre todo en tiempo, siempre soy el mayor de los
interlocutores; es un triste privilegio...
A: Bueno, podemos empezar con una cosa que me importa
mucho...
B: Podemos empezar con Góngora y Quevedo...
A: Y también con algo que me importa mucho, que hace unos
días... Usted sabe que en México...
B: Todos los temas son infinitos.
A: Y quisiera nada más un punto de partida para abarcar a
estos poetas y a una serie de temas suyos y de cosas que ahora van siendo cada
vez más mías. Acabamos de celebrar aquí el día de muertos. Tengo quince días en
meditaciones y he vuelto a sus ideas, y a las ideas a propósito de la
inmortalidad y del estar aquí o el estar allá y de un más allá o de un no más
allá y de la permanencia, la idea de la eternidad, de dónde surgió; y le quiero
contar que desde antenoche sabiendo que venía usted, yo quería...
B: No podemos ser un gato, el gato es un simulacro que
concede al tiempo un arquetipo eterno...
A: Y se acuerda usted de "La calavera, el corazón
secreto..."
B: Ah pero claro, pero eso es mío...
A: Entonces a partir de eso, creo, tengo una vaga sospecha...
ese soneto, ya después le voy a contar...
B: Qué razón tiene... nunca he usado la palabra calavera.
B: Y ahí está, y en México celebramos las calaveras, la
calavera es una de las realidades más mexicanas que puede haber...
B: Bueno, hay ese trabajo de Lessing, que dice que el
esqueleto como símbolo de la muerte data desde la Edad Media... Los
antiguos tienen una idea de Eros con la antorcha invertida y que luego viene a
ser otro símbolo del esqueleto que no es antiguo, como el de...
A: No, es de la danza de la muerte; sobre todo Holbein y el
panteón de los inocentes en París, el de Françoise Villon, donde viene el
pasaje en el testamento, uno de los más terribles que venga a propósito de la
idea de la muerte. Bueno, como acabamos de celebrar aquí con toda clase de
calaveras de azúcar de dulces y de panes de muerto...
B: Están jugando con los símbolos de la muerte.
A: Exacto, a partir de ese hecho, era la única prevención,
digamos, el único antecedente, y como Quevedo está metiendo la muerte hasta los
huesos...
B: Si quiere podemos ver si existe o no...
A: Bueno.
B: Yo diría que es una sensación.
A: La única cosa que le quería hablar a usted...
B: Todo es posible, sí. Que nos quedáramos muertos mientras
estamos hablando, y que no nos diéramos cuenta.
A: Eso sería lo más hermoso.
B: Macedonio Fernández dijo una cosa que yo voy a citar
mañana, dijo que morirse era lo más sencillo y grande que podía pasarle a un
hombre. Está tan seguro de la inmortalidad.
A: Es precioso.
B: Morirse es lo menos importante que puede pasarnos.
A: Oiga, ¿y los papeles del recién venido? ¿De dónde le
vendría la idea del recién venido a Macedonio? "Recién venido"; en quién
pensaría...
B: Seguro pensaba en él mismo y en la idea de que todos
seríamos como forasteros en un mundo que no comprendemos, supongo que la idea
sería esa, ¿o no? (...) Creo que después fue una idea más interesante (...)
bueno, esto es una frase de mi hermana, que a lo mejor cito mañana...
A: De Nora.
B: Sí, de Nora. Los chicos, dice, estos turistas. Es muy
lindo. Además, la palabra "turista" siempre se usa despectivamente y
ahí no, al contrario.
A: Le voy a decir, de todo corazón, la práctica personal es
no preparar nada porque cuando dos personas tienen muchos intereses, tienen
muchas cosas que saber...
B: Yo creo que si preparamos algo, mañana vamos a ser como
ecos mecánicos y un poco frustrados y falsos y vamos a abundar sobre todo en
erratas y en olvidos...
