Roberto Jones encarna
a Borges, en un trabajo lleno de desafíos y aciertos.
El retrato escénico de un artista famoso ha sido transitado
con frecuencia en la plaza teatral montevideana, y quienes frecuentan los
teatros desde hace bastante tiempo seguramente recuerden a Ducho Sfeir dando
vida a María Callas, personaje que le permitió en Master Class revivir en
escena las tragedias y éxitos de la gran soprano griega.
O Susana Groisman, quien en Oh, Sarah personificó nada menos
que a la célebre trágica francesa Sarah Bernhardt. En esos casos se cruzaban
dos intereses del público: la semblanza de un artista de otro tiempo y cultura
(con todo lo que suele seducir el género biográfico también desde los
escenarios) con la performance de un artista solvente, con el oficio y energía
para un buen desempeño individual.
Pero en otros casos, la relación entre el personaje
interpretado y el actor que le da vida, es mucho más estrecha. Como cuando Estela
Castro encarnó a su maestra, la notable trágica catalana Margarita Xirgu, en
Retrato de señora con espejo, de Pedro Corradi, que bajo dirección de Dumas
Lerena hizo en el Teatro del Centro Carlos E. Scheck en 1979. Algo de esa
cercanía hay en La memoria de Borges, en donde Roberto Jones anima en escena
nada menos que a Jorge Luis Borges.
La proximidad entre el autor de El jardín de los senderos
que se bifurcan y el actor uruguayo es de neto corte biográficos, dado que este
trató con el poeta argentino en varias oportunidades, principalmente cuando
para rodar un documental sobre Borges, ambos compartieron el día a día del
rodaje. Y desde la dramaturgia del texto, a cargo de Hugo Burel, ese vínculo
intelectual y afectivo, se incluye y trabaja, dándole una particularidad única
al resultado.
Efectivamente, La memoria de Borges trata sobre la relación
entre ambos, y cómo el actor tiene que hacer para encarnar al poeta en el
referido documental. Pero eso no es más que la punta de la madeja de un juego
escénico con muchos niveles de ficción, en los que uno y otro se acercan o
alejan según se ven dando las distintas situaciones.
Todo eso no sería más que anecdótico si Jones no
interpretara magistralmente este unipersonal, como sólo él lo sabe hacer. El
pasaje de animar en escena al escritor argentino a volver a ponerse en su
propia piel es francamente fantástico. Jones pasa en un instante, como un mago,
de interpretarse a sí mismo, a hacer de ese hombre tembloroso, irónico, de
manos y rostro inquietos.
A través de ese recurso de ir y venir de sí mismo al poeta,
el unipersonal va desarrollando todo un juego borgiano, en el que ir tras los
pasos (o la memoria) de Borges da pie para hablar del teatro, de la ficción
escénica, y desde allí a mil asuntos biográficos, políticos y literarios, de
polémico poeta porteño.
Jones habla de sí mismo, ironiza también sobre él, hace
referencias a algún tramo de su carrera (todo muy bien incorporado al guión),
mientras alterna aspectos de la biografía de Borges. Unos pocos elementos de
utilería son suficientes para que el actor los llene de vida, sosteniendo
sólidamente un trabajo que sin duda demanda mucho oficio, seguridad y talento.
Burel ya ha demostrado en alguna otra oportunidad
sucapacidad de escribir para los escenarios, como en Elogio de la nieve, de
1999. Acá aporta un texto rico en forma y temas, que quizá pudo ser rematado
con menos preámbulos. Ahunchain indudablemente habrá aportado lo suyo, más allá
de la solvencia del actor, para dinamizar repetidamente todas las acciones de
la escena.
"La
Memoria de Borges". Autor y selección musical: Hugo
Burel, incluyendo textos de Jorge Luis Borges. Género: Unipersonal. Dirección:
Álvaro Ahunchain. Edición de sonido: Carlos García. Actor: Roberto Jones. Sala:
Teatro Alianza Uruguay—Estados Unidos, Paraguay 1217 – Montevideo
Fuente : El Pais – Montevideo
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