sábado, 30 de mayo de 2015

Jorge Luis Borges, autor de Batman



 
La literatura del escritor argentino es referencia ineludible para autores del cómic británico como Neil Gaiman. Ahora, Grant Morrison lo cruza con el Hombre Murciélago.

La historieta es un arte tan permisivo a la influencia de Jorge Luis Borges como lo es el cine. El medio nacional provee ejemplos como Perramus de Juan Sasturain y Alberto Breccia, donde Borges aparece como personaje, o la adaptación de Historia del guerrero y la cautiva, realizada por Norberto Buscaglia y Alfredo Flores. No debería sorprender que el cómic norteamericano de masas también haya adaptado conceptos suyos, si se tiene en cuenta la ascendencia de Borges por sobre una camada de guionistas surgidos durante la década del ochenta.

Como en la mayoría de sus lectores anglosajones, la fascinación de estos autores por Borges se centra en las especulaciones que su imaginación elaboraba sobre sus tópicos favoritos. Quizás el primero en citar a Borges haya sido el guionista y dibujante estadounidense Rick Veitch, quien en el número 62 de Swamp Thing (1987), serie de terror de la DC Comics, aludió directamente a “El Aleph” y su autor, “un genio ciego”. Sin embargo, el resto de sus deudores son escritores provenientes de Gran Bretaña.

Después del éxito de Alan Moore con Swamp Thing (1984-1987) y Watchmen (1986-1987), una generación de guionistas británicos comenzó a escribir regularmente para editoriales norteamericanas, principalmente la DC Comics (y, eventualmente, su sublínea Vertigo), aportando una óptica renovadora al género de superhéroes y de fantasía, que por entonces comenzó a atraer a un público más adulto. Sus estilos estaban moldeados por la conjunción entre los cómics leídos durante su juventud, el cine de vanguardia, poetas del Romanticismo inglés, y prosistas de ficción. No cuesta percibir que, tanto Moore como Neil Gaiman (Sandman) y Peter Milligan (Skreemer, Shade) cuentan a Borges entre sus lecturas favoritas.
El escocés Grant Morrison es quien ha dejado más constancia directa de su interés por Borges. Morrison se hizo notar en la escena estadounidense con una serie para DC, Animal Man (1988-1990), donde reflotó a un héroe de tercera línea y le otorgó una profundidad en su personalidad y en sus historias que jamás había tenido. Pero lo que hace de los números 1 a 26 de Animal Man una obra fundamental es su componente metatextual: Morrison aparece en el cómic, se presenta ante Animal Man como la persona que escribe su vida mes a mes y le hace comprender a éste que no es más que un personaje.

Morrison reciclaba una vieja idea de la llamada Edad de Plata del cómic de superhéroes (segunda mitad de la década del ‘50 y la mayoría de los ‘60): la del encuentro entre el guionista y el personaje. En esos casos era un recurso más, sin objetivos metadiscursivos. En una entrevista de 1996 para la revista argentina Comiqueando, Morrison reconoció que buscó retomar esas viejas historias desde una perspectiva borgeana.

En 1989 Morrison se hizo cargo de la serie Doom Patrol. Enseguida rompió con la línea argumental previa, cercana a las historias contemporáneas de los X-Men en la competencia Marvel, y la llevó a territorios desconocidos para un grupo de superhéroes. El argumento de su primera saga, desarrollada en los números 18 al 22, estaba basada en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”: la apócrifa ciudad de Orqwith, al igual que sucedía con el planeta Tlön, comienza a irrumpir en la realidad y a reemplazarla.

En una entrevista de 1990 para la publicación Amazing Heroes, Morrison dejó en claro su deuda: “Tuve un sueño donde estaba en un tren pasando por una horrible estación con forma de hueso. El nombre de la plataforma decía ‘Orqwith’, entonces pensé que lo utilizaría. Además, parte de este sueño fue que ese mundo ficticio estaba infiltrando partes suyas en nuestro mundo. Pero tiene que ver un montón con robar el trabajo de un escritor ciego argentino. (Borges) Es maravilloso. Esa es una de las cosas que quise introducir en la Doom Patrol. Todas esas paradojas extrañas y curiosidades filosóficas”.