A: "Abundar en erratas..." Me acuerdo muchísimo de
Carlos Argentino, que tenía esa frase, ¿cómo es? Pero también abundaba en,
¿cómo dice?, en ociosas exactitudes, en ociosas referencias y toda la cosa esa
de Paul Ford y demás. Pero la idea es exacta, tanto, que ni siquiera le
adelanto la idea que me ha inquietado mucho en los últimos días y que yo creo
que usted la tiene muy bien desarrollada en sí mismo y en muchos pasajes de los
libros, pero como es una idea de las últimas cuarenta y ocho horas la quiero
manifestar, pero mañana, mejor, para que usted no tenga tiempo de pensar porque
a mí me importa mucho lo que es la improvisación, que la palabra sea simultánea
al pensamiento, el pensamiento debe ser simultáneo a la palabra...
B: Sí, yo creo que eso decía Schopenhauer, que hay
escritores que escriben sin pensar, hay escritores que piensan para escribir,
escritores que piensan y por eso escriben y que eso es lo mejor. Yo creo que
no, lo mejor es que sea un proceso paralelo. Creo que sí, es decir, cuando uno
esté pensando, uno esté hallando las palabras.
A: Ahora, hay una cosa importante también, cuando uno
empieza a hablar y tiene que hablar, naturalmente se pone a pensar porque si no
se cae, se cae del alambre. Yo pertenezco al género de los que hablan para
pensar. En cuanto empiezo a manejar términos del lenguaje el pensamiento acude.
Oiga, ¿se acuerda de aquella boutade de André Gide? "Crea una forma bella,
porque una idea más bella todavía vendrá a habitarla." Pero, ¿sabe?, André
Gide ahí un poco hace verdaderamente una boutade. La forma bella se crea,
Borges, como una nostalgia. Ya existe interiormente la posibilidad de ser una
forma bella..
B: Muy bien, seamos platónicos...
A: Ah pero le voy a contar mañana o pasado...
(...)
A: Mañana le quiero contar, o pasado, en la próxima o en la
siguiente conversación, el soneto que escribí a propósito de su soneto "La
calavera, el corazón secreto", el verso que dice "soy un hombre que
escribe en un cuarto de una casa". Hice un ejercicio retórico, puramente
retórico a partir de Borges y Quevedo. Cómo puedo decirle...
B: Lo había olvidado ese poema... es la primera persona que
me lo recuerda...
A: Ahora le voy a decir cómo va porque se lo voy a decir
mañana, esto es sólo un pasaje...
B: ¿Cómo es? La calavera, el corazón secreto...
A: Pero no me acuerdo. "El golpe de la sangre que no
veo..."
B: Claro, sí, del esqueleto que no veo...
A: Del esqueleto, sí, y es más, al final es más raro:
"ser un..."
B: Y luego yo me refiero a la espada del coronel Borges, de
mi abuelo, y digo: "soy también la memoria de una espada".
A: "Soy también la memoria de una espada." Y otra
cosa, mire, a propósito de dos o tres sonetos vamos a platicar porque también
en cierta calle hay una casa, se acuerda usted, con su timbre y su número trece
y un aroma, un olor a perdido paraíso. La nostalgia de una vida más bella. Creo
que usted se acuerda de El otoño de la Edad Media, donde se habla de la nostalgia de una
vida más bella. ¿Por qué el hombre ha podido o querido suponer que puede haber
un paraíso perdido, que puede haber una vida mejor?
B: Bueno, qué raro que usted me hable de eso. Estaba
pensando en un diálogo bastante difícil donde Adán está pensando y reconoce que
verdaderamente el paraíso no era para tanto pero a él le gusta pensar que era
muy divino porque lo ha perdido. Lo que realmente no importa. Y que es
exagerado por los poetas después, me recuerda un poco a Milton, pero era el
paraíso o era con cualquier otra cosa.
A: No se imagina, Jorge Luis, cómo he estado de cerca en
estas tres últimas semanas. Nada más le voy a decir unas líneas del soneto que
escribí por usted, que dice: "Cómo puedo decirme a mí quién soy si de
Quevedo y Borges el atuendo verbal dice burlando, ¿estás yaciendo? Lugar de
tiempo en el espacio estoy, estoy aquí conmigo el día de hoy en monótonas
líneas describiendo esta nada. Palabras sin estruendo avisan en silencio a
dónde voy." Viene de Borges y de Quevedo. Ya en el programa se lo voy a
decir completo...
