Inés Castro Rendón. Tiene 83 años y es hija del doctor Eduardo Castro Rendón. Se dio el gustazo de estar con el escritor cuando vino a la ciudad.
El encuentro se concretó en la casa del padre de Inés, en la
calle Santa Fe, luego de una conferencia que ofreció el escritor.
Desde que leyó el primer cuento de Borges, "Hombre de
la esquina rosada", nunca dejó de leerlo y admirarlo.
PABLO MONTANARO
Una tarde en la ciudad de La Plata, a comienzos de los
años ’60, una joven estudiante de la carrera de Letras se sumergió por primera
vez en un cuento de Jorge Luis Borges, ya por entonces considerado uno de los
autores más destacados de la literatura en español del siglo XX. Inés Castro
Rendón siguió atrapada y conmocionada en la lectura de “Hombre de la esquina
rosada”, incluido en el libro Historia universal de la infamia, en cuya
narración el escritor logra dar una dimensión metafísica y universal a ese
universo de cuchilleros, prostíbulos y mala vida que conoció desde su primera
juventud en el barrio porteño de Palermo. Inés jamás se imaginó que pocos años
después, ya instalada en Neuquén, tendría la oportunidad de estar frente a
frente con el creador de un universo literario inigualable y, aun más, caminar
por las calles de esta ciudad del brazo de él y compartir una charla y un té.
Ese
mágico encuentro que vivió la hija del doctor Eduardo Castro Rendón se produjo,
según ella, en 1963, en ocasión de la visita que hiciera el autor de Ficciones
a esta ciudad para brindar una conferencia en la Cooperadora Escolar
Conrado Villegas, ubicada por aquel entonces en la calle Yrigoyen al
1600 y que tenía por objetivo alimentar a más de 200 alumnos de escuelas del
Bajo neuquino.
Hoy, a los 83 años, en el cálido living de su casa de la
calle Río Agrio, Inés trata de retroceder un poco más de medio siglo para
revivir ese momento tan especial e inolvidable en su vida, ya que además de
admirar la obra literaria de Borges, tiene el privilegio de haber nacido el
mismo día (24 de agosto) -“pero no el mismo año”, aclara con una amplia
sonrisa- que el escritor que nunca consiguió el premio Nobel de Literatura.
“Al terminar la conferencia, me acerqué al escenario, le di
la mano y le ofrecí que viniera a tomar el té a mi casa. Borges aceptó gustoso
el convite, me pidió que le ayudara a bajar los dos o tres escalones que tenía
el escenario, me agarró del brazo y nos fuimos caminando”, recuerda con
emoción.
Borges disfrutó de aquel té en la casa del doctor Castro
Rendón, en compañía de Inés, de su esposo, Félix Luis Vignolles, de Esmeralda
“Beba” Lastra, hija del abogado y escritor Juan Julián Lastra, entre otras
personas que la memoria de Inés no pudo retener.
De la charla compartida en la casa de la calle Santa Fe 40,
Inés rescata algunas reflexiones que soltó Borges mientras saboreaba la
infusión. Entre otras cosas, Borges dijo que cuando se empieza a escribir se lo
hace de manera muy barroca y que el gran desafío de todo escritor es llegar a
la simplicidad de lo que se quiere transmitir. Para Borges la forma barroca de
escribir era sinónimo de vanidad o soberbia del escritor.
“Yo no era escritora, ni siquiera pensaba serlo, pero me
pareció muy certero lo que dijo Borges”, cuenta Inés, quien le señala al
periodista el sillón en el que se sentó Borges y que aún conserva.
Otra de las consideraciones que desplegó Borges en la
reunión estuvo referida a los gustos del lector.
“Cuando lea a un autor y ese autor no le guste, no lo lea
porque ese escritor todavía no escribió para usted, por más que se llame
Shakespeare”, le sugirió Borges a Inés, quien años después se recibió de
profesora de Historia en la Universidad Nacional del Comahue con un promedio
superior a los 9 puntos, aunque jamás ejerció la docencia pero sí se desempeñó
como secretaria en una escuela diferencial.
La mujer confiesa que cuando leyó por primera vez a Borges
quedó impresionada y que se preguntó: “¿Puede haber una persona que escriba
así?”.
El entusiasmo de Inés por la obra de Borges sigue hasta la
actualidad y se refleja en que sobre la mesa en que se desarrolla la
conversación para esta nota quedó señalada una página del libro Antología
personal que Borges publicó en 1961 en la mítica Editorial Sur, que dirigía su
amiga Victoria Ocampo.
Inés se vuelve a emocionar al recordar que cuando se puso de
novia con Félix Luis, quien después se convertiría en su marido, le prestó un
libro de Jorge Luis Borges. “Félix habrá pensado: ‘Si esta chica me dio un
libro de Borges, entonces no es tan idiota; lee y entiende a Borges’”,
concluyó.
Fuente : Lm Neuquén .com
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