Otra idea de ese cuento fue referida por Morrison en la miniserie Final Crisis: Superman Beyond (2008), donde, en otro trabajo metatextual que retoma un concepto ya utilizado en Animal Man, el Hombre de Acero viaja al limbo, el plano de la existencia donde se destinan todos los personajes olvidados por los autores y los lectores de la DC Comics. Similar a lo que pasa en el planeta Tlön, donde, escribió Borges, “Las cosas (...) propenden a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente.” La biblioteca del limbo de la DC tiene un solo texto, “un libro con un infinito número de páginas, todas ocupando el mismo espacio (...) Esto contiene cada libro posible”; básicamente el mismo concepto –la simultaneidad y la infinita multiplicidad– de “El Aleph”.

El año pasado, en los números del 3 al 5 de la revista Batman Incorporated –donde el Caballero Oscuro, cual titular de una franquicia, recorre el mundo convocando a héroes de distintos países para conformar un grupo internacional de encapotados–, Batman viajó a la Argentina para proponer a El Gaucho ser el representante sudamericano de la escudería. El Gaucho es un oscuro personaje que había aparecido en revistas de Batman en la década del ‘50. Morrison lo rescató del limbo.

La historia de Batman Incorporated le permite a Morrison incluir varias referencias a nuestro país. La primera página es un flashback a los días de la Guerra de Malvinas, donde se oculta un arma secreta, con un grupo de héroes británicos –la mayoría creados para la ocasión– buscando al villano Doctor Dedalus (un guiño a Stephen Dedalus, el álter ego de James Joyce). La crisis de 2001 es aludida por el playboy Santiago Vargas –identidad secreta de El Gaucho– cuando le dice a Batman: “Argentina es un país que una vez tuvo cinco presidentes en doce días. La ironía está en nuestra sangre”.

El dibujante Yanick Paquette ilustra con precisión realista un móvil de la Policía Federal, una ambulancia del SAME y la botellita de la más conocida cerveza local. También hay un guiño a la historieta nacional con la frase que aparece pintada en una pared de La Boca, “El odio cósmico”, mencionada por un Mano en El Eternauta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Los diálogos del villano El Sombrero aparecen escritos con la tipografía mecánica que utilizaban las míticas versiones mexicanas de la Editorial Novaro, que formaron más de una generación de lectores de DC en Latinoamérica.

Pero sin dudas las citas más interesantes son las vinculadas a Borges. Discutiendo un caso, El Gaucho le cuenta a Batman sobre Espartaco Extraño, un escritor apócrifo –como aquel seudónimo H. Bustos Domecq– quien, en su vida de ficción, fue ultimado por “tres asesinos ciegos”. “Su asesinato, como su vida, como su obra, fue una compleja ficción... un elaborado rompecabezas... una densa y alusiva broma literaria...”, lee El Gaucho.

“Extraño fue la creación del grupo de poetas vanguardistas de Florida, que incluía a Jorge Luis Borges. ‘Oroboro’, un libro real escrito por un autor imaginario, transformó a Extraño en Chatterton y Rowley en una sola figura maldita”. Thomas Rowley era el seudónimo del escritor británico Thomas Chatterton. La fascinación por los dobles le permite a Morrison unir los temas de Borges con los misterios de Batman.

Cuando el supuesto villano es revelado como un anciano ciego de cabello blanco y bastón, al parecer encontramos la última de una serie de alusiones a Borges en el trabajo de Morrison, pero sin dudas no la última: su futura miniserie Multiversity estará ambientada en distintos universos paralelos pertenecientes al entramado ficcional de la DC; un tema ideal para revisitar la obra de un genio ciego.

Fuente : Taringa



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