B: Entonces no he escrito yo en vano mis sonetos...
A: ¡Por dios santo!
B: Si fue un estimulo...
A: Bueno, usted sabe que fueron desde 1942 los libros, pero
el primer encuentro con Jorge Luis Borges ocurrió en la Revista de Occidente en
1924.
B: Ah, claro.
A: El artículo aquel.
B: Sobre Quevedo.
A: Se lo publicó Alfonso Reyes. Yo creo que él lo dio a la
revista o la revista directamente.
B: Vamos a resolver hoy que lo publicó Alfonso Reyes. No
cuesta nada modificar el pasado.
A: Acaba de decir usted una cosa que me importa mucho: la
modificación del pasado.
B: Claro, es la materia más plástica que hay.
A: Hay un psicólogo teólogo, Víctor Frenkl, que ha dicho una
cosa que me parece muy bella no sólo dentro del ámbito cristiano-católico, sino
más allá de él, que dice: "El arrepentimiento modifica el pasado."
B: No, el que dijo eso fue Oscar Wilde.
A: ¿Me lo dice mañana eso? Es precioso.
B: Oscar Wilde, Oscar Wilde. Es lindísimo.
A: Sí porque Oscar Wilde era un hombre muy profundo. Pero
usted ya lo dijo una vez.
B: Oscar Wilde era un hombre... Uno se encuentra con ideas
asombrosas. Todo está dicho con tal elegancia, con tal diligencia que...
(...)
B: Pero claro, fue un hombre extraordinario Wilde, y lo que
él dijo que había puesto su genio en su vida y su talento en su obra, o mi
talento en la obra de mi genio y mi vida, pero uno siente ese genio en él, es
más allá de los argumentos de las comedias o de las páginas así, un poco
decorativas de Dorian Grey; se siente que era un hombre extraordinario...
A: ¿Se acuerda del original de su ensayo cuando dice por qué
Chesterton, que era un hombre tan hecho, tan fuerte, tan católico, tan todo,
nos lleva al mundo de la pesadilla? Y a pesar de los hábitos de la desdicha y
del mal, la obra de Wilde respira una felicidad.
B: Una inocencia.
A: Ese es uno de los misterios que también debemos rozar un
poco.
B: Es que Wilde es tan bueno. (...) Lo que yo publiqué fue
una traducción del Príncipe feliz.
A: Increíble lo del Príncipe feliz, El gigante egoísta, El
ruiseñor y la rosa, La creación. Bueno, yo creo, Jorge Luis Borges, que ya no
vale la pena que le quite más tiempo y que estemos más tranquilos para mañana,
porque lo único que quiero es que a pesar de que esto sea una cosa que nos
reúne, un canal de la televisión, quiero que todo aparezca, y ya me doy cuenta
de que usted así lo quiere también. Que sea una conversación pura entre
nosotros dos.
B: Va a ser un placer, podemos olvidarnos de la televisión
incluso.
A: Nos olvidamos totalmente.
B: Claro.
A: Yo me marcho para que usted esté lo más tranquilo
posible, mañana en el Castillo de Chapultepec, y conste que no nos va a ajustar
el tiempo. ¿Se acuerda en San Diego? Empezamos a las seis de la tarde y
terminamos a las dos de la mañana la primera plática, cuando nos encontramos.
B: Una amiga mía me dijo una vez: "Nos conocimos en tal
fecha, empezamos a hablar y desde entonces has seguido, desde entonces no te
has callado."
A: Y yo voy a seguir hablando con usted aunque usted se
marche de México.
B: No, pero no pensemos en eso. Yo estoy aquí venturosamente
en México.
A: Y mañana vamos a estar en el Bosque de Chapultepec y verá
usted que es un viento más puro que el que está por aquí alrededor del hotel.
Pues créalo, que es una nueva felicidad, y quiero darle muy grandes saludos de
una muchacha que lo conoció conmigo y que paseó con usted y que hicimos un
viaje juntos en coche, mi hija Claudia. Una muchacha que estaba cerca de usted
en el automóvil.
B: Claro, sí, yo sin duda le dije, como siempre digo, siempre
repito eso, que si quiere puede llamarse Gladys, que es el mismo nombre de la
forma celta, Gladys es Claudia. Pero creo es mucho más lindo Claudia.
A: Claudia.
B: Gladys es la forma que le dieron en Gales al nombre
Claudia, note que son casi iguales: Gladys/Claudia.
A: Pues no se imagina la alegría que le dio saber que está
usted en México.
B: Usted dígale que le mando muchos afectos y que siga
llamándose Claudia y que no se ponga Gladys.
(...)
A: Yo le voy a decir ahorita que...
B: Qué lindo, "ahorita", como dicen los gauchos.
Aquí se dice mucho...
A: Sí, cómo, ¿cómo dicen?
B: Ahorita, allicito.
A: Aquí se dice mucho ahorita y ahoritita.
B: Ahora que entre los gauchos eso no corresponde a ninguna
precisión, se dice por cortesía. "¿Dónde queda tal cosa? Y,
allicito."
A: Aquí en el campo se usa mucho.
B: Hay ahorita para que no se impaciente.
A: Como aquí en México.
B: Es una forma de cortesía, que no de precisión. No es
preciso, es cortésmente impreciso, imprecisamente cortés, como allicito.
A: Aquí en México (se dice) un momentito. Para todo, cuando
va a recibir a alguien o esperarlo, "un momentito, un momentito".
B: Puede decir "ahora", pero no importa.
A: No importa, es "momentito" y en el campo se
dice mucho para el lugar a dónde vamos, dónde está esto, y se dice "aquí
nomás tras lomita".
B: Ah, qué lindo, "tras lomita".
A: Y tras lomita es tras montañas y montañas, días de viaje.
B: Está bien esta idea de facilitar.
A: Pues ya siento desde ahora la alegría de mañana y de
pasado y la alegría de saber que está usted aquí en México.
B: Y yo estoy sintiéndolo.
A: Porque imagínese usted, cuando comencé a leerlo y a
conocerlo, cuándo iba a imaginarme que la vida y los azares de la literatura y
de la lectura me iban a llevar...
B: Todo está hecho, todo está previsto. La armonía
preestablecida del Leibnitz...
A: Todo debe obedecer finalmente a un orden.
B: Todo corresponde a un dibujo, no hay ningún secreto.
A: Y todo se condensará finalmente en la unidad. Bueno, ya
platicaremos mañana...
B: Caramba, es un tema infinito. (...) Al principio es un
caos, aunque un dibujo...
A: Les obscurs designs de la providence. Los obscuros
dibujos de la providencia.
B: Es cierto, sí.
A: Creo que eso era de Cocteau, y toda la sala está
entretejida, de veras, como un tapiz, es una cosa de tapicería. Alguna vez
pensé en los ángeles, que son los concesionarios y distribuidores del azar, de
la contingencia. Se la voy a leer, la tengo en un texto mío. En San Diego le
ofrecí una cassette con pasajes míos y ahora sí me voy a atrever a dársela para
que usted la escuche un día.
(...)
Borges se ha retirado y Arreola habla ahora con personal del
staff de televisión.
A: Pero de veras qué hombre, qué hombre. A mí me da una pena
hablar con Borges, cada vez que hablo, porque siempre temo darle la lata. Oye,
estoy cada vez más agradecido, qué bárbaro, que tú hayas hecho esto posible, en
verdad eso me emociona. (...) Pero tú no te imaginas la felicidad, porque yo
tenía la cosa de que en San Diego no grabé una sola frase de Borges, y tuvimos
una primera conferencia de seis horas los dos solos en una habitación, y yo por
una cosa de respeto, teniendo dos grabadoras... Y ahora digo no, es un homenaje
que le voy a hacer, cuando yo vi que las conversaciones con él... Cuando las
repase y recuerde lo de San Diego; yo ya tengo mi libro también para Jorge Luis
Borges. Porque no te imaginas, son treinta y ocho años de conocimiento, casi
cuarenta años ya de conocimiento. (...) No tienes una idea de lo que yo he
hecho aquí, pero hace treinta años sobre todo les ponía (a sus alumnos) como la
pieza clave la economía de los términos, y tuve la suerte de que desde el
primer momento en que nos encontramos me trató como ahorita, como si me hubiera
conocido desde antes cuando yo tenía miedo de encontrarme con él. Porque era
treinta años después, cuando yo lo encontré. Es inconcebible la imaginación y
la frescura; ayer mismo en la noche, en el aeropuerto, dos recuerdos;
inmediatamente los pesca. Ahorita, por ejemplo, no creas que me lo dice por
cortesía, claro que se acuerda de mi hija porque viajaron en el asiento de
atrás de un coche y al subir yo le dije a mi hija: "No le digas a Borges
que yo voy aquí", porque yo había dormido dos o tres horas y me rajé de
seguir hablando, él todavía quería seguir hablando y yo me fui. Entonces iba yo
callado y caminamos muchos kilómetros, y de pronto mi hija en un momento así
natural, dice: "Papá, papá, oye lo que está diciendo el señor
Borges." Entonces él dice: "¿Viene aquí su papá?" Yo tuve que
confesarlo, y se pone a hablar, pero platicó mucho con mi hija, y de veras que
le tiene un gran cariño y un recuerdo muy bello, y esto que me dijo me dio
gusto porque se acordó ya con eso de Gladys. Tiene una memoria... le dijo a mi
hija, te llamas igual, en gaélico serías Gladys.
Borges y Arreola están en el alcázar del Castillo de Cahapultepec.
A: No me podía acordar anoche del lugar, que Papini tiene
una frase semejante, cuando un emperador romano o un cónsul dice: "Yo
reclamo para mí ese infame privilegio."
B: Qué linda.
A: Voy a ver si la localizo para decírsela mañana completa.
B: Sí, son frases latinas.
A: Dice: "Reclamo para mí este infame privilegio."
B: Qué raro, ¿por qué el idioma, cuando una frase sale bien,
parece traducida del latín, eh?
A: Ahí lo tiene usted.
(...)
B: Sí, yo no sé, hay algo, tiene algo el latín.
A: Sí algo de mágico. Pero usted, cuando escribió sobre
Quevedo, ¿cómo dice en sus páginas lapidarias? "El español parece volver
al arduo latín de Séneca y Lucano."
B: Que eran españoles.
A: Eso, al enérgico latín de la edad de plata.
B: La edad de plata fue mucho más sentenciosa, porque es de
Plinio también.
A: "Razonaba oro y no metal bajo, tantos kilates subía
su lenguaje." Ahí el español es lo que usted dice, llega a ese nivel
tremendo, sin partículas, ¿verdad? La piedra seca. "Fatigó con felicidad
la literatura griega." También lo dice Quevedo en el "Marco
Bruto". Yo me dediqué a buscar, cuando más me había impresionado a mí,
quería recordar... ¿Cuál fue la frase que le impresiono más a usted? Porque
Bécquer en un cuento habla de los monteros que fatigan el eco de los montes.
B: "Fatigar las selvas", es Virgilio.
A: Y de ahí lo tomó Góngora.
B: Claro, sólo que Góngora puso "a peinar el
viento", que es horrible.
A: Y "fatigar la selva".
B: "Peinar el viento" es imperdonable.
A: No se puede. Pero inmediatamente viene...
B: Pero inmediatamente viene Virgilio y lo salva.
A: Pero él dice: "peinar el viento, fatigar la selva,
en vano pula en la maestra mano el generoso pájaro su pluma". Ahí sí está
en eso; eso podemos dejar para mañana, Quevedo y Góngora, porque ahora me
gustaría estar todavía más sencillos.
B: ¿Qué hacemos rodeados de personas?
A: No, aquí estamos solos en este momento.
B: Yo no veo a personas realizando funciones trabajosas. ¿O
no? Diciendo: "no, a la derecha, no a la izquierda" diciendo "ya
te equivocaste..."
A: Y estos señores tienen ya tres horas con las cámaras,
ensayándolas. Y todavía parece que no llegan, voy a preguntar.
B: Es que eso es lo típico de las máquinas, que no
funcionan, que se descomponen...
A: Y luego imagínese usted, en un momento dado...
B: Toda máquina es torpe.
A: Es una venganza misteriosa...
B: Se rebela la materia.
A: De la materia, justamente. Usted se acuerda que había una
persona entre otras, luego me acordaré, que se metió mucho al espiritismo y
logró de tal manera contaminar a las criaturas medio animadas o inanimadas, que
de pronto quería coger un lápiz de la mesa y se le escapaba el lápiz, pasaba
bajo un árbol y las ramas le pegaban, porque se había metido a donde no debe.
B: Claro, sí, era un intruso. Yo siempre tengo el temor de
ser un intruso.
A: Ay, por favor.
B: Aquí no me siento intruso.
A: No, Borges, aquí sencillamente no se puede usted imaginar
eso. Pocas veces...
B: Dígame algo del significado de la palabra
"mero" en México, "en la mera puerta", precisamente en la
puerta.
A: También cuando alguien le pega a otro dicen: "le dio
en la mera madre", por ejemplo cuando se da el balazo: "en la mera
madre". "Ya mero" es ya casi.
B: Ah, "mero" es "casi".
B: Porque...
B: Tengo un empleo muy raro de very en inglés, de Kipling,
donde habla de Roma, dice que al fin hemos llegado a Roma, que es "la mera
Roma".
A: La traducción sería : "Estamos en la mera
Roma".
B: Eso se entiende en México y Buenos Aires, podemos decir
"en la mera Roma", pero sería despectivo, peyorativo.
A: Sería peyorativo.
B: Sí pero the very Rome está bien, en latín sería Roma
excisima...
A: Yo desgraciadamente el inglés no lo he podido frecuentar
y sólo leo fichas de enciclopedia, porque no he podido nunca entender el
inglés, ni estudiarlo, y eso que he estado meses en Estados Unidos. En cambio
el francés sí se me dio, nunca tomé un libro de francés...
B: A mí me ocurrió lo contrario, que en casa hablamos inglés
y español y luego yo tuve que estudiar francés.
A: Lo tuvo que estudiar.
B: Y yo me enseñé alemán y luego me enseñé por medio de un
programa anglosajón, hemos hecho la antología anglosajona.
A: Y eso ya va a salir.
B: Eso se publica en diciembre en Chile, me gusta que sea
Chile por aquello de la decadencia actual de argentinos y chilenos.
A: ¿Y también habló usted de una biografía de Snorris T?
B: Ésa la dejamos haciendo.
A: Oiga, le quiero preguntar esto...
B: Qué lindo nombre, Snorris T.
A: Yo lo repito maniáticamente, pero quiero saber si es suya
la frase o está tomada de un texto antiguo, que es una de las frases más
tremendas para mi vida personal, le ruego que me consuele. Dice: "Snorris
T no fue un traidor sino un hombre desgarrado hasta el fondo de sí mismo por
sucesivas y contradictorias lealtades."
B: Desgraciadamente es mía esa frase.
A: ¡Borges!
B: Qué le vamos a hacer.
A: Si yo le hiciera un catálogo y se lo voy a hacer un día,
breve, porque ahora sí le voy a grabar una cassette con fragmentos que quiero
que usted conozca para que la escuche un rato de tiempo antes de que se vaya;
un rato de tiempo, qué le parece.
B: Qué otra cosa he de hacer.
A: Pero fíjese, para mí es tan conmovedor eso; qué bueno que
me acordé de preguntarle...
B: Ser antológico, esa materia de los ratos es el tiempo.
A: Yo le digo...
B: Dígame.
A: No, ¿cómo era?
B: El rato del tiempo.
A: Un rato largo.
Fuente : Taringa
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